7.31.2005

cachitos

Cachitos del finde.

- Yo: No sé cómo esas niñas se suben a las bicis con faldas tan rabonas. Mierrmanou: Yo tampoco, pero me gustaría verlo.
- Las fiestas de alberca en bikini ya no son tan sexys como antes. Qué tristeza.
- Ya mero sale Rent, ví los cortos y yei!.
- Gracias Dios!
- Terminé Truth & Beauty de Anne Pattchet. Wow.
- Lila en Central Park, con el sol y la gente y...
- Hay algo perturbador en leer lo que la gente manda a este sitio.

7.28.2005

feminista

El otro día, mientras tenía un momento romántico, íntimo y personal viene y me interrumpe. Estábamos yo y mi inseparable braun master haciendo cosas en la cocina (cosas as in, actual food, you dirty pigs) y de repente ella llega y se acomoda con los codos sobre una de las esquinitas que no estaban siendo usadas. "Yo no cocino" anuncia muy ufana. Levanto la vista temporalmente de mi proyecto de tarde de fin de semana (algo que involucraba picar, cortar, dorar, pelar, etcétera) como diciendo ¿ah? "No fíjate- prosigue sin esperar de mí nada más que la escuche-, y mi marido lo sabe de sobra. Yo soy refeminista y pues mira, los hombres de hoy prefieren tener con quién platicar en lugar de una mujercita en la cocina. Ya sabes, alguien con quien puedan tener una conversación inteligente -me pregunto si como esta, pero mejor me concentro en la cebolla del sartén-, que sea una compañera". Le contesto cualquier cosa. Es lo malo. Uno ve estas cosas en los reality de la tele y uno contesta sin censura. En los reality que suceden de hecho en la cocina propia con gente en carne y hueso, en vivo y a todo color, uno tiene que pensarlo dos veces. Uno tiene que ser sutil e irónico con cuidado. "Yo pienso que las mujeres de hoy quieren comer delicioso (¿ves cómo del lado de ustedes en la despensa sólo hay atún y sopa instantánea?), y pues, no sé, nunca me he sentido inferior por ponerme un delantal, por tener una cocina y saberla usar".

Ja.

7.27.2005

robado

Hicimos un par de tratos. Yo trabajo un rato mientras él se ocupa en cualquier cosa que de preferncia no sea ver tele y que no involucre demasiadas cuadras a la redonda o itinerarios complicados en subway. Él no dice "no me gusta" sin probar antes a condición de que en el refri haya cosas "normales" que impidan que se muera de hambre. Llevamos buen récord. Ya comió egg rolls en un cafecito hyper turístico y dumplings y kung pao en un lugar de "apariencia siniestra" hasta el que llegamos caminando a las once de la noche de anoche. También lo llevé a la escuela. A que inflara un poco la concurrencia selecta de una conferencia de activistas indígenas en una cruzada para salvar el Amazonas. Después, mientras llegaba el metro nos preguntamos qué sentirán los hermanos amazónicos de estar acá. De subirse a un avión o a un vagón del metro cuyos tripulantes triplican el tamaño de sus pequeñas comunidades.


"La admiración es la mejor forma de engaño
Observa con una mente abierta para que lo simple asombre y lo asombroso te maraville

Alguien a quien no quiero mencionar una vez dijo eso. Y en alguna manera encierra mi asombro ante esta viaje, pues esta ciudad en ciertamente todo lo que esperaba y todo lo que no. desde las concurridas avenidas principales de Rockefeller center durante la hora pico hasta las angosta y siniestras calles nocturnas en chinatown. Desde el ardiente pavimento hasta los muy cómodamente equipados autobuses y metros del sistema de transporte publico. Desde los ansiosos y amables vendedores hasta las asoleadas y frustradas anfitrionas. Observando tanto la arquitectura de iglesias como de viejos y destartalados edificios de ladrillo. Y escuchando el español de labios de intelectuales profesores ambientalistas alemanes como de turistas chilangos y meseros costarriqueños. Y mientras me olvido de leer las aventuras de Raito y escribir las de Hayter, me preocupo por los lugares hacia donde dirigiré las propias.
Aun hay tanto que ver y tanto por aprender." (Robado impunemente del cuaderno de mi hermano menor).

terrorismo

En su primera noche lo subí al South Ferry para que viera la libertad de los gringos. De lejitos y llena de luces. Me senté en una banca mientras él se acomodaba en la barandilla. A mi izquierda un maletín solitario. If you see something, say something, y me reí de la propaganda del subway. Por favor. Después el río oscurísimo, la ciudad tan lejos. De todas formas seguro el agua no está tan fría, me consuelo. Puedo ponerme mi credencial de la escuela entre el tank top y la ropa interior, por si. Qué tonta soy. A mi derecha una señora con un niño. Enfrente una pareja besándose. Más allá unos turistas alemanes trasnochados. El supuesto dueño del maletín ni sus luces. Mi hermano vino y se sentó entre la supuesta bomba y yo. Aguas, le dije. Entonces se dio cuenta. Me lo vio en los ojos. Ya estás igual que ellos, sentenció.

corazonada

Algunas personas confían en su sexto sentido. Las que tienen hijos en su instinto maternal. Los inversionistas en los pronósticos. Las muchachas despistadas en el horóscopo. Ciertos niños en la ouija. Los campesinos creen en el cielo y las estrellas y la forma de comportarse del ganado. Yo no. Yo sólo tengo una red de informantes incondicionales y un módem.

7.26.2005

sorry

Oh, wow.

expulsados

Era de madrugada, antesitos de que empezara el día. Mi hermano dormía en el sofá cama de la sala. El flasmeis abría la puerta sin tocar. El flasmeis temporal se sorprendía de que tuviera llave. Su esposa también dormía. Yo me sorprendía de que viniera vestido de partido de basket, con shorts, sin mangas, sudoroso. Ya no vives aquí anunciaba. Yei, pensaron mis adentros y después ¿cómo? dijeron mis afueras. Necesito hablar contigo (a mí), y nos salíamos a hablar al descanso de las escaleras. Se había enterado de una cosa escandalosa del flasmeis que ni siquiera su esposa sabía. De mal gusto, inaceptable. Entonces tomó el primer vuelo que encontró a Nueva York y vino a resolver las cosas. Claro, había llegado cuando todos dormíamos y no tenía sueño. Entonces fue a jugar una cascarita de basket a la escuela. Los expulsó, maletas, madrugada y todo. Tomaron dos maletas, se resistieron un poco y después se fueron. A mi hermano le tapamos los oídos para que no se enterara. Después me metí a bañar. La regadera es más grande, pero la cortina la misma (me gusta la cortina). En la sala teníamos plantas. Una orquídea y unas julietas en jarrones transparentes llenos de agua. Mi recámara tenía espacio para una mesita de café en medio de los dos sillones. En fin. Por lo visto se vale soñar.

muppets

Antes fueron los muppets.
En el verano de 2005 son los maztrich.

Tomaremos Manhattan.

7.24.2005

9 songs

Fui al cine a ver la peli esa que tanto había estado esperando. La que estaba sold-out en el Tribeca Film Festival. Pensé en muchas cosas, y al mismo tiempo en nada. Pensaba en lo torpe que me he sentido últimamente mientras las luces se apagaban y dos filas más adelante aparecía la silueta de la cabeza despeinada de un muchacho que también iba solo. Pensaba en que me gusta el cine, me gusta independientemente de todo lo demás. Hay pocas cosas que me gustan tanto como el cine independientemente de lo demás. No es como, por decir algo, cierto tipo de música o ciertas frases o ciertos autores o cierta ropa o ciertos aromas. El cine me va a gustar toda la vida. Shh, me digo, va a empezar la película. Dos personas que intentan saber qué es la vida. La vida que es un poco como la Antártica. Sola y nueva y desconocida. Así es para cada quien, aunque todos la vivamos igual. La vida no es una cosa que pueda contarse, pienso mientras los acompaño a uno, dos, tres, nueve conciertos. La vida no puede ordenarse como una sucesión de eventos, como las estaciones o los días. La vida es un pedazo de pan en la mesa y un suspiro entrecortado y un brazo y una taza de té azucarado. Es descubrir que uno va quedándose de a poquito en el agua del baño, y en el beso bajo la sábana. Uno es un cuerpo junto/sobre/bajo otro cuerpo pero uno es mucho más aunque a veces pareciera que. Uno es las luces de colores en una sala de conciertos llena de gente cuando uno se deja estar. Junto un dedo con otro y sé que la vida no es algo que voy a contar cuando sea viejita. La vida es esta ciudad y mi soledad en ella y mi país lleno de gente conocida que ya no me sabe esperando. La vida se va en moler una calabaza y tostar otro pan y darse cuenta que no hay más cigarros. Eso y una llamada fallida al salir del cine porque ya no tengo pesetas. Sólo puedo imaginarme viendo esta película con otras dos personas en el mundo, aunque yo.

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7.23.2005

pere pinard y sopa

La otra noche fui a cenar a un lugar delicioso en el logüerist. Francés de a deveras. Me adivirtieron, "lo único malo es que tiene también meseros franceses". Ah bueno, pero es que sin los meseros franceses no sería un lugar francés de verdad. Hace mucho que no veía una Tarte Tatin. La plática rica, como la comida, interesante la compañía. Qué hacía yo con dos físicos y un matemático es un verdadero misterio, pero c'mon this is NY after all. Tal vez lo verdaderamente extraño haya sido lo difícil que resultó calcular la cuenta. Hasta yo ayudé. La cuenta veníá sobre una postal. La miré y pensé que sería perfecta. "C'était pas Le bouchon, mais...À la tienne, mon ptit déjeuner." Por supuesto que me abstuve. La puse en mi bolsa antes de irme y después la refundí en el cajón de las cosas que no voy a darte jamás. Mi refri ya es teenager friendly. Mi hermano menor cumple su amenaza y llega el lunes. Me aseguré de que hubiera esas cosas que los hermanos menores comen, waffles y leche y cereal y palomitas y coca-cola y poptarts y papitas y queso amarillo y...mh. Es lo mismo que come el flasmeis. Now that is food for thought. Me hice una sopa deliciosa. Al vapor cocí dos calabazas, dos papas, dos zanahoras, un jalapeño y un pedazo de cebolla. Por alguna razón hervidas las verduras la sopa sale diferente. Sal y tantito aceite de oliva. En un sartén (una sartén) puse un cuadro de mantequilla, un cubo de knorr y perejil fresco picadito fino. Cuando todo estaba caliente y antes de que se empezara a poner quemadito, lo puse sobre las verduras y el agua que había quedado al fondo. Tomé a mi nuevo amigo, mi arma favorita y bbbzzzz, bbbrrrruuuum y listo. Mi sopa favorita. Luego sal y pimienta recién quebrada. Qué delicia. Luego hago como me enseñaron Vivianne y Gérard. Tomo una cucharada de crema agria fría y se la pongo encima. El placer de la sopa es casi tan grande como el placer de darle vueltas a la crema e inventar figuras.

7.22.2005

raros

Estos días han sido reraros. Entre que me funciona y no el cuerpo. Entre que acabo y no (más bien no) la traducción. Antenoche me habló un enano por teléfono. Tomó el celular de su mamá que me había hablado un día antes y marcó con sus dedos de tres años. Me costó trabajo darme cuenta de que ella ni en cuenta, y que el único motivo del telefonema era preguntarme quién era yo, si podía llevarlo a comprar papitas a la tienda, contarme que estaba lloviendo muy muy fuerte e informarme que su mamá estaba ocupada en el otro teléfono. Por fin me compré la hand held blender. Desde hace unas horas que no queda nada sólido en el refri y sus inmediaciones. Hice jugo, papilla, smoothie, sopa, puré. En fin. I'm the master blender of all times. Luego, los cuadernitosno funcionaban. Aysh. Fui al cine, Wedding Crashers. Es como una aventura pasajera sin importancia. Uno va sin expectativas y la pasa muy muy bien. Después, a la mañana siguiente no importa, ya todo quedó olvidado. Pero obvio, si en un año me la encuentro un sábado a las dos de la tarde y no tengo qué hacer, con mucho gusto otra vez. Estoy leyendo a If on a winter's night a traveler con una sonrisa todo el tiempo. Ayer encontré un artículo en el NYT sobre la lucha libre femenina en Bolivia. Con faldas y sombreritos y todo. Ay estas Aymaras. Afuera hay un sol delicioso. En la mañana el sùper ego boost de parte del jefe-jefe. Capaz y hasta me lo creo y todo, la parte del club de fans sobre todo. Es todo como raro.

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7.21.2005

damn it

1- Ayer me pasé todo el día pensando que era martes. Me dí cuenta hasta que era demasiado tarde.

2- My most recent eye interest (I was just you know, enjoying looking at him and the flirtatious conversations and everything) has just revealed he has a girlfriend. There goes a month and a half of precious charm. Just wasted. So many starving children and one just throwing it all away.

7.20.2005

plaxo

Sé que se llama cavidad cotiloidea (o acetabular) y que ahí me dolía el otro día. Eso sólo me sirve a mí. Para explicarle al maestro de yoga sólo hace falta un gesto. No me voy a poner a decirle que los huesos no duelen, que lo que duele es la cubierta...A un doctor (si de verdad me hubiera dolido tanto) no hubiera tenido que decírselo, él debería de saberlo.

Sé que el falafel se hace con garbanzos y cilantro y perejil y ajo y cebolla. Sé cómo se hace y las diferencias regionales al prepararlo. El algunos lugares en lugar de simple lechuga y tomate le ponen tabouleh. A veces tahini, a veces jocoque. Esta información me sirve sólo cuando alguien pregunta de qué están hechas estas frituras deliciosas envueltas en pan de pita. Lo demás es irrelevenate, conocimiento accesorio, cultura general dirían mis alumnitos.

Entiendo que existen ciertos requisitos necesarios para poder obtener un número de seguro social en Estados Unidos. Entiendo que debo esperar un par de semanas más antes de volver a solicitar el mío. Entiendo que al final de cuentas, todo se resume al criterio personal de la persona encargada.

Entiendo un poquito de mecánica, matemáticas y migrañas. Entiendo de libros y labios. Entiendo de fronteras y distancias. Entiendo, según me lo han dicho varias veces, que conozco mucha información irrelevante sólo por el placer de saberla, por el gozo del coleccionista del dato extraño, la referencia oscura, por el orgullo de algún día contestar correctamente en una partida de Maratón.

Hay cosas sin embargo, que no sé. Cosas de etiqueta electrónica, relaciones interpersonales en la era electrónica. Entiendo que hay herramientas muy útiles que nos permiten actualizar nuestra agenda y lista de contactos con solo presionar un botón. Entiendo que uno puede elegir a quién mostrarle nuestros nuevos datos. Entiendo que uno decide a quién enviarle o no la nueva información.

Hay algo que no entiendo.

¿Qué se hace con los datos actualizados, reactualizados y requeteactualizados en las últimas dos semanas de una persona que una ya no conoce? Puedo asumir que fue un descuido. Puedo inventar que es un llamado a deponer las armas y firmar al menos una tregua. Puedo ignorar todo el numerito. Al fin y al cabo, enviar un correo electrónico sería más fácil.

dones

Me gustarían muchas cosas. Ayer por ejemplo, fue el día que llega el catálogo de Pottery Barn en el correo. Una sufre un poco, tan bonitos los muebles, los estantes, las cortinas, los marcos para las fotografías. Mi domestic partner (esta semana descubrí el término y me encanta) dijo hace unos meses que al final del verano llevaríamos a cabo labores de remodelación. Brevemente experimenté eso que las esposas deben sentir cuando les dicen que les van a comprar un comedor o una sala. Una percha para la cocina sería bonito, reacomodar las litografías, el librero de la sala, un espejo para mi recámara. Eso no es lo que realmente deseo. Quisiera poder hacer algo. El otro día, en mi primer evento de voluntariado local, una mujer que ayuda a otras como ella a escapar de una condena en prisión a cambio de un programa de rehabilitación. El viejo que vive en el refugio pero no porque no tenga donde vivir sino porque necesita decirles a los jóvenes que sí tienen otra alternativa. They livin in a shelter, when they 21, thats just plain nonsense, y'know, they aint crippled, they got their whole life ahead, thats why I live there, to make sure they get off the streets. La mexicana del otro día que trabaja con inmigrantes. Luego, anoche en el teléfono. Él, con la cabeza recién rapada. Yo, con la necedad del calor, diciendo cualquier cosa que infundiera ánimos. No puedo, no sé cómo. Entiendo lo que le pasa. Los blastos y la quimio y esas cosas, las veo pero desde una distancia impotente. Quisiera poder algo más. A veces me gustaría tener ese don, el de ayudar de verdad. No a redactar una carta para conseguir una beca o un empleo mejor. No a acomodarle las palabras a un funcionario al que de todas formas van a aplaudirle. No a traducir un documento que tal vez no llegue nunca a las manos del inmigrante que no va a poder leerlo. Quisiera ser un instrumento útil, servir de algo, ayudar a los demás aquí y ahorita. Eso pues.

7.19.2005

translucción

Debo confesar que a veces como que me quiero quedar dormida encima de la pantalla. Después pienso en las consecuencias. Digo, las labores soporíferas no alcanzan en importancia para tener un cubículo privado (ya no digamos oficina) así que una siesta sobre el escritorio público no es buena idea, aunque de pronto me pierda en ese laberinto de oraciones impersonales y frases hechas y gerundios que se empeñan en aparecer aquí y allá. Alguien me dijo que lo que pasa es que no me gusta porque en el fondo quisiera ponerle crema a mis tacos y de pasada bordarle alguna flor al enunciado. Me contenta pensar que Cortázar y la Puga (qepd los dos), tan cercanos en mis afectos, también tenían chambas parecidas (claro, en la FAO y en la UNESCO, pero bueno). Y no es que sea fácil, al contrario. Hay tantas decisiones que deben tomarse. Tantos giros, tantas opciones. Luego uno se da cuenta de que no es así, de que sólo hay una palabra adecuada en realidad. Excepto, claro, cuando no existe un vocablo para eso que debemos traducir. Hoy por ejemplo, trabadísima con los famosos "walk in services". El pásele pásele mexicano que en algunos documentos que he visto se traduce "servicios de puertas abiertas" pero que no acaba de convencerme. El afán ese de dirigirse al lector con una familiaridad que a mi yo académico le choca. El usted para acá y para allá, muy manito del nosotros. La cuestión del sentido vs. el estilo. La audiencia, el lector meta. El hispanoparlante niuyorquino no es cualquier cosa. Dominicanos, puertorriqueños, niuyoricans, colombianos, chicanos, mexicanos, la gente del reggaeton, pues. Luego, cada grupo con sus diferentes niveles. Si de primera generación escolaridad baja casi seguro (en el caso de la mayoría de los mexicanos), si de segunda, depende de qué país son, en general los puertoriqueños son los que tienen más años de escolaridad de todos los latinos de la ciudad. De los de terceras y cuartas generaciones no hablamos, porque segurísimo que no entienden español más que el que les habla su abuela cuando prepara tostones o tamales o algo. Estereotipo, por supuesto. Simplifico y generalizo. Good grief. Santo cielo. Once again, me quedo inconclusa. Unfinished, otra vez.

7.18.2005

extremos

De un lado el gozo de la vida. Paulina que nació hoy, cesárea, 53 centímetros y casi cuatro kilos. Daniel, cuyas fotografías a escasos 18 días de nacido ya circulan en el ciberespacio para que su tía postiza constate que tiene los ojos verdes y el ceño fruncido. Alejandro, que llega en noviembre y se sienta derechito en la panza de su mamá que me manda los ecos que lo demuestran y las fotos de la barriga.

Por otro lado la angustia vestida de leucemia. Los malditos pronósticos y los números traicioneros con sus porcentajes tramposos. ¿Qué no se dan cuenta? He IS the only him we've got. Las ganas de abrazar y decir no pasa nada. Seguir diciendo por favor Dios. Confiar.

Entonces, entre un milagro y otro. Entre el que sucede y el que queda por suceder, me doy cuenta de lo vacía que estoy. Me siento tonta por entrar llorando de coraje a mi casa luego de tener que comprar algo que no quiero sólo porque se me cayó sin querer. Me siento torpe porque quebré un plato hondo en la cocina. Destierro las trenzas si con ellas pierdo mis poderes de coordinación de gente adulta, si a causa de ellas no veo más allá de mi nariz.

firemen

Estaba a punto de postear cuando, ding ding. It's hottie time! Me asomo por la ventana para encontrar la fuente del ruido. Yei! A los bomberos de aquí a la vuelta les toca hacer el super. Justo recuerdo que no hay...este...super. Later.

cumpleaños

A partir de hoy es cincuentona de verdad. Este año que pasó, aunque el festejo en grande hace justo 365 días, no cuenta por ser el año cero. Cincuenta y uno ya es de verdad. A partir de ahora ya no me va a doblar la edad nunca más. A menos claro, que me haga caso y nos estacionemos cada una en la cochera de los veinticincos (yo con uno, ella con dos) un rato. Ella no es así. Eso no se lo heredé a ella. Vive cada día con una alegría, con un espíritu que no le permiten pensar en borrar ni un minuto. Mi madre que está lejos. La que me regaló las palabras, esas de la lengua materna. Hay cosas que no cambian. Esa manera de dirigirse a mí con la soltura del prieta, no seas machetona, haz las cosas bien. Siempre con amorosidad, con cariñez. La capacidad de ser mi refugio cuando los golpes en las rodillas o en el corazón o en el orgullo. Esa fortaleza que sólo se explica en el espíritu y la gratitud. Ah, la gratitud. Todavía la oigo, sonriente: ¿Cómo se dice preciosa? Gra-cias. Al Cielo, la adversidad, al señor de la tintorería, a los maestros, a la tipa que nos robó el último novio ("no sabes lo agradecida que me siento de que te lo quitara del camino"), a los desconocidos que nos topamos, a los hermanos, a la cajera del banco, a la vida. Gracias siempre. Lo pienso y siento un calorcito rico adentro. Hay cosas que cambian: La espalda con la quinta vértebra lumbar triturada que no le impidió bailar en mi graduación cuando cinco meses antes no sabíamos si iba a volver a caminar. Sus ocupaciones diarias, aunque ya sabemos que no tiene estómago para la política pero cómo le gusta ayudar a los demás. El tinte que nunca queda dos veces igual, el corte de pelo. El contenido de las interminables charlas telefónicas. El espacio que me da, aunque le cuesta. Sé que le cuesta. Que no siempre me entiende, que no siempre aprueba, que se preocupa. Me ama y me deja ser. Muchas veces me pregunto si voy a ser como ella. No por fuera. Por fuera ya sabemos que soy como ella. Eso lo saben los desconocidos a primera vista: Los ojos, aunque no las cejas, los pómulos pero una sin hoyitos, la sonrisa, muy parecida excepto en lo que la provoca. Ojalá que a los cincuenta y uno yo no lleve nadamás su nombre y su rostro. Ojalá que por dentro también sea como ella. Aunque sea un cachito.


Te amo, ma.

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7.17.2005

Esto puede malinterpretarse

Esto puede malinterpretarse de muchas maneras. No importa. Hace un rato, con las luces apagadas pensé en tí. Había cerrado el libro y elegido mentalmente la ropa para mañana y repasado mis pendientes. Entonces, mientras invocaba el sueño se me ocurrió esto. Me imaginé el día que regresas. Me pensé tirada en el sillón, tal vez leyendo, tal vez viendo la tele, es de noche. Abres la puerta (porque tienes llave de la puerta) y anuncias algo. Que regresaste. Entonces me sonreí en voz alta. Creo que significa que te extraño. Escribí para mis adentros: Pensé en el día que regresas y fui feliz. Lo repetí. Me dí cuenta. Esto puede interpretarse de muchas maneras. Me gustó la posibilidad. Ah, las ambiguedades, los sindecires, esas palabras tramposas. Jugué un poquito. Pensé en el día que regreses y fui feliz. No vas a darte cuenta. Seguí jugando con la promesa proyectada en el techo gracias al rayito de luz que entra por la ventana. Esta ventana que de alguna manera te pertenece. Le dí vueltas a tu regreso. Esta vez me levanté de un salto del sillón, con la misma alegría de hace un rato. No pensé en lo que dirías ni en ninguna otra cosa, pero nos abrazamos.Después me dí cuenta. Cuando pienso en tu regreso (¿ves que esto puede malinterpretarse una y otra vez?) soy muy feliz. Quise decírtelo inmediatamente, llamarte, enviarte una onda telepática, un textito, lo que fuera. En lugar de eso, prendí la luz, saqué una pantalla en limpio y dije en blanco y negro: "Esto puede malinterpretarse de muchas maneras".

comprend pas

Hay cosas que no entiendo. Que no sé cómo entender. Esta perseverancia mía en cosas que no tienen importancia. La incapacidad de llevar a término las cosas que verdaderamente deseo. ¿Por qué no puedo terminar, poner fin? Un constante work-in-progress. Las pequeñas obsesiones. Los grandes temas inconclusos. De repente, la necesidad de complacer, después, más adelante, la indiferencia al mundo. El otro día pensaba eso, soy mala con la gente. Pensaba, mientras partía la lechuga, no me pueden dejar mucho tiempo con la gente, porque entonces soy grosera o rara o impulsiva o regañona. Lo hago sin querer. Después, cuando me doy cuenta de lo bitchy que he sido, de lo annoying, entonces me arrepiento y me enojo. Todavía no sé pedir perdón.

7.16.2005

cavidad cotiloidea

Es sábado y estoy despierta desde las ocho y media que un depertador ajeno sonó y sonó y sonó. Cuando lo apagaron ya se me había ido el sueño. Dormí mal. El cuerpo sigue dando lata. Deberían de venir con instructivo. Me parece una irresponsabilidad que no exista manual del usuario y que uno tenga que andar adivinando. Ya por lo pronto Chuy me dijo que es la cavidad cotiloidea o acetabular, pero que los huesos no duelen, lo que duele es lo que va encima, la cubierta de periostio. En todo caso ahora ya sé qué es. Además de la molestia obvia, eso de no poder nombrar es horroroso. Me duele, me duele...me duele "aquí"? No señor, Me duele la cavidad cotiloidea (o acetabular, dependiendo), faltaba más. Las palabras son importantes. Me gustan las palabras. En la oficina el jefe-jefe me dice "the ethymologist", nadamás porque siempre tengo el Oxford a la mano. Ah y por el incidente del blurb. Me preguntaron qué estaba haciendo y dije, un blurb para la página. What a funny word/Yeah, I wonder what it means/Is it really a word?/It is, since 1917, etcétera. Ayer me pidieron ayuda con una carta. Me gustó que me lo pidiera, desde su torre dura de números y gráficas, desde la trinchera fría de las finanzas y las inversiones. Tomé sus palabras y las puse encima del escritorio. Después las fui acomodando despacito. Hubo unas que se quedaron fuera y también llegaron invitadas de último momento. ¿Cuántas veces he hecho esto? Tomar las aspiraciones de alguien y decirlas de otra forma, arreglarlas para que quepan en un sobre o en un attachment de correo electrónico. Recomendar, solicitar (pero sin que parezca solicitar), explicar, siempre persuadir. Tantas cartas y currículums y ensayos. Hasta discursos de funcionarios en ciudad fronteriza pequeña, de un tiempo para acá. ¿En qué me convierte eso? Nada, estoy desmañanada nadamás. Adolorida todavía, aunque ya entiendo más. Sentada o de pie no me duele. Pararme o sentarme sí. Levantar las piernas más arriba de la rodilla también. La espalda baja, un poquito. Las lumbares (esas sí sé cómo se llaman). Aysh. No me gusta estar quejándome. Painkillers y se acabó, se deja uno de quejar. En un rato más voy a ir a servir la sopa a Saint Joseph's, tengo que salir. Not a morning person. Además, eso de andar conviviendo con extraños en pijama no me simpatiza. Me gusta andar en pijamas, y ellos también andan flojeando, pero como sea. Es como ser visita en mi casa. Son dos contra moi. Tengo hambre. Puedo hacer quesadillas. Quiero asolearme un rato. Lautriz ha estado poniendo gorro, los cuadernitos necesitan atención, etcétera. Tengo que dejar de ver CSI, anoche volví a soñar gente muerta. Aunque también uno de los cuentos que leí antes de dormirme tenía gente muerta. Cómo me hace daño Cortázar. Anoche, con su Manuscrito encontrado en un bolsillo. En fin, es sábado, ya tengo dos horas en la cama evadiendo eso de levantarme y ponerme a hacer cosas.

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7.15.2005

descompuesta

Ugh. Me siento como Barbie a la que le quitaron las piernas y se las volvieron a poner pero al revés. No me duelen los músculos, me duele ahí, en, en...¿cómo se llama ahí? Aysh. Esto de las palabras de los cuerpos. No me suena a que sea coyuntura o articulación, o como se diga. Luego le pregunto a Chuy. Ah, Chuy, que me sigue la corriente mientras anato y farma y su novia que no me conoce y me ha apodado la literata. Hace rato que me bañé me dí cuenta de que no podía lavarme los pies levantando la pierna. Así de mucho me duele. Me tuve que agachar para enjabonarme los pies. Ese tipo de cosas me hacen pensar en pura tontería. Tenía el dedo gordo más chiquito que los de al lado. ¿Y si me hubiera salido un hijo con los pies así, o algo peor? Qué burra soy. Voy a volver a ir al yoga a ver si me componen las piernas porque no aguanto. Digo, no sería tan difícil, alcanzar la mano al botiquín pero llevo buen récord. Dolac sólo cuando es estrictamente necesario. Me tengo que apurar si no no voy a llegar a mi cita de las doce. Todavía no entiendo bien qué quieren exactamente con tanta junta y tanta cosa. Qué feo sabe el yogurt.

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7.14.2005

calculando

A veces, cuando me quedo calladita pareciera que todo está bien. Un segundo después otra vez, tanta voz, tanto ruido. Lautriz, lamaz, ladeallá, ladeacá, la de bolas que me hago...


¿Cuántas mujeres soy en realidad?

hairloss

Ni siquiera se parecen. Una es alta y esbelta. La otra es bajita y tiene un par de curvas. Tienen voces distintas. Posiblemente la cantidad de tinta que se requiere para las dos es la misma, pero la trayectoria que el bolígrafo recorre para engendrar a cada una es muy diferente. Así no nos vamos a entender nunca cuerpo adorado.

Lo que queremos perder es peSo.


P.D.: Ese moretón en la pierna es puro escándalo. Te lo hiciste tú solo por ir cargando con desgano la bolsa llena de libros que llevamos a la biblioteca. Si hubieras hecho tantito esfuerzo por levantar el peso, las esquinas no te habría lastimado el chamorro, así que cállese y vístase.

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7.13.2005

flirting

Aaahh.

I'd forgotten what flirting felt like.



It feels like Christmas (before opening the presents).

tercera de trenzas

En el tercer día consecutivo de las trenzas y el fleco me doy cuenta. Hoy me las puse más bien con fines indagatorios. Mentira, los descubrimientos fueron hasta después de salir del trabajo, cuando empecé a mirar con otros ojos. Desde hace tres días-cosa curiosa, las trenzas también las tengo desde hace tres días- la gente me sonríe más. En el elevador una practicante adolescente me dijo que iba corriendo a su casa a intentar lo de las trenzas, tanto así le gustaron. Seguro es una exageración pensé mientras tomaba el camino largo para averiguar por qué. Me pasée otro poquito, miré más a la gente. No era casualidad. Más sonrisas, más piropos, más actitudes positivas. Aparentemente las trenzas dicen "Juguemos". Las trenzas indican que la peor de mis tragedias dura cinco minutos y se cura con un cono de nieve de la calle. Dicen dame la mano para cruzar la calle. Con las trenzitas también frunzo menos el ceño, a menos claro, que me detenga a observar una catarina sobre la hoja de una enredadera, o que levante la vista para mirar el sol que derrite la paleta que se escurre como un río anaranjado sobre mi brazo. Con las trenzas uno no le saca la vuelta al charco nunca, uno brinca en el charco con los dos pies juntos. Excepto cuando en los pies van puestas las chanclas plateadas de She-ra. Entonces uno hace caso y salta por encima del charco con la misma valentía, con el mismo gozo de vivir el verano en otra ciudad y disfrazarse de trenzas.

7.11.2005

taxista ruso

Salí a fumar. Ahora no me crucé la calle a mirar el escaparate de la librería. Hoy me senté en mi stoop. No es cierto, no es un stoop de verdad, es sólo un par de escalones bajos y anchos. No son lo suficientemente altos para acomodar con propiedad las piernas como hace la gente en un stoop de verdad. ¿Cómo se dice stoop en español? No es exactamente un porche. En un porche la gente tiene mecedoras y más espacio. Aquí no hay espacio, pero hay stoops y la gente se sienta en ellos en el verano a comerse una nieve o a besarse o a fumar o a platicar casualmente con el vecino que entra o que sale. Yo me senté hoy frente a mi edificio como si ese escalón fuera un stoop de verdad. Con la actitud de estar sentada como cualquier niuyorquina en su stoop en una noche de verano viendo pasar a los perros que llevan a sus dueños a pasear. Enciendo un cigarro y me doy cuenta que en el aparador de la tienda donde llaman a la policía cuando a la vecina de arriba tira los frijoles tienen una foto de Frida. Tiene trenzas pero no sonríe. Nadie le sonríe. Es de noche y hace calor. De pronto se abre la puerta y sale otra mujer con trenzas. Esta sonríe, lleva una camiseta morada y unos pantalones rotos doblados de tal forma que alcanzo a mirarle los tobillos y una parte de las pantorrillas. Ya no es lunes, ahora es sábado. La mujer grita Taxi y se precipita frente a un auto amarillo como si fuera el último taxi de la noche. Con un brinco me pongo junto a ella. Frida nos mira impasible, desde sus trenzas que no sonríen. El taxista es un viejo de barba sucia. Gritando le dice que sólo la lleva si es uptown. Las trenzas dicen a la trece es uptown y se montan antes de que el viejo diga cualquier cosa. Me monto yo también en el taxi sin que ninguno de los dos se percaten. One-three, rrrright? Entre la quinta y la sexta, le indica la de la blusa morada. El hombre enciende la luz interior y la hace repetir el número frente al retrovisor. Está medio sordo y lleva un acento grueso y pesado, como los abrigos que impiden que la gente se congele en Moscú. Pero no es moscovita, es un hombre de campo. Conduce con la mano derecha vestida de guante manchado de rojo. En la izquierda lleva un crucifijo de plástico dorado, como si las calles fueran vampiros. Así enfrenta las calles, como si fueran el conde de Transilvania. I dhink muvi dhiaderr derr. Yes, sir, I'm going to the movies and I am already late. El sir es respetuoso pero le marca una distancia al conductor. Es un sir lleno de autoridad de pasajera, la autoridad de la que en algún lugar de los jeans o la sudadera que esconde parcialmetne la blusa morada esconde los dólares que compran la capacidad de dar una orden. No rrosh, no rrosh. I wanna leave you like you come, yust the same, you know. I rrosh, we crrash, yourr faderr, very sad. You young, you enyoi life. See those ladies with they walking sticks crrossing the strreet, fifty yirrs ago, I tell you, they look just like you. So what you arre late. You worry you arre not late for churrch, that you worry about. Your frriend calls, wherre arre you, the movie is starrting, no prroblem, you get ice crrream. Movie is not imporrrtant, you come in safe in my carr, you get off safe. Las trenzas empiezan a mirarlo con curiosidad. La autoridad se ha convertido en reverencia, en humildad. Sigue hablándole fuerte pero ahora es para que la escuche. Articula frente al retrovisor y sigue diciendo Sir, pero como ahora con mayúsculas, como si le hablara a un abuelo. ¿Dónde están los abuelos de esta mujer que tiene prisa por llegar al cine? Quisiera seguirme con el taxista, pero no puedo, la miro pagar y sonreír y la acompaño. Me escabullo con ella en el cine. El de la taquilla acaba de decirle que la ama y que se apure, la película ha comenzado. Me siento junto a ella. Es una película francesa. Tiene un feeling conocido, pero no la ha visto nunca. No sabe por qué, no sabe si la luz o la historia o qué. Yo sí sé pero no se lo digo. Yo alcancé a ver el cartel y leí Francois Ozon en los créditos. Esta mujer, cuando no tenía trenzas, vio tres películas seguidas de ese director. La primera fue el día de su cumpleaños número 25, con un hombre que dijo que la amaba. Era sobre una escritora y una alberca. Se besaron mucho en el cine. Después también. La segunda película la vieron en una sala semivacía, mismo hombre, pero entonces ya sólo fingía que la amaba. Era un musical lleno de divas. Discutieron en el auto, por la película, por cualquier cosa. Media hora más tarde los cuerpos se habían reconciliado y nadie hablaba de la película. La tercera vez fue una película triste con una mujer hermosa. No consigo recordar si blusamorada y el hombre eran felices o no. Recuerdo sólo la película, Sous le sable, se llamaba. Ah, la arena. Esto recuerdo: En esa época ambos estaban leyendo una novela japonesa en donde también la arena era importante. Ellos ya no se importaban el uno al otro, pero no lo sabían. Trenzas felices no piensa en nada de esto. Ella mira la película y desea vivir en Francia. Repite para sí las palabras, arrastra las erres en silencio junto a la pareja de la pantalla. Sonríe con la música, una música anticuada y cursi que posiblemente está en italiano. De vez en cuando mira de reojo a la pareja frente a ella. Se imagina que ellos sí son felices, no como los protagonistas que se acaban de divorciar hace una media hora. Cuando se prenden las luces, tengo que recordarle que las filas son estrechas y que es preciso salir, a los demás espectadores no les importan los créditos musicales. La sigo despacito, le doy su espacio. Vuelve a pasar frente a los carteles y a ignorar a Ozon. Se ha detenido frente a otro cartel. Lo mira como quien duda antes de cruzar la calle. Es el único momento en el que frunce el ceño. Suspira. Lo mira como si quisiera llevárselo consigo. Después se marcha sola, ya no la sigo.


Me he quedado frente a Vanessa Redgrave que posa para David Hemming desde algún lugar en Londres. Ahora sé qué es lo que está pensando y esta vez soy yo quien sonríe.


I am in Paris.

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more braids

Guy on the subway: God bless you (Amen brother!)

Red-shirted man behind me on the supermarket line: That has to be the finest piece of ass I've seen.


Darn, I look good in these cute braids!!

7.10.2005

purple pigtails

You've been meditating that cigarrette too long/Yeah, well, I got no light, you know?/Wait up a sec, I'll find you one even if I don't smoke/

No lo detengo, cada quien es libre de hacer lo que quiera. Yo por ejemplo, estoy sentada en los escalones de Union Square que dan al suroeste porque ahí da el sol a esta hora y hace bueno. Hace rato llovió con regámpalos y todo, pero ya salió el sol y hubo que ir a buscar uno de esos electrodomésticos que hacen las veces de licuadora en las casas de la gente que no tiene suficiente espacio para tener una licuadora de verdad. EL viernes tuve ganas de mi sopa favorita de calabaza y fue un desastre a pesar de que rallé todo chiquitito. Así que me puse mis pantalones favoritos (rotos y gastados, como Nueva York) y mis chanclas plateadas de She-ra con las que floto encima de las aceras húmedas y mi blusa morada con el cinto hecho como de corbata. A veces me dan rachas monocromáticas. El morado me recuerda mis cinco años, cuando era mi color favorito en el universo entero y yo quería que el baño de mi cuarto en la casa nueva fuera todo morado. Mis padres me mintieron como sólo los padres de una cincoañera pueden hacer y me dijeron que no existían los azulejos ni los lavabos morados. Desde entonces que no tenía algo morado, yo creo. Me hice un par de trenzas gachas con el fleco de fuera. El fleco y yo ya somos amigos y le gustó lo de las trenzas. A mí también.

Here you go-y me alcanza un encedendor azul brand new/Thank you/Keep it, it's yours. My name is Alex by the way/Hi Alex and thanks for the lighter/This is not just some lame thing to say, but you have a great face/Thank you-and then I smirk/But then again, I can only see half of your face, who knows what the other half looks like/Oh, it's terrible, you know, you are lucky to be sitting on my good side/I'm lucky to be sitting here. Latina?/Mexicana/Argentino de la provincia de Queens, conocés? Perdoná, tengo que tomar esta llamada

Felicidades Maztrich, se asoma el sentido común, ahora resulta que levantas extraños en la plaza. Cierro los ojos y volteo mi rostro enmarcado en trenzitas de niña al sol que intenta marcharse. A mis espaldas hay un rally en contra del gobierno de Bush y un grupo de muchachos y muchachas de cuerpos correosos que preparan un performance callejero de capoeira. Frente a mí un vagabundo bien vestido con una cámara desechable detiene a una rubia vestida de noche y le pide que le permita tomar una fotografía de su pie entaconado. ¿Dónde podré conseguir el aparato ese? si lo consigo hoy me preparo una platanada con canela en lugar de tirar los plátanos deshauciados del refri.

Mi interlocutor regresa de su llamada que terminó con un Look man, I'm harassing a beautiful Mexican on the street, I'll call you later. Tiene algo que ver con la industria musical en el cono sur y acá, en la capital del mundo. Eso explica el anillo plateado. Recuerdo a otro Alex niuyorkino que también tenía anillo plateado. De pronto estamos hablando de mi Alex del pasado. No a causa del anillo, sino porque quiere saber si había estado antes de esta vez en Nueva York. I came for work and stayed for a while, I was seeing this guy/And he let you go?/I left/Was he gay?/He's married now/To a woman?/To a beautiful Japanese Broadway dancer/Oh wow, how do you know?/See that noodle place up there?/Sure, I go there all the time with my buddy, he is a great massage specialist/I met him there back in January and he told me/You know who you remind me of?/Sonrío. Aparentemente es la nueva pick up line. La que más he oído últimamente. Lo miro desde el backstage de mi fleco y digo Who?/

Si mi flatmate supiera, pienso, se vuelve a arrepentir de vivir con esta loca. Uno no habla con extraños en la calle. Luego pienso en el último episodio de Sex and the city que ví. Carrie conoce a un hombre en el parque. Aunque claro, era Central Park no Union Square y la conversación fue diferente y no había nadie alrededor y el hombre tenía un libro y lentes. What the hell, en un momento más de todas formas me habré marchado y nos habremos perdido entre la gente. Me está contando de una fiesta de MTv. Me acuerdo de Shamán. Siempre ando conociendo productores y media types. ¿Dónde están los escritores? Hablamos de cine. Al rato voy a ir al cine con una amiga. Es una verdad a medias. No sé si mi amiga va a ir. Intento despedirme y no puedo. Negociamos.

Ok, I got one more hour and I do need that hand-held blender. Are you up for that?/Ok, sure. Do you want to have a beer?/Mh, no, not today./Oh well, let's go get you your blender and then you go call your friend to go to the movies and I'll head back home and have a steak and some vino/Perfect.

Y así acaba uno entrando a una tienda de disfraces y jugando a probarse lentes y antifaces y reírse con un desconocido. Así camina uno bajo los árboles en una tarde de verano sin fijarse al cruzar la calle y una es rescatada de una muerte segura a manos de una bicicletista de alta velocidad. Así uno pasa una tarde salida de una película cursi de romance niuyorkino. Qué falta de imaginación, santo cielo. Uno visita un par de tiendas de electrodomésticos al tiempo que se asoma a un par de ojos nuevos y verdes. Una se cobija bajo un acento matizado. Una de pronto dice this is me y elige una estación del metro que no es la suya pero que resulta conveniente para desaparecer y flashea la última sonrisa de la tarde enmarcada en un par de trenzas infantiles y una se pone del color de la blusa cuando el desconcido toma la mano que uno ofreció para un handshake amistoso y la besa. Una sonríe hasta por dentro y baja las escaleras del subte como si estuvieran hechas de malvavisco y se larga a su barrio y se compra una tartaleta de manzana. Una se prepara una pasta con balsámico y pollo y tomate antes de irse ahora sí al cine a ver 5x2. Sin la amiga.

7.09.2005

umbarles

Hay cosas a las que todavía no me atrevo y me enoja. Me enoja que dependo todavía de los demás para algunas cosas. Quería ir a una noche de "cumbias para snobs y baladas hirientes" prometían el "pop más salvaje, tambora and bass". Anduve convoque y convoque desde el martes. Me peiné, me puse unos aretes morados recién comprados. Nadie quiso ir. Me puse los tacones, me pinté la boca. Después, la puta inseguridad. La llamada con cola que decía "ay Maztrich, pero a poco no te da miedo ir tú sola?" y después "pues híjola, la verdad sí va a estar padre pero ni modo de ir sin nadie más". Yo, que no le tengo miedo a casi nada. Que me voy sola al cine. Que en los restaurantes digo party of one y me siento a comer bymyself sin que me importe. La que se fue sola al viejo continente y después, cuando ya tenía amigos, volvió a tomar la mochila y se largó diez días a París para celebrar año nuevo sin nadie más que un cuaderno. La que tomó el vuelo a Sudáfrica y luego, cuando los demás se devolvieron a sus países, se quedó a explorar un cachito de la punta del continente con su cámara y una jirafa a cuestas. También al carajo he ido sola un par de veces. ¿Y cómo te vas a regresar? me preguntaban hace unos domingos los compañeros de B en Boston. Pues como vine, en autobús. ¿Ay Maztrich, y no te da miedo? ¿Quieres que te acompañemos a tomar el camión? Pues si quieren asolearse y subirse al metro y ver por enésima vez el mall, bienvenidos. Museos, conciertos, ciudades, fiestas. La soledad no me detiene, aunque a veces los desarma. Como el dentista aquel que me mandó a conseguir acompañante porque no me podía intervenir si no iba con alguien más. Bu. Los de las taquillas del cine en México son recrueles. Pide uno un boleto y luego luego voltean a ver si atrás en la fila viene alguien. Luego vuelven a preguntar, ¿uno? Volver a ser uno, con el agujero dentro. Y no me importa ser una, estoy contenta de ser una. En la fila del cine o en la sala de espera del consultorio del ginecólogo o en una ciudad extraña. En un bar lleno de desconocidos, aunque tenga muchas ganas, todavía no puedo. No debe ser tan difícil, montarse en los tacones y tomar la bolsa de brillitos y acercarse a la barra y, ... a lo mejor sí tengo todavía umbrales sin traspasar.

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7.07.2005

closer

Uno destapa una botella de vino, se pone la camiseta verde nueva que parece vieja de J. Crew. And so it is...
Uno rechaza otras invitaciones y se pone a mirar una película repetida en compañía. I can't take my eyes off of you...
Uno abre la puerta mientras sube las escaleras y se da media vuelta como si tal cosa. like you said it would be...
Uno mira las historias ajenas y los ojos llenos de amor y mentiras y uno suspira al unísono. life goes easy on me...


De repente uno sabe que la botella de tinto se termina y el queso y las fresas y uno, uno sabe que no será al menos hoy.
Uno dice algo de una vida pasada y, uno está más destapado que la botella de vino.
Uno sabe que es cuestión de acercar un dedo y tocar.
Esa fibra húmeda que es la soledad del otro.

El deseo.




Uno está solo con otro uno que también está solo.

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orillita

On the verge of happiness, las cinco palabras que me describen de un tiempo para acá.

Alguien quiere saber si estoy enamorada. No que yo sepa.

Alguien más me pregunta que por qué on the verge. Porque todavía no estoy ahí, le digo.

¿Y cómo sabes que estás en la orillita, entonces? Ah, es que desde aquí la puedo ver.


Nomás me falta saltar, un cachito. Estirar la mano.

7.05.2005

tanta cosa

No es que no me haya ocurrido nada. No es que me haya ocurrido algo. Todavía no sé qué pasa. Estos días la comezón en los dedos no vino. No me siento triste, ni sola como en el tlacoyo de la última vez. Sé que estoy sola, pero sentirse sola es otra cosa. Tampoco fue eso. Fue como si por un par de días hubiera apagado los ojos. No los de ver, pero los de escribir. Cerré los ojos de escribir y me fui así, irresponsable, libremente por el mundo. Abandoné a los adjetivos junto con las blusas de mangas y me fui en tirantes, tonta y despreocupada allá afuera. Afuera, sin mirar adentro ni atrás. Llevaba el cuaderno siempre, es cierto, y la pluma, pero no los lentes de ver. Apunté un montón de cosas en él y hoy que lo miro, nada sirve. Una colección de eventos, de gente desconocida, de calles y paisajes. Tanta cosa. Escribo tanta cosa porque no quiero escribir que vino B y se fue B y parque y tango en el parque y La Maga hablándole a B en el metro y Lucía y Manuel y Julia en el tintero y qué derecho tienen de apropiarse de mi escape e invadir mi ciudad y las lunas de miel en la playa y ya no me importas y Bruce Willis con bigote en persona frente a mi departamento y un idiota junto a mí que como sola y qué delicioso elote por increíble que parezca y los exnovios no tienen derecho a exigir que uno haga lo que una quiera y los fuegos artificiales en la calle frente al río y los gentíos y el traje de baño en el parque y qué buenas las últimas cuarenta páginas en El Hombre Duplicado y serácuerpoamado que por fin estás componiéndote y las suegras fallidas que tienen fotos de una después de tanto tiempo y un hombre en la calle pidiendo una sonrisa y mis amigos de la prepa teniendo hijos por gusto y el sacerdote invitando a cantar America the beautiful y las lágrimas inexplicables en los ojos y las mugrosas bacterias en los cuerpos indefensos de los seres queridos y mi madre con sus premoniciones de tragedias estivales, y Batman en la madrugada y el metro a solas a las tres de la mañana, y comerse un yogurt a fuerzas y armar un picnic para una persona y cuidarle un maletín lleno de música a un desconocido que quiere ir al baño y diosquéhorroreslaprimeravezquecomprocomidadedietadrede, y qué fea se ve Broadway tan sucia un domingo a las cinco con este cielo de pesadilla y comerme por primera vez una sopa portuguesa en un parque desierto esperando que nunca llegues y acomodar los libros tres veces y comprar un manchego exquisito mientras se le quita la lluvia a la blusa empapada y haber dejado de acordarme y enamorarme de la posibilidad antes de darme cuenta de que sería peligroso y otra vez una pesadilla y tanta tanta cosa que no quiero escribir.

7.01.2005

tlacoyo

Son las once cuarentaysiente. Cuarentaysiete. Hace una hora saliste de casa por segunda vez. Es viernes, dijiste, qué hago aquí. Entonces tomaste las llaves y los cigarros y la tarjeta de crédito y te dirigiste a la puerta. Te miraste en el espejo e intentaste guardar tus escasas pertenencias en la bolsa del pantalón khaki al que le grapaste la bastilla porque te queda largo y ajustarlo costaría el cincuenta por ciento de lo que pagaste por él hace dos domingos. Fue cuando te diste cuenta de que las bolsas son falsas y no puedes guardar nada en ellas. Te volviste a buscar la bolsa. No querías llevar bolsa. Hoy te vestiste de los colores que nunca te vistes. Te pusiste el pantalón khaki y una blusa morada sin mangas con encaje lila en las orillas. Esta mañana descubriste que podías ponerte el brassiere fiucha que te gusta debajo de la blusa color uva y que se veía bien. También tus brazos se ven bien. Cuando estabas en eso, en esos pensamientos, en la mañana, cuando descubriste que el brassiere fiucha y la blusa uva, te diste cuenta de que el cinturón que está hecho de una corbata beige con rayas naranjas y fiuchas y café-que-podría-ser-uva también combinaba. Estos no son los colores que normalmente usas, pero te miraste al espejo y te gustó y saliste. Fuiste a pedir una tarjeta de seguro social que te negaron. Te sentiste ridícula, con tu blusa morada y la muchacha mexicana como tú (que sabes que no es como tú) diciéndote que lo sentía mucho, pero que el oncedeseptiembreylaspolíticashancambiado, ya sabes. Claro que lo sabes. Estas son las cosas que sabes, y también sabes que la blusa no tiene la culpa de que ella no sepa que tú sí estás dentro de los casos contemplados para recibir una tarjeta de seguro social. No vas a pedir estampillas, ni a inscribir a tus hijos en las escuelas públicas ni a presentarte en el hospital. Suspiras y te largas. Vas y te sientas en la barra del restaurante que te gusta, te das cuenta de queno has comido nada y son las cuatro de la tarde. Un yogurt a las diez de la mañana en realidad no es nada, porque además el yogurt no te gusta, pero tu madre y tu abuela tienen osteoporosis y hace veinticuatro años que no tomas leche y el cuerpo cada vez refleja más tu edad, la que niegas, no la que pregonas. Pides una sopa de tomate y medio emparedado con queso y pimientos y piensas en cuánto dinero te queda, piensas en tu blusa morada nueva que realmente no necesitabas pero que te costó el equivalente a cien pesos en la tienda esa que te gusta y que pocas veces vende cosas de ese precio. Sacas el cuaderno negro y escribes. Escribes sobre una mujer que no eres. Escribes sobre otra mujer que te hubiera gustado ser y le inventas un defecto, para que se te quite el deseo de ser ella. Quieres escribir sobre un hombre y te detienes. Te tomas una copa de vino sobre la barra de azulejos blancos y te marchas a tu casa. Sientes el rostro lleno de calor y ciudad. Tu rostro refleja la ciudad, de tanto calor. Te sientas media hora en la banca de afuera de tu casa hasta que te acuerdas de la mujer vagabundo que se acuesta sobre ella todas las noches, abrazando un montón de harapos debidamente organizados y clasificados y mejor tomas tu bolsa y tu blusa morada y subes a dormir un rato. No puedes dormir, es de día, hace calor, te negaron la tarjeta de seguro social y te sentiste miserable. Miras la tele y te prometes que cuando te largues de este país no vas a mirar la tele nunca más. No vas a mirar los programas de doctores por las mañanas ni los de sexo y ciudad por las noches ni los de comedia tonta en las tardes, vas a escribir, sí señor, sobre la mujer esa que se te ocurrió en la barra frente al plato de sopa de tomate que tanto te gusta. Después es de noche y te das cuenta de que es viernes. Es viernes y quisieras tener algo más, pero estás sola con tu cuaderno negro y tu blusa nueva de rebaja. Tomas tus escasas pertenencias y te largas después de que has buscado la bolsa que no querías llevar, porque querías que el trip fuera más casual. No importa. Llegas y te sientas en otra barra de otro lugar de tus alrededores. El hombre detrás de la barra les explica a otro par de comensales que el agua es segura y que él nació aquí y no tiene nada de malo el agua. No entiende a lo que se refieren. Se dan cuenta de que los miras y te explicas. Las partículas que se acaban de descubrir sólo son malignas si estás embarazada o tienes sida o tu sistema inmunológico está de alguna forma debilitado. Oh, dicen. There you go, sonríe el muchacho detrás de la barra y acerca el menú y ofrece algo de tomar. Are you a doctor, dice la muchacha de las trenzitas. God, no, respondes y pides una dos equis ámbar. Hace años que no tomas una dosequisámbar y, luego, as if on cue, empieza un danzón. Suspiras hondo, por el hombre que te intentó a enseñar danzón un verano perdido de la universidad, por las dosequis que te tomaste junto a él. Apartas el menú y dices que ya sabes lo que quieres. Very well, dice ojosverdes y le sostienes la mirada un segundo demasiado. Un segundo de más, te corrijes, y le pides un tlacoyo. Lo pides en inglés sólo porque antes de decir tlacoyo has dicho I'm having a, y es difícil decir tlacoyo en español cuando acabas dedecir having a. La dosequis está helada. Dices salud a tus adentros y miras las fotografías en la pared y sientes el aire del ventilador en la cara y sonríes. Sonríes como si te acordaras de que te ha pasado algo muy bueno, pero es mentira. Aunque la blusa nueva, pero la tarjeta de seguro social. Además estás sola. El maíz relleno de queso de cabra te causa cosas. Te recuerda cosas. Lo masticas con cuidado, descubriendo el tomate seco junto con el queso, junto con la salsa de tomate verde y la crema fresca y el pico de gallo. Haces el pepino a un lado porque tú sabes que el pepino no combina en este contexto. Ellos no lo saben, aunque los dos de las parrilas que puedes ver desde tu asiento seguramente que lo saben. Ellos seguro conocen un tlacoyo real, como tú, tal vez más real que el que conoces tú, pero también se callan. No les pagan para opinar cómo se hace un tlacoyo. Si les dicen que se rellena de queso de cabra y tomate deshidratado y se adorna con pepino ellos lo hacen. Tú te lo comes y pagas. Vuelves a pensar en que ya se te está acabando el dinero, pero no importa porque este tlacoyo y la dos equis y la música y el viento y los ojos verdes del otro lado de la barra y tus paisanos en la parrila cortando rábanos y asando elotes. Seguro que en sus pueblos no se acercaron nunca a la cocina más que a comer, piensas y te burlas de tí por pensarlo. Tú, con la blusa morada y la tarjeta negada. Estás sola. Pides otra dos equis, al fin que al cabo, a quién le importa. Lo malo es que no es un bar, se te ocurre pero es demasiado tarde y hete aquí, todos comiendo y tú acabas de terminarte el plato y ahora tienes que matar una dosequis heladísima y es una verdadera pena, porque no hay nadie a quien le cuentes que hoy te vestiste de otro color y es viernes y te gustaría estar en otro lado . A dónde irá luego de que cierren, te preguntas cuando tus ojos vuelven a chocar con los brazos de ojosverdes y te regañas casi al instante. Casi porque antes le das entrada al pensamiento, a la aventura de mentiritas. Después pides la cuenta y te marchas. Son las once cuareintasyete y haceunmomentoapenasquesalistedetucasa, sola.

clase privada

Tienes que reconocer que, a pesar de que hoy los brazos estén insoportables, fue una buena clase. Una clase privada y prolongada. Llegamos al mismo tiempo que el recepcionista/maestro sustituto al edificio. En el elevador comentamos sobre el calor y la hora y qué bonita mochila verde para guardar el tapete. Con mariposas, es nuevo. Subimos al cuarto piso. No había nadie en el estudio. La luz de las cuatro de la tarde bañaba la duela solitara y callada. Las plantas de la ventana parecía que nos estaban esperando. Todo estaba en silencio. Te senté en el tapete anaranjado, estabas limpio y recién depilado, olías a fresco. Te cerré los ojos y la boca (la boca debe estar cerrada para que la energía no se escape), empujé el aire contra tu garganta. El sonido del mar adentro de tí. Dijimos om tres veces. Después obedeciste a la voz y te pusiste en cuatro. On all fours, dijo la voz y yo te expliqué que eso significa de rodillas, con las manos sobre el tapete. Hace mucho que nadie que no fuera yo te ponía tanta atención. Yo sólo serví de traductora. Pasamos mucho tiempo con los brazos, enseñándote a empujarte con los brazos. Hay que mantenerlos cerca del cuerpo, crear espacio en las axilas, empujar con las palmas de las manos. Las rodillas bajan pero la cadera se queda arriba mientras el pecho alcanza también el suelo. Batallaste mucho. Querías bajar las caderas al mismo tiempo. Te explicamos que no. Usamos bloques para enseñarte todo lo que habías estado haciendo mal. Usamos dos para apoyar las yemas de los dedos cuando no alcanzan a llegar al suelo. Usamos uno entre las piernas para mantener los muslos activos. Después hubo correas que te ayudaron a mantenerte quieto. Hubo un momentito en el que tuve miedo. Un momentito en que el cerebro volvió a encenderse y me dí cuenta. Yo estaba sola, tú estabas sujeto y no había más que el de la voz. La luz era tan hermosa, todo tenía un brillo suave. Una hora y cuarto más tarde te deposité por fin sobre el tapete sin esfuerzo. Te volví a cerrar los ojos. Una música lejana te invadió. Te puso las manos en la cabeza. Entonces te abandoné. Dejé de explicarte, de darte instrucciones. Hay cosas que ya no recordabas. Qué se sienten unos dedos ajenos en la planta de los pies. ¿Cuándo fue la última vez? Después tomó la tensión que tenías enroscada en el cuello y la aventó lejos. Shavasana. Nunca durante tanto tiempo en la postura de la relajación. Esa en la que se practica la muerte. Te dejé quieto, sintiendo, disfrutando. Después te levanté y dí las gracias.