4.03.2011

XXXII

En otro tiempo, el día era pretexto para estrenar una blusa, unos zapatos. Para darte una tregua y aceptar abrazos. En otro tiempo, tu mamá preparaba lentejas con una noche de anticipación para hacerte el gusto. En otro tiempo, corrías al teléfono mientras del otro lado una sucesión de tíos, primos y abuelos cantaban las mañanitas. En otro tiempo recibías flores de dos chicos diferentes. En otro tiempo, bailabas al compás de un jazz bajo la lluvia después de que todos se habían marchado. Para después ir a seguir el festejo sobre su almohada. En otro tiempo, pisoteabas con tus tenis rojos los buenos deseos que llegaban por correo. En otro tiempo comprabas vino, ponías la mesa, comprabas tú sola las flores, abrías la puerta.

En otro tiempo lo disfrutabas.

En este tiempo no. En este ya tienes treinta y dos. .

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5.05.2009

aniversario

Con el regreso a clases lo olvidaré.

Este blog cumplirá seis años, seis, este jueves.

Saquen el confeti.

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3.23.2009



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3.17.2009

La Edad de los Aguafiestas

Entre que el puente y el trabajo y que ando en la loca por las cosas de siempre, también ando con la angustia un poco. La del paso del tiempo. Así que mejor los invito a que pasen a leer lo que sobre los 30 dijo este marzo el querido Marco Avilés en la querida Etiqueta Negra. Por lo pronto me voy a la azotea. A ver si.

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3.11.2009

hecatombe

Apagué el despertador, de mal humor. Otra vez me maltripié con el asunto de que el iPhone sugiere Cancelar o Posponer?? cuando suena la alarma. Ahora mo recuerdo cómo dice. Pero sé que todas todas todas las mañanas la forma verbal me causa problemas. Igual estuve posponiendo quince minutos hasta que no quedó más remedio. Me levanté, de mal humor. Me metí a bañar, con música y todo, de mal humor. Salí escurriendo y de mal humor a elegir la ropa que me pondría en este malhumoroso día. Puse café. Last.fm en el iPhone se paró otra vez, insufficient content, se disculpa con una sonrisa burlona. Frente al espejo, corregir lo que se pueda y esconder lo demás. De mal humor me percaté de que se me terminaba el delineador para los ojos. Regresé a la cocina, a verter el café en el tarro y dejarlo un rato abierto, no fuera ser que puta madre, me salpiqué, auch, la mano. Volví a secarme un poco el pelo, cambiarme la blusa otra vez. Argh, resoplo, urgh, chingao. Empaco la bolsa del gimnasio, el maletín con las tareas -las tareas que otraveznoterminé-, cambio la pantunfla por el zapato. Regreso a la cocina a ver si el café, por fin, ya se le pegó la gana atemperarse. Y en el camino, ah sí, comer algo, una manzana. Alargo el brazo al refri y suspiro, dieciocho meses sin intereses, voy apenas en el pago nueve. Desde la puerta del congelador, el cuadrito del 23 en el calendario de la New Yorker parpadea insistente. Cuando llegó en el correo le pinté el día del cumpleaños de negro porque obvio, qué horror, los treinta. Así que lo ignoro y abro la puerta, me inclino, saco la manzana. Cuando la cierro me doy cuenta de que hay algo más. Alguien agregó nueve letras solemnes al cuadrito del veinticuatro. Ajusto la vista.

Y ahí, en medio del malhumor y de la inminencia del cumpleaños treinta, el hermanuel con discreto espíritu grafitero ha escrito en el día posterior al día que se acerca, resignado:

Aftermath.


Entonces me río. Me río de verdad y en voz alta. Y el mundo está bien otra vez.

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2.26.2009

Coetzee, Cuerpo, Cumpleaños

Cui me regaló un libro. Cumplió años y él me regaló un libro a mí. Es el Diario de un mal año de J.M. Coetzee. De alguna forma, es como 24 en papel: la parte superior del libro la ocupan los textos que escribe el personaje principal a propósito del mundo post-09/11, post-feminismo, post-etcétera. La parte inferior la ocupan los pensamientos de este tipo y sus conversaciones con su secretaria/vecina. Más adelante, hay una tercera "pantalla": la de la secretaria/vecina. Fuera de Internet, nunca había leído nada así en "split-screen-mode". Me está gustando. De pronto me topo con un párrafo que dice, a propósito del cuerpo:

"Las cosas parecen ser distintas en nuestro caso. El hecho de que haya l ocuciones corrientes como 'mi pierna', 'mi ojo', 'mi cerebro' e incluso 'mi cuerpo' indica que creemos en la existencia de una entidad inmaterial, tal vez ficticia, que determina la relación de posesor respecto a poseído en lo que atañe a 'las partes' del cuerpo e incluso al cuerp oen su totalidad. O bien la existencia de tales locuciones demuestra que el lenguaje no tiene dónde agarrarse, no puede ponerse en marcha, hasta que ha dividido la unidad de la experiencia. No todas las partes del cuerpo son objeto del mismo grado de catexis. Si extrajeran un tumor de mi cuerpo y me lo msotraran en una bandeja quirúrgica, dicipendome 'tu tumor', sentiría repulsión ante un objeto que en cierto sentido es 'mío' pero al que repudio, y ciertamente me alegro de su eliminación; mientras que si me cortaran la mano y me la mostraran, sin duda, experimentaría la más profunda aflicción" (Coetzee, 2006: 71-72)


Entonces entiendo muchas cosas de mi obsesión. Y Coetzee, que todavía me tiene pensando sobre el cuerpo y el lenguaje y la posesión de ambos, me hace mirar el párrafo inferior de la página contraria que dice:

"[...] ¿Quieres que me ponga un uniforme de escuela de monjas y me presente ante el tribunal como una muchacha virgen que se ruboriza cuando un hombre tiene pensamientos sobre ella? Cumpliré treinta en marzo. Muchos hombres han tenido pensamientos sobre mí" (73)


Y yo y mi cuerpo nos quedamos en la baba literal y metafórica.

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1.25.2009

benjamin button

Fuimos al cine y la vimos. Porque uno no puede apostar ni opinar ni nada si uno no la ha visto. Iba un poco escéptica. Se siente como una cruza entre Big Fish y Forrest Gump, no sé por qué. Luego dejé de pensar y criticar y me quedé viéndola nomás. Lloré un poquito, tonta, igual de tonta como cuando en La maravillosa vida breve de Óscar Wao se manifiesta la brevedad de la vida de Óscar. Y después me acordé. Me quedan menos de dos meses para cumplir treinta. Siempre pensé que sería diferente llegar. El año pasado como que me negaba. Pero ahora que veo el calendario entiendo que no hay mucha alternativa. Cumpliré treinta en marzo. Dignamente, por eso el gimnasio. Cumpliré treinta y terminaré de ser adulta. Miro al cuerpo y me pregunto. ¿Treinta? Sí, treinta.

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3.31.2008

recuento

Hace una semana tengo 29. No festejé mucho ni poco, sólo lo necesario. Con la gente más querida, discretamente, a media luz y sin música estridente. En mi casa pastel y palabras lindas. Flores en abundancia. Las de Shamán fueron "para que luego no estés diciendo que nadie te regala flores y andes haciendo el oso en el blogs". Y un cuadernito para que siga escribiendo. Los esmitrramírez me dieron un certificado de regalo para un spa. R me llamó por la madrugada, la primera llamada de cumpleaños, directo desde el otro lado (el de allá). En latitudes subtropicales, el hombre de los lentes de marco rojo tomó un puñado de palabras y las acomodó como pocos podrían hacerlo. Las envolvió y les puso un título en negritas con mi nombre.

Cinco días después, todavía comiendo chocolatitos de cumpleaños y saboreando las flores y las palabras, asisto al regalo que me hice yo. Los boletos más caros disponibles para ver a Café Tacvba. La palabra adecuada es gozar. Brinqué y bailé y grité y canté y en una canción (o dos) estuve por llorar. Estar tan en la piel. Eso es. Tenerme a mí afuera, como una tortuga que ha perdido su concha. Sentirlo todo tanto. Las luces y la música y las palabras y la noche y la gente y mis ojos, tomándolo todo, capturándolo todo. Sonreír todavía ahora, porque sí.

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3.23.2008

29

Sí, es hoy. Y estamos festejando desde anoche.

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3.22.2008

deadline

Me quedan veinticuatro horas y 17 minutos de veinteañera. Dios.

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11.06.2007

53

A dividir, a los siete años. A votar, mucho antes de los dieciocho. A curar cualquier cosa con un besito de papi. A pedir perdón por escrito. A manejar (sort of). A no tenerle miedo a la velocidad. A tomar cerveza (MGD). A entenderle al futbol americano y al beis. A poner poker face. A factorizar, a los ¿catorce?. A entender que el hogar no está entre cuatro paredes, por más que éstas nos gusten. A lograr que todo quepa en la maleta (casi). A gastar. A reír con la boca cerrada. A armar muebles y revisar aceite. A Trabajar, siempre, mucho.

A tener alas pero usarlas siempre para volver al nido.

Gracias por dejarme aprender de ti.

Te amo, papá.

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11.03.2007

cumpleaños 2

Hubo mucha comida. Muchos amigos. Vino, cerveza y tequila. Hubo, to the best of my knowledge, cinco blogs reunidos esa noche. Nadie habló de blogs, tho. Hablamos del festejado, de los planes, de la mudanza. Hubo hummus, Gilda, creo que alguien tomó fotos. Faltó el pastel y me disculpo. Dos noches después, cuando cenamos sólo él y yo tampoco hubo, hubo panettone y nieve y la mesera rubia le cantó bajito casi al oído.

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11.02.2007

cumpleaños 1

Cumplió 32 y me fui a verlo. Llegué tarde y me dispuse a fungir. Me correspondían las tareas de aprovisionamiento (que no financiación, ojo), preparación y anfitrionamiento del festejo. Disponíamos de dos horas para hacer todo. No pasa nada. Visitamos dos supermercados, elegimos, negociamos (entre nos, no con los marchantes), compramos. La cajera lo felicitó efusivamente. Volvimos de prisa bajo un paraguas compartido que no ayudaba a nadie. Prohibido comprar flores, aclara el festejado. Pero, es que, mirá que... Nada. No quiere. Subimos hasta el once. Abrimos la puerta y me golpea. Respiro hondo y está todo dentro mío. Se llama nostalgia. Aquí. ¿Qué te pasa? Es que yo. Hundo la cara en su pecho y las dejo correr. Correr es un decir, se quedan en su camiseta. Yo no quería irme de aquí. A veces me cae que me entra la loquera, I swear. Me limpio los mocos y -tranquilos, me lavo las manos- nos ponemos a cocinar.

Hago mi warm-pasta-pesto-and-tomate, acomodo los cashius, las aceitunas, los quesitos. Partimos el pan, dos tipos. Uno lo untamos de tomate y es coronado con champiñones al ajillo. Otro lo cubrimos con sopresatta y manchego. Llega el primer invitado. Fuck. Pero es de confianza así que le pedimos se arremangue y se convierte en pinche. Pinche de lujo porque logramos hasta hacer las mino albóndigas.

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5.25.2007

Mayo 25

Mayo 25

Mi primer rumeit cumplió años ayer. Lo festejamos antier por esas cosas de los viajes. Pero no le dije. No le dije que lo extraño mucho. Extraño sus sentido del humor y sus chismes y trotes cada que llega con alguna novedad. Extraño que me regañe porque hago ruido en la mañana o que se impaciente por mi forma de conducir. Extraño esa forma que tenemos de relacionarnos que está entre el gruñido, el pellizco y la carcajada. Extraño bailar con él una cumbia e intercambiarnos libros de Sanborn's. Él no lo sabe pero pienso en él muy seguido, cuando me doy cuenta de que me conoce mejor que muchos. Él, a quien yo quería ponerle Ana Luisa o Pared cuando naciera. Él, que me hacía llorar aunque yo era más grande porque me mordía y me pateaba. Con el que aprendí a jugar Mario Bros, y a nadar. El compañero de hallazgo que los regalos de navidad no los trae Santa Clós sino que se esconden desde noviembre en el closet de las toallas. El que tuvo que crecer antes que yo. El que me financió las clases de inglés con sus ahorros y al que le perdí su primera bicicleta en un viaje inocente al supersiete. Tanto que le debo. (Además de la bici y las clases de inglés). Tanto que nos parecemos, aunque nos acusemos mutuamente de ser adoptados. Tanto que lo extraño, a veces, cuando estoy en un aeropuerto rumbo a Argentina y pienso en su cumpleaños.

Feliz cumpleaños, hermano.

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3.23.2007

XXVIII

Tengo cintura, todavía. Tengo cuatro continentes y cinco en julio. Tengo una ciudad entre ríos. Tengo ciento veintinueve alumnos y cuatro veces esos en el pasado. Tengo una familia hermosa. Tengo una licenciatura doméstica y una maestría internacional. Tengo una ciudad entre montañas. Tengo un buen hombre a mi lado. Tengo no uno sino dos hermanos maravillosos. Tengo migrañas a veces. Tengo la memoria de la abuela. Tengo tres idiomas. Tengo una amiga en la ONU y otra en los Cabos. Las tengo superpoderosas y superintelectuales. Tengo tres pares de jeans y doce de zapatos. Tengo un auto propio y un yoga mat anaranjado. Tengo un dedo quebrado y una ceja incompleta. Tengo una herida; una sola. Tengo libros y cuadernitos. Tengo un social security number y una debilidad por el vino tinto. Tengo ganas de cocinar. Tengo la piel morena y los ojos cansados. Tengo el disco nuevo de Bronco. Tengo tobillos de gordita y una oreja que pierde aretes. Tengo dieciocho horas despierta. Tengo una deuda menos, un peso de encima menos. Tengo que decir la verdad. Tengo los pies hinchados y las uñas recién pintadas. Tengo ganas de estar con él. Tengo cuarenta y dos mil millas de viajero frecuente en una tarjeta y ochomil en otra. Tengo que pagar la American Express pronto. Tengo ganas de estar con él siempre.

Hoy tengo veintiocho años.

Tengo que dar gracias.

Gracias.

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2.26.2007

cumpleaños

Hoy cumple años mi ermanuel. El más pequeño. El tercero de mis rumis de este sexenio. El del comentario ácido y la sonrisa difícil. El del ánimo templado y la inteligencia enciclopedia. El del manga, los sitcoms y la Biblia. Mi compañero de verano niushorquino. Mi ermanuel, el que tuvo que manejar en la gran metrópoli por primera vez en vehículo pesado cuando me fracturé. El que me vendó, cuidó, consoló. El que parece que se parece más a mí. Pobrecito mi ermanuel.

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4.12.2006

Erratota

Querido Pablo:

Soy de lo peor. Cumpliste años. Cumpliste años y lo olvidé. Es terrible, lo sé. Lo peor es que para cuando me dí cuenta te habías marchado ya quiénsabeadónde. ¿Dónde estás Pablo? ¿Será que andas de vago en alguna playa mexicana, o que lograste ir a Argentina como me habías contado? Pablo, mi desinteresado proveedor de libros gratuitos y chismes culturales. El que tiene todavía el optimismo intacto, la sonrisa todos los días, al que no se le han cansado los sueños. Pablo que te hiciste amigo de un pescador en Puerto Aventuras y luego nos preparaste el fruto de tu plática indiscriminada y amable, aunque claro, qué es eso de amable, dice tu papá, porque cómo puedeo uno saber que la señorita mesera es digna de amarse sólo porque nos atendió correctamente. Pero de tí sí lo sabemos, eres amable de verdad, y soy una amiga horrorosa por no hablarte para recordártelo el día de tu cumpleaños.

My bad.

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3.23.2006

otro

De acuerdo.


27


Hoy tengo uno más.

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10.08.2005

cumpleaños feliz

El trigésimo primer invitado se marchó hace un par de minutos.
La heladera ha sufrido un daño irreparable.
Yo no tengo sueño.

Feliz cumpleaños flasmeis.

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7.18.2005

cumpleaños

A partir de hoy es cincuentona de verdad. Este año que pasó, aunque el festejo en grande hace justo 365 días, no cuenta por ser el año cero. Cincuenta y uno ya es de verdad. A partir de ahora ya no me va a doblar la edad nunca más. A menos claro, que me haga caso y nos estacionemos cada una en la cochera de los veinticincos (yo con uno, ella con dos) un rato. Ella no es así. Eso no se lo heredé a ella. Vive cada día con una alegría, con un espíritu que no le permiten pensar en borrar ni un minuto. Mi madre que está lejos. La que me regaló las palabras, esas de la lengua materna. Hay cosas que no cambian. Esa manera de dirigirse a mí con la soltura del prieta, no seas machetona, haz las cosas bien. Siempre con amorosidad, con cariñez. La capacidad de ser mi refugio cuando los golpes en las rodillas o en el corazón o en el orgullo. Esa fortaleza que sólo se explica en el espíritu y la gratitud. Ah, la gratitud. Todavía la oigo, sonriente: ¿Cómo se dice preciosa? Gra-cias. Al Cielo, la adversidad, al señor de la tintorería, a los maestros, a la tipa que nos robó el último novio ("no sabes lo agradecida que me siento de que te lo quitara del camino"), a los desconocidos que nos topamos, a los hermanos, a la cajera del banco, a la vida. Gracias siempre. Lo pienso y siento un calorcito rico adentro. Hay cosas que cambian: La espalda con la quinta vértebra lumbar triturada que no le impidió bailar en mi graduación cuando cinco meses antes no sabíamos si iba a volver a caminar. Sus ocupaciones diarias, aunque ya sabemos que no tiene estómago para la política pero cómo le gusta ayudar a los demás. El tinte que nunca queda dos veces igual, el corte de pelo. El contenido de las interminables charlas telefónicas. El espacio que me da, aunque le cuesta. Sé que le cuesta. Que no siempre me entiende, que no siempre aprueba, que se preocupa. Me ama y me deja ser. Muchas veces me pregunto si voy a ser como ella. No por fuera. Por fuera ya sabemos que soy como ella. Eso lo saben los desconocidos a primera vista: Los ojos, aunque no las cejas, los pómulos pero una sin hoyitos, la sonrisa, muy parecida excepto en lo que la provoca. Ojalá que a los cincuenta y uno yo no lleve nadamás su nombre y su rostro. Ojalá que por dentro también sea como ella. Aunque sea un cachito.


Te amo, ma.

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