2.08.2016

Querido diario

Este asunto de tener un diario. Para esconderlo. Para abrir una página y escribir:
Lunes 8 de febrero de 2016. Hoy me vino la regla. Porque necesitas registrarlo pero no hace falta que nadie lo sepa. Porque hace un par de meses decidiste que tal vez no sea tan mala idea que te vuelva la regla. Tal vez, junto con ella, vuelvan las palabras. La gracia. El -buen- humor. O tal vez solo la disciplina. De obligarte a sentarte un ratito para decir. Esto he visto. Esto ha pasado. He visto la sábana gris contra la piel recién bronceada. He visto la pantalla del teléfono, la hora -muy tarde-, el color bronce en las uñas. He visto, sin abrir la puerta del clóset, el vestido que quería ponerme. He visto, una vez que la abrí, un par de zapatos nuevos que había olvidado que existían. He visto que para usarlos debía resignarme a esconder el pedicure recién hecho. He visto que es hora de depilarme otra vez, pero ¿qué hace uno cuando la depiladora con quien uno se ha encariñado ya no está ahí? ¿A dónde te fuiste, Milagros? He visto que no había tiempo para hacer café, para tomar desayuno. He visto que él está cansado, que tiene calor, que se esfuerza. He visto mi piel con los poros dilatados en el retrovisor, mientras espero que salga del banco. He visto un auto tras otro tras otro en la rotonda que lleva a mi casa, justo cuando debía alejarme de ella. He visto el semáforo en rojo, en verde, en ámbar, en rojo, en rojo, en rojo. He visto a la mujer policía alzar su palma enguantada hacia mí. He visto al auto de enfrente meterse en mi carril sin previo aviso. He visto que no voy a llegar a la oficina antes de mediodía. He visto el día escaparse, en una nube de lunes y un dolor en la costilla -¿o es la espalda?- y una gabardina verde. He visto que ha sido una buena idea usar ropa interior verde militar -como la gabardina- porque qué crees, hoy me vino la regla.