4.30.2005

chale

Hay gente que no debería de tener blog.

(Ya sé, ya lo sé que esto va en contra del espíritu blogueril y la democracia del publishing for the people, pero es verdad.)


Tal vez lo que quiero decir es que hay gente cuyos blogs no deberíamos de conocer ni por error.
Gente que conocemos que no deberían andar dejando por ahí tiradas las direcciones de su blog.
Bien lo decía Cuitláhuac, "Hay cosas que no necesito saber de tí".

Chale.

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4.29.2005

mesulid

Mi abuela hipocondriaca. Mi tormentoso romance con un médico. Las charlas con sus colegas y amigos. La traumática cirugía de las muelas del juicio (ver). Mi afición por ER. Los dieces en química y biología durante la secundaria y la primaria. Todos esos artículos médicos que me leí. Mi relación personal con el dolor. La temporada que pasé en el hospital. Mi inversión financiera en consultas. La otra abuela, la que sí está enferma.


Nada de eso me capacita, nada de eso me hace autoridad ni mucho menos. Sin embargo, cuatro personas. han llegado a este lugar preguntando para qué sirve el Mesulid . Podría decirles que es un antiinflamatorio no-esteroideo. Podría decirles cómo se siente uno cuando lo toma. Podría explicarles cuáles enzimas inhibe (a mí, que me gustan tanto las transaminasas y las oxigenasas), darles los precios, sugerir una dosis cualquiera. Podría incluso referirlos a la página que explica para qué sirve y quién sí y quién no lo toma. En lugar de todo eso seré responsable.

Pregúntenle a su médico.

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4.28.2005

esquizofrenia

Me da una envida bárbara cuando los escucho quejarse de sus equipos. Que si el filipino no hizo nada, y si la otra editó de más un párrafo importantísimo. Me muero de la envidia de esa gente que tiene trabajos y proyectos en equipos. Las culpas se reparten de una manera más democrática. En cambio yo. Yo que tengo que entregar tres trabajos* diferentes firmados sólo por mí. No es justo. Yo a quién le echo la culpa. Entonces me doy cuenta de que he desarrollado mi propio mecanismo de defensa ante esta injusta soledad académica. Cargar la culpa del tiempo perdido y las líneas no escritas no es algo que yo sola pueda soportar. Así que me he compartimentalizado. Me divido en cachitos diferentes de personalidad y entonces puedo decir (aunque no en voz alta, porque entonces me pensarían, ahora sí, loca de verdad) cosas como estas:

"No, no pude ir a la escuela temprano porque fíjate que los platos estaban sucios y había que trapear. El ama de casa no me dejó salir hasta que quedara todo limpiecito"

"La dama frívola se dio cuenta de que no podía vivir sin ir a conocer la nueva colección de zapatos de la tienda X"

"Fíjate que no pude usar la computadora en toda la tarde porque justo cuando la encendí, la escritora tuvo un chispazo de inspiración y estuvo escribe y escribe hasta entrada la noche".

"El lunes que iba a terminar el paper llegó la couch potato y me obligó a ver con ella el episodio de 24 de esta semana"

Y así, repartiendo culpas.


*Ya "sólo" me faltan dos. Cuarenta pp a doble espacio de cada uno. Uno para el 3, el otro para el 10. Ah, y un book review para el 3.

recordatorio

Que no se me olvide ir el sábado al Tribeca Film Festival, 9:45 P.M.
Llegar con tiempo.

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4.26.2005

tuna sandwich

Burlón, desdeñoso. Cuando llegué todavía estaba sobre el escritorio, carcajeándose. Tenía todo el día así. Yo no lo supe hasta demasiado tarde, cuando lo extrañé por primera vez. Me desperté con una lista interminable de pendientes. Después del bagel matutino, haciendo gala de toda suerte de previsiones, de esas que de ordinario acompañan a la gente que no es como yo, la gente organizada, se me ocurrió. Saqué los restos de la ensalada de atún de ayer y los acomodé en medio de dos panes. Envolví amorosamente el emparedado y lo metí en una bolsita ziploc para que no sufriera ningún desperfecto. Así no perdería tiempo a la hora que me diera hambre. No podía darme el lujo del tiempo, había muchas cosas que completar. Instalada en el octavo piso, con mis chorromil libros enfrente, la computadora y una serie de notas plagadas de caligrafía indescifrable, me congratulé cuando mis vecinas de tortura sugirieron hacer un break para ir a comer algo. No, thank you, I packed my own lunch today. Ellas se marcharon y yo persistí en mi aventura gandhiana una hora más. Cuando volvieron precedidas por los aromas que despedían las bolsas de estraza que las acompañaban, busqué la bolsa. En el camino a la biblioteca me había gastado nueve de los once dólares que me quedaban en cualquier cosa. Dejé sólo el dinero necesario para comprarme un refresco y unos fritos. Encontré el dinero y entonces me dí cuenta. Hasta entonces reparé en el delicioso día que estaría viviendo el desgraciado. Sentado, cómodamente sobre el gabinete (a esa hora lo primero que pensé fue que estaría en el gabinete), muerto de la risa. Mi sandwich de ensalada de atún. La prueba irrefutable de la inutilidad de mi previsión, la evidencia de que soy un caso perdido. Acaso estaría rodeado de hormigas, regodéandose de la bonita bolsa protectora que yo le había puesto y que lo salvaba de ser transportado en migajas al hormiguero más cercano. Burlándose de ellas desde su prisión de plástico mientras yo revoloteaba una vez más la mochila y la bolsa y lo maldecía. Maldito, maldito sanwich de atún.

a oscuras

Hace mucho que no sentía miedo. Tanto miedo. Yo no sabía que la biblioteca la cierran a las doce. Pensé que por ser época de finales, estaría abierta toda la noche. Pensé que, terminadas las labores en el quinto piso, podría pasarme al octavo a guardar los libros en mi locker, hacer una escala técnica en el baño y proseguir con los libros que me faltaban del séptimo. Estaba lavándome las manos cuando la luz desapareció. No atiné más que a buscar a tientas las llaves del agua y cerrarlas. ¿Y si grito? Apenas estaba calculando los pasos que me faltaban cuando se encendieron nuevamente. Suspiré tranquila. Todavía había gente en el séptimo, poca, pero ahí estaban, inclinados sobre los libros, despeinados, ojerosos. Mis compañeros de jornada. Tomé mis cosas y me aventuré a la sección de las JX y las JC y las JV. Ahí los pasillos son más estrechos. Con mi post it en la mano y mi mochila en la otra fui encontrando los libros que me faltaban. Cuando llegué al final del pasillo y ya no me faltaba ningún libro, dí media vuelta. La mitad del piso no tenía luz. Sólo el caminito que yo había recorrido diez minutos antes distraídamente estaba iluminado. ¿A dónde se fueron los que pasé hace unos momentos? Abracé los libros y salí al hall del séptimo piso. Estaba todo apagado. La luz que entraba por las ventanas era la única que quedaba, y la del lobby en el primero. El silencio era otro. Escuché el corazón asustado mientras pedía un elevador. Qué miedo. Qué miedo. Cuando llegué a mi casa todavía sentía taquicardia. Me comí un emparedado de ensalda de atún con doritos enmedio para que se me quitara.

4.25.2005

mood ring

Lo trajo el jueves después de su reunión semanal de pizzas y cerveza y desde entonces somos inseparables. Lo traigo puesto casi casi todo el día. Lo inspecciono a diferentes horas con un afán y una curiosidad exquisitos.

Es mi manera de preguntarme cómo estoy.

monogamia

Me acabo de enterar que mis padres están a favor de la monogamia de sus tres hijos en las fiestas familiares de aquí en adelante. Lo cual es bastante positivo. Antes estaban a favor de que sólo uno de nosotros llevara novios(as) a la casa. Hoy me enteré de que mis padres acaban de sustitur el comedor de seis lugares por uno de ocho. O sea que, si queremos ser justos y equitativos, nos han limitado la ración de parejas a uno por cabeza. Chale.

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4.24.2005

hermano

Querido hermano:

Sé que me lees y eso me llena de una mezcla de emoción y nervio. Mentira, después de que fuimos roomies no puede darme nervio. Porque me conoces re-bien, estas cosas que lees acá ya te las imaginabas. Cuando vivíamos juntos no hacía falta que las leyeras porque las adivinabas todos los días. Me da gusto leerte yo a tí. Visito tu página y vuelvo a darme cuenta de que el que debe escribir eres tú y no yo. Nuestro hermano el más pequeño también debe escribir. ¿Qué van a dejarme par de desconsiderados? En fin, te escribo proque me gustaría pedirte algo. Me gustaría decirte que te dieras una vuelta por el café ese en donde pasó el crimen del político famoso, allá en Monterrey. Me tomé la libertad de mostrarle lo que escribes a Cui, y estuvo de acuerdo conmigo. Una vez nadamás. Te prometo que no son una secta religiosa. Te prometo que no te va a costar casi nada. Te prometo que puedes fingir que no me conoces. Me gustaría que este martes, corazón de melón, fueras por ahí a las siete y cuarto. Sé que tienes muchas ocupaciones, ¿tienes clase los martes a esa hora? Espero que no. Es sólo un ratito. Llevas un liachito de palabras y ya. Vas a aprender mucho, I promise.

Un beso dominical,

LaMaz

P.D. Avísame si fuiste o no o qué.

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pendiente

Roberto me preguntaba cosas sobre libros el otro día y lo había ido postergando. Le debía este post.l Me considero mala para esas preguntas de las listas y los favoritos. Hay una cierta especie de muchacho-date que pregunta eso en las primeras tres citas. Película, canción, libro, disco favorito. Soy muy indecisa. Ayer volvió a salir la cosa de los libros porque cuando ya estábamos listos para salir a cenar, se repitió el numerito de la tarjeta de metro extraviada. Estuve lista con tiempo y todo y a la hora de la hora, el dichoso plastiquito amarillo ni sus luces. El flasmeis me dijo las cosas del regaño y el desorden y las extraviaciones. Tiene razón. Siempre pierdo las cosas, soy súper distraída y mi desorganización crónica no ayuda para nada. Le dije que había algo que no perdía. Los libros. Los recupero a como dé lugar. Me doy cuenta que son muy importantes, me dice cuando salimos a la calle luego de que la metrocard apareció en el lugar más insospechado. Los libros, cómo me gustan los libros. Cómo me importan los libros. Entonces me acuerdo de las preguntas que me hacía Roberto con motivo de los libros. Me preguntó qué libro sería y qué libro estoy leyendo y cosas así, así que aquí voy. No sé qué libro sería, si le preguntamos a Quizilla, entonces yo sería Pride and Prejudice (wha?). No me enamoro muy fácil de personajes ficcionales, creo, al menos no de los de los libros. Como aquella vez que me enamoré del alumno que le escribía cartas de amor a su maestra de preparatoria. Nunca supe su nombre. El último libro que leí fue Babyji (para la escuela el último fue Pedagogy of the Oppressed, creo). Acabo de empezar The Ravishing of Lol Stein (Marguerite Duras) y me tiene atrapada. Me están esperando El hombre duplicado (José Saramago) y The Heart is a Lonely Hunter (Carson McCullers), que también compré la semana pasada. Por último, si tuviera que llevarme cinco libros al fin del mundo, serían Anna Karenina (a ver si ahora sí lo termino), Rayuela (ése ya me lo traje a este fin del mundo), Minotauromaquia, la Biblia (a ver si también la termino de leer por fin), y un cuadernito para que el quinto fuera el mío.

(Este post es un pretexto. ¡Hay tantas cosas que quisiera escribir este domingo!)

4.23.2005

fresas, gerberas y compay

Es delicioso, estirarse un rato en la cama cuando afuera está nublado. Escuchar los ruidos de la gente sobre la acera mojada y revolverse sobre las sábanas frescas. Cerrar los ojos en una sonrisa de sábado aflojerado. Anoche vino Compay y hubo cervezas. Estuvo también Omara Portuondo, con su voz de flores en la madrugada. Me dieron ganas de estar en otro lado. Anoche, con las voces cubanas en un teatro parisino, tuve ganas de esa patria que los paisanos siempre invocan. Tuve ganas de una mecedora, de un porche, de una cantina de paredes azules y blancas. Después fue hora de dormir, de buscar cualquier cosa y tirarla sobre el cuerpo contento. Uno despierta cuando ya casi es la mitad del día con hambre. Con una urgencia inexplicable de hotcakes y de hashbrowns. Uno convoca y comparte, pero no importa. No importa si nadie más quiere venir, faltaba más. Busco los pantalones rotos y arrugados de ayer, les encuentro zapatos, una blusa de dos colores, como de beisbolista, con las mangas rojas y el resto blanco. Abandono a propósito el celular, me traigo a Marguerite, que tiene una historia que contarme. Marguerite que va a contarme de Lol Stein, del abandono que sufrió esta mujer. Del amante que se marcha una noche sin más, del hombre que se larga con una mujer mayor a otro país. Sólo son tres cuadras, llego pronto y no hay más que una pareja en un booth al fondo. Titubeo entre una mesa y la barra. Tienen una barra de mármol con banquitos rojos de esos que dan vueltas, como en la cafetería esa que había en la farmacia de la frontera a la que íbamos cuando yo era niña. La barra es muy pequeña y la mesera y la otra chica están conversando. No voy a poder leer. Me siento de espaldas a la calle y ordeno un jugo. Una chica idéntica a la primera novia de mi primer novio me ofrece la carta. Es muy guapa, pienso mientras le digo que no quiero la carta. Ahí no vienen los pancakes y yo quiero pancakes. Pancakes y hashbrown. Con fresa y wasabi, respectivamente. Me gustaría un café, pero mejor no. Me pierdo en las calles de esa pequeña ciudad en donde Lol Valerie Stein sufrió un abandono inexplicable y de pronto los pancakes ya no importan. Los pancakes se deshacen en la lengua mientras las rodajas de fresa aguardan la muerte dulce de la mordida lenta. El jugo está pasado. Alguien puso una botella de vidrio llena de agua sobre la fórmica antigua, junto a un vaso pequeñito. La música es como me gusta, viejita, el volumen adecuado. Ahora hay más gente, pero no hay ruido. Camino por las calles de South Thala y me desaparezco de este aquí y ahora hasta que es hora de marcharme, hasta que ponen la cuenta frente a mí. Marguerite y yo nos detenemos frente a la iglesia y miramos las flores. Las lilas son hermosas, quiero unas lilas. También son muy caras. Elijo una, dos, tres gerberas. Se supone que debe ser en números impares, eso dicen las reglas. No me importan las reglas, quiero cuatro. Tomo cuatro, tomo también un Toblerone y un jugo de naranja. Ya no tenemos jugo de naranja y el de hace un momento estaba pasado. Hay mucha gente caminando en la calle. No me he bañado, es sábado.

4.22.2005

Fotografía

Hoy pensé que vería a Tabucchi. Leí en alguna parte que hoy a mediodía estaría en la librería denfrente, leyendo con otros autores. De Tabucchi sólo conozco Sostiene Pereira, lo leí hace mucho, pero lo leí dos veces seguidas. Por alguna razón me causó una impresión muy fuerte. Esta mañana después de la mermelada de chabacano me metí a bañar y me puse el último pantalón de mezclilla limpio. Está roto por todas partes y debo confesar que sentí un poco de pena. No me da pena ponérmelo en otras ocasiones, pero hoy, hoy quería ver a Tabucchi. Elegí una blusa primaveral amarilla de pespuntes rosas. De esas que pueden arremangarse con un listoncito y un botón escondidos por adentro de la manga. Seguro tiene un nombre, un nombre como ojal o pretina o alguna cosa parecida. Llegué tarde y me senté atrás, tomé un programa que estaba sobre la silla. De Tabucchi ni la T. Eran, en su lugar, un español que ya había leído cuando llegué, una gringa que además fungía de maestra de ceremonias, un suizo de barba y un alemán de impecable inglés angelino. Me quedé porque me interesó y porque ya estaba ahí de todas formas. Siento deseos de llamar a Cuitláhuac y preguntarle por estos autores. Están vivos y son relativamente jóvenes. Me limito a escucharlos y a imaginar que diría Cuitláhuac de ellos. Junto al alemán que está leyendo ahorita hay un hombre de barba que me gusta. Se parece mucho a la imagen que tengo de Oliveira. Horacio Oliveira, el de Rayuela. Esta última oración me parece absurda. Como si hubiera de pronto la necesidad de ampliar. El espacio es pequeño. El alemán está leyendo un cuento que habla de la primera vez que vivió en LA. Lo escucho mientras miro a Oliveira y me acomodo en la silla de plástico. Adivino que la mujer de enfrente con la blusa de hojas verdes es asiática. Después lee la maestra de ceremonias. Es sobre una mujer y su amante y él le está quitando las plumas que por las mañanas le salen, ella a veces es un pato. Después me pierdo. Me doy cuenta que me puse el mood ring que anoche trajo mi roommate a la casa. Tiene un color entre café y negro. Hace mucho que no uso anillos y megusta mi mano izquierda con anillo, aunque un poco apretado. La regla acá es que cada autor lee 250 palabras en su idioma natal y después lee 15 minutos en inglés. Presentan al último autor del día. No hay un panel ni un podio ni nada. Están sentados entre los lectores, es una mini cafetería que no termina de gustarme. Todo es muy nuevo, muy artificial. No es feo pero. Oliveira empieza a leer en algo que parece alemán, cómo saberlo. Indica que es sobre una mujer llamada Katrina que vive en Noruega. Lo miro como si pudiera entender lo que dice. Después termina y alguien más lee el fragmento en inglés, él no quiere/puede/sabe. Katrina trabaja en la aduana de la frontera con Rusia. No sabía que hubiera una frontera de Noruega con Rusia, qué vergüenza. Terminan y todo el mundo empieza a marcharse. Me quedo mirujeando un poco los libros. Las portadas son deliciosas, pero los nombres ni los títulos me dicen nada. No me gustan los extractos de reseñas dizque famosas. La revista Elle no me parece autoridad suficiente para recomendar una novela, no sé. Estoy a punto de irme cuando recuerdo que nunca he bajado al sótano. Ignoro qué tipo de libros habrá allá abajo. Están las ofertas. Están también los libros en español. Carson McCullers en 5 dólares. No sé quién elige los libros en español que venden, ni el criterio ni nada. No he leído El Hombre Duplicado, tal vez, y lo retiro del estante. Hasta al fondo están los libros de "literatura". Agrupados por región. Me asomo a LatinoAmérica. El único mexicano es Carlos Fuentes. Mucho mucho Carlos Fuentes. Reinaldo Arenas, Roberto Bolaño, Cortázar. Está Cortázar. Instintivamente tomo un libro con una portada horrible titulado Hopscotch. La mujer de la fotografía de ninguna manera podría ser. Es absurdo. Estoy en cuclillas buscando el capítulo 68. Excuse me, excuse me. Subo los ojos hasta un hombre de barba que me pide que les tome una fotografía a él y su amigo que se acaban de conocer. Es que, y me empieza a explicar que se acaban de conocer y que su amigo es de otro país. Of course, lo interrumpo. Es catalán, yo estuve en su lectura la semana pasada. Aturdida todavía me levanto del suelo y balanceo llaves y libros y celular. No traje bolsa. Me explica de la cámara, de la fotografía. Le pregunto que si quiere que además de los libros de fondo quiere que aparezca también el rótulo de arriba que lee Essay and Criticism y me río. Sólo el catalán me entiende y también se ríe. Se parece un poco a mi antiguo jefe y me cae bien. Me cae bien porque su cuento empezaba "Hay un nombre llamado..." y por alguna razón me gustó la primera línea de su cuento. Empiezo a construir una historia sobre la razón que hay detrás de esta foto. Me esfuerzo por entender todo lo que sucede. Nos alcanzan Oliveira y una mujer bien vestida. El de la cámara me presenta a Oliveira con su verdadero nombre y a su publicista. Todos se estrechan amablemente las manos y me miran. Yo sólo estaba tomándoles una foto. La publicista lleva un collar de perlas y un conjunto en café y rojo. Yo tengo los pantalones rotos y un anillo hipioso en el anular izquierdo. Mis libros y mis llaves están sobre una mesita. Somos los únicos en el sótano. No entiendo qué hago aquí, qué hace Oliveira aquí. Procedo a tomar las fotografías mientras los que acaban de llegar nos miran silenciosamente. Me gustaría contarle esto a alguien porque me parece todo muy bizarro. Me preguntan mi nombre con la esperanza de saber quién soy. Se los digo y me siento tonta. Les explico que vivo en el edificio de enfrente, que yo sólo soy una lectora. Tú eres la importante dicen, y se ríen. Si supieran que no los he leído nunca tal vez no se reirían. Quiero decir cosas, explicarme, quedarme ahí. No puedo, me disculpo y me marcho. Me vuelvo a acomodar en el suelo frente a este libro extraño de portada amarilla, localizo otra vez el capítulo 68. No me interesa. Good bye, una figura vestida de verde y negro pasa junto a mí. Horacio. Good bye, lo miro seguir a la publicista como si ella sujetara una correa invisible que lo estira. Se detiene cuando digo Congratulations. Nos miramos otro poquito y se sonríe. Hoy conocí a Oliveira, me regreso corriendo a mi casa, cruzo la calle emocionada y abro la puerta y la otra puerta y enciendo la computadora y mientras empiezo a teclear mentalmente miro mi mano izquierda. Mi mood ring ahora es celeste.

...

Me impresiona cómo le gusta a la gente preguntar cosas que no les importan.
Ayer alguien me dijo que debería llamarlo. Cómo explicarle que no.
Yo tampoco entiendo por qué no habría de llamarlo.

Las palabras no han terminado de regresar.

4.21.2005

pobrecito

Debe ser muy difícil, que de repente se aparezca una extraña en la puerta, con sus maletas y sus manías.
Debe ser muy raro despertar y que haya una mujer ajena (o de nadie) en el cuarto de al lado.
Debe ser muy duro, querer llegar a mirar el fútbol y encontrar un programa cursi en la tele.
Debe ser odioso, encontrar que el tapete del baño otra vez ha sido arrugado y aventado a un rincón (¿qué hace con él?)
Deber ser frustrante, llegar tarde otra vez porque no encuentra la tarjeta del metro.


Pobrecito.

4.20.2005

moretones

Hay cosas que no se cuentan en un blog.

lista del mandado

Que no se me olvide postear sobre

Cuando vino G de visita.
La pelea a gritos que se armó en la fila para pagar los curitas inservibles que no remediaron nada de mis zapatos nuevos.
Anoche, que soñé que volvía a tener alumnos y que les gritaba cosas y que era una clase ajena.

Happy spring

OSP
OSP,
originally uploaded by maztrich.
Qué rico es el día desde mi ventana, qué rico el jugo de naranja frío, los pies descalzos, la cocina limpia. Qué rica la vista del cementerio cuando los árboles tienen verde. Qué rico es estar contento.

4.19.2005

esta tarde

Resolvimos ir por algo de tomar y después a pescar un ratito del sol de las seis de la tarde. El día me rindió mucho. Fui a ver a Laura Restrepo leer. En inglés y en español, pedazos de sus libros. A Jordi Puntí en catalán y en español, y a José Manuel Prieto en un español de alma dividida. Me gustan las escritoras que son guapas y guerrilleras, como la Restrepo. Tuve ganas de ir a saludarla, de pedirle que me autografiara su libro, pero no lo llevé conmigo, no lo traje conmigo. Quise contarle del potinque, decirle que cuando yo sea grande quiero tener brains y looks. Luego fui y me senté a donde tenía que ir a sentarme y dije las cosas apropiadas aunque de repente interrumpo a la autoridad y creo que eso no se vale. Me vio un poco feo cuando le dije "you mean they don't want an election post?". Primero se desorientó, más porque lo interrumpí que por lo que dije. Repitió lo que yo acababa de decir con una actitud que me apenó. Pero yo tenía razón. Èl dijo "...they don't want political power" cuando quiso decir que no les interesaba un puesto de elección popular. Porque seguro que sí querían poder político. En fin, me gustó enseñarle mis ojos retadores y que al final balbuceara que ok, election posts. Después de todo eso fue cuando resolvimos. Resolvimos ir por algo de tomar y a pescar un ratito del sol de las seis de la tarde. Difícil cuando somos tantas mujeres. Yo sólo quería sol y ya despojarme de los malditos zapatos negros que torturaban desde en la mañana a mis talones. Ches dependientes de zapatería coquetos. Fuimos al equivalente macdonalesco de las bebidas cafeinosas. El duende de la caja nos vendió lo que se le dió la gana y salimos de ahí media hora más tarde. Quedaba un poco de sol. Nos sentamos nobstante en la curva de la fuentesototota del parque. Unajuntoaotrajuntoaotrajuntoaotra. Todas con zapatos nuevos de colores primaverales colgando de la orilla mientras los popotes verdes en los labios. Ché, probá esto. ¿Me das? Ándale pues. La hermandad de los pueblos (de las pueblas, más bien) latinoamericanos. La periodista enojadísima porque los del frisbee se la pasan amenazándonos con cortarnos la cabeza en una de esas. Boludo, éste no es lugar para jugar al fríjbi, nos matan a todos! La colombiana nos alcanza con el falafel obligatorio de los martes. Yo no porque ya me comí dos hace rato. Sí, dos. Uno con pollo kebab. La gringochilena remarquea los perros. Empieza a teorizar sobre la supremacía intelectual de los gatos sobre los perros. La argentina de los ojos verdes está enojada con el estilo de uno de los del equipo de frisbee. Víjte, se viste como para ir a una fiesta para venir al parque el pibe este y hablar por teléfono al tiempo que lanza el disquito idiota. Tiene razón, parece como vestido para ir a otra parte. Pero así es la gente acá. Oiga Maztrich, el argentino era lindo, pero me dicen que a usted no le gusta, ¿cómo así? Dale con eso. Entonces llega un hombre todo de mezclilla del que hace rato se burlaron todas porque se nos paraba enfrente y nos miraba y nos miraba mientras yo prudentemente les advertía que seguro hablaba español. Y que abre la boca y me da la razón después de enseñarnos una dentadura horrorosa. "Ustedeis de qué país es?" Sudamérica le dicen. No me interesa pelear ni reivindicar la geografía nacional. Dale, sudamericanas todas. Se marcha diez pasos y regresa a su contemplación (no podemos culparlo). El frisbee acaba de despertar a un clochard que dormía abrazado de un dálmata de peluche. That's it. La opinión pública argentina del exilio empieza a organizar una campaña en favor de la defensa del derecho fundamental de los vagabundos de dormir en la vía pública sin que los hábitos deportivos de la clase media interfieran. La comunidad andino-americana, más pragmática, le dice en un inglés perfecto al muchachito más cercano que por favor tengan cuidado y lancen el frisbee a otra parte. Dientes feos regresa y se nos vuelve a plantar peligrosamente cerca. Hace una pausa teatral antes de volver a dirigirse a esta minidelegación de la OEA. "Argentina. Borges. Ciego. Briliante." La ironía mercosuriana mira despreocupadamente el vaso al tiempo que revuelve con el popote la crema que queda al fondo. Ché, seguís desdeñando al de (inserte nombre de ciudad argentina olvidable aquí)? Porque que llo recuerde, tenía los dientes completos y estaba limpio y estudiaba, qué importa que no sepa de Cortázar, igual éste sabe apreciar a Borges, pero llo no lo miraba dos veces. Tú dale nomás, lla te veo perfecto saliendo en una cita con este loco. Aysh. Estoy cansada. Tenemos cosas que hacer pero ninguna se marcha. Además, no quiero caminar, me duelen los pies. Ya no quiero los zapatos, los quiero tirar y regresarme descalza. No se puede, el sol ya se fue y nosotras también nos despedimos. Aquí se rompió una taza y cada cual para su casa. Me concentro en caminar sin pensar en las cuadras que faltan. Malditos, malditos, malditos zapatos. Hasta que me detiene una chica de aspecto cool en Broadway para preguntarme dónde los compré. Ok, sí los quiero, pero tienen que prometer que ya no van a molestar los talones. ¿Me están oyendo? En fin.

mosquitero

Es la una de la tarde. Hace horas que estoy despierta. Me levanté temprano y además me bañé y arreglé temprano. No me caí de la cama, como algunos flatmates malintencionados dicen. Hoy pude yo más que el cuerpo. Lo levanté, lo llevé al baño y le enseñé las cosas nuevas que le compré. Vamos a hacer ensalada. Freesia y cucumber y melon y exfoliating scrub. Es que ya está haciendo calor. Desayuné poquito, como yo normalmente hacía en mi otra vida. Un poptart y medio plátano. Bajé a rescatar a la víctima de la fiesta del sábado que desdentonces yacía inerte en esa cosa que me parece que es como el foso de los dragones. Una especie de patio alrededor del edificio al que no podemos acceder más que intrépidamente porque no hay puerta, sólo una escalera destartalada . En 14 minutos vencen los libros que saqué de reserva. Sólo alcancé a leer uno de ellos. Nadamás a mí se me ocurre que podría con los dos en dos horas. Estaba en el mosquitero. Le pedí al flasmeis que supervisara la obra, no me fuera a pasar algo. Como caerme, o algo peor. Me puse mi blusa verde que me gusta y mis zapatos nuevos que son negros porque la caja decía BLK y no me importa que digan que son azules. Al infinito y más allá. Tengo que saltar una barda bajita que me llega a la mitad de los muslos y aterrizar en otra barda que me da desconfianza porque es angostita y esta sí es alta. Después ya tomo la escalera y bajo con todo el glamour que se puede a las nueve y media de la mañana mientras mi único espectador/supervisor de los trabajos de rescate mira todo el numerito. Me siento segura de saber que él está tres pisos más arriba, formidable y silenciosamente armado con un pan con queso y un jugo de naranja en caso de que me coman los dragones o algo peor. Tomo la tela, subo con cuidado. Me siento súper action heroine cuando aviento la tela del otro lado de la bardita para poder subir. Mh. Cruzar la bardita no es igual de aquí para allá que de allá para acá. Oh well. A qué huele. Huele feo,feofeofeofeofeo. Aysh. Argh. Ya sé para qué sirve la bardita esta en las noches cuando está oscuro. Aaargghhh. Subo triunfante y me lavo las manos. Después me termino de arreglar y me voy a la calle. Me obligo a ignorar el dolor de cabeza. Nos acomodo a cuerpo y a mí en una banca. Una horita leyendo bajo el sol antes de venir a la biblioteca a sacar los libros que ahora tienen 3 minutos vencidos.

4.18.2005

Dos cosas

Una. Querido cuerpo, permíteme recordarte que no eres bulímico. Prohibido estar jugando con la comida.


Dos. Qué confusión.

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Missing

Se buscan.
Desaparecieron anoche y todavía no aparecen.
Las palabras.
Me he quedado sin ellas.
(Buenos días son el único par que me queda)

4.17.2005

3:34 A.M.

Debí saber que sería mala idea.

4.16.2005

No siento el corazón

Van a ser las cinco y media. Lo sé por las campanas que los sábados suenan a esta hora. Necesito bañarme pero tengo miedo. La cabeza todavía no me parece muy confiable. El labio superior me tiembla, qué raro. Esta noche no habrá alcohol para mí. Esta noche, damn it, hay reunión destrógenos en mi casa. Cuando dije que podíamos reunirnos en mi casa la semana pasada no me pareció que fuera a ser tan complicado. Tampoco tenía planeado ir a esta fiesta en Brooklyn. Ah, el corazón ya me late otra vez. El flasmeis no me hizo ningún caso cuando desde mi cama le grité hasta la suya hace algunas horas: Auxilio. No siento el corazón. No late. Era verdad, no lo sentía por ninguna parte. Maybe I am heartless, afterall. Anoche, cuando anuncio que voy con argentino 1 a fiesta en Brooklyn me dijeron los reclamos de la falta de corazón. Me equipararon con todas las mujeres. Me dijo cosas el flasmeis mientras censuraba mis fashion choices (el zapato verde nomás no, el pantalón está bien). Nadamás porque lo había bateado hasta hoy que se me ofrecía no ir sola en el subte hasta Brooklyn. Que la verdad no sirvió de mucho porque igual tampoco él sabía cómo llegar. La fiesta era re-cool. Yo quiero vivir en Brooklyn en un piso como ese, y tener amigos como esos y queso manchego así de bueno. Dos mojitos para mí. So, are you going out with this guy? No, but I think he thinks we are going out. Ché, me dice una compatriota suya, el pibe tampoco sabía que Cortázar se murió, recién se lo informé. So I rest my case, bebo otro poco del mojito y entienden que no estoy saliendo con él. Un par de horas más tarde estamos en la séptima buscando una entrada para el Q. Esto es nuevo. Subirse al sub con un par de mojitos encima. Es preciso bajarnos en Canal, de otra manera la siguiente parada es chez lui. Antes de que me regrese a mi casa paramos en bar ruso hip de martinis que está a la vuelta de la esquina (how convenient!). Dos martinis más tarde estoy de regreso en mi casa. El argentino confirma mis sospechas de que piensa que estamos saliendo. Oh honey, cómo le explico. Tengo que limpiar, comprar botanitas, sombrillitas para los vasos. Tengo que nivelar el radio niñas-niños. Habrá que llamar a los amigos del flasmeis.


Para poner en http://femmefatalite.blogspot.com :
"Cuidado con el alcohol y los líos de las lenguas que se sueltan.
Si se sueltan que no sea para hablar.
No hay nada peor que contar cosas que no merecen ser contadas.
Mejor soltar la lengua en otra dirección."

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4.15.2005

brie

En la silla negra se sienta el sol a estas horas. En la silla negra me siento yo también, asomada a los transeúntes que ya empezaron su día. Me sirvo un jugo de manzana mientras el café está listo. No hay que tomar café antes de tomar jugo o agua o cualquier cosa. El sol se sienta en mi regazo y en mi frente mientras muerdo despacito mi pedazo de mañana. Llega él y empieza a prepararse cualquier cosa ignorando por completo el tesoro que tiene enfrente, junto al cuchillo y la mermelada. Suspiro contenta y digo las primeras palabras del día: No sabes la alegría que me da que a ti no te guste mi queso brie.

4.14.2005

impolite

Del cuadernito que fue conmigo a Montreal:

Me da pena, pero hay gente que me cae mal. No me da pena que me caigan mal, sino que se me note que me caen mal. Me da pena, en realidad, que hay casos en los que no me importa que se me note que hay gente que me cae mal. ¿Será eso ser snob? Viajar con gente que habla demasiado fuerte, que quiere visitar centros comerciales cuando afuera hay sol y un país inmenso que ninguno de nosotros conocemos y es sábado y deberíamos estar sentados en una terraza. Que no se aventuran y piden lo mismo que podrían comer en sus casas. Gente que habla y critica y se burla en español como si aquí nadie hablara español. Que dicen cosas horribles de los taxistas mientras el taxista maneja como si los taxistas fueran sordos, o idiotas o extraterrestres. Me da pena, pero hay gente que me cae mal. Me da pena esa gente.

4.13.2005

a veces

A veces siento algo muy grande adentro.
A veces digo "me parece que te estoy siguiendo" en voz alta y me río como tonta.
A veces me preparo un bagel con brie y no me doy cuenta.
A veces creo que es sólo porque estoy desocupada.
(Del corazón, no de actividades)

4.12.2005

cafergot

Te odio. Es la una y cuarto de la mañana y te estoy odiando. No me dejas en paz. Me dueles y me das asco y me asustas. Todo en desorden y al mismo tiempo. Tengo que escribir un ensayo y comprender cosas complicadas de gobernancia y transparencia y responsabilidad. De democracia y republicanismo y liberalismo. Hilar frases coherentes en un idioma que no es el mío. Recordar decir these en lugar de this cuando es un plural. Tres capítulos más y yo corriendo al baño como hace mucho no, con náuseas. Mil palabras por teclear y yo con una taquicardia como si me fuera a morir al rato. Con la temblorina y el vacío en el ojo izquierdo como si me hubieran sacado el cerebro con una cuchara. Como si me hubieran metido la canica izquierda al congelador y estuviera empañada.

A quién le importa Venezuela y Perú después de que te instalas maldita horrible asquerosa migraña.

4.11.2005

Querido Jorge

Querido Jorge:

Estuve en Montreal el fin de semana pasado. Hay muchas cosas que me gustaría platicarte sobre mi viaje, y todas ellas serían impersonales excepto una. Cuando venía de regreso a Nueva York, el domingo luminoso a mediodía, me puse a platicar en francés con el taxista que me llevaba al aeropuerto. Después de dos días la lengua se me empezaba a soltar más. Las egges me salían sin pgoblema y hasta mi acento suggeño con las és finales pagecía tulusano de vegdad. El caso es que de un lugar común a otro llegamos a mi país de origen. Ahhh, du Mexique. Chez moi (o sea, anca su país), on aime bien la musique Mexicaine (les gusta mucho la música mexicana). Su país resultó ser Haití y la música que les gusta de anca nosotros (o sea de chez nous), resultó nadamás y nadamenos que la de Pedgóu Infantée, Cucou Sánchez y chacachachán queridísimo Jorge, te lo transcribo literal "Lola la Ggandei". Entonces escribí esto que te cuento en el reverso de mi boleto que estoy a punto de tirar y que necesitaba transcribir.

Un saludo


LaMaz

friendly reminder

Dear Body:

This is a friendly reminder to let you know that final paper due dates are approaching. It is important that you refrain from becoming ill or moody and that you remain able to sleep short hours and work for prolongued periods of time. You will be fed appropiately. Absolutely no colds, runny noses or cough are allowed. Please resume current threats to become sick and get cooperate with our intense campaign of successfully closing the semester. You will be fully rewarded.

All the best,

The administration.

4.10.2005

back home

He vuelto sólo para descubrir que me perdí el primer fin de semana enteramente primaveral de Nueva York. Oh well. Ya habrá más. Canadá está chido. Es limpio y se parece a Europa porque se puede fumar en los restaurantes y la gente habla francés. La tele es reteaburrida pero se come bien. Los billetes son de colores y todo es más barato de lo que parece si la primera vez piensas que son dólares americanos. En fin, tengo un dolorón de cabeza. Afortunadamente sólo llevé una mochila así que no hay gran cosa que desempacar. Se siente raro andar de aeropuerto en aeropuerto. Se siente raro despertar en un lugar ajeno y ver un sol ajeno y hablar con gentes ajenas. Me tardé una hora en llegar a mi casa del aeropuerto. Por coda, I guess. Porque me vine en tren y luego en metro en lugar de en taxi. Hambrienta y con dolor de cabeza. Que no se me olvide: no tomar ron antes de subirme a un avión. No tomar tampoco vodka antes de subirme a un avión. No tomarme ron NI vodka tres horas antes de despertarme para subirme a un avión. No hacer nada de lo anterior aunque no vaya a ir mi papá a recogerme al aeropuerto para después invitarme a desayunar con "unas gentes" en un hotel de Montreal y tenga que hablar en inglés y en francés con "unas gentes".

La cuenta regresiva empieza.

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4.08.2005

Salut

Montreal es re-lindo.

...y se come re-bien.

Salut

Montreal es re-lindo.

...y se come re-bien.

4.06.2005

Un libro para Sofia

Sofía:

No te conozco ni tú a mí. Todavía no naces, pero entiendo que mañana habrás de respirar por primera vez, y será en Nueva York. Es a causa de esta ciudad que te escribo esta cartita de bienvenida al mundo. Porque en ella, la ciudad que te verá nacer en unas horas, me encuentro yo y se encuentran tus padres y tu hermano que te esperamos. Si no fuera por Nueva York, tú habrías nacido en Argentina y yo no me habría enterado en México del suceso. Qué maravillosa ciudad entonces, que permite que tú que no has nacido recibas estas letras que tampoco habrás de leer inmediatamente. Te compré un libro porque me gustan los libros y me gustaría que te gustaran los libros. Te regalo un libro porque a todos los niños del mundo deberían regalárseles libros cuando nacen. Aunque haya personas a las que les parezca tonto, porque creen que como los bebés no saben leer, no deben recibir libros cuando nacen. Yo no. Te escribo esto Sofía querida y pienso en cómo me gusta regalarles libros a los bebés que no conozco y que no han nacido. Hay una bebé más grande que tú Sofía. Se llama Mariam y vive en Chicago con sus papás. Chicago es una ciudad grande como Nueva York, en donde también hace mucho frío. No te tocará conocer luego luego el frío Sofía, porque la primavera acaba de llegar, pero ya lo verás. Te decía de Mariam. Ella también nació en una ciudad que no les pertenecía a sus papás. A ella también le regalé un libro antes de que naciera. Un libro en español para que se lo lean sus papá que habla español y su mamá que está aprendiendo. Era un libro sobre una flor. En Monterrey, que es una ciudad en México en donde no hace tanto frío como en Chicago y Nueva York, hay otra niña que se llama Valeria. Valeria también recibió un par de cuentos que alguno de sus tres hermanos le leen por las noches cuando no se quiere dormir. Pues bien Sofía, recibe este libro sobre Nueva York. Los dibujos que contiene son los dibujos de las cosas que tus papás y tu hermano y la gente (al día de hoy somos como ocho millones) vemos cuando caminamos en la calle o sobre el puente o bajo la tierra, en el metro. Cosas como las del libro estaban alrededor de mí esta tarde cuando salí de la escuela y me acordé que mañana vas a nacer. Entonces, en lugar de ir a mi casa, entré a una tienda en donde había muchas cosas para bebés. Había zapatitos y vestidos de colores pastel. Muñequitas y mamelucos (no sé si en argentino se dice mameluco, pero tus papás sabrán). Todo era re-lindo, pero no me decidía por nada. Entonces me acordé, frente a mi casa hay una librería que me gusta pero a la que no entro más que en ocasiones especiales. Me senté un rato frente a los estantes de los libros de niños. Había libros con dibujos y sin dibujos. Libros de cuentos y libros de frases para niños más pequeños. Libros de pasta dura y libros de pasta suave. Había libros con muñequitos que saltaban y patos con plumas de verdad. Entonces ví este libro. No estaba en la sección de libros en español, ni en la de libros para niños pequeños, pero era el libro perfecto. Un libro sobre Nueva York. Sobre esta ciudad que hace posible que podamos conocernos aunque tú posiblemente me hayas olvidado cuando seas capaz de leerlo. Esta ciudad que desde hace un par de días amanece con sol porque anticipa tu llegada. Bienvenida al mundo Sofía.

regalo

Justo cuando uno piensa que no hay más placer que el placer de hacer regularmente ciertas cosas.
Justo cuando uno empieza a encontrar el gusto en la soledad del ritual íntimo.
Entonces pasan cosas que nos devuelven un poquito al mundo. Eventos que contextualizan la costumbre.
Un día difícil, de esos de mucha biblioteca y frustración.
El cansancio, esa camiseta vieja y arrugada.
El agujero del hambre y el cuerpo contagioso de incomodidad.
Aviento todo y busco encendedor y encuentro el primer cigarro del día. En pantunflas me dirijo a la calle vacía.
Cruzo la calle para asomarme a la librería que sólo he visitado el día de mi cumpleaños.
Se me hacen agua los lentes mientras leo los títulos y miro las portadas.
Entonces una puertecita lateral se abre y de ella emergen un rayito de luz y un montón de cajas y un hombre desaliñado.
Intruso, este es mi pedacito de noche. Me hace señas de que me acerque, un cigarro en los labios.
Le ofrezco fuego antes de darme cuenta de que no lo necesita.
Mire, asómese, me indica en un inglés machiguado (¿existe 'machiguado'?).
Están tirando libros, venga, asómese. Mi trabajo es ponerlos en la acera para que se los lleven a reciclar.
Usted se asoma y si encuentra algo que le guste, se lo lleva. Yo sólo los pongo ahí, usted sabrá.
Este hombre me adivinó. El deseo de las letras. De los libros desconocidos.
Tímidamente me acerco y miro la caja de encima de la pila. Son muchas cajas.
Con confianza, si quiere que le abra las que están cerradas, las abro.
Una camiseta negra, el pelo alborotado. Yo estoy en pantunflas.

Es difícil. No tienen portada, las arrancan.

Al final, tomo una colección de cuentos cortos y doy las gracias.
Quiero darle además un abrazo, pero soy muy cobarde.
Le regalo la sonrisa más abrazante que encuentro (es que vino sin anunciarse y no tenía sonrisas limpias).

Gracias.

4.05.2005

Te amo

Voy a icnorar que dijiste "te amo".
Uno nunca inserta un "te amo" cerquita de una petición de ayuda, o de una solicitud de lo que sea.
Tampoco en los límites de un "gracias".

¡Por favor, es elemental!

google search results

Es rarísimo ver en las estadísticas qué es lo que trae a la gente por acá. Lo que buscaban cuando se tropezaron con este sitio:

Rostros feos (este es un peruano o peruana que cada tantos meses viene, o los peruanos buscan mucho rostros feos)
Cómo hacer una bufanda con punto crochet
"Formato de cartas de recomendación" (Este es súper común, y lo mejor del caso es que sí los tengo, pero no en línea. Tendrían que solicitarlos y convencerme)
Una+historia+kitsch
Te veo sentada en el crepúsculo de una tarde de invierno (Me sorprendí cuando ví esta, no recordaba haber escrito crepúsculo aquí, pero al parecer, lo hice en el 2003, cuando transcribí algo de otro lugar)
Reconozco yo soy anoréxica y bulímica (uy no, si supieran)
Aprendiendo a decir adiós (ok, de decir adiós sí hay mucho acá, si he aprendido es otra cosa)
Cena y se van (no sé si comensales maleducados o Fox en la infame llamada con Castro)
Closer sountrack (sí, mencantó)
Cómo hacer invitaciones de graduación.
Cómo depilar las cejas de un hombre (yo pago porque me depilen las mías)
Empacar regalos (consideré brevemente una carrera en esa industria como estrategia de relocación a Chicago, pero no prosperó)
Cuántas vidas para un abrigo (ah no, aquí metafísica textil no hay)
Nombres bonitos bebés
Journals bodas (sí es esto un un journal y sí he hablado de bodas, pero el enfoque me parece no es el que buscan)
Reclamos en lavandería
Historia de algún joven que soñaba ser profesionista y lo logró (mhh?)
Esta me requetencantó: ver+fotos de profesoras en porno (segurísimo quedaron encantados con lo que encontraron acá)

A este me dieron ganas de escribirle un post especial:
no puedo dormir he dejado de fumar he dejado a mi novia


En fin, creo que a ninguno le pude resolver su búsqueda, ni modo.

4.04.2005

sintomas

Síntomas de que el final del semestre se aproxima:

La estación en donde uno se sienta en la biblioteca tiene post-its que uno mismo pegó.
Llega uno de día a la biblioteca y se marcha de noche.
Tomarse un café no es un evento social sino un método de alimentación artificial.
Sobre la mesa hay cuatro pilas de libros con su respectivo postito categorizador: "No sirven", "Ya", "Devolver (OJO, NO DEJAR)" y "Stuff to borrow".
Se aprende uno los hábitos de estudio ajenos: la de azul se quita los zapatos para concentrarse, el chinito de las hojas amarillas murmura en voz bajita mientras hace fórmulas como de mate o de física, el de la barba de tres días cierra los ojos media hora hasta que empieza a roncar y entonces vuelve prestísimo al libro durante 15 minutos antes de volver a quedarse dormido.
Limpiar la mesa antes de marcharse parece el aftermath de una fiesta: servilletas, papelitos de colores, botella de té, botella de agua, vaso desechable para café, bolsa de doritos, ziploc contenedora de sandwich, aretes, pulsera, celular...
Amarrarse recaditos fosforecentes en la muñeca bajo el reloj con instrucciones que gritan con repetidos signos de admiración cosas como: PROHIBIDO DORMIRSE SIN TERMINAR AL MENOS ITEMS 1 Y 4.

4.03.2005

housewife

A veces me siento rara. Como cuando me entero, todo al mismo tiempo, que también Dany y Susy van a tener bebés. Que la Chikis y Den han dado el enganche para las casas donde formarán un hogar. Que en los dedos de Mariana, Teté y Gaby hay peticiones aceptadas de matrimonio. Como cuando las tías preguntan cómo va la obtención del Míster, antes que el progreso del Máster. Como cuando Ange dice que está pensando en otro hijo para el año que entra. Cuando la secre adolescente que tenía en México me escribe para decirme que se casa y que me invita a la boda. Entonces, entonces, entonces, entonces pongo una olla de frijoles a hervir y preparo un arroz con verduras y me pongo aretitos monos y voy a misa y caliento las tortillas de harina. Hago una lista que en lugar de mandarme a la biblioteca y a hacer mi currículum diga: "Lavar edredón, organizar gabinete, fumigar debajo del refri, pagar el cable".

Entonces suspiro satisfecha y me regreso tranquila a los libros.

4.02.2005

lluvia en ny

Hoy visité un sueño que no se cumplió. Esa parte de la ciudad a la que no me habíá atrevido a ir. Hora y media para llegar, inundada, a una conferencia en un salón centenario de paredes de madera y tapices dorados. Las charlas no bastaron para que se evapora el agua de mis ropas. Con cuidado, recolectando historias en el trayecto. La escritora bajo la lluvia y el guitarrista en la estación y la mujer del paraguas y los muchachos universitarios. Vengo entrando, el corazón y la cabellera revueltos. Afuera está lloviendo. Me despojé del paraguas maltrecho como quien quema las naves y corrí las últimas cuadras hasta mi casa. Me miré al espejo luego de recuperar el aliento y me dí cuenta de que traía una ciudad, con todo y su metro y su gente con sus historias y la lluvia en la cabeza. Sobre la cabeza, en pequeñas gotitas. En los pantalones, empapada hasta las rodillas. También una sonrisa.

4.01.2005

sylvia

Me quedé llorando como tonta luego de que se terminó. La película no es tan buena. O tal vez sí. Hay un sesgo en mi lectura de la película. Lo del sesgo lo diría mi flasmeis. Le encanta decir que tal o cual cosa que yo digo/pienso está sesgada. Hace rato, frente a los ravioles, mientras yo luchaba con los recuerdos de la fiesta de anoche y elaboraba conjeturas sobre el comportamiento ajeno. "Nadamás andas buscando historias". Ah. Le doy un trago al vaso lleno de coca helada (sólo así me la puedo tomar, con muchos muchos hielos) y le advierto que tenga cuidado. Las señoritas escritoras sólo buscan historias qué contar. Están sonando las campanas. Nunca suenan a esta hora. Me imagino que ya murió. Que por fin está descansando. Un hombre santo. Entonces me sobrecoge algo muy grande, dejo el teclado un momento y tomo un par de calcetines azules con una urgencia que me sorprende. No me puedo quedar aquí. Tengo que salir. Tengo que ir, hacer algo. No sé qué. Me duele la cabeza. La vida es tan frágil. Hay tantas maneras de irse. No quiero irme todavía. Tengo muchos pendientes. Soy muy tonta. Yo no me voy a ir todavía. Trece, catorce. ¿Cuántas campanadas irán a ser? No lo sé. Hay gente que vive al borde de la muerte. ¿No somos todos? Hay gente que elige vivir al borde de la muerte. No, no los que toman riesgos y se avientan de los paracaídas. Esos, que andan caminando por la vida con un agujero encima. Como si les hubieran quitado un pedazo que no los mató pero que les impide vivir por completo. Yo no quiero ser esa persona. Yo no quiero el hueco, ni tomarme las pastillas ni meter la cabeza en el horno. Quiero irme tranquila. Me duele la cabeza. No, la frente. Como si no hubiera nada del otro lado. Pero todavía no. Irme después, más tarde. DEspués de haber dicho, contado.

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cada loca...

Hablando a gritos afuera de la escuela como sólo pueden hacerlo una guatemalteca, tres argentinas, una colombiana, una peruanoamericana (ella no gritaba) y una mexicana. Decidiendo si vamos o no vamos a comer algo, o si mejor una cerveza o un café o qué se cree la estonia rubia de la clase diciendo esas cosas sobre Colombia. Un par de mujeres se nos acerca y la pelirroja dice: "You ladies look very smart, and we were wondering..." No, Bleecker queda para allá, mhh, el museo queda mhh, como a diez cuadras. Por nada y sonreímos.
Argentina 1: Vieron chicas, tenemos cara de inetligentes....
Colombiana: Ay yo pensé que nos iba a hablar de Dios, les ví cara de evangelistas...
Argentina 2: Pero ché, nos vio cara de cultas, de que visitamos el museo...ré simpática la vieja
Guatemalteca: Claro, dijo you look very smart
Maztrich: Lo cual significa que nos vio cara de feas, queridas. No nos preguntaron por Prada, ¿no?