7.25.2011

leyes

Ley de la prima juerguera de Murphy

Entre más corta la mini, más oscuro el delineador y más altos los tacones, más largo y alumbrado será el walk of shame.

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7.24.2011

primas

Se casaron a los veintitantos. Con vestidos lindos. Con flores y música y la familia alrededor. Se casaron sonrientes, valientes, a los veintitantos como yo no lo hice. Se casaron con chicos buenos que ahora son de la familia. Se casaron hermosas y van a ser felices.

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7.23.2011

compañía

Poco a poco vas encontrando un espacio. Un lugar para compartir.
Un escritorio y una mesa. Una puerta abierta entre los dos.
Un estudio y una cocina.
Tres pantallas, dos teclados, un cuaderno, algunos lápices.
Tres horas al caer la noche con música y miraditas entre una palabra y una línea.
De vez en cuando, rellenar un vaso, vaciar un cenicero.
Cuando la jornada va a terminar, alguno anuncia: diez minutos, quince.
Dos segundos.
Luego la impresora interrumpe la música.
Para mirar el trabajo, la obra, el deber hay que ponerse de pie.
Ajustar un color, replantear una frase.

Y después se rompe una taza.
Y después calabaza, calabaza.
Cada quien tiene su casa.

chau

Que la primera vez que un idiota te mande al carajo sea también la última.

7.20.2011

con p de [otra] patria

Una bandera que a todas luces no es la tuya. Aunque un par de colores. Pero el escudo.
Un tambor que palpita en tu pecho pero no en las venas.
Unos nombres que ya no son sólo puntos en el mapa y empiezan a tener rostros. Historias.
Una guitarra y una  negra presuntuosa sin ojos de papel volando.

Como si la distancia entre aquí y allá empezara a ser sólo una palabra.

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7.16.2011

pleather

Tus ojeras ya no son de workaholic sino de yunki. 
Tus Converse pasan de preppy a artsy de forma inmediata. 
El pucho ya no es de soledad sino de rebeldía. 

Te compras una chamarra de cuero que es como decir, te compras otra actitud. 


7.11.2011

vuelo

Una noche terminas haciendo avioncitos de papel en Larcomar y lanzándolos al Pacífico.

Como si fueran deseos.

7.03.2011

taxista

Tuve cuidado de decir "de frente" en lugar de "todo derecho" cuando di las instrucciones y negocié la tarifa. Tuve cuidado de indicar que tenía prisa, que por favor lo más rápido posible, etcétera. Cuando ya estaba sentada, barajeando los papeles que llevaba en la mano y musitando respuestas apuradas a las preguntas de seguimiento sobre la ruta, lo veo asomarse por el retrovisor. "¿Es mexicana, verdad?" y alcancé a verlo chocarse la frente excesiva con la palma de la mano. Casi nunca le atinan a la primera. Sonreí. "A mí me tenía que tocar", y apretaba los ojos con pesadumbre y retorcía la boca. "Y yo que estoy tratando de olvidar a una mexicana y me viene a tocar usted!" Siempre incómoda, hasta pagando. Que ella era tapatía, muy hermosa. Que se conocieron en California. Que ella estaba divorciada de un hombre que la maltrataba y tenía hijos grandes. Que él estaba separado de su mujer. Que se habían ido a Estados Unidos huyendo de los problemas matrimoniales que tenían en el Perú. Que ya estando allá las cosas no habían mejorado. Que él no era un mal hombre, que su esposa no lo había respetado. Que esta otra mujer era buena y trabajadora y había sufrido. Que no quería que sus hijos la vieran estar con otro hombre. Que él la respetó siempre. Que su esposa al final se encontró un gringo que se casó con ella en Florida para que tuviera papeles. Que ella ahora tiene camioneta y casa propias. Que parece que encontró a un buen hombre. Que sus hijos no lo llamaron para saludarlo el día del padre. Que él se regresó porque la mexicana no podía estar con él. Que él vivía cerca de Boston y ella cerca de Nueva York. Que se veían en moteles a la mitad del camino. Que él soportaba el frío y la rutina de ir del trabajo a su cuarto todos los días. Que miraba el techo esperando que ella lo llamara para poder verse. Que él se cansó de vivir así. Que ella iba a venir a conocer Perú. Que tenían el dinero. Que tenían la ilusión. Que ella se acobardó. Que él ahora es célibe porque sólo quiere estar con ella. Que qué hermosas son las mexicanas. Que él ya no puede más que olvidarla. Que aquí señorita, es donde se paga la luz. Que Dios la bendiga.

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