7.18.2005

cumpleaños

A partir de hoy es cincuentona de verdad. Este año que pasó, aunque el festejo en grande hace justo 365 días, no cuenta por ser el año cero. Cincuenta y uno ya es de verdad. A partir de ahora ya no me va a doblar la edad nunca más. A menos claro, que me haga caso y nos estacionemos cada una en la cochera de los veinticincos (yo con uno, ella con dos) un rato. Ella no es así. Eso no se lo heredé a ella. Vive cada día con una alegría, con un espíritu que no le permiten pensar en borrar ni un minuto. Mi madre que está lejos. La que me regaló las palabras, esas de la lengua materna. Hay cosas que no cambian. Esa manera de dirigirse a mí con la soltura del prieta, no seas machetona, haz las cosas bien. Siempre con amorosidad, con cariñez. La capacidad de ser mi refugio cuando los golpes en las rodillas o en el corazón o en el orgullo. Esa fortaleza que sólo se explica en el espíritu y la gratitud. Ah, la gratitud. Todavía la oigo, sonriente: ¿Cómo se dice preciosa? Gra-cias. Al Cielo, la adversidad, al señor de la tintorería, a los maestros, a la tipa que nos robó el último novio ("no sabes lo agradecida que me siento de que te lo quitara del camino"), a los desconocidos que nos topamos, a los hermanos, a la cajera del banco, a la vida. Gracias siempre. Lo pienso y siento un calorcito rico adentro. Hay cosas que cambian: La espalda con la quinta vértebra lumbar triturada que no le impidió bailar en mi graduación cuando cinco meses antes no sabíamos si iba a volver a caminar. Sus ocupaciones diarias, aunque ya sabemos que no tiene estómago para la política pero cómo le gusta ayudar a los demás. El tinte que nunca queda dos veces igual, el corte de pelo. El contenido de las interminables charlas telefónicas. El espacio que me da, aunque le cuesta. Sé que le cuesta. Que no siempre me entiende, que no siempre aprueba, que se preocupa. Me ama y me deja ser. Muchas veces me pregunto si voy a ser como ella. No por fuera. Por fuera ya sabemos que soy como ella. Eso lo saben los desconocidos a primera vista: Los ojos, aunque no las cejas, los pómulos pero una sin hoyitos, la sonrisa, muy parecida excepto en lo que la provoca. Ojalá que a los cincuenta y uno yo no lleve nadamás su nombre y su rostro. Ojalá que por dentro también sea como ella. Aunque sea un cachito.


Te amo, ma.

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2 Comments:

Blogger Proud Mami ha dicho...

Sabes? Esta tarde al ir a comer a casa senti unas ganas de abrazar a mi madre, pero el "hmm?? por que?? no tengo motivos?? y el salir rumbo al trabajo y pensar que soy una tonta al no haberlo hecho, que que pasaria si llego y ella no esta? tontadas de esas, tontadas de pms, pero bueno, ahorita que leo tu post por casualidad pues no lo leo diario me hiciste llorar, u really did....

7:59 p.m.  
Blogger La Maz ha dicho...

No llores! Corre a abarazarla!!!!

Un abrazo de mi parte a ambas

3:40 p.m.  

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