11.07.2013

CÁSATE y punto

La revista se llama CÁSATE y punto. La compras a las dos de la mañana en una gasolinera donde piensas que será  más fácil conseguir un taxi a esta hora. Es cara como una revista importada. La modelo de la portada fue tu practicante durante dos semanas. Quería entender la política y el calentamiento global. Ahora se pone vestidos ridículamente caros para que le saquen fotografías. Ahora tú estás a punto de casarte. Antes de tomar un taxi giras tu anillo y escondes la piedra. Muchacha despreocupada entrenando para ser señora precavida. Vuelves a casa, el espejo del ascensor te devuelve una minifalda y un par de ojeras. Es imperativo que te despintes las uñas ahora mismo. Pero no tienes tiempo para la vanidad. Sólo excusas. Un deadline, una agenda llena de promesas sin cumplir, una billetera que se vacía como quien camina de reversa para que nadie note su ausencia. Otra vez tienes ganas de llamar a tu madre, de contarle tus cosas mientras te acaricia el cabello que has decidido no cortarte hasta dentro de medio año. Otra vez tienes más sueño del que deberías. Más sueños de los que puedes cumplir. Estás cansada y punto. Pronto estarás casada.
Y punto