5.31.2006

ignorancia

No sé qué postear.

5.26.2006

coming soon

Acá ando, acarreando libros a casa de mis padres - mientras mi situación librerística se define- y atestiguando casamientos. Se suponía que ésta fuera la vez que venía ya para quedarme pero oh well, ese cheque del tax return y ese otro regalo de graduación. Ir y venir como si todavía fuera de allá, pero con la inminencia de que he de volver acá. Lo miro todo y me lleno de una profunda nostalgia. Las distancias que sólo se recorren en auto. El calor de 36 grados por la noche. Los acentos y las conversaciones locales. La gente que me mira y se pregunta. Yo, que quisiera responderles. La comunicación inalámbrica e internacional para decir textraño. A todo le miro abajo la horrible amenaza "Coming soon".

5.19.2006

sin nombre, todavía

¿Cómo llamarlo? Anoche fueron dos meses (dos, dos, dos meses) y todavía no tiene nombre en este espacio. A mí eso me llena de mucha angustia cada que posteo. A él, me parece, lo tiene sin cuidado, aunque el otro día, periodista al fin, salió con que necesitaba apegarme más a los hechos en mis crónicas.

5.18.2006

puddle walking

La única cosa buena de que lloviera estos días post-trauma graduación, es que pude ponerme las botas. Después, cuando volvíamos del vigésimo octavo evento de despedida, tomados de la mano y mis pasos empezaron a esquivar yet another puddle en Mullberry, se detiene y me mira: Y vos, ¿de qué sirve que te hashas puesto las botas si venís evitando los charcos? Dáááále, saaaaltá. Entonces me detiene fuerte la mano y entrecierra los ojos para que yo vuelva a tener cinco años.

5.16.2006

frágil

El domingo hicimos empanadas. De atún con verduritas. Empanadas hojaldradas rellenas de atún guisado con tomate y verduras. El repulgue poco a poco me va quedando, particularmente en la primera mitad, de la curva para abajo, todo mal. Soy torpe y el hojaldre es delicado, se deforma, se calienta, se quiebra. Las personas somos parecidas. De pronto nos llenamos de cosas para las que no tenemos suficiente espacio. Nos estiramos para intentar abarcarlo todo, pero si no medimos bien, de pronto algo se rompe. Intentamos sellar bien las puntas, porque si no están bien pegadas, si los bordes no coinciden y no están en armonía, igual, se viene la empanada abajo. Son ricas las empanadas al final. A veces son mejores cuando ya se enfriaron. El proceso es el que a veces no es tan fácil. Que queden bien.

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5.14.2006

feliz aniversario

Ayer se fueron. Ayer también cumplieron veintiocho años de casados. Mis padres. Ellos que me miran y me miran y a veces se preguntan si de verdad soy de ellos. Que me extrañan, que a pesar de que quisieran tenerme cerca, aceptan que mi vida es lejos. Ellos que me dieron las alas tal vez sin darse cuenta. Porque, me parece, uno no se avienta a ningún precipicio, uno no se marcha así tan sin voltear dos veces si uno no supiera que al final, todo está bien. Que ellos están ahí, incondicionales, amorosos. Que por más grande que uno sea, uno es la sonrisa de ella cuando uno está contento y los labios apretados de él cuando uno está molesto. Que no somos otra cosa que la continuación de sus sueños. Y que sí, todos los días nos hacen falta.

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5.10.2006

convocation

Cosas que uno no aprende, despite el M.A.:

- La letra de America the Beautiful no la pusieron en el programa para que uno cante.
- Aventarle besos al novio en el balcón sólo está permitido si se le avientan besos también al padre que se encuentra dos balcones más a la izquierda.
- Uno nunca nunca nunca debe besar a la Dean cuando la Dean le ofrece la mano a uno para felicitarlo.
- A pesar de todos los libros que hayamos leído del profesor Cheguorsqui, es de mala educación gritarle "love your work" cuando subamos al escenario y lo veamos por primera vez de cerca sentado entre los asistentes de honor.

5.08.2006

Milestones

Hoy puraspalabras cumple tres años.

¿Cuántos posts? ¿Cuántas palabras? ¿Cuántas ciudades? ¿Cuántos sueños? ¿Cuántos caracteres?


Hoy también es la ceremonia de graduación. No lo creo.

NYPD

- ¿Usted habla español?
- Sí.
- Ah, mire. Pensé que la policía de Nueva York sería diferente, pero veo que no es así. Son todas iguales.
- ¿Y no va a pedirnos una disculpa?
- ....

En año y medio viviendo acá, me las arreglé para mantenerme alejada de los líos con la ley y las fuerzas del orden público. De pronto, un domingo cualquiera de primavera, con la inminencia de la graduación y el estrés de la visita familiar y la prueba superada de family-meets-the boy, me veo falsamente acusada de infringir las reglas de transporte público. Qué horror.

Sunescándalounabuso.

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5.06.2006

Chinatown

Ayer me puse las chanclas de vidriantes rojos. Hice cuentas, salí a depositar un cheque. En lugar de dirigirme uptown, a mi sucursal de confianza, enfilé los dedos pedicureados downtown. Hay otro banco en Elizabeth y Canal. Hacía calor. Hacía mucho que no caminaba por Elizabeth más abajo de Spring. Antes lo hacía todo el tiempo, el camino anca el güero. De pronto todo el mundo tiene los ojos rasgados. De pronto me acuerdo de lo maravilloso que es esta ciudad que en dos calles se convierte en otro país, en otro continente. Los viejitos fumando en la calle. El pescado fresco y las aceras mojadas y malolientes. Los canastos llenos de verdolagas y acelgas y berros y genjibre y cosas cuyos nombres y sabores ignoro. El bustle and hustle de las compras del mandado. Los regateos en otro idioma y los precios en caracteres indescifrables para mí. Hago mi trámite en dos segundos. Camino un cachito sobre Canal, subo por Mott. Qué buena tarde de primavera.

A veces me doy cuenta de que me hago un poquito de falta a mí misma.

5.05.2006

preparancia

La tesis está terminada, pero todavía no termino de cumplir los requisitos. Me queda un paper que sentrega en una semana justo. Me queda una charla importante con él. Me quedan los días de sol, las listas de sights que todavía no ví. Me queda todavía un librero lleno y un locker por limpiar.

Nocstante, los sres. Maztrich llegan mañana. Oh God. Hay cosas para las que una maestría no lo prepara a uno.

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5.02.2006

withering

El domingo fui a Monterrey a ver a mi abuela. Nadie me dijo que era tan grave. Una lucecita que extingue, una florecita que se marchita. Volverme a la ciudad con el peso de la incetidumbre.

past weekend

El fin fue intenso. Primero, acabar la tesis, entregarla. Después, maleta. Empacar mi vida invernal en Nueva York y documentarla en un avión y atravesar el país y llegar a donde mis padres y sentarnos a cenar a medianoche y dormir un poquito. Despertar en otra cama, despertar al día de la boda de la Chikis, mi amiga más antigua, mi amiga querida. Vestido, maquillaje, etcétera. Dijeron mi nombre en el civil mientras me encontraba a merced del estilista. Maztrich ausente.

Después, en la iglesia, a mi cargo una de las lecturas. Mirarles el brillo en los ojos, la emoción. Maztrich llorosa. ¿Por qué llora uno en las bodas? No, en esta boda. Por la alegría de verlos juntos, y de saberlos el uno para el otro, de adivinarles una vida gozosa. También, por la nostalgia de lo que a partir de ahora ya no está. Por saber que se marcha a vivir lejos lejos, y que ella que siempre ha estado ahí, aquí, cerquita, ahora estará allá, en la costa de Baja California Sur. Por la felicidad de ver un sueño compartido hecho realidad. Por lo que soñamos de adolescentes, por lo que ni siquiera imaginábamos esos días en que la plastilina y la acuarela era lo único que nos ocupaba las manitas. Por tantas noches que nos pintamos la boca y salimos a ver si entre la noche y la música estaba eso que nos faltaba. Nos abrazamos largo y tendido, me metí tramposamente en la fila donde los otros invitados esperaban felicitarlos. No importa, porque si puedo reclamar propiedad de una boda tal vez sea de esta.

Eso permiten las amistades como esta. Apropiarse de los momentos, de los sueños y las alegrías. Vivir como de uno la boda. Sentarse en una mesa, después en otra. Saludar a los invitados como si la celebridad fuera yo. Conocer al ochenta porciento de los invitados y que la mitad de ellos me conozcan. Sacar a bailar a mi papá cuando empiezan las canciones de Frank Sinatra y a mi primo con las otras y bailar banda con un amigo del novio y brincar enmedio de mis amigas en la pista y gritar y bailar y brincar. Actuar como guía de turistas a las tres y media de la mañana porque la tornaboda es en otra parte y los amigos del novio son de fuera y la única que puede indicarles el camino además de la dirección con código postal y todo soy yo. Entrar a escondidillas a la (soon-to-be)recámara de la novia y encontrar un par de pantunflas sólo para mí. Comer barbacoa y menudo y tomar whiskey y hacer una nota mental para contarle a él (a él a quien fuera de este espacio llamo Amor y novio y tantas cosas) qué es un grupo norteño y qué función tiene en la tradicionología del norteste mexicano. Pedirle a los amigos del hermano menor de la novia, esos que uno ha visto crecer bajo la mirada despreocupada de las tardes aburridas viendo tele que la depositen a uno en la casa de los padres y saber que así será. Así son las alegrías que se comparten de verdad.

Domingo, luego del cansancio de la tesis terminada y la emoción de la fiesta apropiada, viaje relámpago a Monterrey. Mi abuela. Mi abuela que por primera vez no levanta la voz en su casa. Que no se queja, que no repela, que no sonríe. Mi abuela cuya recámara se ha convertido en un hospital y su porche en sala de espera. Mi abuela que se hizo chiquita de un día para otro, que se le apagó la voz y se le acabó el peinado perpetuo de salón. Mi abuela, con las manos hechas pasita y, ¿qué carajos le hicieron a mi abuela? Yo la dejé bien, contenta, sana. Octagenaria, sí, pero entera por dentro y por fuera. Y de pronto, encontrarme de golpe con esto. Tocar la muerte con un dedo y sentir rabia. Entender lo que significa el tiempo. Desconocer a mi abuela, encontrar un cascarón habitado por la enfermedad, la vejez, el miedo. Tomarle la mano y rogar que no se vaya todavía.

Y luego, volver. Retomar esta vida recién empezada y la inminencia de su temporal fecha de caducidad. Querer cerrar los ojos y que todo fuera distinto.