11.29.2004

Boxes

Cuatro cajas pre-rotuladas Archivo Muerto. No van a ser suficientes, recién me doy cuenta, pero sirven para ir empezando. Tal vez sea muy apresurado. Después cuento los días y me doy cuenta de que es mejor así. No voy a volver a casa, pero todas estas cajas sí. Siete años y medio de existencia. Siete años y medio de papel. Esta ha sido una vida de mucho papel. De libros de texto y de fotocopias de lecturas difíciles de conseguir y de cuadernos de apuntes con letra de colores y journals y proyectos finales. Estadística, ciencia política, macroeconomía, gramática inglesa, antologías de cuentos latinoamericanos y de literatura norteamericana contemporánea. Diccionarios especializados de historia y de relaciones internacionales. Manuales sobre técnicas didácticas y estrategias de aprendizaje y trabajos finales de mis alumnos. Más de doscientos. Mientras hojeo tantas cosas para decidir qué sirve y qué no, me voy encontrando eso otro que estoy empacando. Pedacitos de vida. Recortes de periódico y boletitos de cine y poemas cursis y fotografías viejas y entradas de juegos de futbol americano y postales francesas y tarjetas de cumpleaños e invitaciones de bodas y calendarios minuciosos y agendas olvidadizas y cientos de recibos de restaurantes y de cajeros automáticos. Me entero, por ejemplo, de lo que hice el 26 de octubre del 98, o de cuántas veces comí fuera en marzo de 2001. Cuánta conferencia y cuánto congreso y cuánta carpeta inútil. Me cuesta un poco discriminar. Me cuesta mucho decidir qué se queda y qué se va. Son testigos. Como aferrarme a la promesa de que algo que no sea yo (porque yo me voy a ir) diga que aquí estuve, que esto hice. Aunque sólo sean saliditas al cine y compritas en ferias de libro y apariciones fugaces en eventos estudiantiles y notas aburridas de clases vespertinas. Poco a poco me fui construyendo un espacio, una vida. Hay que empacarlo todo ahora. Souvenirs y recortes de revistas e instructivos de celulares que ya no existen. Todo eso poco a poco se va yendo. Les doy una vuelta y luego otra. Los cambio de estante y los pongo en otro cajón. Pasa un día o dos y entonces me los vuelvo a topar y hay una dos cosas que se marchan de todas formas y otras tres cuya vida ven alargada por lo menos hasta que el espacio no me dé para más. También voy haciendo una pila de cosas ajenas. De eso que tengo que devolver. Hay gente que ya no está y no hay a dónde repatriar los libros o los CDs. Estoy cansada.

11.28.2004

Estar de este lado del sufrimiento, del deseo incontrolable, de la querencia es ventajoso. Respondo cuando quiero, beso sólo si se me antoja, no explico nada. Poderosa. Invulnerable. Pero de este lado de la relación tampoco se es feliz.

11.26.2004

Señorita

Me ponen muy nerviosa los muchachos que me llaman señorita. No me importa que me digan así mientras me hablan de usted los asesores de seguros o los representantes telefónicos de cualquier cosa o los meseros. Ellos pueden llamarme señiorita, señorita Maztrich siempre y no me aterrorizo. Los muchachos con los que voy al cine y a cenar y a salir en la noche me asustan cada vez que me dicen "¿Cómo está señorita" o "¿Y qué ha hecho en este tiempo señorita?" o cosas así. No me quedan ganas de acercármeles más. No me animo a hacer confianza y terminar por decepcionarlos. Se me hace que los voy a romper en cualquier momento.

11.25.2004

Thanksgiving

Como cada año, nos reuniremos en el hogar binacional de mis queridísimos amigos los esmitrramírez. Daremos gracias por la posibilidad de estar juntos otro año, por todas esas cosas que nos ocupan y nos imposibilitan estar juntos tanto como quisiéramos, por las cosas que hicimos y por las que queremos hacer. Recordaremos las nuevas oportunidades, las viejas amistades, los borrones y las cuentas nuevas y las hojas en blanco. Me dará gusto estar ahí. Es uno de los lugares que son como mi casa. Como un refugio. Como el lugar a donde se puede llegar alegre o estresado o cansado o eufórico o al borde del llanto o del embarazo no planeado o del suicidio emocional o de la reprobación de la materia o la renuncia forzosa o lo que sea y ahí siempre hay alguien. Un abrazo y una botella de vino y un cigarro y cuatro patitas que van y vienen por la casa, y una dálmata juguetona y queso y jícama y música y versos y libros y banquitos en la barra y una cama extra y refugio y amor y comprensión y regaños y soluciones para todo.

Lo ÚNICO es que voy a llevar acompañante. Aysh. ¿En dónde tengo que hacer la notificación previa de que no va en calidad de nada para que no le hagan las torturas?

Etiquetas:

Dr. Chafo

El dosmilcuatro, cuyo fin espero con ansia loca, ha sido el año de los consultorios y los médicos y las enfermedades y las medicinas. Otra vez es noviembre y otra vez estoy llenando formularios bobos con esperanzas de que alguien financie mi partida. Ya tengo casi todo. De pronto, el punto k de la solicitud salta a mi vista: preciso de un "certificado mèdico de buen estado de salud expedido por alguna institución de salud pública". Damn it. Tengo veinticuatro horas para conseguirlo, de las cuales 8 están estrictamente invertidas en cosas oficinescas y maztriles. Si ellos supieran de mi año, se darían cuenta de que el punto k es una grosería. Tengo una carta expedida por mi doctor (ése que me diagnosticó entristecimiento hace algún tiempo), pero pos no es pública la cosa. Tomo el directorio telefónico. IMSS e ISSSTE descartados dada la premura del tiempo. Ya me puedo imaginar que la ficha me tocaría para el dosmilocho y la cita a ver pa cuándo. En la Cruz Roja me dan varias versiones. Hay cartas de cien pesos y de ciento sesenta. Las únicas horas a las que atienden son las mismas a las que dictaré mi última clase del semestre. Imposible. Me pasan a otro número. Ahí me informan que puedo ir a la hora que yo quiera, que abren las veinticuatro horas (qué conveniente, pienso yo), pero tengo que ir al "módulo" quién sabe cuál. En fin. Me apersono en la cruz roja que está por mi trabajo y por la que paso todas las madrugadas. Está vacío. Me dicen que cómo no, que son treintaycinco pesos. Empiezo a sospechar. ¿De verdad nadamás treintaycinco? ¿No tendrá un modelo menos austero? ¿La va a querer o no?, se impacienta el tipo. EStá bien. Pásele con la enfermera. Me toman la presión, me pesan. Siéntese ahí y espérese a que le llamen. Miro los posters que tratan de disfrazar la pared descascarada. Me doy cuenta de que no es la cruz roja. Esta es la verde. Chin. Ya ni modo. Señorita Maztrich. Paso. Un doctor con la bata más triste que he visto en mi vida me pide que me siente. Me mira cansado y pregunta ¿qué le pasa? Espero que nada, le digo. ¿Dónde siente la molestia? A decir verdad, en esta situación. Yo nadamás vengo a una valoración, le aclaro. Por una carta de buena salud. Ah. Esa cara horrible que ponen los médicos desencantados. Suspiro pesado. Toma el estetoscopio. Me pide que respire hondo y luego ya no hondo. Extrae un bloc gigante de hojas arrugadas y mimeografeadas en verde. Llena el espacio de la fecha. Escribe mi nombre con cuidado. Escribe clínicamente después como que le remuerde la conciencia. Levanta la vista y dice "¿Ha padecido alguna enfermedad grave?". Pues tuve mononucleosis y estuve hospitalizada por ese motivo hace un par de años. Levanta una ceja y su vista se olvida de las letras verdes. "¿Y sabe quién la contagió?". No. Nunca encontramos al culpable. Risa fingida y superficial doctoril. Retorna al papel y escribe sana. Cómo me está cayendo gordo el gremio, me cae.

Etiquetas:

11.24.2004

Feliz

Es tan chida, esa gente que se deja ser feliz.

Rico, hacer cualquier cosa y tenerlos contentos.

Dejar de complicarse y sonreírle y que se muera de alegría.

Preguntarle cómo está y recibir a cambio toda la gratitud nocturna disponible.

Tomarle la mano y sentir el pálpito del gozo genuino.

Qué bonita es la gente a la que le gusta ser feliz.

Todos deberían saber cómo hacer eso.

11.23.2004

Ella

No la conozco, pero cuando pienso en ella me parece que la recuerdo. Qué raro, pensar en alguien a quien no conocemos. En realidad no lo es tanto dicho de esa forma. Durante una época pensé mucho en alguna otra mujer desconocida que me había robado al hombre que más quise y a quien nunca ví. Pero es diferente. Ella tampoco me conoce. No nos hemos visto jamás, jamás hemos cruzado palabra. Que yo sepa no me ha robado a ningún hombre, y no tengo motivos para desearle malas cosas. Al contrario. Me alienta y me hace sonreír. Una vez me sacó una lágrima. Sé que me comprende. Sé que de alguna forma sabe quién soy y lo que siento. A veces me da pena. Me siento como muy expuesta. Pero me gusta pensar que cuando camina en esas calles del defe y cuando se sienta a trabajar y cuando levanta a su hijo que podría ser mi alumno por la mañana y cuando abraza a ése hombre que dijo que ya no iba a abrazar, yo la acompaño.

11.20.2004

Sustituta

Por alguna razón -ah sí, karma- este último semestre me he apuntado varias veces para sustituir clases ajenas. Normalmente no me correspondería hacerlo porque yo sólo estoy en la prepa en la madrugada. PERO, si un día yo necesito que alguien vaya a cubrirme en la madrugada, necesito ser la maestra esa que nadie conoce pero que ha cubierto al menos una vez a todo mundo, y con la que todos estamos muy agradecidos... Así que repente me toca ir al grupo de Miss E. Nada complicado, pues Miss E. ha dejado preparada la actividad, la lista y las instrucciones. Reviso la actividad cinco minutos antes de llegar y me doy cuenta de que es muy corta y a lo más les tomará media hora completarla. Así que llego, tomo lista parsimoniosamente, como si fuera necesario aprenderme sus nombres. Me doy cuenta de que son pequeños. Mis alumnos siempre son "grandes", de esos que van corriendo a los dieciocho como si los diecisiete fueran apestosos. Estos acaban de despertarse de la siesta de los catorce, me parece. Quieren saber quién soy y qué hago y si pueden llevar clases conmigo después. Se enteran de que no soy nueva a pesar de que nunca me habían visto antes. Les impresiona que hago otra cosa además de dar clases. Además hoy tengo tacones y pelo suelto y aretes monos y blusa de botones. Los jeans y los tenis se quedaron en otra parte. ¿Y entonces a qué vienes aquí? dice uno como si yo fuera una cosa rarísima. "Como servicio social, duh", contesta la niña del fleco en los ojos. Sonrío. Quieren saber de qué se trata mi clase. Ahhh, entonces tú nos puedes explicar qué está pasando con Bush y Kerry ahorita Miss. Primero vamos a hacer lo que les dejó Miss E. Es sobre el tema X, que ya vieron la semana pasada. A ver, ¿qué saben de X? Muy bien. Les pido atentamente que se aferren a esos pedacitos de conocimiento y se recuerden de traerlos consigo cuando sus cerebros lleguen a mis manos, tres semestres después. Asienten con seriedad y se ponen a trabajar. Se suponía que individualmente pero no todos traen el libro así que tienen que compartir. Aysh. En "parejas de dos, máximo", les digo y no todos me hacen caso. Hay un grupito de niñas que está comadree y comadree. "A ver, pero hace cuánto de esto? y cuánto duraron?" Les pido que se concentren en la tablita que tienen que llenar. Los dos de al fondo me llaman con ànimos de conquista adolescente disfrazada de duda histórica. Sonrisa de lado, ceja levantada con incredulidad fingida me aproximo y les sigo el juego mientras les señalo la página en la que deben buscar las respuestas. De la esquina de las comadres surge un grito que detiene el flirteo guerrofríesco que me ocupa. "Miiiiissssss!!!! ¿y tú tienes novio Miiissss???" Aysh. Apenas nos conocemos y ya con estas confianzas. Pónganse a trabajar, y me doy cuenta de que una de ellas está al borde de las lágrimas. ¿Te puedo ayudar en algo? La comadre gordita me mira con resignación apretando la boca y me dice "No, Miss, es que no le podemos ayudar, pero pues se le va a pasar". Los dramas adolescentes. Qué deliciosos y destructores. Las abandono temporalmente mientras voy y entretengo con más trabajo a los nerds que ya terminaron. De repente niña-al-borde-del-llanto se pone de pie, me avienta la hoja en la cara y dice con voz telenovelesca "Ya no puedo más. Ya no puedo estar aquí. Me voy". Y me entrega la tablita que debía contener datos llena de A's y rayas y A's y más A's encima de las A's. En una esquina chiquitita, otra A junto a una M garigoleada. Busco el espacio en donde se suponía debía ir el nombre. Marcela. Ah, mugroso A. ¿Cómo alcanzarla en el pasillo y secarle las lágrimas y decirle que sí se puede cuando yo misma a veces no sé si se pueda? ¿Cómo hacer que el "todo pasa por algo" suene genuino en estos labios qur también tiemblan de vez en cuando? No puedo. La dejo marcharse a llorar al baño, es todo lo que puedo hacer. La dejo ir a lamerse el corazón de paleta roja a una esquina. La dejo garabatear iniciales frustradas en el espacio en donde había que poner conocimientos. La dejo que se mire el moretón tres, cuatro días, hasta que desaparezca. Quiero abrazarla y secarle las lágrimas y decirle bonita, hace diez años yo era tú y yo también salí corriendo de mi clase de Biología por culpa de otra A que hoy ya no me causa nada. Una A grandota y de voz grave que me cambió por una A bonita y alta que no era yo. No te va a pasar nada, te lo juro. Te vas a reponer, te lo aseguro. Es preciso que llores, pero también es preciso que aprendas. Y me quedo callada y sólo la miro marcharse y tomar su mochila y dirigirse al primer corazón roto de la vida mientras retomo al grupo y les recuerdo que nos quedan quince minutos más de trabajo.

Etiquetas:

11.19.2004

e-rting

Me encantan esos pequeños mails que van y vienen en tiempo real como si por MSN pero que tienen un charm especial por ser mails. Prometo no darle nunca mi cuenta de MSN.

Ciegos

De repente, es viernes. De repente me doy cuenta de que me he quedado como en blanco. Tengo cuatro, cinco posts sin empezar. Tengo cosas que decir y no puedo. ¿En qué momento? Algo me sucedió. No me lo explico. Estoy como vacía. No sola, no triste, no sin planes ni expectativas. Es quizás sólo el hecho de que hay tanto a mi alrededor y todo me supera y todo me da vueltas y todo requiere mi atención inmediata y me bloqueo. Anoche ví a una pareja de ciegos caminando por la calle. Por el retrovisor pude ver la forma en que él acariciaba el cuello de ella, que caminaba por delante. Tal vez no sea nada, pero ese gesto me causó una profunda tristeza. El contacto de la mano del hombre con el cuello y el cabello de la mujer. Una forma de decirle "Aquí estás, y yo también". La soledad en medio del tráfico. Ellos no podían ver los rostros de fastidio de los conductores, la indiferencia de quienes no abrían sus ventanas, la niebla y la noche que caían. Lo escuchaba, lo sentían, por supuesto. Pero lo real, lo que estaba ahí eran ellos dos, uno detrás de la otra. Estaban sólo ellos y la mano sucia sobre el cuello tostado por el sol. En la oscuridad, el roce de una mano es diferente. En la oscuridad perpetua, ¿cómo será esa mano sobre el cuello? Quise saberlo y no pude.

11.18.2004

Imposible.

Todavía me duele un poco la cabezota.
Todavía hay una mitad de mi rostro que siento que no funciona.
Todavía siento que con el ojo izquierdo no veo.
Recién me acuerdo. Cuando era niña me pasaba algo parecido. Decía "Se me mueven los sesos" y me daban una pastilla y me dormía las únicas siestas que dormí cuando niña.


11.17.2004

Cafergot

Maldita migraña, te odio.

11.16.2004

17°C

In-sis-to.

Ni diecisiete grados ni catorce ni trece en la mañana muy temprano ameritan no bañarse ni ponerse bufanda ni chaqueta y mucho menos GUANTES.

Aunque la neblina, los cuarentaytantos del verano ni las rebajas de Zara del año pasado.

¡Por favor!

Palomas, conejos y trapitos

Hace cuatro años lo sentábamos en la carreola mientras tecleábamos desesperadas las últimas páginas de los últimos trabajos en los últimos minutos de la noche. El día de la graduación lo vistieron muy mono y fue a a la fiesta y aplaudió y bailó y finalmente se quedó dormido. Su mami y sus tíos y tías postizos nos graduábamos de la licenciatura. Él y su papá se habían quedado muchas veces a leer cuentos mientras nosotras teníamos exámenes. Cómo pasa el tiempo. Tía, ¿cuándo vienes a ver una película conmigo? ¿cuándo vamos a McAllen con tu hermano? Imposible prometerle y no cumplirle. El fútbol, pintar y las piñatas sus ocupaciones principales. Mamá, mamáaaa, el mago está diciendo que va a regalar animalitos. Mira, nos dio su tarjeta para que lo invitemos a mi fiesta. Y se olvida por completo de los juegos y la merienda y se va corriendo a la primera fila. Hay una paloma. El mago no se ve que tenga muchos poderes. Parece, más bien, maestro de primaria sin control de grupo. Pum, pas, abracadabra, etcétera y se esfuma la paloma. Maaaammmmmáááááááá, ya no quiero la palomaa!! El mago la convirtió en un trapito azul, qué feo mamá, ya no lo invitamos a mi fiesta, yo no quiero un trapito, yo quería una paloma. Mago mentiroso, buu. Por un instante temor de que se organice una rebelión infantil contra el mago farsante. Afortunadamente no pasa a mayores, salvo por el hecho de que a alguien le arrancan una promesa: "Si meto un gol, me regalas un conejo, ¿sí?" Y sopas va y mete un gol en el siguiente partido de fútbol. Y entonces hay que olvidarse de las clases de maestría y dirigirse al centro comercial, porque hay que cumplir. Con la mini-hermana a rastras, madre e hijo se enamoran de una bolita blanca carísima (parece que crecen tanto tanto que luego uno se puede hacer un abrigote con él y eso lo incluye el precio), a la que por supuesto hay que comprarle todos los accesorios. De regreso en casa, explicarle a la dálmata de toda la vida que el conejo no se come, y a la hermana menor que la iguana no puede jugar con el conejo nunca y al papá que el rostro de felicidad de sus hijos no tiene precio y que para todo lo demás existe Mastercard. Diez horas más tarde, "Mamá, ¿por qué el conejo no se mueve y tiene siempre los ojos abiertos?" La inminencia de la hora de entrada al colegio distrae la atención mientras se resuelve el enigma del conejo. "Bueno mamá, me voy al colegio, pero te encargo que lleves a mi conejo a la tienda para que me lo arreglen, ¿sí?"
Y acaba una transportando cadáveres en la cajuela del auto.

11.15.2004

Lunísimo

Hace mucho que una semana no pintaba tan bien.
Gracias a todos los que lo están haciendo posible.


11.14.2004

Seguridad pública

Con la actitud correcta, y los jeans stretch y las botas negras de tacón alto y la bufanda tricolor y el turtleneck negro, una puede perfectamente bien atravesar el estacionamiento lleno de periodistas y caminar con paso firme entre cincuenta elementos de seguridad pública y abrirse paso entre los abogados chafos y plantarse en el lobby del edificio de la policía para cualquier cosa. Y una puede sentirse endemoniadamente satisfecha de que no le tiemblen las piernas, ni se le achique la voz, ni se le asome la sonrisa nerviosa, ni retroceda el ceño serio.

11.13.2004

Horario de invierno

Nadamás no lo vayas a besar, ¿me escuchas? La miro y me río mucho. Por dentro me enojo un poco, pero todo es confuso. Apenas van a ser las tres y me estoy divirtiendo mucho, aunque me haya prohibido besar al muñeco este que tengo enfrente. Digo muñeco sólo porque hay cuatro litros de alcochol en mi cuerpo, y esas son las palabras que se me ocurren cuando hay cuatro litros e alcohol en mi cuerpo. Entonces para qué me lo presentan, digo yo. En fin. Es jalogüín. Quedamos de vernos temprano para el cumpleaños de Poncha (no es su nombre real), dijimos que temprano "para no desvelarnos tanto". Ja. No era fiesta de disfraces. Nobstante, me puse mi vestido de chica Bond (sin, por esta vez, la pistolita escondida bajo el liguero), zapatos altos, accesorios plateados. Para matizar el look (y es que, el vestidito chica Bond que tanto me gusta es muy breve), ponytail baja por un lado, labios brillosos sin color, smoky eyes. Llegamos, identificamos las tres áreas destinadas a la fiesta compartida. Imposible saludar a nadie que no esté de pie, lo siento. No voy a agacharme, es evidente. Un litro de whisky, dos. Me estoy divirtiendo mucho. Pequeño detalle: quien normalmente me regula el consumo de alcohol es la cumpleañera y se ha tomado la noche libre. Voy a tener que confiar en mi sano juicio. Uno de los cumpleañeros se empeña en quitarle el aire a mi vasote, volviéndolo a llenar de hielos y de agua y de más whisky. Qué buen anfitrión, me cae. Para cuando llegó Don Chamán yo ya iba por el tercer litro y traía una fiesta buenísima. A pesar de llegar muy tarde, no se perdió casi nada porque llegó justo cuando la noche ganaba una hora más. Entonces se hizo el formal anuncio: Nada de lo que habíamos tomado en la última hora valía, puesto que esa hora acababa de anularse. Ni modo, a reponer los tragos perdidos. Cuarto litro. Hace mucho que no bailaba norteño. Una cumbiera intelectual necesita mucho cosas como éstas. Afortunadamente hay mucho material disponible. En medio de una singular alegría le confieso discretamente al novio de la Chikis que me gusta el muchacho ése de ahí. Nadamás a las dos de la mañana se puede sostener un diálogo tan largo refiriéndose a dos personas diferentes sin que ninguno se dé cuenta. El novio de la Chikis quiere saber primero si me interesa un modelo desechable o quiero un producto durable. I just want to have a little fun. Creo que es economista, aunque me recuerda mucho a alguien que no es economista. Todos me sonríen mucho, yo fumo y fumo y me cuelgo con alegría del popote de mi vasote. De repente me canso un poco, me siento. Todos a mi alrededor bailan. Empieza una canción que me gusta, del otro lado de la mesa alguien me extiende la mano y la tomo. Antes de que pueda ponerme de pie una mano brusca y cumpleañera se posa en mi muñeca y una voz que brota desde las alturas dice "Ella ya no baila". Achis, pienso, pero no digo nada. A mi derecha alguien produce una llave, alguien más dice "Yo la llevo". Me choca este punto de la noche. Cuando todos deciden menos yo. Yo me quiero quedar, pero soy muy obediente. Y yo y mi pequeño vestido (¿qué hace un vestidito negro en la calle a estas horas cuando en realidad debería estar tirado en algún rincón de un cuarto a oscuras?) nos subimos dócilmente a un auto y nos llevan y nos dejan en una cama ajena y nos dormimos y todo todo se desaparece otra vez. Gracias al comité de preservación del estilo e impedimiento del menoscabo del glamour.

11.11.2004

Recta final

Y al final de cuentas,
el mejor alumno siempre resulta ser
el que aprendió más,
no el que más sabía.

11.10.2004

Machaca 2

...y como caída del cielo, como para resarcir el daño, me cae enfrente una ensalada con tomate y queso cheddar (es un decir) y...cashews!!!

Otra vez en paz con el mundo.

Machacado con huevo

Puedo treparme con elegancia en los tacones. Puedo secar y alisar y acomodar el cabello largo. Puedo ponerme las medias y la ropa interior discreta. Puedo sin problemas usar el saco y el pantalón de ejecutiva. Puedo, por supuesto, colgar las perlas chiquitas de los oídos, y encaramarlas de agua dulce amorosamente al cuello. Puedo usar perfume y abstenerme del cigarro matutino y subir por el elevador en lugar de por las escaleras. Puedo sentarme con gracia en el círculo pequeño de gente con rostro aburrido. Puedo sonreír y pasarle el azúcar al de a un lado al tiempo que contesto la pregunta seria del que se encuentra del lado contrario. Pero por ningún motivo esperen que toque el huevo sobre mi plato. Imposible. Eso sí va contra todos mis principios.

11.09.2004

Salamba Sirsasana

Hacía dos semanas que no iba. No te había llevado cuerpo querido y te estaba haciendo falta. Las rodillas maltrechas, el moretón espectacular en la derecha, raspada la izquierda. El cansancio, como una camiseta arrugada y sucia. Así que fuimos. Nos sentamos en la penumbra y respiramos profundamente. POco a poco nos desperezamos, volvemos a sentir cada músculo. De pronto anuncian posturas invertidas. Yo no sé hacer eso. Esas cosas no son para mí. El cuerpo me ignora y empieza a hacerle caso a la voz de la maestra. Yo se lo permito. Me callo y lo dejo hacer. De repente estamos de cabeza. Las piernas rectas en el aire medio tambaleantes, es cierto, pero en el aire. Cierro los ojos. Siento la sangre bajar al cerebro. El oxígeno, el bienestar me inundan despacito. Qué delicia. La voz que dicta la postura se acerca y dice, perfecto, esto significa que no tienes miedo de visitar tu pasado. Y de pronto la gravedad se me olvida y el esfuerzo en los brazos. Ahora estoy lista para cualquier cosa.

11.07.2004

Buen partido

¿Quién era? pregunta como no queriendo mi madre luego de que despacho a la persona en el teléfono. Es domingo y nos hemos reunido en torno al cumpleaños número cincuenta de mi padre. Un chico, digo y vuelvo a concentrarme en el pastel. Sobre la mirada gacha las miradas van y vienen junto con las cejas alzadas. ¿Y quién es este muchacho?,fingiendo desinterés, como para ver si suelto algo. Les doy un par de datos de esos que no dicen nada. ¿Y lo conociste...? Es el roomie del novio de una de mis amigas. Y entonces una sonrisa ilumina el rostro de mi mamá. Pues a mí me encanta, declara satisfecha y dispuesta a pasat a otro tema. Mi padre y yo la miramos sin entender. "Vida, ¿no lo ves? es un muchacho que vive con-mu-cha-chOs". Y se termina feliz de la vida la nieve. Cómo han sufrido los pobres. Cómo se les van a hacer fáciles las cosas ahora.

11.06.2004

Ay

Ay.

Ay mis ojos.

Ay la cabeza.

Ay Lola, cómo eres.

Ay qué buenas tapas.

Ay Jorge, por qué te nos vas.

11.05.2004

Rosa

Hoy me puse el suéter rosa-maricón cuello bateau. La pañoleta lila con rosa en la cabeza. Estoy de buen humor. Hace bueno afuera, con el sol y el aire que todavía no es frío de verdad. Ayer volví a ser una niña y a hacer cosas de niñas. Me habían invitado a cenar. A cenar como en una cita con un hombre que recién conocí. Me gustó otra vez eso, que me abran la puerta, que paguen la cuenta. Que me marque y diga buenas tardes aunque ya sabe que soy yo quien ha contestado. Dice la señorita Rockstar que no exagere, que como quiera nunca he salido con pandilleros. Se equivoca parcialmente. Con pandilleros del amor sí. Pero ellos ya no caben en este espacio. Ahora todo es nuevo otra vez. Me puse mis jeans a la cadera y el zapato alto y el escote café. Pero sin pintarme casi. Sin cosas raras en el pelo. Fuimos a ese restaurancito que tanto me gusta. Platicamos mucho rato. Agradable. Con un brillo genuino en los ojos, con una curiosidad por saber quién soy. Él no conoce mis tragedias (al menos no la segunda), y no tiene porqué conocerlas. Es un muchacho bien, tranquilo. Exitoso sin escándalo, inteligente sin pretensiones intelectuales, apuesto en una manera poco amenazadora. Veremos qué sucede.

Lo único fue que me quedé con hambre. También la prudencia va incluida en esos deits.

11.04.2004

Dos tragedias

Una, fundamental e inevitable (la del cuerpo):
Me gustan los hombres.


Dosa, estúpida y risueña (la mía):
Ellos nunca han sido suficente(s).


Una me enoja, la otra me hace llorar.

11.03.2004

The dreamers

Ya la ví, en medio de un adulterio dominical desvergonzado. Me voy a abstener de escribir la reseña hasta que mi marido del cine la haya visto y hayamos hecho las paces. Todo sea por la convivencia familiar. Pero me encantó el soundtrack.

11.01.2004

Cuadernitos

Ya funciona el último vínculo del texto. Sorry.

Hace justamente un año empecé mi segundo blog. Una página más personal e íntima en donde empecé a subir escritos de una naturaleza diferente a los que aquí publico. Cuentos y uno que otro poemilla cursi. Sobre todo, lo que normalmente hay en los muchos cuadernitos que cargo conmigo todo el tiempo y en donde recojo muchas cosas que de otra forma se me perderían. Más rápido de lo que me dí cuenta los cuadernitos se convirtieron en otra cosa. Dejaron de ser por sí mismos y empezaron a ser la mitad de un diálogo con una persona que estaba lejos. Lautriz escribía en los cuadernitos y el lector le contestaba desde un departamento en el piso 22 de un edificio a orillas del lago. Era delicioso, debo confesarlo. La mezcla entre realidad y ficción. De la otra pantalla nacieron Laura y Artemio y los cuadernitos retomaron la historia muchas veces. La anticipación cada mañana, esperando "lo más nuevo, lo último". Un vacío delicioso en el estómago al reconocer las pistas, las indirectas, los coqueteos. Un día, de pronto, se publicó en ese otro lugar azulito y austero un cuento sobre una seniorita ele y su estudiante enamorado. No me cupo la menor duda y, temblorosa, me dejé ir. Escribí sobre madrugadas de estrellas y julietas (ahí nació Julieta) y cuarentonas enamoradas. Para sus ojos. Escribimos tanto y de tantas formas que un día de diciembre logramos que las líneas se convirtieran en realidad y el lector se vistió de Artemio con una camisa de cuadritos y se apersonó en el aeropuerto de esta ciudad. Hacía apenas cuatro meses se había marchado. Hacía apenas cuatro meses nos habíamos despedido como buenos amigos, ignorantes de a dónde nos habrían de llevar las palabras. Laura se puso unas botas y una bufanda y fue a recogerlo como si nunca lo hubiera visto antes. Apenas un par de noches y hubo que separarse. Pero ya la cosa existía con carne y hueso. Nos dimos cita al fin de año con la esperanza de que más bien fuera el inicio de una vida, de un proyecto. Y nada. Un día, meses después, todo se fue al carajo. Un día decidí que las casi cuarenta mil palabras que vivían cómodamente ahí debían ser ejecutadas. Y así fue hasta que hoy, justamente hoy, día de los muertos y los difuntos y los que ya no están, han vuelto para recordarme un poco que yo también tenía palabras de amor para dar.

Lo logro, despacito, lejos de su mirada.

Matinée Française

Madre de familia y amiga entrañable me habla desesperada. La persona que iba a ir al salón de su hija en el día de las culturas a hablarles de Francia no va a poder. "¿Cómo ves? Yo creo que haber vivido allá y haber estudiado lo que estudiaste te califica muy bien para ir a hablarles". No estoy muy segura pero acepto. Me echo un clavado en el cajón de mis recuerdos y en mis estantes desordenados. Un álbum: reviso que todas las fotos sean decentes. Un libro de arquitectura: perfecto. Un billete de doscientos francos, varias monedas...muy outdated pero muy Francia-del-siglo-pasado. Tengo miedo de ir, de pararme frente a ellos. Respiro hondo. Me pongo una falda de mezclilla, blusa de alforzas y florecitas celestes, cinto color caramelo, unas mules a juego y mis aretes azules con café y turquesa que tanto me gustan. Pos no sé si francesa, pero me veo bien. En fin. Llego, me pasan. Sale la profesora del grupo a recibirme. Me tiemblan las piernas, no puede ser. Mejor que me pregunten de política francesa, me cae que eso no me da miedo. Que me pregunten de pensadores y de filósofos y de quesos y de instituciones y la constitución y la cohabitación, de besos franceses y bares tulusanos... et bon, c'est pas grave. Bonjour, les digo a las veintitantas caritas expectantes. Tienen siete años y no pueden imaginarse el terror que me infunden. Como María Antonieta a la guillotina. Tienen muchas preguntas. ¿Y por qué no te gastaste todo este dinero? ¿Cómo se dice rana en francés? ¿Es cierto que comen caracoles? ¿Por qué hay un señor encuerado en la moneda que nos enseñaste? ¿Cómo se dice tigre en francés? ¿Tú naciste en Francia o en Monterrey? ¿Cómo se dice rayado en francés? Ayayayayayayayy. Como puedo voy explicando, anotando en el pizarrón las palabras que preguntan. Ojo: Cuando son de ese tamaño, no se deben pegar las letras unas con otras en esa rara mezcla de letra script y manuscrita que uso. De pronto empiezan los disturbios. Varios niños están de pie mirando un mapa, otros pintan, algunos me han rodeado cuando me puse en cuclillas para recoger algo del piso. Un monstrilio arrastra una silla y se sube para ver por encima de la multitud de lilliputenses entre los que me encuentro. Sopas. La silla se cae, el niño junto con ella. Afortundamente para él, una niña impide que se estrelle contra el suelo. Desafortunadamente para la niña, fue con su cuerpo que el de la silla amortiguó la caída. Llanto, gritos, Maztrich confundida. Salgo de ahí despavorida. Yo mejor los espero a que crezcan. Nos vemos en diez años corazones, au revoir.

Resumen

Qué buena fiesta.