5.31.2007

ondulante

La ciudad de Posadas, capital de la provincia argentina de Misiones es ondulante. Se extiende desde el Paraná -porque por el Paraná llegaron los primeros misioneros en sus ígaras en 1616- en olas que ascienden y descienden hacia el centro. Ese centro que llega a su máximo en Colón y Bolívar. Tomamos el 21 que nos lleva casi casi a Colón y Bolívar. Entonces es que noto este bamboleo casi acuático. Cuesta trabajo, ir de pie, encontrar un asiento. Cuesta trabajo, mirar sin marearse.

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5.30.2007

Misionera

Abrí los ojos una mañana en el filito posterior de mayo y estaba en Misiones. Afuera hacía frío. El colectivo (qué fácil escribo colectivo en lugar de camión) se mueve despacito y alcanzo a ver la helada y sí, la tan prometida tierra colorada. Todo está en silencio, la gente duerme la novena hora del trayecto Buenos Aires-Posadas. En poco más de una hora nos van a venir a ofrecer el desayuno. Me siento estúpidamente torpe cada vez que alguien me habla y me niego a contestar si no es através suyo. Té, le digo a él en lugar de dirigirme a la asistente de abordo, como si ella o yo habláramos idiomas diferentes. Vuelvo sobre la frase "asistente de abordo" qué nivel, la transportación terrestre en este país. Hace frío pero la recepción no puede ser más cálida. Espero no estar muy despeinada mientras asiento educadamente. Durante la comida espío los ojos y las barbas y los gestos tratando de adivinar a cuál se parece más. De alguna forma evito sentirme en la película cliché de boy brings girl to meet everyone, etceteri etcetera. Serán dos semanas. No sé si todo podrá ponerse en palabras.

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5.28.2007

refugiada

Estamos en Buenos Aires y hace frío y me hicieron salir antes de lo que pensaba y estoy sin bañarme. Vamos a Las Violetas, a comer medias lunas y tomar café. Para que esto sea como debe ser debí pedir café cortado, o lagrimita, pero yo quiero un café. Y ya que estamos, mejor un tostado de jamón y queso. Uy qué rico que es esto. Volteo a todas partes y sólo hay viejitos (pensionados, me corrigen). Viejitos y nosotros dos, que a veces, cuando hemos pasado mucho tiempo sin vernos, peleamos a la menor provocación y nos decimos y cosas incluso al atravesar la avenida más grande del mundo. Me siento como refugiada en un país extraño, despeinada, con frío. Luego la migraña en el barrio de Retiro, mientras averiguamos cómo se hace para ir a la tierra colorada de él, y quedate allá sin hablar cuando compremos el pasaje, que a los extranjeros les cobran más. Mientras me compra una botella de agua para pasar el remedio antimigraña, escucho a Bronco y como que me quiere dar nostalgia pero más bien tengo gusto de estar acá, igual que ellos desde las bocinas de algún vendedor. Nos sentamos a tomar un poco de sol en la Plaza San Martín, frente a la placa que conmemora a los caídos en las Malvinas. Un hombre se queja de unos chicos que recién estuvieron, "se burlan los pibes de estos que dejaron la vida en la guerra, viste? qué vergüenza, y quiere uno cagarlos a palos, que anden a...". Empezamos a caminar plaza arriba, entre los árboles y las palmeras que me parece no deberían estar acá, tan al sur. Después llegamos a Florida, entre los mimos y los bailarines de tango y las cosas para el turista. Nosotros no somos turistas, ojo. Después de ejercitar mis habilidades de conversión de divisas en la Galería Pacífico tengo hambre. Vamos a Las Cuartetas, que no he comido pizza desde que llegué. Ni tomado Quilmes, for that matter. El lugar (y la gente) parecen de otra época. Acá todo parece de otra época. Espectacular, la pizza napolitana y la otra de jamón y morrón rojo asado. Más tarde reharé mi maleta, abordaré un colectivo, el éxodo continúa.

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5.27.2007

bienvenida oficial

Despierto en Buenos Aires todavía con la cruda del vuelo, del estadio, del frío. Tanto frío que hay acá y yo que no estoy preparada. Hoy, una semana después, me parece que la primera sorpresa del día es en el subte. El subte que debe tener mil años, y ventanillas de vidrio (de vidrio!) y focos y todo de madera y las puertas de los vagones las abre y las cierra uno. Hago como que no, pero qué maravilla, todo esto. Hace frío pero igual caminamos hacia la Casa Rosada, plenas seis de la tarde. Fotos en la Plaza de Mayo con cara de quéfríoquéhaceacáenmasho. Después un batallón que parece salido de un grabado del siglo XIX con kepí y botones dorados y toda la cosa hace su aparición. Van a arriar la bandera. Mi guía particular informa que una vez que toca el clarín ya no nos podemos mover. Nos quedamos a ver. Esto lo preparamos para vos, que venís, me susurra. ¿Y ahora van a poner la bandera mexicana? No, boluda, qué querés. Ah, es una lástima.

Una vez que terminan las ceremonias oficiales, enfilamos por San Telmo a comer, obviamente ¡comida uruguaya! Se sirven unas deliciosas papitas en forma de bolitas y un chivito estilo "mexicano" con queso cheddar (pero no hay) y picante (que ¡sí hay!). Tomamos un medio y medio, que equivale a medio de vino y medio de champagne. Después tomamos otro medio y medio y me pregunto si ahora no deberá llamarse de otro modo este coso.


Mañana: Las violetas, mediaslunas, Retiro, etal.

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5.26.2007

Argentina

No pensé que sería así como iba a venir. Tal vez, de un tiempo para acá me lo sospechaba pero no sé. El idilio ese que empezó ¿cuándo empezó? Con Mafalda, segurito y siguió con el rock en tu idioma y más tarde serían Borges y Cortázar. Y mi abuelita que cantaba volveeeer, que es un soplo la viiiidaaa....Y las pizzetas de Neuquén y la falsa chimichurri y El Gaucho cuando había alguna comida elegante en Monterrey. Hoy estoy de este lado, en el real thing.

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mayo 26

Llegué a Buenos Aires en medio de una ovación dominical. Resúltase que los argentinos aplauden cuando el avión aterriza. Un papelón, anota la prensa local, sho pongo los puntos en su lugar y a mí quién me aplaudió, loco? (Alguien más: Aaaah, buueeeeeno, aterrizóóóó). Menos de dos horas después del aterrizaje aplaudoso, me encuentro rumbo a la cancha. Vamos al nuevo gasómetro en donde juega SLo. Hace frío y a mí no me previnieron. Nos acomodamos en la última fila de la platea sur, a reventar el lugar. Dos filas más adelante hay una silla vacía junto a un anciano. Un señor me pregunta si el asiento junto al mío está ocupado. Sí, mi novio fue a buscarme un pancho y una coca. (Antes: ¿no me puedes mejor traer una cheve? Acá no hay en diez cuadras a la redonda desde hace dos horas y hasta dentro de dos más. Bu.) Y ¿ashá delante, habrá alguien? Y no, parece que no. El señor voltea a ver a un niño que no tiene más de siete años. Che, dale, sentate ahí nomás, que sho me quedo acá. El niño no quiere. Bolú, sentate ahí, con el abuelito, daaale. El abuelito aparentemente no es el suyo pero eso no importa. El pancho tiene papitas, qué delicia. Además ganamos. En el bondi, de regreso, la hinchada sigue festejando. Que no decaiga, che, y cantan y cantan y cantan. Cantan y brincan tanto que me contagian.

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5.25.2007

Mayo 25

Mayo 25

Mi primer rumeit cumplió años ayer. Lo festejamos antier por esas cosas de los viajes. Pero no le dije. No le dije que lo extraño mucho. Extraño sus sentido del humor y sus chismes y trotes cada que llega con alguna novedad. Extraño que me regañe porque hago ruido en la mañana o que se impaciente por mi forma de conducir. Extraño esa forma que tenemos de relacionarnos que está entre el gruñido, el pellizco y la carcajada. Extraño bailar con él una cumbia e intercambiarnos libros de Sanborn's. Él no lo sabe pero pienso en él muy seguido, cuando me doy cuenta de que me conoce mejor que muchos. Él, a quien yo quería ponerle Ana Luisa o Pared cuando naciera. Él, que me hacía llorar aunque yo era más grande porque me mordía y me pateaba. Con el que aprendí a jugar Mario Bros, y a nadar. El compañero de hallazgo que los regalos de navidad no los trae Santa Clós sino que se esconden desde noviembre en el closet de las toallas. El que tuvo que crecer antes que yo. El que me financió las clases de inglés con sus ahorros y al que le perdí su primera bicicleta en un viaje inocente al supersiete. Tanto que le debo. (Además de la bici y las clases de inglés). Tanto que nos parecemos, aunque nos acusemos mutuamente de ser adoptados. Tanto que lo extraño, a veces, cuando estoy en un aeropuerto rumbo a Argentina y pienso en su cumpleaños.

Feliz cumpleaños, hermano.

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5.22.2007

12:27 AM

Creo que cuando dejé de escribir fue cuando lo de afuera se volvió más importante que lo de aquí. Cuando empecé a envejecer. Cuando decidí, dejé, aprendí y quise. Cuando me dí cuenta que lo de aquí son pendejadas, que frente al cáncer a quién le importa un tlacoyo y frente a la deshonra los martinis no sirven para nada. Cuando supe que las palabras que mi mamá quiere leer no van a estar nunca aquí, cuando todos los días dudo que esas palabras existan. Cuando quiero decir, "cuando estemos en Buenos Aires" y me muerdo la lengua para no herir. Cuando mi abuela, en otra parte y mi corazón, partido y él que ya sabemos que no devolvió jamás ese pedazo y vos, vos que me hacés tanta falta, vos que tenés la figurita del agujero que tengo, el agujero que tanto pesa. Ése agujero a donde me parece que se fueron las palabras, chupadas, abolidas, extraviadas. Los renglones pasan y pasan en los cuadernitos que siguen viajando, que van y vuelven de Asia en las mismas condiciones. Tanta pinche palabra desperdiciada.

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5.21.2007

nambre nah

Con todo el NYMag y Goings about Town y The City y tooodo el gothamist.com que leo, no se me había ocurrido hasta hoy que supe que por fin abrió la sucursal de la NYPublic Library en Mullberry, a tres puertas de donde yo viví: Habían de clausurar la ciudad ahora que ya no estoy. Así nada tiene chiste, nambre nah.

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5.17.2007

qué curiosa cosa

Qué chistoso. Qué chistoso saber tan poco de alguien y de pronto, tener la certeza de que sus ojos estuvieron, vieron, leyeron.

Aquí. ¿Qué haces aquí?

deuda

le debo unas de diez de mayo y no sé por dónde empezar. te amo.

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5.10.2007

ultimátum (Ar version)

Querido cuerpo: vos te pensás (te lo digo así para que no te rías y entiendas que esto es serio) que porque seguís creciendo sho voy a comprarte ropa nueva.

Te equivocás.


Si no empiezas a adelgazar la ropa va a seguir siendo incómoda.

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5.04.2007

valedictorian

Nunca me había sentido tan cerca a una generación. Del medio millar que estamos por mandar al mundo, el veinticinco porciento pasó por mis manos. Son buenas gentes, la mayor parte del tiempo. Ellos tampoco saben a dónde van. Tampoco saben que diez años después la cosa no cambia mucho pero sshh, no vaya ser que se quieran quedar otro ratito. A los de ayer no sé si hice bien. No les dije que sueñen ni que serán capaces de lo que quieran, ni que el futuro es suyo. Les dije que las cosas no siempre salen bien, que a veces los planes cambian, pero que se casen con lo que elijan y perseveren hasta que no se pueda más. ¿Y tu plan, Miss, salió? Mi plan, les digo y se quedan expectantes, ansiosos. Mi plan, suspiro y se me llenan los ojos de adioses. Me sorprendo. Hace diez años yo era ellos y no estaba ni cerquita de verme frente a un salón haciendo esto. Hace justo diez años yo también pensaba que cuatro hijos y con el novio de siempre y trabajar medio tiempo y cocinar a mediodía y tener ropa bonita y haber leído muchos libros y ganar dinero y una casa de estilo mexicano colonial. Sin el sueldo del pobrecito que antier dijo ¿como para los veintidos que me gradúe ya podré estar como ganando unos 120mil mensuales, no?, no era yo tan planeadora, pero algo así. ¿Cuántas veces les van a romper el corazón saliendo de aquí? ¿cuántos trabajos, cuántas entrevistas? ¿cuántas desveladas? ¿cuántos no van a llegar, un choque, cáncer, tragedia? ¿cuántos van a ser cantantes o escritores o bailarinas? ¿cuántos van a venderse, a conformarse? ¿quiénes? ¿cuáles? Los miro así de frágiles y tengo miedo de que se vayan. Quiero decirles, ojo, cuidado pero no cabe. Eso lo tienen que aprender solos.

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5.01.2007

monday night

Mañana no hay trabajo. La música suena fuerte y las caderas empiezan a moverse. De pronto estoy sudando. De pronto no me importan los cuerpos sudorosos alrededor. Un hombre supervisa mis movimientos, asiente.
'

Es triste que esto sólo puedo vivirlo en un gimnasio, a plena luz del día. (Y encima tener que pagar)

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