7.20.2005

dones

Me gustarían muchas cosas. Ayer por ejemplo, fue el día que llega el catálogo de Pottery Barn en el correo. Una sufre un poco, tan bonitos los muebles, los estantes, las cortinas, los marcos para las fotografías. Mi domestic partner (esta semana descubrí el término y me encanta) dijo hace unos meses que al final del verano llevaríamos a cabo labores de remodelación. Brevemente experimenté eso que las esposas deben sentir cuando les dicen que les van a comprar un comedor o una sala. Una percha para la cocina sería bonito, reacomodar las litografías, el librero de la sala, un espejo para mi recámara. Eso no es lo que realmente deseo. Quisiera poder hacer algo. El otro día, en mi primer evento de voluntariado local, una mujer que ayuda a otras como ella a escapar de una condena en prisión a cambio de un programa de rehabilitación. El viejo que vive en el refugio pero no porque no tenga donde vivir sino porque necesita decirles a los jóvenes que sí tienen otra alternativa. They livin in a shelter, when they 21, thats just plain nonsense, y'know, they aint crippled, they got their whole life ahead, thats why I live there, to make sure they get off the streets. La mexicana del otro día que trabaja con inmigrantes. Luego, anoche en el teléfono. Él, con la cabeza recién rapada. Yo, con la necedad del calor, diciendo cualquier cosa que infundiera ánimos. No puedo, no sé cómo. Entiendo lo que le pasa. Los blastos y la quimio y esas cosas, las veo pero desde una distancia impotente. Quisiera poder algo más. A veces me gustaría tener ese don, el de ayudar de verdad. No a redactar una carta para conseguir una beca o un empleo mejor. No a acomodarle las palabras a un funcionario al que de todas formas van a aplaudirle. No a traducir un documento que tal vez no llegue nunca a las manos del inmigrante que no va a poder leerlo. Quisiera ser un instrumento útil, servir de algo, ayudar a los demás aquí y ahorita. Eso pues.