6.30.2007

reclamo

Hoy reclamo para mí el cine, a quién le importa que sea frívolo y salga yorch cluni. Mis amigos long gone. Reclamo para mí la lluvia torrencial y el silencio. Las palabras. Reclamo un cigarro y una botella de vino. Reclamo el tiempo perdido, la identidad sepultada entre tanta cosa negociada. Hoy me propongo volver a ser yo.

6.29.2007

recordatorio

Después de sacar cinco cubetas de agua del baño de la casa, todavía vestida de oficina pero ya ajuareada con LAS BOTAS me doy cuenta de que 1) puedo arreglármelas para sortear una inundación doméstica de viernes por la noche; 2) vino, aceituna y queso pueden esperar; 3) LAS BOTAS también sirven en este país (aunque su uso no sea tan fasion). Lo que POR NINGÚN MOTIVO debo olvidar es:

no debo ponerme las botas sin calcetines cuando hace calor y nadie me puede ayudar a quitármelas.

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4-1

Alguien de nuestra pareja binacional tenía que ganarle a los gringos.

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6.28.2007

...

Los pantalones los compré en Buenos Aires, enfrentito de El Ateneo. La blusa vintage de Diane von Furstenberg en Shanghai. La pulsera es del cofre de mi mamá. Los zapatos. Ah, los zapatos los compré el verano antepasado en West Broadway entre Prince y Houston. A veces no me reconozco. Hace rato, cuando se largó a llover, me dí cuenta cuán lejos estoy. Tengo hambre por voluntad propia, ¿qué clase de persona soy? Una persona que no puede terminar de postear sobre un viaje, que no ha lavado la ropa que por fin terminó de salir de la maleta. Que entre más anda, menos le interesa nada.

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Validation




YO sabía que esto iba a pasar.


Lo dije.

Lo escribí hace un año en mi tesis.

6.24.2007

distinta

Es domingo en México. Tengo todavía un cachito de migraña sobre el ojo izquierdo, qué molesto. La casa está prácticamente deshabitada, si no fuera por todo lo que pide compostura, limpieza, arreglo. Me pongo unas bermudas y la única camiseta que traje limpia de Argentina. Es nueva además. Tomo el auto, hago vueltas, voy al super. El viejito que empaca las cosas me dice ¿es del Atlante señito? Me cuesta darme cuenta de que es a mí. Volteo, todavía sin creer que esta, esta señito de la camiseta del Atlante sea yo. Lo corrijo. De San Lorenzo. Aaahh, sonríe sin dientes y dice "la Gata". Sí, sí, le digo, la Gata Fernández. Y después, sin saber por qué digo "salimos campeones". Entonces levanta un puño al aire y me despide sonriente.

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6.23.2007

volví

Me doy cuenta a cada rato. Cuando no puedo pagar nada con centavos. Cuando nadie me dice señora. Cuando los semáforos no prenden y apagan palindrómicamente. Cuando no puedo llegar muy lejos si no es en auto. Cuando batallo para saber cómo postear lo que tengo atrasado. Por las dudas, lo voy a poner todo en el lugar que debe ir, del 30 de mayo en adelante. Disculpe las molestias.

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6.20.2007

metsicana

Tenía que hacer Comida Mexicana Como Dios Manda. Después de una intensa investigación internetística vimos que había un par de posibles lugares en BsAs donde podíamos conseguir los insumos. Optamos por hacer arroz, frijoles, guacamole y tacos. De carne y de camarón. Y sohl-sa, claro. Increíble que sea una marca de ¿Laredo? la que exporte taco kits "al esterior". Una vergüenza. En fin. parece que no quedamos tan mal.

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6.19.2007

Puerto Madero. Abasto. Jean Jaurés


Mañana es mi último día en Argentina. Vuelvo a la realidad. Caminamos un montón. Vamos a cocinar mexicano antes de que me vaya. Seguro que acá es más fácil conseguir los ingredientes (hago changuitos). Paseamos otra vez por el centro. Entramos al cabildo. Hay banderitas por todas partes. Banderitas y listones. Compramos garampiñados (así les digo yo y qué) frente al edificio de correos y tomamos unas fotos medio idiotas "para el blog". Esta vez vamos a la parte linda de Puerto Madero. Nos besamos. Las baterías están por morir. Atravesamos el puente. Caminamos otro poco. Llegamos hasta la orillita de la reserva. Comemos cosas ricas parados, como si fueran puestos de tacos. Tienen salsitas de todo tipo, un verdadero hallazgo. ¡Y pican! Nos volvemos.

¿Y si vamos al cine otra vez? Vamos. Esta vez al shopin de Abasto. Vemos XXY, la de Darín. Hace unos días cuando caminábamos a casa de la madre de B (que dijo que yo era mona) vimos el espectacular y pensamos en ir a verla. Salimos de la sala con los ojos así como... así pues. La chava tiene una presencia muy fuerte en la pantalla. Afuera del mall, por un costado, está Gardel. Me faltaba Gardel. ¿Cuántas cosas me van a faltar en este viaje? Please note que dije este viaje. O sea que. Soñar no cuesta, dicen. Me toma fotos con Gardel, compro los souvenirs que me encargaron (el elusive tequila shot con la leyenda alusiva por fin), es de noche. Hay que tomar el camión. En la calle veo algo. Un anuncio. Una calle. Me llama la atención por Toulouse. Me lo tuve que aprender para mi curso de Histoire des Idées Politiques. Nacido en Castres (¿qué me importaba dónde había nacido?. Socialista. Affaire Dreyfuss. El papá de la casa me tomaba la lección, y conaspaviento llegaba a la parte donde decía...et puis il a einseigné...¡à Toulouse! Y nos reíamos. Y helo aquí, Jean Jaurès, en una callecita de Abasto, cerquitita de Gardel. Qué chido país. Empiezo a pensar en voz alta, en México nunca podría haber una calle que se llame así...¿por qué? quiere saPublicar entradaber él. Porque no sabríamos cómo pronun...y entonces caigo en cuenta ¿y ustedes? sé que no debería estárselo diciendo porque se enoja pero no puedo contenerme... ¿USTEDES se atreven a ponerle Jean Jaurès a una cashe? ¿Y cómo le dicen???!!!

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6.18.2007

Día de la Bandera

Cosas que hacemos en Buenos Aires cuando finjimos que no estamos de viaje:

- Vemos tele.
- Vamos al cine a ver la última de Gael. Charlotte Gainsbourg es fea.
- Leemos revistas distraídamente en un café cualquiera mientras inicia la función.
- Caminamos tomados de la mano en una calle oscura.
- Miramos en silencio, una familia sin casa, pidiendo en la calle.
- Escuchamos música. Mucha música. Escuchamos.
- Pasamos largos ratos sin hablarnos, cada uno frente a su respectiva pantalla.
- Voy caminando a La Francesa de Almagro. Compro coca y sandwich de milanesa para los dos.
- Leemos el diario.

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6.17.2007

dimanche

Día del padre. Llamada transcontinental---mis jefes están en Vancouver. Vamos a Palermo Soho--turns out to be lo que decían. Caminamos por las calles de América Latina--incluida esa. Comemos vacío con papas y canelones. Vamos a MALBA, a ver París-Marseille---not the Cortázar experience que me hubiera gustado zzzz. Chido el museo enigüei. ¿Y después? Mi moleskine dice "Palermo wking" and I have no fucking idea what that means. Luego a El Nacional en bus, a ver el début mondiale de démon Verlaine . De alguna forma su música ha sido parte importante de nuestro soundtrack y aquí estamos, tomando cerveza y vino. No sé si le pasa lo mismo, pero es como escuchar los primeros acordes de nuestra historia. Cuando termina caminamos hasta el Desnivel, donde pedimos provoleta, lomo y vino (ohsiohsiohsiohsiohsi). Nightcapeamos a lo del artista, tomando café.

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6.16.2007

asado, norita, campeonato

Hoy se juega el último partido del campeonato, aunque lo hayamos ganado la semana pasada. Hay que jugarlo igual. Me llevaban, no me llevaban, me llevaban. Al final quedamos que no. Un quilombo lo de las entradas, el trip, etcétera. Y también, separarnos un ratito, capaz. Temprano teníamos un asado en lo de su antiguo jefe. Una pareja intelectual con un hijo callado callado. Una casa muy linda, con mucha luz natural. Libros, fotos. Vivieron en Europa, en México, ahora acá. Una ensalada que me recuerda a Toulouse. El asado lo sirven en tablitas redondas de madera en lugar de platos. Me gusta. Para estas alturas ya puedo opinar sobre cortes y sé que morcilla no, gracias. Tomamos vino. Hablamos. Traen el café en unas tazas divinas, onda las que vimos en las tiendas de San Telmo. Eran de la abuela de él. Quiero. Quiero. Imagino ser así. Una pareja relajada que cocina un domingo para un joven que conocimos, que tenemos un juego de tacitas lindas y sol que entra por la terraza. Y saber que Europa y México están allá y aquí nuestros libros y nuestros trabajos editoriales. Es hora de irse. Él tiene que irse. ¿Pero y ella? Nos miramos. La verdad que yo me tomaría otra taza de café. Y no se dice más. Nos besamos y me quedo ahí, a charlar. De política, de futbol (!), del mundo. Ayudo a limpiar la mesa, doy las gracias y me marcho. Me despiden con buenos deseos.

Quiero un tasi. Lo encuentro. Me subo. Indico. No se puede. Él va en otra dirección. UFA! Me bajo. Camino camino camino. ¿Y si camino hasta allá? Al final, otro tasi. Ya sé qué voy a hacer. Entro a un salón. Que no. Encuentro otro, ahí en Rawson. Chiquito. Quiero un brushing. No me puedo ir sin uno, sólo por el placer de pedirlo (Nota relacionada: Mi amiga la argentina, un día: ¿y cómo le dicen ustedes al brushing? No me creo que no tengan una palabra para el brushing). Aprovecho y también me hago las cejas. Viajar tanto tiempo es malo para las cejas. Me atienda Norita, un amor. Me interroga con dulzura. Me da tips para las tres canas que tengo: Tenés que decirles que te las pig-men-ten, cuesta un poco de trabajo pero es lo que hay que hacer. Ella conoce a varias chicas que se han casado con mexicanos. Chicas bien ¿eh? Encantadores los mexicanos. Decile a tu novio que te sheve al Tigre (y una vocecita kevinjohanesca dice en mis adentros to buy lots of mimbre), es lindo ashá. Me habla de sus hijas. Ella vive en Barrio Norte (oh!) pero siempre ha sido gente de trabajo (ah!) y acá está. De pronto entra un mesero de filipina almidonada con un platito y una taza. Se dirige a la señora que está bajo el secador. Ése es el tipo de cosas que hacen un barrio así, con todas las letras. Pago 26 (menos de 90 MEX) pesos y no me lo creo. Camino un rato por ahí, con el pelo como se debe, en botas y con la pashmina que me regaló la suegra antes de que nos fuéramos. Me gusta Argentina. Me quedan tres días y siento que no serán suficiente. Ahora sólo me faltaría un cigarro, pienso mientras regreso a lo de B&J, que no están. B&J que tienen un departamento lindísimo de doble altura con la colección de música más chida que yo haya escuchado. B&J que podrían bien apellidarse Hospitalidad. Prendo la tele y alcanzo a ver un cacho del final. Esta noche cenaremos empanadas del Vasquito y aprenderé que me gustan las provezal pero no las de roquefort con apio.

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6.15.2007

recoleta, tereré y francis ford

Hoy seguimos con e l tour de Buenos Aires. Pasamos un buen rato esperando el camión que no llega. El colectivo que no shega. Hoy vamos a ir a la Recoleta. Seguimos en el mismo trip cheto de ayer: hoteles, joyerías, gente bien vestida. Upscale turistas. Comemos, much to his dismay, en La Biela, un lugar medio fresa old fashioned con meseros de esos de toda la vida. Cruzamos la calle al cementerio. Buscamos a Eva, a Sarmiento, a Rosas. Ahí están. Callados y muertos. Me parece que nunca había visto tantos mausoleos. Pasamos mucho rato ahí, entre los que ya se fueron. Hay tantos nombres que no me dicen nada. Tantos otros que deberían y mi memoria que anda de vacaciones. Hace bueno hoy, así que no importa estar afuera. Hay un sol muy chido. Caminamos a la iglesia de junto. Es mucho más linda que la catedral del centro. Adentro, we concur, es un poco mórbida. En el Centro Cultural Recoleta hay una de esas cosas de performances y arte. No le entendemos a todo. Hay un como booth para tomarse fotos kitsch de boda, y gente con poemas escritos en la frente. Y todo el mundo tiene cara solemne. Sin saber what to make of it, emprendemos la retirada. (Freaks). Cruzamos un par de calles (calles grandes, avenidas) y entramos al museo. Un museazo. Gratis. Pasamos un ratote viendo cosas. Los grabados de Garabito nos entretienen del frío. Salimos. Caminamos de vuelta a un shopping. Queremos o no queremos ir al cine. Queremos, pero. Peleamos. Odio que peleemos. En un silencio forzado tomamos un bus, luego otro. Si supiera a dónde ir. No hay. Estamos juntos. Esto es lo que tenemos. Es rush hour. Me pierdo en mirar los rostros de las personas que suben y bajan y suben y bajan y vuelven a subir. Nos tomamos de la mano sin mirarnos a los ojos. Como diciendo, dale, ya fue. Yastuvo, en mexicano. Vamos a verla a ella. Nos avienta las llaves envueltas en un pañuelo. Las atrapo, creo. Me emociona conocerla. Porque es fellow blogger, pero también porque. A ella y a Nina. Él se sorprende de que yo sepa de Nina. Nos reímos. Yo sé muchas cosas. Tiene música muy chida. Libros que quiero leer. Y chipas. Uy cómo me gustan. Mate también. Me voy dando cuenta que puedo tomar mate con todo mundo menos con él. Bueh. Es que él es un fundamentalista. Le gusta amarrrgo, amarrrgo. Si está bien lavado también puedo aunque no tenga azúcar. Toda la gente que hemos conocido me da la razón. Que me lo den suavecito. Es como si fuera un bebé. Nina también es un bebé, que quiere estar, participar, comer chipa, todo. Hablamos un montón. Me explica cosas. Todos me quieren explicar cosas de él. Ella además es misionera. Entiende el salto. El viaje. Lo que significa. A veces pienso que más que andar de museo en monumento, el verdadero viaje estuvo aquí, en los livings de los amigos. Que lo que me voy a llevar estuvo aquí, en torno a la bombilla. Esto. La amistad por afinidad. No sé.

Más tarde fuimos al Cuartito. Qué pizza más rica, y eso que no me dejaron pedir la que yo quería (sí, se lo voy a recordar a ese pseudo amigo toda la vida). De pronto, es él. Francis Ford, con la misma bufanda que traía anoche en el partido de Boca. Un gran barco que surca el mar de mesas y vinos y se sienta ahí, justo ahí. Qué grande, Francis. The perfect nightcap.

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6.14.2007

catorce


La misión del día, porque todavía no sé hacerlo en línea, es pagar la American Express porque si no me meten al buró. Son de esas cositas que te sacan de la vacación y te muestran que la vida sigue. Que si tu acá estás muy a gusto, a los de allá no les importa. Así que emprendemos la excursión al Barrio Norte que es un poco como el Oper Güest, supongo. Muy pipí-cucú, dicen acá. Muy San Pedro. Tiendas lindas, apartamentos bien vestidos, gente peinada y todo. Pasamos por el ministerio de relaciones exteriores. Llegamos. Me obligan a quitarme la gorra. Me indican que no puedo pagar. A menos claro, que lo haga con un cheque americano y que claro, la titular de la cuenta sea yo. Quéquéqué. Más fácil llamarlo a mi ermanuel pedirle yetanother favor. Odio que las compañías hagan difícil eso de pagar. Caminamos por Avenida Santa Fe. Por aquí vivió. Me muestra. Intento imaginarlo, recién llegado, caminando por aquí. Te voy a llevar a comer. ¿A dónde? Ahora verás. Entre verás y ahora se nos atraviesa un abrigo negro, lindo con capucha. Te lo regalo. ¿Me lo regalas? ¡Me lo regala! Giddy, giddy, giddy me lo pongo y caminamos hacia Cumaná, donde a pesar de que ya empecé a pintar en la mesa nos anuncian que no hay comida, sólo mate. ¿Qué pasa en este país? Ayer la misma cosa. Whew. Terminamos en la Madeleine, que es como Vips pero no exactamente porque no venden libros. Pido berenjenas. Me gustan las berenjenas. Vamos al Ateneo. Wow. Re-wow. No me quiero ir. Quiero todo. Luego cruzamos la calle y me compro un par de jeans lindísimos.

Por la noche iremos a lo de Figu, el amigo croupier (qué mal que lo pasan estos días en Argentina) a ver la final de la NBA. A ver a Manu Shinóbili, of course. Pedimos dos pizzas, calabresa y provolone. Con faina. Es un pan que se pone encima de la pizza. No le entiendo bien pero me gusta. Me gusta todo y si sigo así voy a volver rodando. Los comentaristas no se la acaban. Se trata de un triunfo del deporte nacional. Acá a nadie le importe que la A de la NBA signifique American, as in, los United States. Gana Texas, gana ARgentina, quite clearly. Y yo mejor me callo. Acá soy minoría.

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6.13.2007

porteña


Volvimos a Buenos Aires a las ocho treinta de la mañana. Acá hace frío de verdad. Sin amilanarnos (we New Yorkers don't care about the weather, do we?) vamos por unas facturas a Almagro. Después nos tomamos el 26 rumbo a la Boca. Caminamos una bocha, unas callecitas calladas que finalmente nos llevan a un sanatorio donde hay un poco más de movimiento. Cómo los comercios que hay frente a los hospitales son siempre los mismos, en todos los países. No todos los de Boca van a votar a Macri, a juzgar por una pared que dice Somos Bosteros No Boludos. Se siente la elección en el aire. El aire frío que me pega en la nariz y se burla de mi chaqueta de mezclilla. ¿Falta mucho? ¿Ya te cansaste? Sólo preguntaba che. Llegamos a La Boca. Abro mucho los ojos. Es regrande. Me impresiona un poco que no esté rodeada de estacionamiento, que enfrente haya casas, así, cruzando la calle. Me quedo de este lado de la acera. Como quien no se atreve a entrar a una mezquita por temor a ofender. Pero una foto sí ¿no? Bueno, una foto. Mafalda y Maradona para los turistas, todo en azul y amarillo. De la mano llegamos a caminito. Sé que debe costarle. Traerme a hacer turismo cliché. Así que vamos rapidito. Hasta que me topo con un escaparate maravilloso de cosas antiguas. ¿Y si compráramos algo? Como para, no sé, tener algo que poner cuando tengamos dónde. Ok, no. Un niño nos approchea en la parte más turística. Nos ofrece algo. Sonrío. No somos turistas, le dice él, lo más argentinamente que puede. "A ver, que hable ella". Nos reímos. ¿Esha? "Sí, sí, esha no ej de acá. ¿Peruana? ¿Boliviana?" Nos reímos más. "Que diga algo". Riendo nos alejamos a mirujear aquí y allá. Unos anillos preciosos, de hueso y plata. Suspiro. No vine a gastar dinero. Ése es Puerto Madero. Después tomamos un colectivo vacío y bajamos casi en Defensa con Brasil. Queremos comer pero nos dicen que ya no hay. Vamos entonces a Hipopótamo (o el Hipopótamos, no sé, uno de ellos es un lugar indecente pero ya no recuerdo cuál), a comer. Pedimos ravioles, una suprema, vino. Todo por cuarenta mangos, que es casi nada. Tan casi nada que salía más caro pedir dos copas de vino que una botella completa. No entiendo cómo funciona este país. Le saco una foto a este aparato que tanto me maravilla. Me encanta las burbujas aquí, son diferentes, te llenan la nariz y tienes ganas de reír y de decir aaahhh. Yo sería muy contenta con un sifón en México. Volvemos a emprender el viaje. Caminamos por San Telmo. Lindo todo. La gente como que fue y asaltó los cajones de las abuelas y las tías y fue a venderlo todo. Y yo que quisiera llenarme de cosas viejas y ponerlas en un estante de una casa que no tengo, pero tal vez pronto, no cobran por soñar. Por la noche vino Pablo. Vimos el partido de Boca en la tele y cenamos los cinco, sentados en torno a un salami y unas empanadas.

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6.12.2007

partiendo

Hoy dejamos Posadas. Fuimos un rato al centro. Compré un regalo para mi papá. Un cuchillo de esos que, supongo, usan los gauchos. Él se muestra reticente. ¿De verdad queremos que tu papá tenga un arma? Y bueno, así por lo menos morirías a cuchillo entrerriano. Intento comprarme un helado de quinoto y whiskey. Sólo acá se encuentran, seguro. Al final resulta de limón, bu. Caminamos por última vez en la plaza. Empacamos. Los amigos vienen y llaman todo el día. Su madre sacó algunas cosas para que vea. Fotos, cartitas. Que lo conozca desde chico. Siento feo de irnos. Peleamos al subir a un taxi. Tomamos fotos. Todavía me siento medio descompuesta pero ya no sé si es de verdad o es otra cosa. A las ocho treinta abordaremos el Vía Bariloche en donde tomaremos vino, degustaremos cena fría, cena caliente. Tomaremos champán (y pediremos segundas), miraremos una película tonta y dormitaremos un poco mientras volvemos al frío porteño. Dejaremos Posadas atrás. Dejaremos atrás la tierra colorada y los campos de té y la Avenida Gobernador Roca y sus amigos y el celular prestado y el perrazo ese que quién sabe si estará la próxima vez y la moto del hermariano y el sobrino primogénito que viene en camino y el croto que sí, es más grande que el de mi mamá, y sus amigos que juegan al pádel y lo extrañan y me dicen cosas lindas y me hacen reír y pagüer y la costanera y la placita y las cajas con recortes de su infancia y la facultad donde empezó a convertirse en, y la iglesia donde, y el shoping y el ferry al que no logré subir y Encarnación tan lejos y tan cerca y el chipero en la plaza y mate a todas horas y un columpio donde vuelvo a ser niña y la terraza con su madre que teje y su padre que fuma. Los abrazo fuerte. Me aguanto. No, no me aguanto. Quiero decirles que gracias. Que nos volveremos a ver. No estoy segura. Tomamos fotos. Su mamá me lo dice al oído. Vas a volver, sólo tienes que. Un secreto, una recomendación, una esperanza.

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6.11.2007

placita

Anoche me dio gripe. Cuando se está en casa ajena hay que ajustarse a los remedios de los anfitriones aunque uno no quiera tal o cual cosa. Tal vez haya sido too much fobal. Tal vez hace demasiados días que estoy aquí. Me sentí débil, cansada, caliente. ¿Tendré fiebre? Me llevaron pizza de Tonno's a la cama y miramos todas las repeticiones. Acá hay algo muy curioso. Cuando no compraron los derechos de transmisión de un partido enfocan la tribuna. Entonces uno escucha la narración, como si fuera radio, pero mira a los espectadores en el estadio. Creo que es hasta un poco más divertido que mirar el partido. Repiten y repiten las jugadas, los errores, el triunfo. La gente en la calle. Niños pequeños. En mi delirante fiebre (que ya me aclararon que no tengo) imagino a nuestros supuestos potenciales hijos, vestidos de azulgrana en el 2013 (que nos volverá a tocar), conociendo por primera vez lo que significa esto. Saberse, sentirse campeones. Tal vez sí estoy muy enferma. Por las dudas nos tomamos con tranquilidad nuestro penúltimo día. Mañana emprendemos la retirada. Urge que hagamos la tan prometida comida mexicana. El problema está en que aquí no se consigue manteca vegetal. Bueno sí, pero es lo que conocemos nosotros como margarina. Quedan duras las tortillas si se usa margarina. Tampoco cilantro. Buscamos y buscamos y nos refieren a una y otra parte. Me preocupa. Vamos a la placita que, de acuerdo con mis fuentes, es como Paraguay, pero de este lado. Queremos una camiseta de San Loré para mi tío. Ahora es tarde, ayer todavía se conseguían.

Por la tarde vamos en familia al centro, a ver si encontramos los ingredientes para la cena mexicana. No luck. A menos que. Entonces vamos al lugar ese que promete tacos. Desde que llegamos lo vemos y lo vemos y por una razón y otra nunca estuvo abierto. Tiene que ser hoy, sería mi salvación. No podemos quedar mal. El letrero dice hamburguesas, empanadas y tacos mexicanos. ¿Hay tacos? Y ahora no hay, pero más tarde. ¿Y de qué hay? Son de fajita de posho y de carne. ¿Y la tortilla es de harina o de maíz? Y, le pongo un poco de los dos para que sea suave. ¿Es suave la tortilla? Y... muy suave tampoco es. Pobre hombre. Nomás falta decirle que vengo de la secretaría de protección de la cocina mexicana en el exterior para que se desmaye. Así y todo le pido unos para la famiglia. En la casa hacemos salsa y experimentamos con tapas de empanada. Si las tortillas de harina sirvieron para hacer empanadas en Monterrey, ¿por qué no usar las tapas para hacer tortillas? Porque quedan duras, por eso. Fracaso total de nuestra primera incursión culinaria en sudamérica. Habrá que volver por la revancha. Prometo traer tortillas, salsita y frijoles.

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6.10.2007

campeonato II

Poco a poco aprendo a identificar las jugadas, a anticipar los oohhs y los ahhs. Mentiría si dijera que ya entiendo todo perfectamente, o que hay ratitos en los que mi mente no vuela a territorios más familiares. Pero me gusta. Me gusta ser parte. Me gusta pedir pororó (arg. palomitas) y me maravilla que traigan la cerveza envuelta en una cubierta de hielo seco, para que no se caliente. Me gusta gritar y putear y aventar los brazos como todo el mundo. Como él. Tener puesta la camiseta. Textear a la suegra que todo va bien. Que se despreocupe. Gritar los cuatro goles. Cuatro-dos terminamos. Y sí, usar así la primera persona del plural. Salir a la calle y compartir. Gritar. Sacar la bandera por la ventanilla del auto. Olvidarse que su madre estuvo preocupada porque quién sabe qué vaya a pasar. Mirarlo "tocar bocina" y estúpidamente decirle que en estas calles no vale, porque no hay nadie. En la costanera sí que hay gente. Me sigue pareciendo algo de otra época, la gente con sus sillas y sus termos y caminando por la costanera y charlando y fumando y seguramente chismeando y mirándonos que festejamos con las ventanillas abajo. Me hace feliz verlo feliz.

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campeonato


Despertar tarde el domingo, después de Power y el incidente y todo eso resulta medio avergonzante. Porque acá el asado dominical es temprano. Un poco como cuando llegaban a la casa con el menudo y yo, desvelada un día antes, y el ruido y levantarse y ser nice y hacer lo que mi mamá me dijo que hiciera. Damn it. Para cuando acuerdo soy la última en sumarme, qué pena. La concuña trajo algo, hizo algo, preparó algo. El suegro es el jefe del asado, though. Huele bien, el sol entra por la terraza. Me acomido. Tomamos fotos. Que pose ahí, junto al croto de mi suegra. Que pose ahí, junto al croto de mi suegra para que mi mamá vea que es más grande que el que tenemos en la casa. Ah no. A nosotros nadie nos dijo que íbamos a tener una competencia. En realidad, la compentencia es otra. Hoy se decide el campeonato. En la mesa, entre el chorizo de pollo (qué bueno que es) y la mayoliva (¿por qué no hay en México) y las batatas (que no sepa mi mamá que ahora sí me gusta el camote) y la yuca (siempre se me olvida cómo le dicen acá) y la tarta con manzana (¿me pueden dar la receta por favor?) se habla del futbol. Estamos a punto de ser campeones, aunque hoy no sea la última fecha.

Es un día importante y me visto para la ocasión. Acá el fútbol no es como allá, me explica su mamá, porque algo que siempre me gusta que dicen en la tele los jugadores de acá que van ashá es que ashá la afición es muy civilizada, acá es otra cosa, la gente hace quilombos y bueh. Después de la siesta nos vestimos y buscamos el lugar adecuado. Caminando por Bolívar me asomo a los bares y sugiero ¿ahí? Sólo hay cuatro personas, dos señores y dos chicos, todos cuervos. De aquí somos, dije yo, y entramos. Pedimos una picada, nos acomodamos. Pronto el lugar está lleno, y todos son correligionarios. La espera. La emoción. Los gritos y los cantitos. Y después. Después.

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6.09.2007

sábado de incidente

Tomamos la ruta rumbo a Oberá, a visitar a L, la amiga de el novio y a M, otro amigo. El paisaje es muy lindo, con muchos plantíos de te. También vemos un cacho que es como se supone que debería ser, con vacas pastando "y eso". En el camino vemos un anuncio qu me hace exclamar de antojo. Él me mira desde el volante: ¿qué rico qué cosa? Eso, la Picada Polaca. Se ríe. Se ríe mucho de mí. Es un camino, no un platito de botana. Ufa, y yo que apenas le estoy agarrando la onda a este idioma. Llegamos a nuestro destino y pasamos por el Parque de las Colectividades, una suerte de espacio en donde los diferentes grupos de inmigrantes tienen casas y restaurantes y ensayan bailes y cantos. En Oberá nos pasamos la tarde viendo álbums de fotos (yo) y rememorando (ellos). Es como que me llevaron de tour por el interior, a que diversas autoridades amistorias me otorguen el visto bueno. Yo por lo pronto me siento, como chipas, tomo mate si es con azúcar, claro, me río, explico lo que hago, halago, etcétera.

De regreso a la capital de Misiones, nos arreglamos para nuestro último sábado de fiesta. Primero vamos al boliche. No, no al boliche argentino sino al mexicano. A los bolos. El lugar es pequeño y, oh sorpresa, no sólo el puntaje se computa a lápiz sino que los pinos son cambiados ma-nual-men-te. Nunca había visto esto en persona. Pedimos unos nachos y tomamos ¿qué era que tomamos? No lo sé, pero la música estaba buena y la compañía también y mi racha estuvo muy muuy mala. Tantos domingos que pasamos en el Bolerama local o, incluso en las mejores épocas, en aquel boliche del Valle de Texas al que nos llevaban mis papás cuando éramos chicos. Nos despedimos de los amigos y nos dirigimos a probar suerte a Power. EL lugar de acá, de Posadas.

Pagamos cover, entramos. Anuncio early on que tenemos que bailar cumbia hoy sí. Sí, sí, dice él y me jala la mano y nos dirigimos a la terraza loungy. El heredero, creo que se llama esta área donde tomamos una hamaca y plantamos la cubeta con el champagne. No deja de impresionarme lo barato que es todo. Mientras la hamaca se balancea hacemos un recuento del viaje que ya va por la mitad. Todo bien, parece ser el veredicto. Brindamos. Qué ricura. Al rato decidimos que hay que bailar. Transicionamos al área donde estuvimos la semana pasada, ése de musica brasilera. Finalmente, cuando sólo nos queda una copa - de plástico por favor, pero flauta como dicta la etiqueta etílica-, nos dirigimos a una de las siete pistas de Pagüer. A bailaarrrrr. Y entonces. Entonces sucede lo que el parte indica, que yo no lo recuerdo: La sujeta transitaba guapachosa y rítmicamente, copaenmano hacia la pista de baile cuando otra transeúnte, que circulaba en dirección opuesta, colisionó aparatosamente con la danzante potencial. Un testigo indica: Fue como cuando mataron a Kennedy, se puso la mano en la cara, guaaah, el champán salió volando fuuuu por los aires y esta que se tapaba un ojo insistentemente y la pobre mina recogiendo los pedazos de la copa de la pista. Porque se hizo pedazos la copa, eh. En retrospectiva no entiendo para qué me ofrecía los cachitos de plástico, si lo verdaderamente importante era el champagne o bueno, el posible ojo que se me hubiera podido salir.

Para cuando el incidente se disipa ya no queda mucha cumbia. Reguetoneamos un rato, sambeamos otro poco. Nada de alcohol. De regreso al auto, un tropezón. Otro. A pesar de todos estos meses juntos no tenemos mucha experiencia en caminata compartida. Él no sabe. No entiende que no tienen nada qué ver los tacones, ni el alcohol, porfavor, qué clase de persona cree que soy. Nadamás medio torpe, es todo.

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atrasada


Faltan todavía muchos posts para que escriba el post que corresponde a esta imagen.

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6.08.2007

cataratas II



Ahora que lo pienso, si el muchacho que vendía los boletos nos hubiera advertido que se trataba de un wild ride, no me hubiera subido. Ahora que lo pienso, qué bueno que no nos lo advirtió. Pusimos calcetines y tenis en la bolsa de plástico gruesa, a ver, amárrate bien el salvavidas. Jijijiji. Qué emoción. ¿Eso de allá es Brasil? Sí, pero la parte de ellos de las cataratas no es tan copada. Ahh. La lancha/gomón empieza a tomar velocidad. Más jijiji. Tomamos fotos. Todo es verde. Creo que no me tomé la dramamine. Nos estamos acercando. El vehículo acuático hace unos giros que me dejan la oreja derecha a escasos centímetros del agua. Parece que tengo miedo, dice él, que se da cuenta de los nudillos que se aferran al asiento de enfrente. Ahora sí, dice el guía. Aquí paramos para que tomen fotos. Todos aguardan pacientemente mientras el resto de los tripulantes tomen las fotos de rigor. La nuestra queda linda. Cursi y linda. Damos un par de vueltas más, pero ya no veo nada. Todo es agua y bruma y brisa y garganta y no veo nada. Nos ordenan guardar las cámaras. Ahora sí nos mojamos. Nos mojamos bastante. Yo grito y me río y grito y me exhilareo. Parece que el corazón se me va a salir pero de pronto todo para. Nos desembarcan en unas rocas. Nos ponen nuestras pertenencias en las manos y nos dicen chau. Todos como que nos miramos sin saber bien a bien qué hacer. ¿Cómo detengo la ropa seca con mi cuerpo mojado?

El resto de la tarde la pasamos noviando entre mariposas y cascadas y vegetación. El video es de ahí, de la orillita del arcoiris, casi esquina con la felicidad.

Después tomamos el bondi y volvimos.

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cataratas

Después del borroso juego de Boca (parece que Macri mandó poner la bruma para asegurar la victoria - la de su equipo, pero también-) vamos chez los suegros a recoger la mochila que nos acompañará a Iguazú. La empacada suele ser un tema espinoso de nuestra vida viajera. A él no le parece que yo he simplificado suficiente mis requisitos maletísticos. A mí me parece que hay cosas que son indispensables. Una camiseta extra, estamos de acuerdo. El moleskine, O-KEI. La ipod no. Los potinques, por ejemplo. La guerra contra los potinques nunca termina. Los dos suspiramos pesadamente, metemos, sacamos. Sería más fácil si cada quien lleva lo suyo, sugiero, y me parece que no me entiende bien. Es como si hubiera sugerido que vayamos por separado a Iguazú. Como si hacer maletas diferentes fuera el primer paso del divorcio inminente. El camión (y digo camión sólo porque si no me lleva el lipgloss me niego a abordar cualquier palabra sudamericana, incluida colectivo) sale a la una y algo de la madrugada. Viajaremos toda la madrugada y estaremos tempranito en Iguazú, justito en las tres fronteras.

El trayecto tiene poca onda porque no logro dormir mucho y el camión no tiene los ammenities a los que, con una sola experiencia en Vía Bariloche ahora estoy acostumbrada. En todo caso somos depositados en la terminal cuando hace poco que ha amanecido. Mi crankiness se va tan pronto como encontramos café y mediaslunas. Ir al bagnio es toda una odisea. Hay que subir escaleras, atravesar cafetería, bajar escaleras, abrir compuerta, etcétera. Y luego igual pero de regreso y sin tanta prisa.

Compramos los pasajes y nos sumamos a los europeos y gringos que también vienen a ver las cataratas. Nos detenemos varias veces en el camino al parque a recoger a los empleados que también van para allá.O sea que vamos a buena hora, supongo. A la entrada ugh, otra vez la discriminación boletística. Él paga 6 y yo 30, sunescándalounabuso. No hay multitudes. Las indígenas apenas están extendiendo los tapetes en los que pondrán sus collares de semillas y los tapires tallados. Un guía nos sale al paso y nos ofrece tomar el gomón*. El bolsillo duda un poco pero al final nos animamos. Abordamos un vehículo verde oscuro en el que nos explican sobre la flora y la fauna. Lo de los palmitos (qué ricos que son los palmitos) no lo sabía. Es una lástima. Llegamos al lugar indicado. Nos entregan unas bolsotas de plástico grueso y nos indican que es preciso quitarse los zapatos. Ah bueno, así que seguro le entrará un poco de agua al gomón (él insiste todavía hoy que no era un gomón) (pero el guía dijo gomón!) (pero no era! ) (pero el que lo manejaba así dijo!) (y, lo dijo mal, qué querés) (pero él lo iba manejando!).

Lo que sigue después sólo puede describirse con una palabra: exhilarating. Nunca había sentido eso.

(cont)

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6.07.2007

periodista

Aquí es el Día del Periodista. Lo felicito por la mañana y lo miro prepararse para el evento de la efeméride. Lo invitaron a dar una charla en su alma máter. Su madre prepara milanesas (qué delicia) y arroz. Postreamos dulce de camote con chocolate y nos tiramos un clavado al placard del recuerdo. Sus primeras notas, sus primeras palabras en el diario. Luego me arreglo. Me pongo la primera ropa formal en muchos días. Su madre se maravilla. Hasta parecemos la mera verdad. Antes de su intervención en la facultad, va a dar una entrevista. Me pide que me quede junto a él en esta tarde en la que le toca estar del otro lado. Soy como Yoko, digo y nos reímos mucho. Llega la entrevistadora. Me quedo un poco atrás y poco a poco me doy cuenta de que hay muchas cosas que no sé. Lo escucho contestar cosas sobre las que nunca hablamos y me siento orgullosa. Después, cuando hay busca una palabra en catellano voltea a mirarme y le acerco la que necesita. Después tomo fotos, arreglo citas, lo escucho al micrófono. Después tengo que irme, yo también he de trabajar. Busco un taxi acompañada de su profesor y me dirijo a una llamada en conferencia Monterrey-DC-Lima-Posadas. Todo sale bien y entonces recibo noticias. Vamos a comer pizza y a mirar un partido lleno de bruma a Status. Nunca antes comí pizza de atún pero qué buena que es. Después nos cambiamos la ropa, armamos una mini mochila y nos preparamos para ir a lacataratas.

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6.06.2007

non grata

Hoy fue un día improductivo. Amaneció enfermo y suspendimos el viaje a Iguazú. Con la suegra nos coludimos para hacer que el médico -no necesito ver al médico- viniera a consultarlo a casa. Con la suegra también, pasamos la hora de la siesta en excursión al a farmacia a buscar el remedio. Insistiendo en el asunto Paraguay llamo al consulado. Me explican. Tengo que pagar 45 dólares si quiero ir una sola vez. Ok, no problem. Después el paraguacho al teléfono explica que también hay que llevar pasaporte y tres copias, fotografía y tres copias, boleto de avión y tres copias, copia de esto y aquello, todo por triplicado. Ah, y por la dudas, venga por ahí de las siete de la mañana. Me siento ligeramente ofendida. ¿De veras tengo tantas ganas de visitar Encarnación? Mis anfitriones insisten en que no, no vale la pena. Mi mamá escribe desde México, no seas coda, te invito los 45 dlls yo. No es el dinero, es la actitú. Desde sus ojos verdes insiste: Si no pagaste para entrar a la Argentina (y acompaña con puñadito), ché... Y tiene razón. Dejamos el viaje de lado y emprendemos una excursión a la cancha de padel, que, según me entero, es un deporte inventado en México. Nos ponemos de acuerdo para en la noche. Iremos a yet otro asado. Esta vez en lo de Pete. Sólo estamos la mujer de PEte y yo. El resto son ellos. Ellos que se conocen de toda la vida y se saben de todo y se quieren más de lo que algún día nos habrán de querera a la mujer de Pete y a mí. Me entero de cosas. Me muestran fotografías. Todavía no sé si quiero saberlo todo. Por lo pronto me encanta la carne, la mayoliva, el mathambre, todo todo me gusta.

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6.05.2007

costanera

Esta mañana íbamo a Paraguay. Primero, fuimo placita, buscábamo zapatisha Floricienta (no hay). Los marchante argentino dicen "qué será señora, qué será". Nada, no será nada porque no hay lo que buscamo. Bajamo hasta Galería del Mate, lindo lugar. Novio, papelón, estira palanca cae sherba everywhere. A la salida un pibito shora en la vereda. No tiene más de cuatro, cinco año. Y shora y shora solo en la vereda. Lo miramos y luego enfilamos al río. Fotos en la cojtanera, en el ferry. Bajamo a lancha parir a Paraguá, quiero otro sello pasaporte. Pasera dsicute taxista. Despué, rechazo migratorio. Nito visa. Más fotos besuqueo costanera. Sentamo a tomar cocacola fríamuchogas y pororó. Tengo hipo. Hi-po. Mu-hic-cho. U-jic-gh. Él no sabe manipular esternocleidoastoideo. Ay, ayijc, duele. Mucho hipo. Subimos al Manuel A. Ramírez, donde, guía turística en internet dixit, las parejas acuden a prodigarse amor eterno. A mí no me prodigan. Miramos fiesta infantil, gusano loco. Tomamo colectivo bamboleante. Shegamo consulado. Consul rajaba.

Compramo remera Sanloré. Fin de mi virginidá aficionística. Ahora soy hincha futbolera oficial. Despué, vimo amigo de él, japoné en la cashe. Fuimo parque. Hija japoné shoraba causa él. Volvimo a casa. Mañana, Iguazú.

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6.04.2007

san ignacio miní

Llegamos a San Ignacio bajo un sol espectacular. Caminata breve hasta la entrada. Acá la discriminación al turista es oficial, legal e institucional. Yo no sé si la UNESCO está al tanto, pero pago más que él por ser extranjera, pero menos que el resto de los extranjeros por ser Latinoamérica No-MERCOSUR. Él trata de convencerme de que en su odisea por el sur de México y Centroamérica sufrió igual. Pero a él le vieron la cara nomás, insisto. Ser incauto y rubio entre camioneros ladrones no es lo mismo. Tomamos nuestras entradas diferenciadas y entramos a las ruinas de San Ignacio Miní. No puedo evitar pensar en Jeremy Irons, Robert DeNiro, Liam Neeson et al. En el nuevo Centro de Interpretación escuchamos a los guaraníEs contar historias del inicio del mundo. No hay casi nadie. Todo es verde, verde verde. Hay apepúes tirados por todas partes. Compartimos uno and we pucker. Es difícil imaginar esto con vida, tanto silencio y tanta destrucción. Los indios, en la plaza desierta, acudiendo al llamado de los jesuitas. Los jesuitas, trajinando en la cocina, leyendo, cantando. Los indios, aprendiendo a ser de otra manera. Europa tan lejos. Todo tan lejos, todavía hoy.Quiero acostarme sobre el pasto, cerrar un poco los ojos. No podemos. En medio, adentro de un árbol centenario, un pilar. Corazón de piedra. La naturaleza que poco a poco se fue comiendo las paredes. Verde espléndido que triunfa sobre roca.

Afuera hay artesanos, turistas, niños que quieren regalarnos piedras que después nos cobrarán. ¿Qué sigue? Sigue la Casa de Horacio Quiroga y sigue también el mirador del Yabebirí. Qué difícil el guaraní. Ahora me siento extranjera. Ahora empatizo con las dificultades que suponen nuestros autlas e ixcas para los de afueras. Tenemos hambre. Vamos a Lo de Lenguaza, donde tomamos una mesita que resulta ser de promoción. A Don Lenguaza no le simpatiza tener que atendernos en la orilla del camino, pero la milanesa y la pasta casera igual son deliciosas al sol. Acá la cocacola es distinta. Tiene más gas. Se (la) puede tomar de la botella sin empalagar. Me gusta, me gusta volver a tomar cocacola después de tantos años de tenerla desterrada. Me parece que así era antes, cuando me gustaba, cuando no era tan agringada (la cocacola, no yo). Giggleamos mientras vemos a los comensales que se despiden tratar de venderle a Don Lenguaza unas horrendas lámparas con forma de delfines. Retomamos el camino. Se ha hecho tarde. Durante la breve crisis por la supuesta pérdida de la cámara, el vago del pueblo nos saca unos pesos. "Es que tengo un gurí enfermo". Los de la mueblería que toman mate en sus mecedoras se ríen de nosotros, que seguramente acabamos de procurarle una caña al viejo. Sólo puedo imaginarme lo que dicen de nosotros, pobres turistas inocentes. El tiempo, el estúpido tiempo se interpone y tenemos que dejar la visita a Don Horacio para otra vuelta ¿será que tendremos otra vuelta?. Enfilamos derecho al mirador. El camino es eterno. El camino es rojo y accidentado. Acá tampoco hay nadie salvo uno que otro caminante que nos cruza y nos saluda con la mano. ¿Dónde está toda la gente? Acá no. Acá sólo el arroyo y la vista a Paraguay. Tan cerca, la otra orilla, tan ahí nomás y yo que no puedo cruzar pero todavía no lo sé.

CORRECTION: In a post titled "san ignacio miní" published in Yo y Punto on June 4th, La Maztrich referred to an undisclosed source as "incauto y rubio". The undisclosed source points out that he was always aware that he was being ripped off. La Maztrich apologizes for her liberal and literary use of the word "incauto" and promises from now on to be as accurate as possible on her depiction of the undisclosed source.

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en la ruta


Tomamos (prestado) el auto. Enfilamos por la ruta doce, el equipo de mate viene atrás. Yo sólo lo tomo dulce. Él sólo lo toma amargo. Paramos a comprar mugreritos, en la estación de servicio encuentro que a)en la tienda tienen papitas as in las papitas que tenía el pancho delicioso del estadio el primer día (todavía no se establece si era delicioso por las papitas o por el primer día) y b) a los que tienen placas de Brasil les cobran diferente la gasolina. Acá no hay invierno. Todo es verde, verde, verde o rojo, rojo, rojo. Ni una nube. Pagamos el peaje. Uy, qué lindo, voy a tomar una fo-...no, no, no. Lo rebasa. ¿Por qué hiciste eso? Después de un breve intercambio binacional, conductor y fotógrafa nos ponemos de acuerdo. Es una maniobra peligrosa, pero yo TENGO que tener la imagen. Todo sea por el bien del reportaje, que, dice él, es poco objetivo y fiel. Él toma el mate amargo, yo dulce. El equipo de mate volverá sin usarse a Posadas, algunas horas más tarde. La crónica después.

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6.02.2007

propósito

Él quiere que yo vea el Paraná, me maraville en San Ignacio, delire de goce culinario. Yo abro los ojos, escucho, toco, respiro. Tomo fotos que no requieren traer las baterías bien cargadas. Grabo las palabras de su gente. Él, cuatro años, acodado sobre la tarea de su hermano mayor aprendiendo precozmente a leer. Snap. El pelo largo a los diecinueve. Snap. Gorra basquetbolera comprada en Paraguay para excursión a Bariloche. Snap. Nostalgia materna por la juventud en otras latitudes. Snap. Cronología y causas de las mudanzas familiares, snap, snap, snap. Corazones partidos en cartitas de novias adolescentes. Snap. Arqueología de la pasión futbolera, era temprana. Snap. Reminiscencias de profesor de facultad. Snap, snap. Anécdotas varias contadas onda Roshomon. Snap. Snap. Snap. Proyección de barba y líneas de expresión basada en real-live model. Snap.

¿Cómo quiere que me ponga de turista?

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6.01.2007

sifones y citröens

Estoy rodeada de amigos de toda la vida que hablan y hablan y hablan y ,me parece, entre una cosa y otra, me hablan también a mí. No entiendo nada. En el nordeste argentino se habla de otra forma. Entre una cosa y otra, algo capta mi atención. Me quedo callada porque no es apropiado. Porque antes de que me dé cuenta de otra cosa, alguien dice "oye, mexicana, mirá cómo era tu novio cuando estábamos en la escuela". Good grief. Entonces se me olvida todo hasta un día que salimos del súper. ¡Mira! ¡Mira! ¿El Citröen? Sí! Sí! Sí! Él me mira con cara de puntos suspensivos. Se impacienta. Me explico atropelladamente: "Y el otro día, el coso (yo diciendo coso) el sifón, pppssshh". ¿Vos no viste nunca un sifón ni un Citröen viejo?

Sólo en las tiras de Mafalda.

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