6.29.2005

alemanas

Dos no es representativo casi nunca. A menos que se trate de un universo muy reducido. No soy buena para esas cosas. En todo caso, dos es indicativo de algo. Te gustan las películas alemanas como a mí las francesas. Claro, por el antecedente de cada quien, eso es comprensible. Te gustan las películas de fugas alemanas. De perseguidos que en el momento crítico se avientan al abismo y no se ahogan. Las películas alemanas de gente que huye de la policía o del pasado o de sí mismos y que brincan al vacío pero salen de él nadando. Eso todavía no sé cómo entenderlo.

6.28.2005

por favor Dios

A veces se abren puertas que uno no andaba buscando. A veces a uno lo obligan a asomarse a abismos insospechados. Uno no quiere mirar, el primer reflejo es cerrar los ojos, taparse la cara con el brazo, darle vuelta a la cuchara en la taza, comentar sobre el estado del tiempo. Decir leucemia y que no sea ajeno. Decir quimioterapia y acariciar la cabeza todavía llena de cabellos. Escuchar al hombre fuerte decir que en unas horas habrá de tomar la decisión más imporante de su vida. Decidir sobre los diecisiete años asustados y frágiles y entubados. Decir por favor Dios.

Ben

Imposible decir cómo salió la conversación en la oficina. Sin embargo, ahí estaba Sam, judío chicaguense de la secta jarvardiana explicándonos el hábito de su compañero de casa bostoniana Ben. Ben (no sabemos si es su nombre real) se corta las uñas, las lava con agua y jabón y las mete en la tostadora para después masticarlas crocantes. Estupor, sorpresa, gritos, gestos, repugnancia en la oficina. La única que conserva la calma y pregunta lo relevante soy yo: "And do you guys share the toaster?".

Lo demás no importa.

6.27.2005

carnita

El otro día se dignó a comentar sobre mis palabras. No se da cuenta de que me importa lo que piensa. No se da cuenta de que me importa que piense algo sobre lo que escribo. Todavía no sé por qué motivo, pero me importa. Aunque sea que se le haga que a mis palabras "les falta la carnita". Es posible que sí. Hasta ahora, la carnita está afuera, en otra parte. Algún día lo entenderá, ojalá que algún día lo entienda. Por lo pronto me quedo pensando, deseando.

6.26.2005

Boston

Me tardé un año en llegar, y lo cierto es que yo no quería venir. Me trajeron. Me mandaron que viniera a este lugar que hasta tiene una línea de metro que termina en Neverland,o Wonderland, ya ni sé. Abro los ojos bien. Quiero verlo todo, registrar cada cosa. La Universidad, el río, el puente, las calles. Me subo al metro y me imagino cómo será vivir aquí. Yo no viví aquí este año que pasó. Yo me quedé en mi país a decidir que podía convertirme en Nueva York. Uno puede dejar de ser ciudad si y sólo si uno es capaz de inventarse otra ciudad. Así que me convertí en edificio y vagabundo y perro y ruido y suciedad y metro y cementerio y árbol e iglesia. Lo hice bien y soy feliz. De pronto, alguien me arroja a esta geografía de ladrillos. Alguien me avienta a la cara un montón de borradores tachoneados, de mapas sin estrenar. Es como visitar la tierra de hubiera. Si me hubiera traido a vivir acá. Hubiera aceptado la carta de esa universidad. Hubiera sido yo la que decidió querer al final. Hubiera no existe. No, no es porque hayamos tomado una bifurcación diferente en el jardín de los destinos que se deciden y no se pueda volver atrás. La razón es otra. Me da la impresión que esta es una ciudad de mentiras. Tan limpia, tan recortada, tan ladrillo y jardín perfectamente cuidados. Esta no soy yo. Es como, como...Cómo es? Todo el mundo conocimos alguien así. Alguien que tenía todas las Barbies con todos los vestidos completos y que las guardaba en su caja después de jugar con ella cada vez. Mentira, después de sacar las muñecas un ratito de su caja y pretender que jugaban con ellas, porque el juego implica maltrato, desgaste, invención, improvisación. Cambiarle el peinado, combinarle los zapatos, pintarle la boca, morderle los pies. Así quedaban las Barbies más disfrutadas, las que usaban las niñas de verdad. Boston no. A Boston la sacan con cuidad del libro de historia y se la muestran a los turistas. Se mira pero no se toca. Los Universitarios creen que la poseen pero no se dan cuenta. Sólo les han permitido usar una calcomanía con sus letras en la camisa. Es lo más cerca que de ella han de estar. Es posible que me equivoque. Es posible que mi observación esté sesgada por lo que he visto, por lo que no he vivido, cómo saberlo. No puedo. Sólo abro los ojos y me imagino. Camino todo el día, en la plaza, en los parques, me subo al metro una, dos, tres veces como si tal cosa. No puedo cerrar los ojos ni un instante. Quiero verlo todo, quiero mirarlos a todos, encontrar. No sé qué es lo que busco pero cuando lo vea lo habré encontrado.

6.24.2005

excusas

Es que fíjate que es el último fin en cartelera de 5x2 y de verdad la quiero ver.

El año que entra no estaré aquí para ver el Gay Pride Parade niuyorquino, y me parece que es algo digno de atestiguarse.

Este domingo hay un evento étnico que me interesa observar con fines indagatorios y quasi-científicos en Central Park.

No he lavado/leído/escrito todo lo que necesito. No tengo dinero. Me siento mal.

No es tan difícil, tomar un par de jeans, el cepillo de dientes y dos libros pendientes. No tiene chiste, echar llave y cerrar la ventana, gastar unos cuántos dólares. No es tan dramático, pasar ocho horas viajando. No hace falta tanta explicación.


A menos, por supuesto, que tenga miedo de ir. ¿Será eso?

6.22.2005

Tour Neuyorkino

Querida B:

Hace unos días te fuiste abandonándome a mi suerte de oficina de medio tiempo. Me dejaste de encomienda que planeara nuestro próximo y último fin de semana en la ciudad. Te paso brevemente una lista de las cosas que puedes tachar en la lista de "To do", y después te sugiero lo que podemos hacer ahora que regreses.

* Pick up en el aeropuerto por guía no-oficial con grado académico en curso. Abrazo y sonrisa genuina incluidos.
* Visita auto-guiada de juguetería inmensa. Compra de regalos para tus hijos con anotaciones al margen sobre las propiedades y características de los juguetes para la tía ignorante de tus hijos.
* Beber un té helado especialmente preparado para tí, endulzado con raspberry por el bartender más coqueto de la pizzería más antigua de Nueva York.
* Recorrer doce cuadras con collarín y cuadro de flores rojas junto a una mujer que carga una alfombra más grande que ella. (Incluye atravesar Houston en hora pico).
* Posar frente a Balthazar's en el corazón de SoHo para una fotógrafa callejera con acento británico.
* Recorrido exprés del octavo piso de biblioteca universitaria para ver el hábitat temporal de tu amiga. Visita a los baños opcional.
" Excursión informal a Chinatown con un exclusivo behind the scenes a la economía de la fayuca, la piratería y el contrabando de artículos de lujo.
* Función privada de una película danesa buenísima cortesía de Netflix.
*Salida nocturna a un bar de tema ruso. Cocktails en la barra. Muchacho encantador para tu guía rejega que no termina de dejarse y mejor se aferra al celular y a las llamadas alcoholizadas (Dónde quedó eso de Friends dont let friends dial drunk?).
* Hospedaje gratuito en la sala recién renovada de departamento en edificio de principios del siglo XX. Servicio de despertador a cargo de la Parroquia de Old Saint Patrick's Cathedral.
* Sostener una conversación íntima en un tren N de la línea amarilla.

Nos faltan nadamás algunos detallitos: MOMA, Central Park, Rockefeller Center, Saint Patrick's, Grand Central, Tiffany's, ya sabes, nadamás por no dejar.

En fin, tengo muchas cosas qué contarte...Te paso pronto la orden del día. Espero tu feedback pronto.

Te extraño

LaMaz

6.21.2005

xhgc al servicio de la comunidad

Nunca me he encontrado con nadie que haya conocido por internet. No sé qué esperar.

En todo caso, si luego no posteo me buscan porfas. Llevo una camiseta rosa, para que les digan a los de missing people.

urge dormir

Me urge dormirme. Hoy todo el día, los párpados pesados. Justo cuando acosté el cuerpo a dormir, cuando se acabó el domingo y las computadoras y el cine y la calle, el sueño se me fue. Me abandonó para ir a sentarse al quicio de la ventana a oír los ruidos que entraban provenientes de la calle. Y yo, y mi cuerpo, y mi cansancio rogándole que ya por favor viniera a acompañarnos a la cama y el sueño rebelde, asustado, fabricando historias idiotas sobre delincuentes que trepan por las paredes y se apoyan en las hojas de la enredadera y se meten a las casas de las muchachas que duermen desnudas cuando viven solas.

6.20.2005

Union square

Es domingo. Hace bueno. Este fin de semana he caminado muchas millas. Bajo a la plataforma por la que debe pasar el tren que me llevará a casa. A mi casa vacía de visitas y de flatmeits temporales. Esta semana estoy sola. Suspiro. Es domingo y son casi las doce. Empiezo a caminar hacia el otro extremo de la plataforma. Alguien le hace señas al andén vacío. Es un hombre joven y guapo. Pobre, está loco. Sigo caminando y me doy cuenta. Del otro lado, tres carriles más allá, en donde pasan los trenes que van en sentido contrario, una mujer con una falda blanca de flores rojas hasta la rodilla le contesta las señas. Están locos los dos. Locos de amor y distancia y ciudad. ¿Por qué no se montan en el mismo tren? Ahora sé por qué caminé hacia este extremo de la plataforma. Música. Una guitarra y una voz oscura y melodiosa. La canción esa de I just called, to say, I love you va empezando. Elijo un pedazo de suelo y me acomodo en cuclillas. Mis pantalones verdes recién estrenados combinan perfecto con mis ya muy estrenadas piernas. Recargo la espalda contra una viga de metal azul y cierro los ojos. Un pensamiento anuncia en voz cursi sabor a chocolate: Hoy es una noche perfecta para estar enamorado. Un suspiro resignado añade: sí, sería perfecto estar enamorado en una noche como esta. La verdad se asoma sonriente y les calla la boca. La verdad es que ya estoy enamorada.

6.19.2005

06/19

Estoy de vacaciones y me estoy levantando temprano con gusto. Es la emoción. Como cuando era sábado y me levantaba más temprano a ver las caricaturas que duraban toda la mañana. Es la primera vacación que tenemos en común. El viernes a mediodía fui al aeropuerto. Hace mucho que no iba al aeropuerto sintiéndome así. Con el gozo de la expectativa. La abracé con cuidado porque a último momento decidió también traerse un collarín (y puesto, además). La chocaron dos días antes de venirse a esta minivacación. Una noche antes de que llegara, le hablé por teléfono y le dije: ¿Te das cuenta que es nuestra primera y última vacación solas? No digas eso mensa, me dijo. Sí, mira, le expliqué con el mismo tono que empleo para mis teorías descabelladas, la próxima vez que tomemos una vacación así mínimo mínimo va a ser en cuarenta años, ya que estemos viejitas o viudas y nos vayamos a un crucero de la tercera edad o a Las Vegas. Dije Las Vegas por cliché, porque así sale en la tele gringa, las viejitas de pelo azul que se van a Las Vegas. Ella me corrijió, no, a Europa, las viejitas con estilo se van a Europa, nada de a Las Vegas, estás loca. Además, yo no sé tú, pero yo no voy a estar viejita, yo no me voy a arrugar ni me voy a hacer anciana, me voy a morir antes. Híjola, se me hace que yo tampoco me voy a hacer viejita, no quiero perder el glamour, aunque eso de morirse antes no me simpatiza tanto, sobre todo porque todavía no hay libros ni nada de eso. Porque una escritora puede morir joven siempre y cuando deje atrás una corta pero brillante obra. Además, me acuerdo, ¿y luegos tus pollos, y los pollos de tus pollos? En fin. En todo caso es cierto. Cuando nos conocimos, en la Universidad, ella ya estaba casada y tenía un bebé. Nunca hemos tenido un viaje juntas. Muchas tardes y muchos cigarritos y muchas charlas telefónicas y etcétera, pero no así. Así nunca. Hizo una escala de fin de semana aquí, para que tuviéramos nuestra vacación. Para asomarse a este Nueva York de focos y compras y puentes y ríos y metro. Después -hoy- prosigue su peregrinaje académico a Boston. Allá la alcanzaré. Con ella no me da miedo ir al país de nunca jamás, a la ciudad en donde vive el diablo (please note "el diablo" is not written in capital letters anymore). Después regresaremos y haremos otro par de pendientes acá antes de que tenga que volverse a su vida. Fue como ponerle un poquito de pausa a todo lo demás, pensaba hoy que la fui a dejar con su maletota y su sonrisa y su collarín. Desde que llegué no había caminado tanto ni asistido a tantas tiendas en un día, ni me había levantado tan temprano en fin de semana con tanto gusto. Sabe diferente la ciudad así. Con las piernas colgándonos sobre una bardita jaspeada pensaba hace un rato eso, mientras ella se tomaba sin rezongar el café que sin querer le dí con leche. En silencio las dos, cada una con su mitad del bagel con cream cheese, compartiendo además una sensación rica, un vacío de palabras. Me siento muy afortunada, le dije. Creo que nunca te había tenido tanto tiempo seguido para mí sola. El nudo se disolvió en sonrisa justo cuando llegó el transporte que se la llevó a Boston.

6.16.2005

lo de siempre

Lo de siempre, me dijo refiriéndose a su última aventura de una noche. ¿Ah...?, parpadée invitándolo a compartirme la naturalidad que para él era evidente. Ella lo hizo por ardida, por vengarse de otro hombre, que además seguro no se enterará jamás; yo nadamás para no desaprovechar la oportunidad de romper con esta mala racha de falta de caricias.

Por supuesto, lo de siempre.


Y me dejó pensando...

mimi-yoyo

Me aterroriza darme cuenta que no logro ver más allá de mi nariz. Yo. Yo. Yo.Mis guantes rosas, los acontecimientos de mi departamento, mis travesías solitarias por la ciudad. Mi.Mi.Mi. Qué flojera, qué horror.

6.15.2005

irreductible

Salí a las nueve de la mañana y a las nueve de la noche todavía estaba laborando. Laburando, como dicen los argentinos. Se siente uno muy bien. Tomo la ruta larga porque una compañera va a tomar el seis y la acompaño hasta Bleecker, además, el clima está precioso. Estoy cansada pero en buen plan. Con sonrisa y toda la cosa. Es raro mirar la ventana de mi casa y encontrar a una mujer planchando. Aysh. Me da entre ternura y no-sé-qué. Espero (léase con cara de más vale) que no se trate de otro curso subrepticio de la academia de domesticación. En eso una frase pasa volando sobre mi cabeza. La atrapo con una mano y la traigo a la casa. Batallo con las llaves y la bolsa porque no se deja, se mueve mucho. Con cuidado la pongo sobre el escritorio y la traigo a la pantalla: "...y en esto soy irreductible, no le permito, por ningún motivo, que no sepa planchar".

Eso es lo que quiero en un hombre.

cuerpo maltrecho

Querido cuerpo maltrecho:

Acuso recibo de tus numerosas quejas. Te acabo de ver el moretón triple de la rodilla. Esquimosis múltiple con trauma, creo que le dicen. La culpa de eso la tuvimos los dos, yo por tener tanta prisa de subirme al seis y tú por no seguirme el paso y atorarte en el último escalón. El papelón que hicimos los dos, qué pena y en el upper east, para acabarla. Lo del dedo a mí también me duele y lo peor es que no sé qué andabas haciendo mientras no te puse atención. No sé si un paper cut marca diablo, el cuchillo mientras rebanábamos champiñones, algún intento de suicidio inadvertido o qué. Pero duele un montón el agujero sin piel en el dedo medio de la mano derecha. La espalda, el cuello, los bocos. Qué quejoso me saliste, de veras.

ópera y ghetto

A las tres de la tarde, con el sol en los hombros, en mi encomienda no-remunerada me aventuro al Lower East Side. Loisaida, le dicen. Es diferente, acá. I feel almost white. Los botes de basura acá están frente a las casas. Las casas bajo cuatro llaves, con las cadenas. Acá el graffitti no se ve in. Es diferente. Estoy sudando. Tres cuadras después de bajarme del F me doy cuenta de que caminé al oeste y estoy entrando a Chinatown. No quiero preguntar, pero pregunto, hace mucho calor. Montgomery street? Where you want to go, responde el chino interpelado y me doy cuenta de que es un error. Montgomery street, is it this way, or that way? Yes, yes, Chinatown, here, where you wanna go. Mo-nt-go-me-ry St-reet?? Where you wanna go? Chinatown, is here, this is. Ok, wonderful y me largo en dirección contraria. Empiezan a desaparecer los puestos chinos. Una escuela, los niños saliendo de la escuela, dándose nalgadas, gritándose en medio de la calle, ¿qué tienen, once, donce años? El cansancio me escurre por la espalda. Me miran, creen que soy diferente. Soy café, como ellos, pero no tengo el pelo hasta la cintura, cuando cruzamos palabra, mi acento se avergüenza y desaparece. I could be the real thing here. Sí, los ojos achinados, pero no soy amarilla, ni bajita como ellos. Llego a mi destino, me siento, me explico, me dan una cita para después. Un parque. Los niños cafés con su ropa barata de colores chillones bailan en una fuente al medio del parque. Yo también quiero mojarme. Aquí todos hablan a gritos. Quiero aventar mi mochila y mis chanclas blancas y mis aretes de perlitas y mojarme con ellos. Quiero ser como ellos y no tener calor.


A las siete de la tarde, con la sábana roja y los termos y los doce sandwiches y el repelente y las cervezas de contrabando y cargando todavía el sudor de las tres de la tarde, pero ahora en las ochentaytantos y Lexington. El otro Nueva York, el de Central Park. Hoy la ópera es gratis, es para todos. Tengo calor, ya no quiero caminar. 86 degrees, but feels like 105. Todavía no tengo puta idea de lo que eso significa. Qué no se supone que la temperatura se siente? Para qué carajos me dicen un número ficticio si no sirve de nada. Lo que se siente es a lo que estamos, lo demás vale sombrilla. Ah, una sombrilla, eso me dan ganas, de la sombra refrescante. Buscamos un pedacito de pasto, nos acomodamos. Se me pasa la paranoia que sentí hace rato en el súper, mientras comprábamos las cervezas. Eso de que el alcohol no está permitido pero es tolerado es cierto. Todo mundo con sus botellitas de vino ilegales más felices de la vida. Nadie dice nada. Súper civilizado el show. Tosca, es el programa. Estamos muy lejos, sólo conseguimos escuchar y mirar las figuritas e imaginarnos lo que sucede. Tampoco alcanzamos a tomar un programa pero no importa. La sábana roja es apropiada pero insuficiente. No me atreví a traerme la del flasmeis, que es más grande. Es que la suya es clarita y no fuera a ser que luego no se le quiten las manchas. No fuera a ser que me remordiera la conciencia. Miro alrededor. La escena es perfecta. Es justo esa escena en las películas de acción/thriller/terrorismo&qué-sé-yo en la que los buenos ya saben quién es el malo y qué es lo que va a hacer, ahora sólo falta encontrarlo. Y se topan con un campo repleto de gente. Veinticinco mil personas riéndose, globos por todas partes, niños corriendo, perros, frisbis volando and the fat lady singing, para hacerlo todo más dramático. Me imagino a Clint Eastwood, en una esquina, recorriendo nuestros rostros pegajosos y despreocupados, mirando la escena, escanéandola para encontrar el arma, detener al terrorista. Entonces, mientras miro alrededor me doy cuenta. La gente café no ha venido. Súper white el numerito. Qué cosas tiene la vida. Qué cosas mira uno en esta ciudad.

Hace mucho que no me hacía tanta falta un baño. Al agua patos pues.

6.13.2005

newly weds reality style

Están recién casados y son buenas personas. A veces me siento un poco intrusa. Ya sé que es mi casa y todo, pero como sea. Intrusa en su intimidad, en su matrimonio recién estrenado, en sus vidas ajenas. Es como ver un reality show suceder literalmente en la sala de tu casa. Me siento rara, no sé por qué me pasan estas cosas. La vida doméstica vista desde afuera, cerca, pero desde afuera. Pásele y asómese a ver cómo vive un matrimonio mexicano en los Estados Unidos. Cómo construye uno la vida de dos en el exilio temporal. Poco a poco voy juntando los pedacitos, las historias, los eventos. ¿Por qué yo? Me parece que estas cosas le pasan siempre a los demás, y yo lo miro todo, lo apunto, lo voy diciendo con palabras porque ellos están ocupados en vivirlo. Les acompaño las rutinas, les guardo la bitácora de sus días de verano niuyorkino. Algún día, cuando digan, "recién casados, cuando vivimos en Nueva York, ¿te acuerdas?". Cuando tengan hijos y estén de regreso en México y les cuenten a sus amigos, o a sus parientes, o a sus compañeros de trabajo. Cuando saquen las fotos y miren los mapas. Yo estaré ahí, nombrándolo todo, apuntando con el dedo. ¿Qué voy a contar de mí?

misas y gripas

Ayer, el sacerdote en Saint Joseph's habló sobre Baudrillard y la identidad. Después dijo que ya mero era el Gay Pride Parade, y que era una experiencia interesante. A esta misa sí hubiera podido traer un par de ex-novios intelectuales. El otro día, el otro padre citó a Harold Bloom. ¿Me los puedo llevar de regreso cuando me vaya de aquí?

Cuerpo tosiento y bocoso: Tramposo que eres. Te peiné y te vestí y te maquillé muy bien y comoquiera te saliste con la tuya. Con todo y que te dí ibuprofen y efedrina y yogurth (ya sé que no te gusta, pero te lo tienes que comer, por lo del calcio y la osteoporosis ya que no tomas leche) y un pan tostado y te llevé al trabajo. Después tuviste que abrir la bocota y sacar la voz y aguar los ojos. That's it, dijeron los gringos de la oficina, you're going home. Te consideraron peligroso y contagiante y nos mandaron a la casa.

6.12.2005

Bathroom Privacy Act

Prohibido prohibido prohibido de ahora en adelante -y hasta que este arreglo temporal inmobiliario termine-, abrir la puerta del baño sin antes tocar y cerciorarse de que no esté ocupado.

P.S.: ¿Ves cómo sí hacía falta componer la puerta, joven abandonador?

6.11.2005

I y II

I
Exótico en esta ciudad no significa nada. El concepto o no existe o es un pleonasmo.

II
Cincuenta y seis minutos de ida y de regreso, completito. Era la segunda vez que iba. La primera vez era noviembre y lo recorrimos sólo de Brooklyn a Manhattan. No recuerdo haberme cansado, con todo y las botas picudas de tacón alto. Recuerdo los besos. Hoy, mientras lo atravesaba sin detenerme recordé también las fotos, el tour y las explicaciones. Después fui desesperada y sudorosa a subirme una vez más al tren equivocado. El cuatro no para sino hasta la catorce. Ni modo, al cabo ya estábamos en eso. Caminé hasta acá y justo ahora, que estoy a salvo, se vino la lluvia con truenos y regámpalos y todo. Gracias.

Brooklyn Bridge

Okei, amadísimo cuerpazo-en-rehabilitación. Ya dormiste tu primera noche sin calor, ya comiste la hamburguesa favorita de Ruby's anoche. Ahora te voy a bañar, te voy a acariciar y te voy a llevar a que se te quite el dolor de los músculos que traes desde el jueves. Vamos a ir a hacerle la lucha al BB.

Si no regreso, váyanme a buscar. La que esté escupiendo el pulmón a la mitad, con los chores khaki y el taknk top celeste soy yo.

6.10.2005

minifalda

Ya lo sé que no te gusta sudar en esas circunstancias, venía diciéndole al cuerpo en voz baja mientras lo traía de regreso a la casa. Pero las minifaldas para eso sirven, para ir a los parques a las tres de la tarde y sentarse a leer cosas como: "Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son." ( Julio Ccortázar, "Amor 77", Cuentos completos). Para asolearnos las piernitas, ahuyentar a la hipocondria que se asomó cuando descubrí las manchitas blancas, leer una horita. Sí, uno suda. Sí, hay que icnorar a los vagabundos y todo eso. Pero si no entonces para qué usar minifalda.

Etiquetas:

cuerpo en (re)construcción

A ver querido cuerpo, necesitamos romper este pacto de silencio que teníamos. Hace mucho que no te ponía atención de verdad. Me limitaba a meterte alimento en la boca cada vez que te quejabas. Te puse en la sala de espera de mi atención. Ahora te veo en el espejo y repruebo mi comportamiento previo. Ya no tenemos veinte años. ¿Te acuerdas cuando nos dimos cuenta que podías crecer para los lados? ¿Te acuerdas que no fue sino hasta los veinte años que te vimos cambiar, desarrollar curvas, abundar en la carne? Fue por la misma época que te aficionaste por el tabaco y el vino francés. Catorce kilos se decían en un abrir y cerrar de boca, en un enguillir de baguette completa. Después, cuando volvimos del viejo mundo, todo volvió a la normalidad. El año pasado eras perfecto, con la piel oscura y sólo las curvas necesarias. Con los muslos firmes y orgullosos. Hacías cosas complicadas en la clase de yoga y comías de todo sin mayores consecuencias. Pues fíjate que ya no. Me parece, corazón, que estamos (ohmygod) dando el viejazo. Eso, o te he tenido muy abandonado. Es que ahora estoy contenta, y se me nota en la lonja. ¿Te acuerdas todos los centímetros que le sobraban a la ropa? Era pura infelicidad. Las noches sin dormir, los cigarros, las horas obsesivamente transcurridas en la clase de yoga porque ahí no se piensa. Ahí el cerebro queda en blanco. Así que después de estar improvisando asanas que seguro no son así te llevé a la clase ayer. Desde hace dos semanas que no hay tostitos ni papitas en la alacena. Ahora tenemos uvas y zanahoria y té helado. Te gustan las uvas, ya me fijé. ¿Te gustó la clase de ayer? Me pareció que sí. Todavía te me confundes, pero ahí la culpa la tengo yo, por no traducirte correctamente las instrucciones, por moverte torpemente. Vamos a tener mucho trabajo, pero te prometo que vas a quedar precioso. Entonces, cuando eso suceda, las endorfinas no van a venir del pan y el queso y el chocolate ni del ejercicio mi querido cuerpo. Al menos, no de ese tipo de ejercicio. Te quiero muchísimo y te lo voy a demostrar, vas a ver.

Etiquetas:

6.09.2005

crg (wow)

La conocí por su blog antes que por sus libros y mencantó. En un cuadernito una tarde de abril del año pasado apunté:

"Estoy esperando a que empiece la conferencia. Va a hablar "la mexicana del blog", como ha dicho R. Como si él y yo (como si él o yo, la conjunción a veces siento que es un fraude) fuéramos finlandeses. Como si tuviéramos muchos años de vivir en otro país (¿cuántos años iremos a vivir en ese otro país? ¿hasta que estemos viejitos y enamorados y luego R se muera para siempre? yo no me voy a morir para siempre). A veces me parece que eso fue lo que nos pasó. Que empezamos a compartir una región alejada de las palabras. Nos mudamos prematura y repentinamente al territorio de la cercanía corporal, de los compromisos familiares, de las llamadas locales. Dejamos de intercambiar reseñas y mirar películas con otras gentes para ir juntos al cine y callarnos la boca con besos. No sé qué está pasando, pero aquí estoy, esperando. Esperando una conferencia. Estoy sentada sin comer esperando a que llegue esta autora que todavía no conozco pero que es un personaje entre nosotros. Tampoco la he leído más que en su blog. Escribo "más que" y me detengo. Bu. Al subconsciente, por lo visto, eso del blog no termina de convencerle. A mí nomás me leen, si es que me leen, en el blog. Yo no tengo libros y esas cosas. Me gusta el blog. Por eso la siento cercana, conocida, la leo seguido. Tal vez porque norteña y ¡no de Tijuana!, sino de por mis tierras. Si alguien así como ella, entonces yo también, alguna vez. Aunque también San Diego, yo también una vez San Diego. Tamaulipecas fronterizas con blog, ella y yo. ¿Cuántas más? ¿Cuántas somos? No llega. Ya no quiero seguir escribiendo. En Columbia me dijeron que el sábado se reúne el comité. Ojalá hubiera sido mejor en esa otra universidad a la que no apliqué. Ya llegó. Josefina Vincens. Buscar, Amparo Dávila. (Ella nunca quiso estudiar literatura y siempre quiso escribir!!) La escritura y el abismo. Regresamos a escribir porque es asomarnos al precipicio desde el borde. No sabemos lo que hay hasta que nos asomamos (quieroasomarmemucho). Cortázar!! Borges, Woolf! Duras (!!). Necesito contarle a R urgentemente. A ver si volviendo a compartir las palabras otra vez. Decirle de MARCO, a la noche".

Y ahora, un año después, así las cosas.

6.08.2005

sucia

Estoy sucia. Hoy no desayuné. Sucia y cansada. Comí cualquier cosa. Pasé dos horas en el metro para recorrer cien cuadras de ida y otras ciento y cacho de regreso. Me subí al F, al 1 express, al 1 local. De regreso igual, al 1 local, al N pero era express, me bajé, al R. Seis trenes. ¿Cuánta gente era? No lo sé. La casa (please note "la casa" in lieu of "el departamento") está desordenada. Mañana llegan mis inquilinos. El inquilino y su señora que viene a dejarlo bien instalado. Aquí uno se instala en dos segundos, faltaba más. ¿Cómo se le hace para no sentir vergüenza ante el privilegio propio? Nunca pensé que yo vendría acá a esto. A conocer el México de afuera. No México desde afuera. El México que vive en cachitos acá. El que dice nombre güey con la cachucha volteada mientras empuja una bicicleta luego de que el policía lo ha multado. El México que nació en Chicago y que nunca ha cruzado la frontera de regreso. El de los que se saborean unos tamales que allá no hay. El de los jóvenes estos que ya hablan con acento, que se vinieron hace catorce de sus veintinueve años. No son como los de la frontera, por supuesto. Aquí no hay pochos ni tex-mex. Aquí el fenómeno es otro. Los voy encontrando poco a poco, los descubro en las calles y en las tiendas pero ahora también en mis ocupaciones. Me voy llenando de ellos, del país que a veces no terminan de recordar pero que les da el nombre. Algunos dicen Mécsico, pero saben que es mentira. La primera pregunta es ¿cuándo llegaste? Invariablemente, lo he notado. Como para asomarse en los ojos del otro y lamer el cachito de México que todavía traen pegado en el recuerdo. ¿Apenas seis meses? Y se te acercan a ver si hueles a jícama con chile, a voltearte la suela del zapato para recoger un cachito de pasado. Estoy sucia. La casa está desordenada. Tengo hambre.

cuerpo

Queridísimo cuerpo rechoncho: Urge que tú y yo nos pongamos de acuerdo pronto.

Etiquetas:

varios

Estoy cansada. Tengo sueño. No he podido leer, no he podido escribir. Me levanto temprano, desayuno como la gente (yogurt, fruta, café, pan) y me largo a ganarme un hipotético pan con el muy real sudor de la frente. Hoy pensé que a lo mejor era la menopausia, del calorón. Los fotógrafos siguen estando frente al hotel donde Russell Crowe le aventó el teléfono al empleado. Pasé seis veces por ahí hoy, en mis trajines veraniegos. Mencantan los gringos estos. Pobrecitos. Lo acusan de assault y, ay santapachabendita, de posesión de un arma en cuarto grado. Whatever that means. Quise ir a la clase de yoga en la iglesia súper progresista de por la escuela pero se me hizo tarde. Entonces mestiré como gato en la salita y luego como que le hice la lucha a unas asanas. Cuando venía del trabajo (ay qué bonito suena eso otra vez) se me hizo escuchar el tren. Me tomó un par de segundos recordar que acá no se oye el silbato del tren. Crucé Houston (jauston, en niuyorkino) mirando al viejito del Cadillac que ocasionaba el ruido pseudo-ferrocarrilero. El convertible del carril de junto le hacía unas señas que me hubieran espantado si no tuviera tanto calor. Tres carriles y un camellón más adelante un hombre gritó que estaba tratando de tener una conversación en su celular, would you mind keeping it down, grandpa? Los otros testigos nos reímos. Nomás aquí pasan esas cosas. Ví Star Wars. Marijose tiene razón. Cómo se aburrían las mujeres en una galaxia muy muy lejana. Así qué chiste. Me dio gusto que se terminara, porque sé que ya no habrá otra. La gente aplaudió y todo. Aysh, qué gente. Me duelen los pies. Caminé un montón. Comí arroz recalentado y pollo con soya y genjibre. Tengo mucho sueño. Mañana otra vez, la madrugación. Me informan que deberé retirarme a mis aposentos con un día de anticipación. Había estado de posesionaria absoluta e ilegítima de todos estos metros cuadrados. El flasmeis sustituto llega el jueves y yo con una cuarta parte de mis posesiones regadas. Damn it. Hoy me dí cuenta que el viejito aquel era el hijo de Thelonious Monk. Wow. Eso será otro día. Ojalá te lo pudiera compartir, pensé hoy cuando me acordé de él. Después me dí cuenta que el domingo se cumplió un año. Un año desde que me depositara en la puerta de mi casa a las diez de la mañana para no volver jamás. Yo no sabía que era la última y no me fijé dos veces. ¿Lo sabría él? Sé que la noche anterior a esa fue la peor que pasamos. Con todo y que. Tal vez lo más horrible fuera que para entonces ya era un hombre ajeno y yo sin darme cuenta. Yo, con los últimos moretones y el vestido rojo y los labios trasnochados. Ignorante, infeliz. Qué calor hace.

6.06.2005

San Antonio

Los italianos aprovechan cualquier oportunidad para reivindicar su calle, su barrio. Yo esperaba atestiguar esto hasta que fueran las fiestas de San Genaro, en agosto, pero este año decidieron que la fiesta de San Antonio era buen momento para recordarles a los orientales con sus casas de masaje y a los chinos con sus tiendas de chucherías baratas de quién es la calle. Por eso han cerrado Mulberry desde Canal hasta Spring, pensaba mientras caminaba anoche por entre el gentío dominical, para demostrarles a los ojos rasgados que estas todavía son las calles de Little Italy, con los jamones colgando en las ventanas y los carritos de gelatto en la banqueta y las matronas de piernas colosales sentadas en los portales. Los turistas no se dan cuenta y se sientan en las terrazas de los restaurantes cada vez más falsos, sintiéndose elegantes porque un mesero hondureño con tuxedo prestado les sirve diligentemente platos que han debido ser atemperados a los gustos de estos viajantes de pizza americana y lasagna refrigerada. Hace calor y me detengo a comprar un helado mientras una rubia de carnes casi tan abundantes como las pulseras que forran sus brazos se acerca a ofrecerme una miradita al futuro. No, thank you, mientras termino de pagar; la rubia ofrece una prueba de su sabidría: Segura que no te interesa, linda? Porque hablas español, verdad? Le sonrío sin darle la razón, al fin que si es adivina, ya sabe. Un negro pasa y le grita algo sobre Jesucristo y la cruz, la adivina lo manda a la iglesia y yo prosigo mi excursión. Un hombre que sería hermoso si no fuera por el peinado y la camisa abierta dos botones demasiado y las tres cadenas de oro me mira a los ojos y me indica que estoy estorbando. La banda de música acaba de empezar a tocar, San Antonio ya se va a dormir. Con reverencia me hago a un lado y lo dejo pasar, sobre los hombros de los italianos viejos, de la cara cansada y los hombros mediterráneos. Los de la mirada fija al otro lado del Atlántico. En eso estoy cuando Hey, Hey!! Gorgeous! You wanna marry me? Me lo dice a mí. Un hombre con ojos de avellana brillante, cuello tostado, piel curtida se me acerca tanto que tengo que rescatar el helado de su rostro y su insólita petición y terminármelo pronto. Con el gelatto en la boca tampoco tengo que responderle. Ay San Antonio, el casamentero, el que las muchachas ponen de cabeza para que les consigas novio. Tampoco tenías que hacerlo así, tan al aventón.

6.05.2005

para crg

Yo no tengo su dirección, es más, la conozco de lejitos, de su libro y de una firma de libros en Monterrey el año pasado. Pero hoy que venía caminando a mi casa y pasé por un puesto de revistas y ví esto pensé en ella. ¿Alguien podría por favor hacérselo llegar a Cristina Rivera Garza?

Spring Clothes Test Drive

El primer día del calorón se me antojó para testear un par de prendas que no había tenido oportunidad de ponerme en público. La ventaja de que aquí existan casi 8 millones de desconocidos facilitó la labor y redujo considerablemente el factor pudor, vergüenza, etcétera. Me puse la falda vintage de holanes y flores desbaratadas como en acuarela de shifón (mi madre y mi abuela afortunadamente no tienen tumbas en las cuales revolcarse por mi desatinada ortografía textil) que me llega a la rodilla y además tiene un fondo que a alguien como yo se le hace como crinolina. La blusita rosa sin mangas, la pulsera de bolitas a juego y las chanclitas blancas. Me hice una cola de caballo con el fleco de fuera (mientras no crezca, habré de encontrar maneras de reconciliarme con el peinado) y me puse los aretes de perlitas que mencantan. Súper girlie, de escribirlo hasta mempalagué. Qué calor hace.

Entiendo

Entiendo. Eso de equivocarme en el día de la función de cine del festival de derechos humanos no fue buena idea. Ir con alguien nomás por ir con alguien sólo lo hizo peor. Largarme dos horas y media después, es posible que no fuera lo que él estaba esperando. Aunque nos hayamos comido una paleta mientras bajábamos a pie desde la 66 hasta la 42. Aunque en el camino habláramos de la infancia y de cualquier cosa y luego nos hayamos tomado una cerveza carísima en Bryant Park. Aunque yo lo hubiera invitado a que viéramos Madagascar a las once con un grupo de gente. Él no quería eso. Qué aburrido, ir al cine, dijo. Pero podríamos ir a tu casa a ver alguna película mejor. Yeah, right. Por eso el berrinche frente a la estación del metro. Por eso no me advirtió que ese tren no habría de llevarme a donde yo quería. En fin. El problema, me parece, es que él pensaba que era un deit. Lo lamento.

6.03.2005

Papelitos

Dos papelitos que hacen escala aquí antes de precipitarse a una muerte cualquiera en el bote de basura:

- Postit amarillo. Instrucciones para ir al Tribeca Film Festival a ver 9 Songs. "Tomar el R W (N no jala) hasta City Hall, tomar Murray St al Oeste. Son 6 calles hasta el cine: Church, W Broad?, Greenwich St, otra chiquita. West Side Hway (es grande). Una más y a la izq. Está entre Vesey y West Side Hwy.

(El suscrito postit no me bastó más que para llegar cuarenta minutos antes, hacer fila bajo la lluvia y quedarme afuera de la peli, a la basura, pues!).

- Servilleta garrapateada de la graduación de mi hermano, antes de que las muchachas de curvas abundantes y escotes versátiles acabaran de escandalizar a la parentela. "Ah. Tal vez sí soy provinciana por dentro, por debajo del vestido. La pagüer pof insiste en que tiene que ser un muchachio extranjero, pero justo ahorita tengo mis dudas. Estas fiestas en las que hay música no guapachosa - guapachosa la baila cualquiera- sino música norteña, entonces sospecho. Veo los cuerpos pasar frente a mí y me doy cuenta. Esto lo quiero para mí, tal vez. Esa manera de acomodar el brazo sobre el hombre (ejem, el hombro). Esa cadencia asombrerada y botuda que se asoma a pesar de los sacos y las corbatas y los vestidos de lentejuelas. Ese sabor a fajitas y cerveza y jaibol con 'bucanas'.

movies anyone?

Quiero ir. ¿Alguien se anota a esto?

6.02.2005

Tuttifrutti

Estoy retecontenta aunque me duele la cabeza. Estoy disfrutando la soledad. No sólo la de la casa pero la de la ciudad. No hay nadie, todos se han marchado a hacer otras cosas en otras partes. La próxima semana iniciaré un proyecto del cual ayer me indicaron no puedo dar los detalles, pues se trata de algo "confidencial". Hasta firmé un documento y toda la cosa. Lo malo es que no hay paga. Lo bueno es que ya conseguí algo para el otoño que sí paga y además mentusiasma. Hice de comer arroz blanco (que se tardó hooooras, ni que fuera risotto) y verduras teriyaki con un atún rico. Con el atún hice un poco de trampa porque compré la pieza ya cocinada estilo japonés y sólo la rebané y se la puse a las verduras. El secreto está en el genjibre, lo descubrí hoy. Compré un bote de genjibre fresco y machacado y se lo agregué al sartén caliente antesitos de la salsa de soya. Quedó rebueno pero yo creo que ya no voy a cenar. Es delicioso eso de andar como a una se le pegue la gana en la casa. Hoy hice algo de lo cual Carrie Bradshaw y mi madre se sentirían orgullosas. Nunca pensé que se podría todo junto, pero sí. Fui al Prada Private Season Spring Sale...y no compré nada. Snif. Ni modos, cuando termine esto y vuelva a tener dinero...Oh well.

Progresos?

El semestre pasado, en el centro este de rehabilitación, llevé un curso de manera, digamos, subliminal. Creo que el título era Apreciación del Fútbol Mexicano (con opción del certificado con Preparación de Botana), o algo así. Todos los fines de semana, a partir de las cinco de la tarde, en este domicilio se sintonizaban sin falta los partidos del Monterrey (me imagino que la elección del material correspondió a las preferencias del instructor). La asistencia no era requerida, pero el partido se mostraba de todas maneras. Un poco por socializar, un poco porque el espacio es reducido y no hay otro lugar a dónde ir para comer más que a la sala, frente a la tele, fui aprendiendo algunas cosillas que me había resistido a comprender en todo este tiempo (me refiero a mi corta vida). En ocho años que viví en Monterrey puedo decir con orgullo que NUNCA he ido al estadio a ver un partido de soccer (aunque se enojen, porque de americano sí), jamás ví un partido más que de pasada y nuncanuncanunca entendí de qué se trataba el jueguito ese. Sí claro, de poner la pelota en la portería del contrario, pero hasta ahí. Pues el examen final llegó hace tres semanas, me parece, sin previo aviso. Me había quedado sola unos días antes de ir a México. El co-instructor de la clase llamó con cualquier pretexto y me parece que mencionó que había una final. Saprissa-Pumas, lo recordé. El co-instructor es de Costa Rica, y también se encargó de mi educación futbolera este semestre. Llegaba siempre con materiales adicionales que lograban estimular mi interés en la clase (botana y cerveza) y con paciencia contestó al menos tres veces mi distraída pregunta de ¿Saprissa es qué cosa, una ciudad? El caso es que ese día yo tenía mucha tarea, pero quedé con el co-instructor de que lo tendría al tanto del marcador del partido mientras él iba al cine. Prendí la tele bajito y seguí haciendo tarea, tampoco me iba a tirar a mirarlo, todavía tengo algo de pudor. Al primer gol envié un mensaje de texto que decía 1-0 de Gómez. Recibí una llamada urgente que reclamaba más detalles. Para el segundo gol incluí todos los datos pertinentes, incluido el minuto del gol y me sentí muy satisfecha. Lo mejor vino después. El partido terminó y fui a revisar el marcador. Algo no me cuadraba. El número favorecía a los mexicanos, quienes en lugar de celebrar, agredían al árbitro. Mhhh. This is not right. Hugo manoteaba y hacía unos gestos horrorosos, la multitud también se miraba inconforme. Tal vez fueron tres largos minutos de confusión, pero lo deduje yo solita. Ganar el partido no siempre significa ganar el campeonato. Soy lo máximo, una lumbrera re-inteligente.

Etiquetas: ,

6.01.2005

Graduation

Mi hermano, de la noche a la mañana, con un plumazo, un sello y una firma (sin olvidar, por supuesto, el pago) se convirtió en Licenciado. Las cosas dela vida. Nacemos, crecemos, nos graduamos, nos reproducimos y así. Mis padres juzgaron que se trataba de un acontecimiento de altura y organizaron el correspondiente evento familiar multitudinario. Eso significa reunir a los cuarenta parientes más cercanos para el festejo. A mi edad, una sabe. En estas ocasiones, con alcohol involcurado y multitud familiar, una no lleva a nadie a menos que se trate de una emergencia o circunstancia inevitable. Una va sola. Una ya ha aprendido.

Etiquetas: