umbarles
Hay cosas a las que todavía no me atrevo y me enoja. Me enoja que dependo todavía de los demás para algunas cosas. Quería ir a una noche de "cumbias para snobs y baladas hirientes" prometían el "pop más salvaje, tambora and bass". Anduve convoque y convoque desde el martes. Me peiné, me puse unos aretes morados recién comprados. Nadie quiso ir. Me puse los tacones, me pinté la boca. Después, la puta inseguridad. La llamada con cola que decía "ay Maztrich, pero a poco no te da miedo ir tú sola?" y después "pues híjola, la verdad sí va a estar padre pero ni modo de ir sin nadie más". Yo, que no le tengo miedo a casi nada. Que me voy sola al cine. Que en los restaurantes digo party of one y me siento a comer bymyself sin que me importe. La que se fue sola al viejo continente y después, cuando ya tenía amigos, volvió a tomar la mochila y se largó diez días a París para celebrar año nuevo sin nadie más que un cuaderno. La que tomó el vuelo a Sudáfrica y luego, cuando los demás se devolvieron a sus países, se quedó a explorar un cachito de la punta del continente con su cámara y una jirafa a cuestas. También al carajo he ido sola un par de veces. ¿Y cómo te vas a regresar? me preguntaban hace unos domingos los compañeros de B en Boston. Pues como vine, en autobús. ¿Ay Maztrich, y no te da miedo? ¿Quieres que te acompañemos a tomar el camión? Pues si quieren asolearse y subirse al metro y ver por enésima vez el mall, bienvenidos. Museos, conciertos, ciudades, fiestas. La soledad no me detiene, aunque a veces los desarma. Como el dentista aquel que me mandó a conseguir acompañante porque no me podía intervenir si no iba con alguien más. Bu. Los de las taquillas del cine en México son recrueles. Pide uno un boleto y luego luego voltean a ver si atrás en la fila viene alguien. Luego vuelven a preguntar, ¿uno? Volver a ser uno, con el agujero dentro. Y no me importa ser una, estoy contenta de ser una. En la fila del cine o en la sala de espera del consultorio del ginecólogo o en una ciudad extraña. En un bar lleno de desconocidos, aunque tenga muchas ganas, todavía no puedo. No debe ser tan difícil, montarse en los tacones y tomar la bolsa de brillitos y acercarse a la barra y, ... a lo mejor sí tengo todavía umbrales sin traspasar.
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