4.06.2005

Un libro para Sofia

Sofía:

No te conozco ni tú a mí. Todavía no naces, pero entiendo que mañana habrás de respirar por primera vez, y será en Nueva York. Es a causa de esta ciudad que te escribo esta cartita de bienvenida al mundo. Porque en ella, la ciudad que te verá nacer en unas horas, me encuentro yo y se encuentran tus padres y tu hermano que te esperamos. Si no fuera por Nueva York, tú habrías nacido en Argentina y yo no me habría enterado en México del suceso. Qué maravillosa ciudad entonces, que permite que tú que no has nacido recibas estas letras que tampoco habrás de leer inmediatamente. Te compré un libro porque me gustan los libros y me gustaría que te gustaran los libros. Te regalo un libro porque a todos los niños del mundo deberían regalárseles libros cuando nacen. Aunque haya personas a las que les parezca tonto, porque creen que como los bebés no saben leer, no deben recibir libros cuando nacen. Yo no. Te escribo esto Sofía querida y pienso en cómo me gusta regalarles libros a los bebés que no conozco y que no han nacido. Hay una bebé más grande que tú Sofía. Se llama Mariam y vive en Chicago con sus papás. Chicago es una ciudad grande como Nueva York, en donde también hace mucho frío. No te tocará conocer luego luego el frío Sofía, porque la primavera acaba de llegar, pero ya lo verás. Te decía de Mariam. Ella también nació en una ciudad que no les pertenecía a sus papás. A ella también le regalé un libro antes de que naciera. Un libro en español para que se lo lean sus papá que habla español y su mamá que está aprendiendo. Era un libro sobre una flor. En Monterrey, que es una ciudad en México en donde no hace tanto frío como en Chicago y Nueva York, hay otra niña que se llama Valeria. Valeria también recibió un par de cuentos que alguno de sus tres hermanos le leen por las noches cuando no se quiere dormir. Pues bien Sofía, recibe este libro sobre Nueva York. Los dibujos que contiene son los dibujos de las cosas que tus papás y tu hermano y la gente (al día de hoy somos como ocho millones) vemos cuando caminamos en la calle o sobre el puente o bajo la tierra, en el metro. Cosas como las del libro estaban alrededor de mí esta tarde cuando salí de la escuela y me acordé que mañana vas a nacer. Entonces, en lugar de ir a mi casa, entré a una tienda en donde había muchas cosas para bebés. Había zapatitos y vestidos de colores pastel. Muñequitas y mamelucos (no sé si en argentino se dice mameluco, pero tus papás sabrán). Todo era re-lindo, pero no me decidía por nada. Entonces me acordé, frente a mi casa hay una librería que me gusta pero a la que no entro más que en ocasiones especiales. Me senté un rato frente a los estantes de los libros de niños. Había libros con dibujos y sin dibujos. Libros de cuentos y libros de frases para niños más pequeños. Libros de pasta dura y libros de pasta suave. Había libros con muñequitos que saltaban y patos con plumas de verdad. Entonces ví este libro. No estaba en la sección de libros en español, ni en la de libros para niños pequeños, pero era el libro perfecto. Un libro sobre Nueva York. Sobre esta ciudad que hace posible que podamos conocernos aunque tú posiblemente me hayas olvidado cuando seas capaz de leerlo. Esta ciudad que desde hace un par de días amanece con sol porque anticipa tu llegada. Bienvenida al mundo Sofía.

2 Comments:

Blogger Jody Dito ha dicho...

Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
Yo he venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros
en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, orinando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados
y distancias inasibles
en la patita de ese gato
quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas
por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer?, ¿ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera
y bocanadas de sangre?
San Ignacio de Loyola
asesinó un pequeño conejo
y todavía sus labios gimen
por las torres de las iglesias.
No, no, no, no; yo denuncio.
Yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido
por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.


Esto es Nueva York, la ciudad de 8 millones de habitantes, donde el Hudson se emborracha con aceite.
¿De quien es el poema?
Tendrás premio si lo aciertas.

Perdón por la intromisión.

4:16 a.m.  
Blogger Skarav ha dicho...

Por pura pero pura curiosidad...me gustaría saber tu opinión de los libros de Harry Potter....un saludo!

4:27 p.m.  

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