4.26.2005

a oscuras

Hace mucho que no sentía miedo. Tanto miedo. Yo no sabía que la biblioteca la cierran a las doce. Pensé que por ser época de finales, estaría abierta toda la noche. Pensé que, terminadas las labores en el quinto piso, podría pasarme al octavo a guardar los libros en mi locker, hacer una escala técnica en el baño y proseguir con los libros que me faltaban del séptimo. Estaba lavándome las manos cuando la luz desapareció. No atiné más que a buscar a tientas las llaves del agua y cerrarlas. ¿Y si grito? Apenas estaba calculando los pasos que me faltaban cuando se encendieron nuevamente. Suspiré tranquila. Todavía había gente en el séptimo, poca, pero ahí estaban, inclinados sobre los libros, despeinados, ojerosos. Mis compañeros de jornada. Tomé mis cosas y me aventuré a la sección de las JX y las JC y las JV. Ahí los pasillos son más estrechos. Con mi post it en la mano y mi mochila en la otra fui encontrando los libros que me faltaban. Cuando llegué al final del pasillo y ya no me faltaba ningún libro, dí media vuelta. La mitad del piso no tenía luz. Sólo el caminito que yo había recorrido diez minutos antes distraídamente estaba iluminado. ¿A dónde se fueron los que pasé hace unos momentos? Abracé los libros y salí al hall del séptimo piso. Estaba todo apagado. La luz que entraba por las ventanas era la única que quedaba, y la del lobby en el primero. El silencio era otro. Escuché el corazón asustado mientras pedía un elevador. Qué miedo. Qué miedo. Cuando llegué a mi casa todavía sentía taquicardia. Me comí un emparedado de ensalda de atún con doritos enmedio para que se me quitara.

2 Comments:

Blogger Antropomorfo ha dicho...

me imagino que ha de ser una experiencia deliciosa quedar encerrado en una biblioteca toda la noche...

11:56 a.m.  
Blogger Roberto ha dicho...

Digno de pelicula de terror. Me parece raro que no te avisen...
Un abrazo!

12:06 p.m.  

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