6.16.2007

asado, norita, campeonato

Hoy se juega el último partido del campeonato, aunque lo hayamos ganado la semana pasada. Hay que jugarlo igual. Me llevaban, no me llevaban, me llevaban. Al final quedamos que no. Un quilombo lo de las entradas, el trip, etcétera. Y también, separarnos un ratito, capaz. Temprano teníamos un asado en lo de su antiguo jefe. Una pareja intelectual con un hijo callado callado. Una casa muy linda, con mucha luz natural. Libros, fotos. Vivieron en Europa, en México, ahora acá. Una ensalada que me recuerda a Toulouse. El asado lo sirven en tablitas redondas de madera en lugar de platos. Me gusta. Para estas alturas ya puedo opinar sobre cortes y sé que morcilla no, gracias. Tomamos vino. Hablamos. Traen el café en unas tazas divinas, onda las que vimos en las tiendas de San Telmo. Eran de la abuela de él. Quiero. Quiero. Imagino ser así. Una pareja relajada que cocina un domingo para un joven que conocimos, que tenemos un juego de tacitas lindas y sol que entra por la terraza. Y saber que Europa y México están allá y aquí nuestros libros y nuestros trabajos editoriales. Es hora de irse. Él tiene que irse. ¿Pero y ella? Nos miramos. La verdad que yo me tomaría otra taza de café. Y no se dice más. Nos besamos y me quedo ahí, a charlar. De política, de futbol (!), del mundo. Ayudo a limpiar la mesa, doy las gracias y me marcho. Me despiden con buenos deseos.

Quiero un tasi. Lo encuentro. Me subo. Indico. No se puede. Él va en otra dirección. UFA! Me bajo. Camino camino camino. ¿Y si camino hasta allá? Al final, otro tasi. Ya sé qué voy a hacer. Entro a un salón. Que no. Encuentro otro, ahí en Rawson. Chiquito. Quiero un brushing. No me puedo ir sin uno, sólo por el placer de pedirlo (Nota relacionada: Mi amiga la argentina, un día: ¿y cómo le dicen ustedes al brushing? No me creo que no tengan una palabra para el brushing). Aprovecho y también me hago las cejas. Viajar tanto tiempo es malo para las cejas. Me atienda Norita, un amor. Me interroga con dulzura. Me da tips para las tres canas que tengo: Tenés que decirles que te las pig-men-ten, cuesta un poco de trabajo pero es lo que hay que hacer. Ella conoce a varias chicas que se han casado con mexicanos. Chicas bien ¿eh? Encantadores los mexicanos. Decile a tu novio que te sheve al Tigre (y una vocecita kevinjohanesca dice en mis adentros to buy lots of mimbre), es lindo ashá. Me habla de sus hijas. Ella vive en Barrio Norte (oh!) pero siempre ha sido gente de trabajo (ah!) y acá está. De pronto entra un mesero de filipina almidonada con un platito y una taza. Se dirige a la señora que está bajo el secador. Ése es el tipo de cosas que hacen un barrio así, con todas las letras. Pago 26 (menos de 90 MEX) pesos y no me lo creo. Camino un rato por ahí, con el pelo como se debe, en botas y con la pashmina que me regaló la suegra antes de que nos fuéramos. Me gusta Argentina. Me quedan tres días y siento que no serán suficiente. Ahora sólo me faltaría un cigarro, pienso mientras regreso a lo de B&J, que no están. B&J que tienen un departamento lindísimo de doble altura con la colección de música más chida que yo haya escuchado. B&J que podrían bien apellidarse Hospitalidad. Prendo la tele y alcanzo a ver un cacho del final. Esta noche cenaremos empanadas del Vasquito y aprenderé que me gustan las provezal pero no las de roquefort con apio.

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