3.31.2008

patria potestad


En el Moleskine, fechado 04/02/08 en Nayarit, bajo una palmera.

Mientras leo Dios es Redondo, se me ocurre:

Hay pocas cosas en el saldo de la separación con las que francamente no sé qué hacer. Es cierto que me duele un poco separarme de la incipiente fauna de madera de procedencia internacional, y que me hubiera gustado tener el poster de propaganda maoísta en alguna de mis posibles futuras oficinas universitarias. Tampoco me duelen los bowls naranjas (los verdes me tocaron a mí) ni la almohada de plumas de ganso ni la lámpara de leer. Los archivos del Times File fueron transferidos a mi cuenta "de soltera", tan abandonada que estaba. La tarjeta telefónica poco a poco se gasta en llamadas a Miss y en los días que ha hecho fresco caliento agua y evalúo el bulto de yerba que va poco a poco terminándose. La bombilla y yo sabemos que una vez que ese paquete termine no habrá otro y ella quedará relegada al cajón de las cucharas. El mix"tape" de mi cumpleaños ha sido archivado en un estante lejano, junto con la agenda del 2007 y el collar chiapaneco de semillas de platanillo que no volverá a ser reparado por ningún artesano misionero.

Un par de libros que doy por perdidos con resignación y alguna amistad incipiente que terminó en el momento justo. Las fotografías fueron trasladadas al disco externo, fuera del alcance de cualquier tentación nostálgica. Los regalos de navidad que se pudieron regiftear se regiftearon. Menos el que tenía sus iniciales grabadas. La próxima semana recibiré la primer New Yorker con mi nombre en la etiqueta. En fin, que la repartición de los bienes ha sido así, un poco con el aburrimiento de un trámite molesto, un poco con la nostalgia de lo que ya se sabe que pasó.

Pero hay algo con lo que no sé qué hacer. Me convertí en hincha voluntariamente. Futbolera por primera vez en la vida. ¿Eso dónde se pone? Porque lo cierto es que esta vez no fue como aquella fugaz temporada en que me hice fan de los San Diego Chargers. No. Esta vez fue diferente. Lo hice por él pero también. Para que tuviéramos una familia juntos. Porque yo no quería que me relegaran los domingos a la hora del partido. Y porque qué lindo que es putear un rato en pareja y emocionarse un rato y gritar a las cuatro de la tarde cuando los vecinos duermen la siesta. Y después volver a la cordura.

El gusto por el deporte me preocupa menos que la filiación equipística. ¿Renunciar a quererlo me obliga también a colgar la camiseta de cuervo, la única que he llevado? Pero si ya me sentía de Boedo. ¿Hacia qué autoridad tengo que dirigirme para solicitarle la potestad legítima de mi conciencia sanlorencista? Verá usted, señor juez que yo, en pleno uso de mis facultades mentales soy capaz de estar al tanto del marcador. No, no llegué por mi propio pie. Sí, me quejé antes, pero mire usté, el gasómetro es lo suficientemente grande para todos. Y conozco los cantitos, se lo aseguro. No, no todos. Y no fui a la popular. Pero llegué el año del segundo campeonato del siglo 21! Y eso, eso se llama cábala, no me lo van a negar. ¿Esto tendría que valer de algo, no?



Quién sabe. Ayer que fui a correr estuve a punto de usar la camiseta pero me detuve. Es una decisión muy delicada. Me lo pregunto justo ahora que está por comenzar el centenario. Shamán dice que me haga de otro equipo. Cualquiera. Me quiere tanto que él, chiva de hueso colorado, está dispuesto a que me haga del América, siempre y cuando no salgamos en público con las camisetas. EN dice que no, que tengo que hacerme de un equipo perdedor, para que la tristeza y la frustración se queden en la cancha. Mi hermano dice que vuelva a mis raíces beisboleras y me olvide del fut. Yo francamente todavía no sé.
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3.13.2008

señales

Que me hayan invitado a comer con el autor de ese libro que leí en la playa en febrero (que no haya ido es punto y aparte).

Que él me haya llamado esta noche desde el Azteca cuando un equipo de su país perdía frente a uno del mío.

Pero sobre todo, sobre todo, que haya estado este hombre frente a mí en la fila de Telcel.


TENGO que escribir el post que se pregunta qué se hace con el amor por el primer equipo de fútbol luego del divorcio. ¿Quién se queda con la potestad de la pasión futbolera?

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2.28.2008

disposal

Hoy, en la oficina, mientras escuchaba Safari Vixen de Babasónicos los hice pedacitos pequeños: Los pases de abordar del viaje de diciembre a NY. El recibo de Aroma Wine Bar, octubre 2007. Las entradas de precios diferenciados a Iguazú. Su rostro haciendo una mueca, el tren de fondo, la remera de los NY Yankees, circa mayo de 2006. Luego me tomé otra taza de café y seguí llenando mi comprobación de gastos de viaje.
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1.20.2008

el pasado

Llegamos un poco tarde al cine. Había olvidado lo mucho que me gusta ir al cine. Un hombre y una mujer que se separan. Ella dice que no, que se dejan. Un hombre y una mujer que se dejan, en Buenos Aires. Querer tocarlo todo. La calle, los cafés, el subte. Un gusto a conocido, a viejo. Saber que también no hace mucho, caminábamos por ahí. La última vez que ví a ese hombre fue en Buenos Aires, en una pantalla del rumbo de Almagro. Y ahora él, en la pantalla, camina por las calles que nos llevaron a verlo. Siento una pequeñísima nostalgia. Como si estuviera esperando que de pronto volteara a mirarme y dijera: eso es Retiro (o Abasto, o ¡mirá, Rivadavia!), ¿te acordás? Y claro que me acuerdo. Me concentro en la pantalla. En el pasado de ellos. El muerto que comparten. Ése con el que sólo uno de ellos se quedó a vivir. No sé si termina de gustarme, no termino de creérmela. No sé qué estoy buscando. Un cachito de eso. Una hora y media into the movie, avisto de pasada el primer mate de la cinta. Tampoco hay fútbol. En la versión que yo tengo de eso hay siempre mate y fútbol y puñadito e ironía. Acá no. Esta es otra versión. El pasado se pudre, huele mal. Está sucio y sin bañar. Rodeado de botellas de Quilmes y cajas de pizza y fotografías sin clasficar, el pasado se vuelve una montaña infranqueable a la que le damos la espalda inútilmente. Queda su sombra. Yo estoy acá, aquí. Al pasado le hemos cerrado la puerta. No, no lo hemos borrado. Lo metimos en el último cajón. Que se quede ahí. Ahora hay otros proyectos, otras ilusiones. Ahora no tenemos tiempo para él.

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1.09.2008

narrativa

No, no me conviene lo que hiciste (en eso estamos de acuerdo). Mi vida no es un telenovela, y no habrá un Amy Episode. Este mal rato no me va a ganar ningún premio literario. No, no eres el malo de mi película. Hoy, un mes justo después de nuestra última noche, de los últimos besos en el subte, de las últimas fotos sonrientes en Brooklyn (tú también sonreías, tú también besabas, tú también te sumergiste en la noche ) te puedes dar por enterado. Esta no va a ser la historia que me marque. La narrativa que me determine. Lo que has hecho no me da propósito ni me justifica. Renuncio a escribir esta historia. Elijo darle vuelta a la página. Madurar. Aprender. The End.

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12.26.2007

chau

No había entendido nunca la expresión duele hasta el tuétano. Hoy sí. Así, con dos, tres palabras.

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12.19.2007

atrasada

Parece que por fin terminé de postear lo que me faltaba del viaje del verano (de uno al menos). Exactamente seis meses después de que volví. Más vale tarde que nunca, dicen.

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12.04.2007

preparing

Me preparo para el último shuttle MTY-NYC de la relación a distancia.

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11.03.2007

cumpleaños 2

Hubo mucha comida. Muchos amigos. Vino, cerveza y tequila. Hubo, to the best of my knowledge, cinco blogs reunidos esa noche. Nadie habló de blogs, tho. Hablamos del festejado, de los planes, de la mudanza. Hubo hummus, Gilda, creo que alguien tomó fotos. Faltó el pastel y me disculpo. Dos noches después, cuando cenamos sólo él y yo tampoco hubo, hubo panettone y nieve y la mesera rubia le cantó bajito casi al oído.

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11.02.2007

cumpleaños 1

Cumplió 32 y me fui a verlo. Llegué tarde y me dispuse a fungir. Me correspondían las tareas de aprovisionamiento (que no financiación, ojo), preparación y anfitrionamiento del festejo. Disponíamos de dos horas para hacer todo. No pasa nada. Visitamos dos supermercados, elegimos, negociamos (entre nos, no con los marchantes), compramos. La cajera lo felicitó efusivamente. Volvimos de prisa bajo un paraguas compartido que no ayudaba a nadie. Prohibido comprar flores, aclara el festejado. Pero, es que, mirá que... Nada. No quiere. Subimos hasta el once. Abrimos la puerta y me golpea. Respiro hondo y está todo dentro mío. Se llama nostalgia. Aquí. ¿Qué te pasa? Es que yo. Hundo la cara en su pecho y las dejo correr. Correr es un decir, se quedan en su camiseta. Yo no quería irme de aquí. A veces me cae que me entra la loquera, I swear. Me limpio los mocos y -tranquilos, me lavo las manos- nos ponemos a cocinar.

Hago mi warm-pasta-pesto-and-tomate, acomodo los cashius, las aceitunas, los quesitos. Partimos el pan, dos tipos. Uno lo untamos de tomate y es coronado con champiñones al ajillo. Otro lo cubrimos con sopresatta y manchego. Llega el primer invitado. Fuck. Pero es de confianza así que le pedimos se arremangue y se convierte en pinche. Pinche de lujo porque logramos hasta hacer las mino albóndigas.

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10.18.2007

despedida

Hace unos minutos leí su primer post de despedida y me largué a llorar. No, me puse chille y chille, como mexicana. Sus palabras me llegan hondo por muchos motivos. Los más superficiales: Yo también llegué a Nueva York una y me fui otra. Yo también entiendo que todo eso no cabe en una taza ni en un llavero ni en una estatua de la libertad de plástico. Yo no tuve despedida. La mía llegó con la muerte de mi abuela y de ahí se precipitó abruptamente y después, después como que la ignoré. Porque lo había dejado a él allá. Guardándome las calles, cuídandome el correo. Porque no me fui-fui, seguía leyendo el periódico, y recibiendo la Newyorker aunque atrasada y consultando Gothamist y llamando diario al 647 y algunas veces al 917 o al 212. Ahora es distinto porque ahora él también se marcha.

Dejamos New York. Ese otro pedazo mío que tomaba mate uptown y conocía bien el 7 al que yo pocas veces subí también se marcha y lo ha dicho de una forma que me mueve y me conmueve. Pero tiene razón, tiene razón cuando recuerda a Frank. Si la hizo allá. También puede hacerla en donde sea. También puede hacerla acá.

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9.25.2007

desventaja

Lo malo de tener un novio blogger es que ahora no se le puede hacer conversación por duplicado. Ejemplo:

- ¿Amor, cómo estuvo lo de Cristina Kichner en Niuyorc?
- Pará que lo estoy terminando de postear.

Uno es remitido al url correspondiente. El ciberespacio nos va a matar.

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6.29.2007

4-1

Alguien de nuestra pareja binacional tenía que ganarle a los gringos.

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6.20.2007

metsicana

Tenía que hacer Comida Mexicana Como Dios Manda. Después de una intensa investigación internetística vimos que había un par de posibles lugares en BsAs donde podíamos conseguir los insumos. Optamos por hacer arroz, frijoles, guacamole y tacos. De carne y de camarón. Y sohl-sa, claro. Increíble que sea una marca de ¿Laredo? la que exporte taco kits "al esterior". Una vergüenza. En fin. parece que no quedamos tan mal.

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6.19.2007

Puerto Madero. Abasto. Jean Jaurés


Mañana es mi último día en Argentina. Vuelvo a la realidad. Caminamos un montón. Vamos a cocinar mexicano antes de que me vaya. Seguro que acá es más fácil conseguir los ingredientes (hago changuitos). Paseamos otra vez por el centro. Entramos al cabildo. Hay banderitas por todas partes. Banderitas y listones. Compramos garampiñados (así les digo yo y qué) frente al edificio de correos y tomamos unas fotos medio idiotas "para el blog". Esta vez vamos a la parte linda de Puerto Madero. Nos besamos. Las baterías están por morir. Atravesamos el puente. Caminamos otro poco. Llegamos hasta la orillita de la reserva. Comemos cosas ricas parados, como si fueran puestos de tacos. Tienen salsitas de todo tipo, un verdadero hallazgo. ¡Y pican! Nos volvemos.

¿Y si vamos al cine otra vez? Vamos. Esta vez al shopin de Abasto. Vemos XXY, la de Darín. Hace unos días cuando caminábamos a casa de la madre de B (que dijo que yo era mona) vimos el espectacular y pensamos en ir a verla. Salimos de la sala con los ojos así como... así pues. La chava tiene una presencia muy fuerte en la pantalla. Afuera del mall, por un costado, está Gardel. Me faltaba Gardel. ¿Cuántas cosas me van a faltar en este viaje? Please note que dije este viaje. O sea que. Soñar no cuesta, dicen. Me toma fotos con Gardel, compro los souvenirs que me encargaron (el elusive tequila shot con la leyenda alusiva por fin), es de noche. Hay que tomar el camión. En la calle veo algo. Un anuncio. Una calle. Me llama la atención por Toulouse. Me lo tuve que aprender para mi curso de Histoire des Idées Politiques. Nacido en Castres (¿qué me importaba dónde había nacido?. Socialista. Affaire Dreyfuss. El papá de la casa me tomaba la lección, y conaspaviento llegaba a la parte donde decía...et puis il a einseigné...¡à Toulouse! Y nos reíamos. Y helo aquí, Jean Jaurès, en una callecita de Abasto, cerquitita de Gardel. Qué chido país. Empiezo a pensar en voz alta, en México nunca podría haber una calle que se llame así...¿por qué? quiere saPublicar entradaber él. Porque no sabríamos cómo pronun...y entonces caigo en cuenta ¿y ustedes? sé que no debería estárselo diciendo porque se enoja pero no puedo contenerme... ¿USTEDES se atreven a ponerle Jean Jaurès a una cashe? ¿Y cómo le dicen???!!!

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6.18.2007

Día de la Bandera

Cosas que hacemos en Buenos Aires cuando finjimos que no estamos de viaje:

- Vemos tele.
- Vamos al cine a ver la última de Gael. Charlotte Gainsbourg es fea.
- Leemos revistas distraídamente en un café cualquiera mientras inicia la función.
- Caminamos tomados de la mano en una calle oscura.
- Miramos en silencio, una familia sin casa, pidiendo en la calle.
- Escuchamos música. Mucha música. Escuchamos.
- Pasamos largos ratos sin hablarnos, cada uno frente a su respectiva pantalla.
- Voy caminando a La Francesa de Almagro. Compro coca y sandwich de milanesa para los dos.
- Leemos el diario.

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6.17.2007

dimanche

Día del padre. Llamada transcontinental---mis jefes están en Vancouver. Vamos a Palermo Soho--turns out to be lo que decían. Caminamos por las calles de América Latina--incluida esa. Comemos vacío con papas y canelones. Vamos a MALBA, a ver París-Marseille---not the Cortázar experience que me hubiera gustado zzzz. Chido el museo enigüei. ¿Y después? Mi moleskine dice "Palermo wking" and I have no fucking idea what that means. Luego a El Nacional en bus, a ver el début mondiale de démon Verlaine . De alguna forma su música ha sido parte importante de nuestro soundtrack y aquí estamos, tomando cerveza y vino. No sé si le pasa lo mismo, pero es como escuchar los primeros acordes de nuestra historia. Cuando termina caminamos hasta el Desnivel, donde pedimos provoleta, lomo y vino (ohsiohsiohsiohsiohsi). Nightcapeamos a lo del artista, tomando café.

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6.16.2007

asado, norita, campeonato

Hoy se juega el último partido del campeonato, aunque lo hayamos ganado la semana pasada. Hay que jugarlo igual. Me llevaban, no me llevaban, me llevaban. Al final quedamos que no. Un quilombo lo de las entradas, el trip, etcétera. Y también, separarnos un ratito, capaz. Temprano teníamos un asado en lo de su antiguo jefe. Una pareja intelectual con un hijo callado callado. Una casa muy linda, con mucha luz natural. Libros, fotos. Vivieron en Europa, en México, ahora acá. Una ensalada que me recuerda a Toulouse. El asado lo sirven en tablitas redondas de madera en lugar de platos. Me gusta. Para estas alturas ya puedo opinar sobre cortes y sé que morcilla no, gracias. Tomamos vino. Hablamos. Traen el café en unas tazas divinas, onda las que vimos en las tiendas de San Telmo. Eran de la abuela de él. Quiero. Quiero. Imagino ser así. Una pareja relajada que cocina un domingo para un joven que conocimos, que tenemos un juego de tacitas lindas y sol que entra por la terraza. Y saber que Europa y México están allá y aquí nuestros libros y nuestros trabajos editoriales. Es hora de irse. Él tiene que irse. ¿Pero y ella? Nos miramos. La verdad que yo me tomaría otra taza de café. Y no se dice más. Nos besamos y me quedo ahí, a charlar. De política, de futbol (!), del mundo. Ayudo a limpiar la mesa, doy las gracias y me marcho. Me despiden con buenos deseos.

Quiero un tasi. Lo encuentro. Me subo. Indico. No se puede. Él va en otra dirección. UFA! Me bajo. Camino camino camino. ¿Y si camino hasta allá? Al final, otro tasi. Ya sé qué voy a hacer. Entro a un salón. Que no. Encuentro otro, ahí en Rawson. Chiquito. Quiero un brushing. No me puedo ir sin uno, sólo por el placer de pedirlo (Nota relacionada: Mi amiga la argentina, un día: ¿y cómo le dicen ustedes al brushing? No me creo que no tengan una palabra para el brushing). Aprovecho y también me hago las cejas. Viajar tanto tiempo es malo para las cejas. Me atienda Norita, un amor. Me interroga con dulzura. Me da tips para las tres canas que tengo: Tenés que decirles que te las pig-men-ten, cuesta un poco de trabajo pero es lo que hay que hacer. Ella conoce a varias chicas que se han casado con mexicanos. Chicas bien ¿eh? Encantadores los mexicanos. Decile a tu novio que te sheve al Tigre (y una vocecita kevinjohanesca dice en mis adentros to buy lots of mimbre), es lindo ashá. Me habla de sus hijas. Ella vive en Barrio Norte (oh!) pero siempre ha sido gente de trabajo (ah!) y acá está. De pronto entra un mesero de filipina almidonada con un platito y una taza. Se dirige a la señora que está bajo el secador. Ése es el tipo de cosas que hacen un barrio así, con todas las letras. Pago 26 (menos de 90 MEX) pesos y no me lo creo. Camino un rato por ahí, con el pelo como se debe, en botas y con la pashmina que me regaló la suegra antes de que nos fuéramos. Me gusta Argentina. Me quedan tres días y siento que no serán suficiente. Ahora sólo me faltaría un cigarro, pienso mientras regreso a lo de B&J, que no están. B&J que tienen un departamento lindísimo de doble altura con la colección de música más chida que yo haya escuchado. B&J que podrían bien apellidarse Hospitalidad. Prendo la tele y alcanzo a ver un cacho del final. Esta noche cenaremos empanadas del Vasquito y aprenderé que me gustan las provezal pero no las de roquefort con apio.

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6.15.2007

recoleta, tereré y francis ford

Hoy seguimos con e l tour de Buenos Aires. Pasamos un buen rato esperando el camión que no llega. El colectivo que no shega. Hoy vamos a ir a la Recoleta. Seguimos en el mismo trip cheto de ayer: hoteles, joyerías, gente bien vestida. Upscale turistas. Comemos, much to his dismay, en La Biela, un lugar medio fresa old fashioned con meseros de esos de toda la vida. Cruzamos la calle al cementerio. Buscamos a Eva, a Sarmiento, a Rosas. Ahí están. Callados y muertos. Me parece que nunca había visto tantos mausoleos. Pasamos mucho rato ahí, entre los que ya se fueron. Hay tantos nombres que no me dicen nada. Tantos otros que deberían y mi memoria que anda de vacaciones. Hace bueno hoy, así que no importa estar afuera. Hay un sol muy chido. Caminamos a la iglesia de junto. Es mucho más linda que la catedral del centro. Adentro, we concur, es un poco mórbida. En el Centro Cultural Recoleta hay una de esas cosas de performances y arte. No le entendemos a todo. Hay un como booth para tomarse fotos kitsch de boda, y gente con poemas escritos en la frente. Y todo el mundo tiene cara solemne. Sin saber what to make of it, emprendemos la retirada. (Freaks). Cruzamos un par de calles (calles grandes, avenidas) y entramos al museo. Un museazo. Gratis. Pasamos un ratote viendo cosas. Los grabados de Garabito nos entretienen del frío. Salimos. Caminamos de vuelta a un shopping. Queremos o no queremos ir al cine. Queremos, pero. Peleamos. Odio que peleemos. En un silencio forzado tomamos un bus, luego otro. Si supiera a dónde ir. No hay. Estamos juntos. Esto es lo que tenemos. Es rush hour. Me pierdo en mirar los rostros de las personas que suben y bajan y suben y bajan y vuelven a subir. Nos tomamos de la mano sin mirarnos a los ojos. Como diciendo, dale, ya fue. Yastuvo, en mexicano. Vamos a verla a ella. Nos avienta las llaves envueltas en un pañuelo. Las atrapo, creo. Me emociona conocerla. Porque es fellow blogger, pero también porque. A ella y a Nina. Él se sorprende de que yo sepa de Nina. Nos reímos. Yo sé muchas cosas. Tiene música muy chida. Libros que quiero leer. Y chipas. Uy cómo me gustan. Mate también. Me voy dando cuenta que puedo tomar mate con todo mundo menos con él. Bueh. Es que él es un fundamentalista. Le gusta amarrrgo, amarrrgo. Si está bien lavado también puedo aunque no tenga azúcar. Toda la gente que hemos conocido me da la razón. Que me lo den suavecito. Es como si fuera un bebé. Nina también es un bebé, que quiere estar, participar, comer chipa, todo. Hablamos un montón. Me explica cosas. Todos me quieren explicar cosas de él. Ella además es misionera. Entiende el salto. El viaje. Lo que significa. A veces pienso que más que andar de museo en monumento, el verdadero viaje estuvo aquí, en los livings de los amigos. Que lo que me voy a llevar estuvo aquí, en torno a la bombilla. Esto. La amistad por afinidad. No sé.

Más tarde fuimos al Cuartito. Qué pizza más rica, y eso que no me dejaron pedir la que yo quería (sí, se lo voy a recordar a ese pseudo amigo toda la vida). De pronto, es él. Francis Ford, con la misma bufanda que traía anoche en el partido de Boca. Un gran barco que surca el mar de mesas y vinos y se sienta ahí, justo ahí. Qué grande, Francis. The perfect nightcap.

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6.14.2007

catorce


La misión del día, porque todavía no sé hacerlo en línea, es pagar la American Express porque si no me meten al buró. Son de esas cositas que te sacan de la vacación y te muestran que la vida sigue. Que si tu acá estás muy a gusto, a los de allá no les importa. Así que emprendemos la excursión al Barrio Norte que es un poco como el Oper Güest, supongo. Muy pipí-cucú, dicen acá. Muy San Pedro. Tiendas lindas, apartamentos bien vestidos, gente peinada y todo. Pasamos por el ministerio de relaciones exteriores. Llegamos. Me obligan a quitarme la gorra. Me indican que no puedo pagar. A menos claro, que lo haga con un cheque americano y que claro, la titular de la cuenta sea yo. Quéquéqué. Más fácil llamarlo a mi ermanuel pedirle yetanother favor. Odio que las compañías hagan difícil eso de pagar. Caminamos por Avenida Santa Fe. Por aquí vivió. Me muestra. Intento imaginarlo, recién llegado, caminando por aquí. Te voy a llevar a comer. ¿A dónde? Ahora verás. Entre verás y ahora se nos atraviesa un abrigo negro, lindo con capucha. Te lo regalo. ¿Me lo regalas? ¡Me lo regala! Giddy, giddy, giddy me lo pongo y caminamos hacia Cumaná, donde a pesar de que ya empecé a pintar en la mesa nos anuncian que no hay comida, sólo mate. ¿Qué pasa en este país? Ayer la misma cosa. Whew. Terminamos en la Madeleine, que es como Vips pero no exactamente porque no venden libros. Pido berenjenas. Me gustan las berenjenas. Vamos al Ateneo. Wow. Re-wow. No me quiero ir. Quiero todo. Luego cruzamos la calle y me compro un par de jeans lindísimos.

Por la noche iremos a lo de Figu, el amigo croupier (qué mal que lo pasan estos días en Argentina) a ver la final de la NBA. A ver a Manu Shinóbili, of course. Pedimos dos pizzas, calabresa y provolone. Con faina. Es un pan que se pone encima de la pizza. No le entiendo bien pero me gusta. Me gusta todo y si sigo así voy a volver rodando. Los comentaristas no se la acaban. Se trata de un triunfo del deporte nacional. Acá a nadie le importe que la A de la NBA signifique American, as in, los United States. Gana Texas, gana ARgentina, quite clearly. Y yo mejor me callo. Acá soy minoría.

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