6.06.2007

non grata

Hoy fue un día improductivo. Amaneció enfermo y suspendimos el viaje a Iguazú. Con la suegra nos coludimos para hacer que el médico -no necesito ver al médico- viniera a consultarlo a casa. Con la suegra también, pasamos la hora de la siesta en excursión al a farmacia a buscar el remedio. Insistiendo en el asunto Paraguay llamo al consulado. Me explican. Tengo que pagar 45 dólares si quiero ir una sola vez. Ok, no problem. Después el paraguacho al teléfono explica que también hay que llevar pasaporte y tres copias, fotografía y tres copias, boleto de avión y tres copias, copia de esto y aquello, todo por triplicado. Ah, y por la dudas, venga por ahí de las siete de la mañana. Me siento ligeramente ofendida. ¿De veras tengo tantas ganas de visitar Encarnación? Mis anfitriones insisten en que no, no vale la pena. Mi mamá escribe desde México, no seas coda, te invito los 45 dlls yo. No es el dinero, es la actitú. Desde sus ojos verdes insiste: Si no pagaste para entrar a la Argentina (y acompaña con puñadito), ché... Y tiene razón. Dejamos el viaje de lado y emprendemos una excursión a la cancha de padel, que, según me entero, es un deporte inventado en México. Nos ponemos de acuerdo para en la noche. Iremos a yet otro asado. Esta vez en lo de Pete. Sólo estamos la mujer de PEte y yo. El resto son ellos. Ellos que se conocen de toda la vida y se saben de todo y se quieren más de lo que algún día nos habrán de querera a la mujer de Pete y a mí. Me entero de cosas. Me muestran fotografías. Todavía no sé si quiero saberlo todo. Por lo pronto me encanta la carne, la mayoliva, el mathambre, todo todo me gusta.

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