6.17.2010

Uruguay

Nunca lo había visto en el súper. Hoy estaba ahí, en el filo de las diez de la noche. Recién bañado, peinado para atrás, en ojotas y shorts. Nos miramos y sonreímos mutuamente. Hoy justo cuando venía manejando a casa pensé que hace mucho no lo veía y que debía llegar a saludarlo. En lugar de eso, se me aparece en el pasillo de galletas. Oiga Don, qué bien que han jugado ahora eh. Buenas Don, ¿qué tal el festejo? Ahora nos va a tocar ser rivales ah. Y que me diga mijita y me lance alguna frase sudaca.

Pero no. Don Chivito Charrúa se va por su camino y yo por el mío. Cada uno con sus amores futbolísticos en su carrito.

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6.15.2010

world cup

Desde el viernes pasado estoy siguiendo el mundial. Debe ser el tercero en la vida. El segundo de forma voluntaria. El primero, ya se sabe hace cuatro años. La verdad que pasaron medio rápido. Nah. Mentira. Fueron cuatro años intensos. Entre que Argentina iba contra la inexistente Serbia y Montenegro y México empataba con Sudáfrica en una más de las mediocridades aztecas pasaron un montón de cosas.

Mientras tanto me obligo a poner atención al resultado. Me uno a una sofisticada quiniela en donde desde hoy voy en el puesto 13 de 65. Nada mal para alguien que sólo tiene cuatro años de profesar de forma amateurish esta fe futbolística.

Tal vez sería bueno empezar a medir la vida en mundiales. Que empiece una nueva era.

(Y que mañana ganen Brasil y Portugal)

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7.06.2008

eliminado

Conocí un argentino muy lindo en Cusco, le digo mientras mirujeo sus estantes y poso los dedos en los lomos de las miles de revistas que colecciona.

¿Y? pregunta interesado con los lentes de marco rojo que tanto me gustan. ¿Lo discriminaste por argentino? En la entonación hay algo que no sé si es ironía o interés.

Nah, lo que pasa es que era de chacarita júniors. Y yo, yo tengo principios.

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3.31.2008

patria potestad


En el Moleskine, fechado 04/02/08 en Nayarit, bajo una palmera.

Mientras leo Dios es Redondo, se me ocurre:

Hay pocas cosas en el saldo de la separación con las que francamente no sé qué hacer. Es cierto que me duele un poco separarme de la incipiente fauna de madera de procedencia internacional, y que me hubiera gustado tener el poster de propaganda maoísta en alguna de mis posibles futuras oficinas universitarias. Tampoco me duelen los bowls naranjas (los verdes me tocaron a mí) ni la almohada de plumas de ganso ni la lámpara de leer. Los archivos del Times File fueron transferidos a mi cuenta "de soltera", tan abandonada que estaba. La tarjeta telefónica poco a poco se gasta en llamadas a Miss y en los días que ha hecho fresco caliento agua y evalúo el bulto de yerba que va poco a poco terminándose. La bombilla y yo sabemos que una vez que ese paquete termine no habrá otro y ella quedará relegada al cajón de las cucharas. El mix"tape" de mi cumpleaños ha sido archivado en un estante lejano, junto con la agenda del 2007 y el collar chiapaneco de semillas de platanillo que no volverá a ser reparado por ningún artesano misionero.

Un par de libros que doy por perdidos con resignación y alguna amistad incipiente que terminó en el momento justo. Las fotografías fueron trasladadas al disco externo, fuera del alcance de cualquier tentación nostálgica. Los regalos de navidad que se pudieron regiftear se regiftearon. Menos el que tenía sus iniciales grabadas. La próxima semana recibiré la primer New Yorker con mi nombre en la etiqueta. En fin, que la repartición de los bienes ha sido así, un poco con el aburrimiento de un trámite molesto, un poco con la nostalgia de lo que ya se sabe que pasó.

Pero hay algo con lo que no sé qué hacer. Me convertí en hincha voluntariamente. Futbolera por primera vez en la vida. ¿Eso dónde se pone? Porque lo cierto es que esta vez no fue como aquella fugaz temporada en que me hice fan de los San Diego Chargers. No. Esta vez fue diferente. Lo hice por él pero también. Para que tuviéramos una familia juntos. Porque yo no quería que me relegaran los domingos a la hora del partido. Y porque qué lindo que es putear un rato en pareja y emocionarse un rato y gritar a las cuatro de la tarde cuando los vecinos duermen la siesta. Y después volver a la cordura.

El gusto por el deporte me preocupa menos que la filiación equipística. ¿Renunciar a quererlo me obliga también a colgar la camiseta de cuervo, la única que he llevado? Pero si ya me sentía de Boedo. ¿Hacia qué autoridad tengo que dirigirme para solicitarle la potestad legítima de mi conciencia sanlorencista? Verá usted, señor juez que yo, en pleno uso de mis facultades mentales soy capaz de estar al tanto del marcador. No, no llegué por mi propio pie. Sí, me quejé antes, pero mire usté, el gasómetro es lo suficientemente grande para todos. Y conozco los cantitos, se lo aseguro. No, no todos. Y no fui a la popular. Pero llegué el año del segundo campeonato del siglo 21! Y eso, eso se llama cábala, no me lo van a negar. ¿Esto tendría que valer de algo, no?



Quién sabe. Ayer que fui a correr estuve a punto de usar la camiseta pero me detuve. Es una decisión muy delicada. Me lo pregunto justo ahora que está por comenzar el centenario. Shamán dice que me haga de otro equipo. Cualquiera. Me quiere tanto que él, chiva de hueso colorado, está dispuesto a que me haga del América, siempre y cuando no salgamos en público con las camisetas. EN dice que no, que tengo que hacerme de un equipo perdedor, para que la tristeza y la frustración se queden en la cancha. Mi hermano dice que vuelva a mis raíces beisboleras y me olvide del fut. Yo francamente todavía no sé.
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3.13.2008

señales

Que me hayan invitado a comer con el autor de ese libro que leí en la playa en febrero (que no haya ido es punto y aparte).

Que él me haya llamado esta noche desde el Azteca cuando un equipo de su país perdía frente a uno del mío.

Pero sobre todo, sobre todo, que haya estado este hombre frente a mí en la fila de Telcel.


TENGO que escribir el post que se pregunta qué se hace con el amor por el primer equipo de fútbol luego del divorcio. ¿Quién se queda con la potestad de la pasión futbolera?

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2.10.2008

pendiente

Que no se me olvide, a propósito del terrible 2-0 en el torneo de clausura 2008 (who the hell is Newell's?), mis musings sobre la potestad de la infante pasión futbolera. ¿Qué se hace con eso, ah?

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11.14.2007

capacitada

Lo que sucedió hoy no podía suceder antes. No, no podía haber prosperado antes. Mi alumno no tiene manera de saber que yo NUNCA hubiera tenido la sensibilidad necesaria para permitir lo que pidió si no hubiera sido porque mi posgrado en el extranjero, así como el adoctrinamiento que sufrí en Sudamérica me preparó intensivamente para este momento.Él no lo sabe pero es muy afortunado. Hoy que se presentó en mi oficina, tímido y tembloroso, tuvo una suerte que no se imagina.

Ahora entiendo que negarle el permiso de entregar el requisito tal unas horas más tarde porque se ganó el premio equis para cumplir su sueño futbolero de toda la vida (¿qué pueden saber ellos lo que es toda la vida?) podía traumarlo para siempre. Y si algo le sobra al mundo son futboleros traumados, ya tengo uno, gracias (¡mentira! ¡te quiero!). Así que accedí. Con sonrisa y sin sarcasmo. En lo que me he convertido. Quévergüenza.

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6.29.2007

4-1

Alguien de nuestra pareja binacional tenía que ganarle a los gringos.

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6.24.2007

distinta

Es domingo en México. Tengo todavía un cachito de migraña sobre el ojo izquierdo, qué molesto. La casa está prácticamente deshabitada, si no fuera por todo lo que pide compostura, limpieza, arreglo. Me pongo unas bermudas y la única camiseta que traje limpia de Argentina. Es nueva además. Tomo el auto, hago vueltas, voy al super. El viejito que empaca las cosas me dice ¿es del Atlante señito? Me cuesta darme cuenta de que es a mí. Volteo, todavía sin creer que esta, esta señito de la camiseta del Atlante sea yo. Lo corrijo. De San Lorenzo. Aaahh, sonríe sin dientes y dice "la Gata". Sí, sí, le digo, la Gata Fernández. Y después, sin saber por qué digo "salimos campeones". Entonces levanta un puño al aire y me despide sonriente.

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6.16.2007

asado, norita, campeonato

Hoy se juega el último partido del campeonato, aunque lo hayamos ganado la semana pasada. Hay que jugarlo igual. Me llevaban, no me llevaban, me llevaban. Al final quedamos que no. Un quilombo lo de las entradas, el trip, etcétera. Y también, separarnos un ratito, capaz. Temprano teníamos un asado en lo de su antiguo jefe. Una pareja intelectual con un hijo callado callado. Una casa muy linda, con mucha luz natural. Libros, fotos. Vivieron en Europa, en México, ahora acá. Una ensalada que me recuerda a Toulouse. El asado lo sirven en tablitas redondas de madera en lugar de platos. Me gusta. Para estas alturas ya puedo opinar sobre cortes y sé que morcilla no, gracias. Tomamos vino. Hablamos. Traen el café en unas tazas divinas, onda las que vimos en las tiendas de San Telmo. Eran de la abuela de él. Quiero. Quiero. Imagino ser así. Una pareja relajada que cocina un domingo para un joven que conocimos, que tenemos un juego de tacitas lindas y sol que entra por la terraza. Y saber que Europa y México están allá y aquí nuestros libros y nuestros trabajos editoriales. Es hora de irse. Él tiene que irse. ¿Pero y ella? Nos miramos. La verdad que yo me tomaría otra taza de café. Y no se dice más. Nos besamos y me quedo ahí, a charlar. De política, de futbol (!), del mundo. Ayudo a limpiar la mesa, doy las gracias y me marcho. Me despiden con buenos deseos.

Quiero un tasi. Lo encuentro. Me subo. Indico. No se puede. Él va en otra dirección. UFA! Me bajo. Camino camino camino. ¿Y si camino hasta allá? Al final, otro tasi. Ya sé qué voy a hacer. Entro a un salón. Que no. Encuentro otro, ahí en Rawson. Chiquito. Quiero un brushing. No me puedo ir sin uno, sólo por el placer de pedirlo (Nota relacionada: Mi amiga la argentina, un día: ¿y cómo le dicen ustedes al brushing? No me creo que no tengan una palabra para el brushing). Aprovecho y también me hago las cejas. Viajar tanto tiempo es malo para las cejas. Me atienda Norita, un amor. Me interroga con dulzura. Me da tips para las tres canas que tengo: Tenés que decirles que te las pig-men-ten, cuesta un poco de trabajo pero es lo que hay que hacer. Ella conoce a varias chicas que se han casado con mexicanos. Chicas bien ¿eh? Encantadores los mexicanos. Decile a tu novio que te sheve al Tigre (y una vocecita kevinjohanesca dice en mis adentros to buy lots of mimbre), es lindo ashá. Me habla de sus hijas. Ella vive en Barrio Norte (oh!) pero siempre ha sido gente de trabajo (ah!) y acá está. De pronto entra un mesero de filipina almidonada con un platito y una taza. Se dirige a la señora que está bajo el secador. Ése es el tipo de cosas que hacen un barrio así, con todas las letras. Pago 26 (menos de 90 MEX) pesos y no me lo creo. Camino un rato por ahí, con el pelo como se debe, en botas y con la pashmina que me regaló la suegra antes de que nos fuéramos. Me gusta Argentina. Me quedan tres días y siento que no serán suficiente. Ahora sólo me faltaría un cigarro, pienso mientras regreso a lo de B&J, que no están. B&J que tienen un departamento lindísimo de doble altura con la colección de música más chida que yo haya escuchado. B&J que podrían bien apellidarse Hospitalidad. Prendo la tele y alcanzo a ver un cacho del final. Esta noche cenaremos empanadas del Vasquito y aprenderé que me gustan las provezal pero no las de roquefort con apio.

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6.11.2007

placita

Anoche me dio gripe. Cuando se está en casa ajena hay que ajustarse a los remedios de los anfitriones aunque uno no quiera tal o cual cosa. Tal vez haya sido too much fobal. Tal vez hace demasiados días que estoy aquí. Me sentí débil, cansada, caliente. ¿Tendré fiebre? Me llevaron pizza de Tonno's a la cama y miramos todas las repeticiones. Acá hay algo muy curioso. Cuando no compraron los derechos de transmisión de un partido enfocan la tribuna. Entonces uno escucha la narración, como si fuera radio, pero mira a los espectadores en el estadio. Creo que es hasta un poco más divertido que mirar el partido. Repiten y repiten las jugadas, los errores, el triunfo. La gente en la calle. Niños pequeños. En mi delirante fiebre (que ya me aclararon que no tengo) imagino a nuestros supuestos potenciales hijos, vestidos de azulgrana en el 2013 (que nos volverá a tocar), conociendo por primera vez lo que significa esto. Saberse, sentirse campeones. Tal vez sí estoy muy enferma. Por las dudas nos tomamos con tranquilidad nuestro penúltimo día. Mañana emprendemos la retirada. Urge que hagamos la tan prometida comida mexicana. El problema está en que aquí no se consigue manteca vegetal. Bueno sí, pero es lo que conocemos nosotros como margarina. Quedan duras las tortillas si se usa margarina. Tampoco cilantro. Buscamos y buscamos y nos refieren a una y otra parte. Me preocupa. Vamos a la placita que, de acuerdo con mis fuentes, es como Paraguay, pero de este lado. Queremos una camiseta de San Loré para mi tío. Ahora es tarde, ayer todavía se conseguían.

Por la tarde vamos en familia al centro, a ver si encontramos los ingredientes para la cena mexicana. No luck. A menos que. Entonces vamos al lugar ese que promete tacos. Desde que llegamos lo vemos y lo vemos y por una razón y otra nunca estuvo abierto. Tiene que ser hoy, sería mi salvación. No podemos quedar mal. El letrero dice hamburguesas, empanadas y tacos mexicanos. ¿Hay tacos? Y ahora no hay, pero más tarde. ¿Y de qué hay? Son de fajita de posho y de carne. ¿Y la tortilla es de harina o de maíz? Y, le pongo un poco de los dos para que sea suave. ¿Es suave la tortilla? Y... muy suave tampoco es. Pobre hombre. Nomás falta decirle que vengo de la secretaría de protección de la cocina mexicana en el exterior para que se desmaye. Así y todo le pido unos para la famiglia. En la casa hacemos salsa y experimentamos con tapas de empanada. Si las tortillas de harina sirvieron para hacer empanadas en Monterrey, ¿por qué no usar las tapas para hacer tortillas? Porque quedan duras, por eso. Fracaso total de nuestra primera incursión culinaria en sudamérica. Habrá que volver por la revancha. Prometo traer tortillas, salsita y frijoles.

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6.10.2007

campeonato II

Poco a poco aprendo a identificar las jugadas, a anticipar los oohhs y los ahhs. Mentiría si dijera que ya entiendo todo perfectamente, o que hay ratitos en los que mi mente no vuela a territorios más familiares. Pero me gusta. Me gusta ser parte. Me gusta pedir pororó (arg. palomitas) y me maravilla que traigan la cerveza envuelta en una cubierta de hielo seco, para que no se caliente. Me gusta gritar y putear y aventar los brazos como todo el mundo. Como él. Tener puesta la camiseta. Textear a la suegra que todo va bien. Que se despreocupe. Gritar los cuatro goles. Cuatro-dos terminamos. Y sí, usar así la primera persona del plural. Salir a la calle y compartir. Gritar. Sacar la bandera por la ventanilla del auto. Olvidarse que su madre estuvo preocupada porque quién sabe qué vaya a pasar. Mirarlo "tocar bocina" y estúpidamente decirle que en estas calles no vale, porque no hay nadie. En la costanera sí que hay gente. Me sigue pareciendo algo de otra época, la gente con sus sillas y sus termos y caminando por la costanera y charlando y fumando y seguramente chismeando y mirándonos que festejamos con las ventanillas abajo. Me hace feliz verlo feliz.

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campeonato


Despertar tarde el domingo, después de Power y el incidente y todo eso resulta medio avergonzante. Porque acá el asado dominical es temprano. Un poco como cuando llegaban a la casa con el menudo y yo, desvelada un día antes, y el ruido y levantarse y ser nice y hacer lo que mi mamá me dijo que hiciera. Damn it. Para cuando acuerdo soy la última en sumarme, qué pena. La concuña trajo algo, hizo algo, preparó algo. El suegro es el jefe del asado, though. Huele bien, el sol entra por la terraza. Me acomido. Tomamos fotos. Que pose ahí, junto al croto de mi suegra. Que pose ahí, junto al croto de mi suegra para que mi mamá vea que es más grande que el que tenemos en la casa. Ah no. A nosotros nadie nos dijo que íbamos a tener una competencia. En realidad, la compentencia es otra. Hoy se decide el campeonato. En la mesa, entre el chorizo de pollo (qué bueno que es) y la mayoliva (¿por qué no hay en México) y las batatas (que no sepa mi mamá que ahora sí me gusta el camote) y la yuca (siempre se me olvida cómo le dicen acá) y la tarta con manzana (¿me pueden dar la receta por favor?) se habla del futbol. Estamos a punto de ser campeones, aunque hoy no sea la última fecha.

Es un día importante y me visto para la ocasión. Acá el fútbol no es como allá, me explica su mamá, porque algo que siempre me gusta que dicen en la tele los jugadores de acá que van ashá es que ashá la afición es muy civilizada, acá es otra cosa, la gente hace quilombos y bueh. Después de la siesta nos vestimos y buscamos el lugar adecuado. Caminando por Bolívar me asomo a los bares y sugiero ¿ahí? Sólo hay cuatro personas, dos señores y dos chicos, todos cuervos. De aquí somos, dije yo, y entramos. Pedimos una picada, nos acomodamos. Pronto el lugar está lleno, y todos son correligionarios. La espera. La emoción. Los gritos y los cantitos. Y después. Después.

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6.05.2007

costanera

Esta mañana íbamo a Paraguay. Primero, fuimo placita, buscábamo zapatisha Floricienta (no hay). Los marchante argentino dicen "qué será señora, qué será". Nada, no será nada porque no hay lo que buscamo. Bajamo hasta Galería del Mate, lindo lugar. Novio, papelón, estira palanca cae sherba everywhere. A la salida un pibito shora en la vereda. No tiene más de cuatro, cinco año. Y shora y shora solo en la vereda. Lo miramos y luego enfilamos al río. Fotos en la cojtanera, en el ferry. Bajamo a lancha parir a Paraguá, quiero otro sello pasaporte. Pasera dsicute taxista. Despué, rechazo migratorio. Nito visa. Más fotos besuqueo costanera. Sentamo a tomar cocacola fríamuchogas y pororó. Tengo hipo. Hi-po. Mu-hic-cho. U-jic-gh. Él no sabe manipular esternocleidoastoideo. Ay, ayijc, duele. Mucho hipo. Subimos al Manuel A. Ramírez, donde, guía turística en internet dixit, las parejas acuden a prodigarse amor eterno. A mí no me prodigan. Miramos fiesta infantil, gusano loco. Tomamo colectivo bamboleante. Shegamo consulado. Consul rajaba.

Compramo remera Sanloré. Fin de mi virginidá aficionística. Ahora soy hincha futbolera oficial. Despué, vimo amigo de él, japoné en la cashe. Fuimo parque. Hija japoné shoraba causa él. Volvimo a casa. Mañana, Iguazú.

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5.26.2007

mayo 26

Llegué a Buenos Aires en medio de una ovación dominical. Resúltase que los argentinos aplauden cuando el avión aterriza. Un papelón, anota la prensa local, sho pongo los puntos en su lugar y a mí quién me aplaudió, loco? (Alguien más: Aaaah, buueeeeeno, aterrizóóóó). Menos de dos horas después del aterrizaje aplaudoso, me encuentro rumbo a la cancha. Vamos al nuevo gasómetro en donde juega SLo. Hace frío y a mí no me previnieron. Nos acomodamos en la última fila de la platea sur, a reventar el lugar. Dos filas más adelante hay una silla vacía junto a un anciano. Un señor me pregunta si el asiento junto al mío está ocupado. Sí, mi novio fue a buscarme un pancho y una coca. (Antes: ¿no me puedes mejor traer una cheve? Acá no hay en diez cuadras a la redonda desde hace dos horas y hasta dentro de dos más. Bu.) Y ¿ashá delante, habrá alguien? Y no, parece que no. El señor voltea a ver a un niño que no tiene más de siete años. Che, dale, sentate ahí nomás, que sho me quedo acá. El niño no quiere. Bolú, sentate ahí, con el abuelito, daaale. El abuelito aparentemente no es el suyo pero eso no importa. El pancho tiene papitas, qué delicia. Además ganamos. En el bondi, de regreso, la hinchada sigue festejando. Que no decaiga, che, y cantan y cantan y cantan. Cantan y brincan tanto que me contagian.

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6.16.2006

world cup

Afortunadamente Argentina gana 3-0 hasta el primer tiempo. Juegan contra la selección de un país que ya no existe. Juegan y yo sufro las consecuencias. Despertarse a tiempo, apoyar. Hay países, hay hogares, familias en donde las mujeres son viudas a causa del fútbol. Donde las mujeres son libres a causa del fútbol. En este caso no es así. Aquí hay que gritar, aplaudir, gritar otro poco. El niño brinca y canta. Yo meneo perezosamente mi taza de café y lo miro, chiquito, camiseta oficial, bandera, banderín. Gana Argentina, ganamos todos, es la verdad.

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6.02.2005

Progresos?

El semestre pasado, en el centro este de rehabilitación, llevé un curso de manera, digamos, subliminal. Creo que el título era Apreciación del Fútbol Mexicano (con opción del certificado con Preparación de Botana), o algo así. Todos los fines de semana, a partir de las cinco de la tarde, en este domicilio se sintonizaban sin falta los partidos del Monterrey (me imagino que la elección del material correspondió a las preferencias del instructor). La asistencia no era requerida, pero el partido se mostraba de todas maneras. Un poco por socializar, un poco porque el espacio es reducido y no hay otro lugar a dónde ir para comer más que a la sala, frente a la tele, fui aprendiendo algunas cosillas que me había resistido a comprender en todo este tiempo (me refiero a mi corta vida). En ocho años que viví en Monterrey puedo decir con orgullo que NUNCA he ido al estadio a ver un partido de soccer (aunque se enojen, porque de americano sí), jamás ví un partido más que de pasada y nuncanuncanunca entendí de qué se trataba el jueguito ese. Sí claro, de poner la pelota en la portería del contrario, pero hasta ahí. Pues el examen final llegó hace tres semanas, me parece, sin previo aviso. Me había quedado sola unos días antes de ir a México. El co-instructor de la clase llamó con cualquier pretexto y me parece que mencionó que había una final. Saprissa-Pumas, lo recordé. El co-instructor es de Costa Rica, y también se encargó de mi educación futbolera este semestre. Llegaba siempre con materiales adicionales que lograban estimular mi interés en la clase (botana y cerveza) y con paciencia contestó al menos tres veces mi distraída pregunta de ¿Saprissa es qué cosa, una ciudad? El caso es que ese día yo tenía mucha tarea, pero quedé con el co-instructor de que lo tendría al tanto del marcador del partido mientras él iba al cine. Prendí la tele bajito y seguí haciendo tarea, tampoco me iba a tirar a mirarlo, todavía tengo algo de pudor. Al primer gol envié un mensaje de texto que decía 1-0 de Gómez. Recibí una llamada urgente que reclamaba más detalles. Para el segundo gol incluí todos los datos pertinentes, incluido el minuto del gol y me sentí muy satisfecha. Lo mejor vino después. El partido terminó y fui a revisar el marcador. Algo no me cuadraba. El número favorecía a los mexicanos, quienes en lugar de celebrar, agredían al árbitro. Mhhh. This is not right. Hugo manoteaba y hacía unos gestos horrorosos, la multitud también se miraba inconforme. Tal vez fueron tres largos minutos de confusión, pero lo deduje yo solita. Ganar el partido no siempre significa ganar el campeonato. Soy lo máximo, una lumbrera re-inteligente.

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