6.20.2005

Union square

Es domingo. Hace bueno. Este fin de semana he caminado muchas millas. Bajo a la plataforma por la que debe pasar el tren que me llevará a casa. A mi casa vacía de visitas y de flatmeits temporales. Esta semana estoy sola. Suspiro. Es domingo y son casi las doce. Empiezo a caminar hacia el otro extremo de la plataforma. Alguien le hace señas al andén vacío. Es un hombre joven y guapo. Pobre, está loco. Sigo caminando y me doy cuenta. Del otro lado, tres carriles más allá, en donde pasan los trenes que van en sentido contrario, una mujer con una falda blanca de flores rojas hasta la rodilla le contesta las señas. Están locos los dos. Locos de amor y distancia y ciudad. ¿Por qué no se montan en el mismo tren? Ahora sé por qué caminé hacia este extremo de la plataforma. Música. Una guitarra y una voz oscura y melodiosa. La canción esa de I just called, to say, I love you va empezando. Elijo un pedazo de suelo y me acomodo en cuclillas. Mis pantalones verdes recién estrenados combinan perfecto con mis ya muy estrenadas piernas. Recargo la espalda contra una viga de metal azul y cierro los ojos. Un pensamiento anuncia en voz cursi sabor a chocolate: Hoy es una noche perfecta para estar enamorado. Un suspiro resignado añade: sí, sería perfecto estar enamorado en una noche como esta. La verdad se asoma sonriente y les calla la boca. La verdad es que ya estoy enamorada.