6.19.2005

06/19

Estoy de vacaciones y me estoy levantando temprano con gusto. Es la emoción. Como cuando era sábado y me levantaba más temprano a ver las caricaturas que duraban toda la mañana. Es la primera vacación que tenemos en común. El viernes a mediodía fui al aeropuerto. Hace mucho que no iba al aeropuerto sintiéndome así. Con el gozo de la expectativa. La abracé con cuidado porque a último momento decidió también traerse un collarín (y puesto, además). La chocaron dos días antes de venirse a esta minivacación. Una noche antes de que llegara, le hablé por teléfono y le dije: ¿Te das cuenta que es nuestra primera y última vacación solas? No digas eso mensa, me dijo. Sí, mira, le expliqué con el mismo tono que empleo para mis teorías descabelladas, la próxima vez que tomemos una vacación así mínimo mínimo va a ser en cuarenta años, ya que estemos viejitas o viudas y nos vayamos a un crucero de la tercera edad o a Las Vegas. Dije Las Vegas por cliché, porque así sale en la tele gringa, las viejitas de pelo azul que se van a Las Vegas. Ella me corrijió, no, a Europa, las viejitas con estilo se van a Europa, nada de a Las Vegas, estás loca. Además, yo no sé tú, pero yo no voy a estar viejita, yo no me voy a arrugar ni me voy a hacer anciana, me voy a morir antes. Híjola, se me hace que yo tampoco me voy a hacer viejita, no quiero perder el glamour, aunque eso de morirse antes no me simpatiza tanto, sobre todo porque todavía no hay libros ni nada de eso. Porque una escritora puede morir joven siempre y cuando deje atrás una corta pero brillante obra. Además, me acuerdo, ¿y luegos tus pollos, y los pollos de tus pollos? En fin. En todo caso es cierto. Cuando nos conocimos, en la Universidad, ella ya estaba casada y tenía un bebé. Nunca hemos tenido un viaje juntas. Muchas tardes y muchos cigarritos y muchas charlas telefónicas y etcétera, pero no así. Así nunca. Hizo una escala de fin de semana aquí, para que tuviéramos nuestra vacación. Para asomarse a este Nueva York de focos y compras y puentes y ríos y metro. Después -hoy- prosigue su peregrinaje académico a Boston. Allá la alcanzaré. Con ella no me da miedo ir al país de nunca jamás, a la ciudad en donde vive el diablo (please note "el diablo" is not written in capital letters anymore). Después regresaremos y haremos otro par de pendientes acá antes de que tenga que volverse a su vida. Fue como ponerle un poquito de pausa a todo lo demás, pensaba hoy que la fui a dejar con su maletota y su sonrisa y su collarín. Desde que llegué no había caminado tanto ni asistido a tantas tiendas en un día, ni me había levantado tan temprano en fin de semana con tanto gusto. Sabe diferente la ciudad así. Con las piernas colgándonos sobre una bardita jaspeada pensaba hace un rato eso, mientras ella se tomaba sin rezongar el café que sin querer le dí con leche. En silencio las dos, cada una con su mitad del bagel con cream cheese, compartiendo además una sensación rica, un vacío de palabras. Me siento muy afortunada, le dije. Creo que nunca te había tenido tanto tiempo seguido para mí sola. El nudo se disolvió en sonrisa justo cuando llegó el transporte que se la llevó a Boston.

1 Comments:

Blogger Nugget ha dicho...

Que relato tan precioso! gracias :D

6:50 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home