3.11.2009

hecatombe

Apagué el despertador, de mal humor. Otra vez me maltripié con el asunto de que el iPhone sugiere Cancelar o Posponer?? cuando suena la alarma. Ahora mo recuerdo cómo dice. Pero sé que todas todas todas las mañanas la forma verbal me causa problemas. Igual estuve posponiendo quince minutos hasta que no quedó más remedio. Me levanté, de mal humor. Me metí a bañar, con música y todo, de mal humor. Salí escurriendo y de mal humor a elegir la ropa que me pondría en este malhumoroso día. Puse café. Last.fm en el iPhone se paró otra vez, insufficient content, se disculpa con una sonrisa burlona. Frente al espejo, corregir lo que se pueda y esconder lo demás. De mal humor me percaté de que se me terminaba el delineador para los ojos. Regresé a la cocina, a verter el café en el tarro y dejarlo un rato abierto, no fuera ser que puta madre, me salpiqué, auch, la mano. Volví a secarme un poco el pelo, cambiarme la blusa otra vez. Argh, resoplo, urgh, chingao. Empaco la bolsa del gimnasio, el maletín con las tareas -las tareas que otraveznoterminé-, cambio la pantunfla por el zapato. Regreso a la cocina a ver si el café, por fin, ya se le pegó la gana atemperarse. Y en el camino, ah sí, comer algo, una manzana. Alargo el brazo al refri y suspiro, dieciocho meses sin intereses, voy apenas en el pago nueve. Desde la puerta del congelador, el cuadrito del 23 en el calendario de la New Yorker parpadea insistente. Cuando llegó en el correo le pinté el día del cumpleaños de negro porque obvio, qué horror, los treinta. Así que lo ignoro y abro la puerta, me inclino, saco la manzana. Cuando la cierro me doy cuenta de que hay algo más. Alguien agregó nueve letras solemnes al cuadrito del veinticuatro. Ajusto la vista.

Y ahí, en medio del malhumor y de la inminencia del cumpleaños treinta, el hermanuel con discreto espíritu grafitero ha escrito en el día posterior al día que se acerca, resignado:

Aftermath.


Entonces me río. Me río de verdad y en voz alta. Y el mundo está bien otra vez.

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