11.05.2004

Rosa

Hoy me puse el suéter rosa-maricón cuello bateau. La pañoleta lila con rosa en la cabeza. Estoy de buen humor. Hace bueno afuera, con el sol y el aire que todavía no es frío de verdad. Ayer volví a ser una niña y a hacer cosas de niñas. Me habían invitado a cenar. A cenar como en una cita con un hombre que recién conocí. Me gustó otra vez eso, que me abran la puerta, que paguen la cuenta. Que me marque y diga buenas tardes aunque ya sabe que soy yo quien ha contestado. Dice la señorita Rockstar que no exagere, que como quiera nunca he salido con pandilleros. Se equivoca parcialmente. Con pandilleros del amor sí. Pero ellos ya no caben en este espacio. Ahora todo es nuevo otra vez. Me puse mis jeans a la cadera y el zapato alto y el escote café. Pero sin pintarme casi. Sin cosas raras en el pelo. Fuimos a ese restaurancito que tanto me gusta. Platicamos mucho rato. Agradable. Con un brillo genuino en los ojos, con una curiosidad por saber quién soy. Él no conoce mis tragedias (al menos no la segunda), y no tiene porqué conocerlas. Es un muchacho bien, tranquilo. Exitoso sin escándalo, inteligente sin pretensiones intelectuales, apuesto en una manera poco amenazadora. Veremos qué sucede.

Lo único fue que me quedé con hambre. También la prudencia va incluida en esos deits.

1 Comments:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Lo único que me hace pensar es que uno debe acostumbrarse a los "muchachos normales", para que eso dure.
Naunet

1:33 p.m.  

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