11.01.2004

Matinée Française

Madre de familia y amiga entrañable me habla desesperada. La persona que iba a ir al salón de su hija en el día de las culturas a hablarles de Francia no va a poder. "¿Cómo ves? Yo creo que haber vivido allá y haber estudiado lo que estudiaste te califica muy bien para ir a hablarles". No estoy muy segura pero acepto. Me echo un clavado en el cajón de mis recuerdos y en mis estantes desordenados. Un álbum: reviso que todas las fotos sean decentes. Un libro de arquitectura: perfecto. Un billete de doscientos francos, varias monedas...muy outdated pero muy Francia-del-siglo-pasado. Tengo miedo de ir, de pararme frente a ellos. Respiro hondo. Me pongo una falda de mezclilla, blusa de alforzas y florecitas celestes, cinto color caramelo, unas mules a juego y mis aretes azules con café y turquesa que tanto me gustan. Pos no sé si francesa, pero me veo bien. En fin. Llego, me pasan. Sale la profesora del grupo a recibirme. Me tiemblan las piernas, no puede ser. Mejor que me pregunten de política francesa, me cae que eso no me da miedo. Que me pregunten de pensadores y de filósofos y de quesos y de instituciones y la constitución y la cohabitación, de besos franceses y bares tulusanos... et bon, c'est pas grave. Bonjour, les digo a las veintitantas caritas expectantes. Tienen siete años y no pueden imaginarse el terror que me infunden. Como María Antonieta a la guillotina. Tienen muchas preguntas. ¿Y por qué no te gastaste todo este dinero? ¿Cómo se dice rana en francés? ¿Es cierto que comen caracoles? ¿Por qué hay un señor encuerado en la moneda que nos enseñaste? ¿Cómo se dice tigre en francés? ¿Tú naciste en Francia o en Monterrey? ¿Cómo se dice rayado en francés? Ayayayayayayayy. Como puedo voy explicando, anotando en el pizarrón las palabras que preguntan. Ojo: Cuando son de ese tamaño, no se deben pegar las letras unas con otras en esa rara mezcla de letra script y manuscrita que uso. De pronto empiezan los disturbios. Varios niños están de pie mirando un mapa, otros pintan, algunos me han rodeado cuando me puse en cuclillas para recoger algo del piso. Un monstrilio arrastra una silla y se sube para ver por encima de la multitud de lilliputenses entre los que me encuentro. Sopas. La silla se cae, el niño junto con ella. Afortundamente para él, una niña impide que se estrelle contra el suelo. Desafortunadamente para la niña, fue con su cuerpo que el de la silla amortiguó la caída. Llanto, gritos, Maztrich confundida. Salgo de ahí despavorida. Yo mejor los espero a que crezcan. Nos vemos en diez años corazones, au revoir.