5.02.2006

past weekend

El fin fue intenso. Primero, acabar la tesis, entregarla. Después, maleta. Empacar mi vida invernal en Nueva York y documentarla en un avión y atravesar el país y llegar a donde mis padres y sentarnos a cenar a medianoche y dormir un poquito. Despertar en otra cama, despertar al día de la boda de la Chikis, mi amiga más antigua, mi amiga querida. Vestido, maquillaje, etcétera. Dijeron mi nombre en el civil mientras me encontraba a merced del estilista. Maztrich ausente.

Después, en la iglesia, a mi cargo una de las lecturas. Mirarles el brillo en los ojos, la emoción. Maztrich llorosa. ¿Por qué llora uno en las bodas? No, en esta boda. Por la alegría de verlos juntos, y de saberlos el uno para el otro, de adivinarles una vida gozosa. También, por la nostalgia de lo que a partir de ahora ya no está. Por saber que se marcha a vivir lejos lejos, y que ella que siempre ha estado ahí, aquí, cerquita, ahora estará allá, en la costa de Baja California Sur. Por la felicidad de ver un sueño compartido hecho realidad. Por lo que soñamos de adolescentes, por lo que ni siquiera imaginábamos esos días en que la plastilina y la acuarela era lo único que nos ocupaba las manitas. Por tantas noches que nos pintamos la boca y salimos a ver si entre la noche y la música estaba eso que nos faltaba. Nos abrazamos largo y tendido, me metí tramposamente en la fila donde los otros invitados esperaban felicitarlos. No importa, porque si puedo reclamar propiedad de una boda tal vez sea de esta.

Eso permiten las amistades como esta. Apropiarse de los momentos, de los sueños y las alegrías. Vivir como de uno la boda. Sentarse en una mesa, después en otra. Saludar a los invitados como si la celebridad fuera yo. Conocer al ochenta porciento de los invitados y que la mitad de ellos me conozcan. Sacar a bailar a mi papá cuando empiezan las canciones de Frank Sinatra y a mi primo con las otras y bailar banda con un amigo del novio y brincar enmedio de mis amigas en la pista y gritar y bailar y brincar. Actuar como guía de turistas a las tres y media de la mañana porque la tornaboda es en otra parte y los amigos del novio son de fuera y la única que puede indicarles el camino además de la dirección con código postal y todo soy yo. Entrar a escondidillas a la (soon-to-be)recámara de la novia y encontrar un par de pantunflas sólo para mí. Comer barbacoa y menudo y tomar whiskey y hacer una nota mental para contarle a él (a él a quien fuera de este espacio llamo Amor y novio y tantas cosas) qué es un grupo norteño y qué función tiene en la tradicionología del norteste mexicano. Pedirle a los amigos del hermano menor de la novia, esos que uno ha visto crecer bajo la mirada despreocupada de las tardes aburridas viendo tele que la depositen a uno en la casa de los padres y saber que así será. Así son las alegrías que se comparten de verdad.

Domingo, luego del cansancio de la tesis terminada y la emoción de la fiesta apropiada, viaje relámpago a Monterrey. Mi abuela. Mi abuela que por primera vez no levanta la voz en su casa. Que no se queja, que no repela, que no sonríe. Mi abuela cuya recámara se ha convertido en un hospital y su porche en sala de espera. Mi abuela que se hizo chiquita de un día para otro, que se le apagó la voz y se le acabó el peinado perpetuo de salón. Mi abuela, con las manos hechas pasita y, ¿qué carajos le hicieron a mi abuela? Yo la dejé bien, contenta, sana. Octagenaria, sí, pero entera por dentro y por fuera. Y de pronto, encontrarme de golpe con esto. Tocar la muerte con un dedo y sentir rabia. Entender lo que significa el tiempo. Desconocer a mi abuela, encontrar un cascarón habitado por la enfermedad, la vejez, el miedo. Tomarle la mano y rogar que no se vaya todavía.

Y luego, volver. Retomar esta vida recién empezada y la inminencia de su temporal fecha de caducidad. Querer cerrar los ojos y que todo fuera distinto.

1 Comments:

Blogger Jody Dito ha dicho...

¡Qué felicidad!...¡qué tristeza!...¡qué alegria!...¡qué lágrimas!...todo junto, todo mezclado, como la vida misma. Qué bien escribe usted Sta. Mazz

5:42 p.m.  

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