taxista
Tuve cuidado de decir "de frente" en lugar de "todo derecho" cuando di las instrucciones y negocié la tarifa. Tuve cuidado de indicar que tenía prisa, que por favor lo más rápido posible, etcétera. Cuando ya estaba sentada, barajeando los papeles que llevaba en la mano y musitando respuestas apuradas a las preguntas de seguimiento sobre la ruta, lo veo asomarse por el retrovisor. "¿Es mexicana, verdad?" y alcancé a verlo chocarse la frente excesiva con la palma de la mano. Casi nunca le atinan a la primera. Sonreí. "A mí me tenía que tocar", y apretaba los ojos con pesadumbre y retorcía la boca. "Y yo que estoy tratando de olvidar a una mexicana y me viene a tocar usted!" Siempre incómoda, hasta pagando. Que ella era tapatía, muy hermosa. Que se conocieron en California. Que ella estaba divorciada de un hombre que la maltrataba y tenía hijos grandes. Que él estaba separado de su mujer. Que se habían ido a Estados Unidos huyendo de los problemas matrimoniales que tenían en el Perú. Que ya estando allá las cosas no habían mejorado. Que él no era un mal hombre, que su esposa no lo había respetado. Que esta otra mujer era buena y trabajadora y había sufrido. Que no quería que sus hijos la vieran estar con otro hombre. Que él la respetó siempre. Que su esposa al final se encontró un gringo que se casó con ella en Florida para que tuviera papeles. Que ella ahora tiene camioneta y casa propias. Que parece que encontró a un buen hombre. Que sus hijos no lo llamaron para saludarlo el día del padre. Que él se regresó porque la mexicana no podía estar con él. Que él vivía cerca de Boston y ella cerca de Nueva York. Que se veían en moteles a la mitad del camino. Que él soportaba el frío y la rutina de ir del trabajo a su cuarto todos los días. Que miraba el techo esperando que ella lo llamara para poder verse. Que él se cansó de vivir así. Que ella iba a venir a conocer Perú. Que tenían el dinero. Que tenían la ilusión. Que ella se acobardó. Que él ahora es célibe porque sólo quiere estar con ella. Que qué hermosas son las mexicanas. Que él ya no puede más que olvidarla. Que aquí señorita, es donde se paga la luz. Que Dios la bendiga.
Etiquetas: urbana
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