7.20.2004

Hoy fui a ver a un doctor. Tengo algo en un pie. Hace mucho que no lo veía, a mi pediatra. Pero el especialista no estaba. Estoy en mi pueblo y fui a visitarlo. Ya no es el mismo de antes. And then again, yo tampoco. Las hojitas en donde anotan peso, talla, temperatura y presión sí son las mismas. El mismo membrete, el mismo marquito. Yo ya no peso lo mismo que la última vez. Estuve en el consultorio como una hora. En la mesa de exploración, tres minutos. Media hora para que me preguntara qué me llevaba por ahí. Antes de eso, qué hago, qué quiero, a dónde voy. Hay que ser prácticos. Hay que preocuparse por el futuro. Por los hijos que todavía no tienes. Por lo que vas a ofrecerles. Mijita, es muy difícil la vida. Es muy difícil encontrar el camino. ¿Se me nota tanto? ¿De veras me veo tan a la deriva? Vas a necesitar un compañero, me dice. Te va a hacer falta. Esto que quieres hacer es otra cosa. Esto en lo que te estás metiendo es bien complicado. Y vas a necesitar quién te apoye. Pero piensa, piensa, piensa. Necesitas decidir bien. Porque además para las mujeres como tú la cosa está complicada. Sabes que de aquí en adelante con cada paso que das, tus opciones de trabajo y de encontrar un compañero adecuado se reducen. Y que nadamás puedes ofrecerle lo mejor a los que vienen después que tú. Mi pie. Mi pie. Mi pie. Qué angustia. Yo nadamás tenía mal un pie, no la vida. Vemos mi pie en treintayocho segundos. Estetoscopio, oídos. ¿Fumas? Nunca me habìa preguntado eso antes. Contesto en un susurro: Ya no. Me da vergüenza. Ya no necesito el banquito para bajarme del a mesa de exploración. Ya no necesito tampoco saltar. Volvemos a su oficina. Me explica rápido lo que tengo. Me imprime unas hojitas, como siempre. Acerco mi silla, como cuando era pequeña. Saca un marcatextos y me va subrayando lo que necesito saber. El nombre. Me hace repetir algo en latín. Me enseña el diagnóstico diferencial. Esto es esto porque no es esto otro. ¿Viste la línea? ¿los puntitos? Por eso sabemos que es esto. Esto es lo que podemos hacer. Una, dos, tres alternativas. ¿Qué prefieres? Tal cosa. Perfecto. Escribe la receta. Yo y la silla nos volvemos a nuestro lugar. Me vuelve a insitir en las cosas de la vida. Mi mamá quiere que le pregunte por qué se me cae el pelo. Por puro compromiso pregunto. Se ríe. "Cuando por fin te vayas, cuando por fin arregles todo, se te va a componer eso". Yo no le he dicho nada. Lo único descompuesto que le enseñé fue mi pie. Empiezo a pensar que ya está viejito. Luego pienso en todos los niños mocosos y tosientos y ronchudos que hay afuera y me doy cuenta de otra cosa. A este doctor no le importa mi cuerpo. Al menos no le importa tanto. Eso es fácil. Eso sabemos cómo tratarlo. Le interesa lo importante. Quiere que sea feliz. Me lo dice al final. Pero no es un augurio, es un diagnóstico. Mi doctor casi nunca se equivoca.

Etiquetas: ,

1 Comments:

Blogger Roberto ha dicho...

Has oido Mediodia de disco cuatro caminos de Cafe Tacuba. A veces todo parece tan lejos... y sin embargo a veces todo esta tan cerca...

Animo... una mañana de optimismo

10:36 a.m.  

Publicar un comentario

<< Home