4.19.2009

varios

La noche del martes pasado: Veinte horas antes de volar me percato de que el pasaporte no está. Desaparecido. ¿Desde cuándo? La última vez, Perú. Estoy segura que lo he visto después de eso. Pero no lo he usado. Lo que pasó después podría ser un episodio de 24 sin ningún problema. Tiene todo el drama y la adrenalina.

Pero ahora estoy enferma y debo deshacer la maleta y ponerme al corriente con el trabajo porque el jueves vuelo otra vez. Se casan ellos. Hay que festejar y lo haremos. En el sureste mexicano. Con estilo, indica la invitación: zapato de cierto modo y vestimenta de colores claros.

La invitación no indica muchas otras cosas de etiqueta que hay que considerar, por ejemplo, que entre los invitados están el último novio y aquel que fuera una vez inombrable. El parteaguas de mis 25 años and beyond. A este último le debo un post desde el año pasado pero no sé cómo. Nos reencontramos fugazmente en el momento más insospechado, cuando yo pensaba que todo el amor y el dolor y los abandonos habían quedado lejos y ya nunca nunca volveríamos a vernos o a hablarnos.

Y ahora, en unos días, coincidiremos todos en el espectacular casamiento oaxaqueño: tres exnovios (uno de los cuales se casa), el former flatmate niuyorquino, muchos amigos queridos, tres o cuatro blogs, algunas cuentas de twitter, bastante alcohol y alguna que otra cosa inesperada.

Con E quedamos que habrá que establecer un centro de operaciones 24 horas para hacer damage control en Facebook.

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