7.21.2004

Dishwashing

Si me dejan un CD chido puesto, yo recojo la cocina y no hay tos. Mis hermanos salen corriendo a buscar algo que los exima de levantar vasijas y lavar platos. Prontísimo hay un disco fiucha de manufactura casera tocando. Sigh. También cociné. No me acuerdo con qué hombre hice alguna vez el pacto de que el que cocinaba no lavaba. Mentira, era más bien la continuación de dos tradiciones familiares suyas: 1) El primero que pregunta qué hay de cenar hace la cena y 2) El que hace la cena no lava los platos. Así pensábamos hacerle.  En esta casa no es así. Mi padre siempre dice lo mismo cuando alguna visita masculina hace el intento de levantar un plato: "Si no vas a estar aquí todos los días para hacerlo, no vengas a poner el mal ejemplo y sentar precedentes". Los comensales sonríen y sueltan el plato y le dan vuelta a su café y prueban el postre. Hoy no ha visita ni ayuda ni comensales para hacerme plática. Tampoco está el hombre aquel a quien hoy le correspondería hacer esto. Ni ningún otro, for that matter. Caetano y Cafetacuba me acompañan. Me gusta la forma en que la luz entra por la ventana. Enjabono un plato, otro plato, otro plato, otroplatotroplatotroplato. Agua. Estoy descalza. Canto a todo pulmón. Nadie se puede quejar porque, ah sí, no están ayudando. Mis dedos se deslizan rápidamente sobre la hoja de un cuchillo. Lo levanto y lo miro. Es muy filoso. Lo usé para partir chiquitita la cebolla hace rato. Y el ajo. No me había dado cuenta de que era algo tan peligroso. Enjabonar y enjuagar un cuchillo. Una proeza, acomodar todo en el escurridor.

1 Comments:

Blogger Roberto ha dicho...

Caetano y Los Tacunos no son tan mala compañia... los demas... siempre estan de paso... parece... las historias humanas son cosa parecida...

8:54 p.m.  

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