4.16.2008

metamorfosis

Todos van cambiando. Me doy cuenta cuando veo a mis alumnos de universidad, tan lejanos que parecen de los de preparatoria. Algo les pasa en el camino. No es tanto, dos, tres años. No en el calendario, pero en la vida. Hoy atestigué otro cambio. Uno distinto. Me conmovió. Hasta la semana pasada todo bien. Una chica inteligente de ojos azules y cabello castaño ondulado onda cuarentas. Raro en las de diecisiete, que se tiñen y se planchan y se despeinan todas igual. Ella en la fila de atrás, tranquila, respetuosa, sonrisa relajada. Hasta hace una semana. La tragedia se desató un miércoles al mediodía en los bancos del fondo. Un alma caritativa (nunca falta) se dio a la tarea de mostrarle la evidencia electrónica (en, where, else, un celular) del engaño. ¡Cuatro años miss! Y el mundo se le vino abajo; marchó llorando y nuestro pequeño universo preparatoriano se sacudió. La clase sigue. Uno tiene que poner cara de noimporta, aquí no pasa nada, la función, la clase, la lección, etcétera. Hoy volvió al salón. Ahora es rubia y le brillan los labios. Sonríe todo el tiempo y muestra mucho los dientes. Apenas van ocho días y ya es otra. Está en guardia, alerta. La espalda rígida. No comenta, no levanta la mano. Creció.

Sí, es una fase. No, el mundo no se va a terminar. Se va a curar. El pelo volverá a ser de su color. No es el primero ni la última. Pero igual. Hay madrazos que no todos tendrían que darse.

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