5.21.2005

trip to stepford

Nunca fui rebelde, lo juro. Abanderada, maestra de ceremonias, encargada de las lecturas en la misa, bienportada, ejemploparalasdemás. La que decía no gracias cuando a los quince alguien llegaba con un cargamento delictuoso de caribe coolers. La que decía idiota como el peor de los insultos cuando las demás aprendían a decir palabrotas con los labios rojos de estuche revlon verde matte. Esa era yo.

Me gusta disfrazarme, ser una persona diferente. Esta madrugada, a las nueve de la mañana, me puse el disfraz. Los tacones altos color beige y los pantalones color camello y la blusa rosa de florecitas gay. Los aretitos a juego, la colita de caballo con el pelo planchado, la pulsera delicadita. Me abstengo de llevar el moodring, esas cosas no se hacen. Todo en diminutivo y con bonita letra. Mi compañera inseparable del colegio tenía baby shower y lo organizó de tal forma que coincidiera con mi visita. Cómo son las cosas. Cuando teníamos ocho años, se pusieron de moda los bebés pelones. Ella tenía uno y yo tenía otro. Nos gustaban porque tenían el cuerpo aguado, como de bebé de verdad, y la cabeza y las manos se veían muy reales. Entonces, claro, jugábamos a ser mamás. Hoy mientras me enchinaba las pestañas pensaba en eso. No sólo jugábamos a las mamás. Jugábamos también a que téníamos casas y trabajos. ¿A quién de las dos se le ocurriría esa parte de la historia? Llegábamos de la oficina a cuidar a nuestros bebés respectivos. Mi hermano menor fungía de mascota (Fígaro, se llamaba, a sus cinco años maullaba dócilmente entre nuestras piernas llenas de respones) y el más pequeño relevaba a alguno de los muñecos para darle realismo a la escena.

De pronto tenemos 18 años más. Muerdo una fresa cubierta de chocolate y miro alrededor en la mesa. A, boda en septiembre, dieta intensiva. C, bebé en etapa 3 de Gerber. V, segundo trimestre de embarazo, dos rebanadas de pastel, por favor. Do, nadamás falta de llegar la peineta para la mantilla española que eligió ponerse en su boda en noviembre. De, visita a NY suspendida porque hay que hacer los pagos del enganche de la casa. Di, platicándome de su trabajo como schoolteacher mientras yo le detengo al pequeño RJ para que la deje comer. Dos desconocidas de nariz operada, anillos deslumbrantes y maridos de buen apellido discuten métodos de planeación familiar. Dl, recién renunciada del trabajo en la empresa familiar para poder terminar en paz de crecer la panza y comprar chambritas. S no pudo venir porque está en casa de sus papás aburrida de lo lindo a causa de un embarazo de alto riesgo. Suspiro. Me gustan. A veces pienso que me gustaría tener sus manos impecables y sus camionetotas y el cabello largo largo con luces y las blusas de encaje con collares de plata y los celulares miniaturas por los que los maridos les ladran que van a irse en las motos el fin de semana al rancho. Todávía me da mucho shock.

Tampoco me preguntaron nada. Perfecto.