5.11.2005

locks

No pensé que me fuera a suceder esto. Tengo un hueco en la garganta. Un agujero. Regresé de la biblioteca cansada, con mucha ciudad encima. Con metro y libros y notas y pendientes y los primeros sudores de la temporada. Cuando se hizo de noche me dí cuenta de que estoy sola. No la soledad existencial de siempre. Circunstancial, cotidiana la soledad. Saber que no está y que no va a llegar. Acercarme a la puerta y poner la cadena es diferente. Esta noche y las que siguen sólo estoy yo de este lado del cerrojo. Cuando vivía en Monterrey no tenía miedo de quedarme sola, me encantaba. Sé que disfruto estar sola, sin embargo hoy, hoy no sé, es diferente. No es miedo, es nadamás como el vacío, el silencio, la contundencia de ser una. De ser al vacío, sin contexto ni referencia. Tampoco es que pasemos mucho tiempo juntos, en realidad cada vez menos, por las ocupaciones de cada quien. Pero tocar base, I guess. Decir ya llegué, que alguien sepa que uno está a salvo en su casa o que todavía está en la calle, a la deriva. Proclamarse cansado o hambriento o fastidiado y que haya alguien que lo escuche, que diga ajá, ahí hay queso o pizza o jamón, ven a ver tantito la tele, ¿quieres pedir algo de cenar?, a mí me duele la espalda, ya duérmete, ojalá que termines pronto, mañana se vence el gas, me despiertas cuando te vayas, ya no hay jugo.