please take a number
Sí sí sí sí. Aterricé ayer, y hasta que no me asomé por la ventanilla no me había dado cuenta que hace mucho no veía un paisaje que fuera puro horizonte. Mi hermano en el aeropuerto, con la sonrisa y los chistes de siempre, a punto de convertirse en licenciado. Qué rico sol, qué ricos cerros, qué rico Monterrey en mayo y mis amigos esperando. Qué delicia los tacos del papalote, la limonada bien fría y las papas con chorizo de mi abuela para el almuerzo. Qué bien saben los Marlboros rojos de menos de dos dólares, las pláticas con las amigas en las terrazas por la noche y las llamadas para ver si ya llegué. Sí. Ya llegué. Sí, tenemos muchas cosas que contar. Sobre avances de preparativos de bodas y sorpresivas bodas intempestivas en el desierto este verano. Sobre las fiestas que me perdí y las cosas que aprendí. Sobre los centímetros que han crecido mis sobrinos postizos y las bugambilias nuevas de mi abuelita. Habrán de tenerme paciencia y entender que ahora soy peatona. No tengo coche (carro pues), pero pueden venir por mí.
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