2.06.2005

potinque

En el post anterior le puse un asterisco para que no se me olvidara. Conocí la palabra hace un par de años, me la enseñó el metrosex-ex, quien a su vez la aprendió de una mujer que se me aparecía en sueños. Nunca supimos el origen de la palabra, nadamás que así le llamaba ella a todas las "cosas de la belleza". Fue una de esas palabras que hice mía sin darme cuenta. Hace un par de semanas, cuando me estaba acomodando aquí, le dije al rumeis que mis potinques iban a estar en la maletita verde que cabía perfecto en la ventana del baño. Se me quedó viendo como si le acabara de decir que iba a poner dinamita en la ventana, o una colección de revistas por-no o, o algo peor. Aysh. Entonces me acordé de que justamente esto era algo que quería contarle a él. No al rumeis, of cors, ni al metrosex-ex. A ése que también era asiduo de la palabreja, tal vez más que cualquiera, porque era él el asiduo a la mujer que se me aparecía en sueños. Sé lo mucho que le gustan las palabras y los libros. Hay un libro nuevo en mi librero nuevo. Un libro que no vamos a compartir en el librero que me estoy construyendo. Se llama "Delirio". Ahí, en ese libro de locura y Colombia y desesperación, ahí un día en un párrafo al inicio de una página a mano izquierda la leí. Decía potinque clarito. Tuve ese impulso de mandarle un mail y contarle de Agustina y de las palabras y de tantas cosas. No lo hice, por supuesto. Hasta hoy, cuando ya sé que de todas formas es como no decirlo.