2.01.2005

viaje destudios (a la biblioteca)

Se me ha hecho notar por correo electrónico que algunos lectores consideran que mi estancia en Nueva York responde a intereses más bien superfluos, dado el contenido de los posts de las últimas semanas. En mi defensa he de aclarar que dichas acusaciones son falsas e infundadas. Los acontecimientos reseñados anteriormente no deben por ningún motivo tomarse como el universo de mis actividades en esta metrópoli. El día tiene 24 horas, de las cuales apenas ocho son utilizadas para dormir. Una para aseo personal y diseño diario de imagen/desvestimiento nocturno. Una hora y media se va en desayunar, comer y cenar. Dos en responder correspondencia electrónica/postear, máximo tres. Comprar, estimados lectores, no requiere una gran inversión en tiempo la mayor parte de las veces. El resto del tiempo estudio y leo y voy a clases. Pido una disculpa por entretener sus ojos con boberías de guantes rosas. De ahora en adelante procuraré mantenerlos al tanto de mis averiguaciones bibliotequescas y de mis lecturas obligatorias.

Esta tarde, después de ir donde el chino a recoger/dejar la ropa, tomé la iBook y nos fuimos a la biblioteca. Ya llevaba una hoja de referencias para, según yo, agilizar la búsqueda. Ja. Son diez pisos de libros. La mayoría de los míos estaban en el 5o y el 7o. Paso uno, consultar la guía que relaciona clave con piso. Los HC en el quinto. Muy bien. Paso dos, trasladarse al piso indicado y poner ojos a la obra. Viene llegando un elevador. Me apresuro a tomarlo mientras todos los demás se quedan como bobos frente a los otros elevadores. Lúserrrss. Tres profesores inteligentes se bajan y me dedican una mirada breve. Seguro se me nota la intelectualidad en la bufanda, y eso que no traje los lentes. Me subo. Sorprais. Había oído hablar de él, seguramente en la inducción. El elevador VIP-Servicio ecsprés. Ése que sólo llega a los pisos once y doce. Se detiene en el once. Una mujer de rojo sube. Pongo cara de que el rector me mandó llamar al doce y ya vengo de regreso, para que no se dé cuenta. Qué humillación. Llegamos al uno otra vez. Tomo el elevador del pueblo. Llego ahora sí al cinco. Encuentro seis de los libros que necesitaba y tres que se atraviesan que ahora me doy cuenta que también necesito. Camino camino camino sin encontrarme a ninguna persona. Wow, qué grande. Doy con otros cuatro volúmenes. Nos sentamos todos y empiezo a descalificar. Prendo la iBook. Se me olvidó configurar la red local en el primer piso. Ni modo de regresarme. Ni modo de dejar todo ahí aventado. Bueno, así no me distraigo. Empiezo a leer y a leer y a aprender y a medio pensar. Mmmhh còmo se llamaba aquel libro en donde una vez leí algo parecido? ¿cómo el otro ese que usé tanto en la carrera? Voy a la estación de consulta. Aquí están también esas viejas referencias. Discrimino rapidito, tomo nueve de los libros originales, la ibook, la bufanda, el abrigo, el sombrero naranja y me lanzo al piso indicado. Qué bonito se siente encontrarse a las viejas lecturas en eeste lugar. Es como cuando me encontré a la chava esa de Reynosa en la quinta avenida. Ver un rostro conocido. Me siento como en casa ahora sí. Me traigo a Jean-Baptiste y al dúo dinámico de nombres impronunciables. Nos falta el séptimo piso. Para cuando llego al uno otra vez estpy empezando a tener miedo. Cómo me voy a llevar tanta cosa. Me siento como cuando no se sabe si la tarjeta va a pasar a la hora de pagar. Fiuf. Puedo sacar once! Y quedármelos hasta abril!! Viene el ritual. Ponerse abrigo, abrocharlo bien. Amarrar bufanda al cuello. Que no ahorque pero que no se caiga. Sombrero naranja sin obstruir la vista. Bolschila rosa con café bajo el brazo derecho. iBook bien tapadita. Acomodo estratégico de los once libros con fines equilibrísticos. DEspacito, despacito. Ya es de noche afuera. Una, dos tres cuadras hasta Broadway. Duele la muñeca. Bath and Body Works, sorry pero hoy no. Aunque no me vendría mal una de esas mochilas rojirosas para echar los libros. Ah, la tarjeta se quedó en la casa a propósito. Vamos al sur ahora. ¿Y si me subo al metro? No, tendría que caminar dos calles más arriba y luego bajar. Yo puedo, yo puedo, yopuedoyopuedoyopuedo. Sorry. Excuse me. Me quiero cortar el pelo. Bomberos. ¿Apagué la plancha antes de salir? Ojalá que sí. Muévete muchachito de la aipod. Qué fea se ve la nieve toda sucia. Que no se me olvide quitarme las botas antes de entrar a la sala, porque luego sóloDios qué mugres pisa uno y nosotros que nos sentamos en el tapete a cenar. Ya nadamás tres cuadritas más. Híjola, sucgüei. Si me lo acomodan con cuidado bajo el brazo sí la libramos...pero no podría pedir refresco eso sí. Nah, en la casa hay pasta. Ok, ya mero, ya mero ya mero yameroyamero. La luz está prendida. Chale, las llaves están....hasta abajo en la mochila. ¿Y si le timbro para que me buzzee? Chance y hasta baje a ayudarme. Ah, pero se sentía mal. Capaz que lo despierto. No, bueno, si ya caminé desde allá. Hey. ¿Yeso tú? Argh. Son mis libros para el seminario. Órale, con esos puedes hacer una tesis. Sí bueno, el seminario es máumeno paraeso. Ah.

Y ahora tengo que leerlos.

2 Comments:

Blogger blancavg ha dicho...

En realidad me gusta mucho el contenido de los posts anteriores. La razón: el de hoy se parece mucho a lo que hago la mayor parte de mi día. Entro a leer tus posts en un ratito de descanso y ooooh sorpresa que me llevé hoy. Justamente estoy rodeada de 8 libros de la biblioteca, leyendo a n letras por segundo y preparando un tema para seminario :)

Es difícil dar gusto a todos, creo que lo importante es darte el gusto de escribir lo que tú sientas. Felices letras!

1:58 a.m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Querida Maz,
Tu tiempo es tuyo y no es necesario que justifiques lo que haces en tu horario (en tal caso, uno como lector ¿tendría que justificar lo que hace aquí cuando podría estar trabajando?). Los guantes rosas no son boberías pues con las manos frías no se puede una concentrar en entender las letras que se intentan leer. Los pequeños detalles construyen las grandes cosas.

Atte.
Una lectora a la que le gustan los pequeños detalles de la vida, los básicos, los que parecen triviales, esos que hacen que el día valga la pena de ser.

2:44 p.m.  

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