9.04.2004

Sábado.

Nos hemos estado evitando toda la semana. Nos hemos visto varias veces en los últimos días. Bajo la lluvia y bajo techo. De día y de noche. Damos rodeos. Nos miramos brevemente, a punto de que alguien resuelva por fin hacer algo y de pronto...nada. Hay muchas palabras entre nosotros. Las puedo adivinar. Algunas estoy segura que no me gustarán. Otras las anticipo con gozo y expectación. Pero no me decido. Soy una cobarde, lo sé. Porque este asunto depende de mí. No espero nada de la otra parte. Suspiro. Hoy lo estuve postergando todo el día y no sé si al fin seré capaz. Desde en la mañana, desde antes de meterme a bañar. Después, como si pudiera hacer que todo desapareciera, me fui al banco y a la gasolinera y a unos tacos y luego me arreglé y volví a pensar en que debía hacerlo hoy. Pero tampoco lo hice. Me fui mejor a comer quesos y vino y ensaladas y pasta y pizzas. Estoy de vuelta y suspiro ante lo irresoluto. El tiempo se termina, lo sé. Es preciso tomar una determinación. Entiendo que es necesario en primer lugar que acordemos en reunirnos como es debido. De preferencia con un café, o una cheve (si se puede) de por medio. La luz debe ser la adecuada y la música es importantísima. Nada nos debe distraer si queremos que todo salga bien. Los cigarros se consumirán poco a poco, hasta que de pronto, por fin, todo este consumado y arreglado.

Es hora de empezar a revisar los exámenes.