9.03.2004

Culpa

Hay gente que hace cualquier cosa por librarse de una culpa. No importa que la culpa sea infundada o ajena. Es horrible sentir culpa. Y si hay que rezar cien rosarios, o comprar un abrigo de visón, o dejar que el nene haga lo que quiera, bienvenido. Hay unos que hasta escriben "he sido muy tonto" con tal de que la horrible carcelera se largue. En fin. Lucrar con la culpa ajena, por lo tanto, me parece algo vil y despreciable. Además no sirve absolutamente de nada. Salvo, por ejemplo, cuando se trata de P. Cuando era niña y soñaba con visitar la Librería del Congreso de EEUU (en algún Selecciones debo de haber leído que era la más grande del mundo), nunca me imaginé que existiera un personaje como P. Tiene una rara mezcla de características que hoy me hacen muy feliz. Somos amigos y comemos juntos casi todos los días. Trabaja en una "industria" en la que tiene acceso a montones y montones de libros raros (de esos que se tiran en cantidades pequeñitas por oscuras dependencias de gobierno) y libros nuevos (de esos que sirven para que una gente escriba reseñas antes de que la otra gente pueda ir a comprarlos). Y, como cereza en el pastel, P siente una culpa tremenda cada vez que quedamos en algo y, a causa (conste que digo causa y no culpa) suya no se cumple. Entonces P viene avergonzado y culpable y me regala libros y más libros. En los últimos ocho días he sido destinataria de 3 magníficos chivos expiatorios que han sido depositados en el humilde altar de mis lecturas. Qué gozo, qué gozo. Un puñado de palabras escritas por mujeres que no me han dejado trabajar. Me siento culpable. No los puedo soltar.