9.25.2004

Repeticiones

Está cansada. Ojerosa. Pero no se marcha, por alguna razón. Por alguna razón se aferra al cigarrillo y a la botella de cerveza tibia y mira otra vez a su interlocutor. No lo conoce tanto. Sabe quién es, claro, pero no tan de primera mano. Sabe mucho de él por lo que los demás (los otros) le han dicho tantas veces. El resto lo adivina. Él quiere ser diferente. Ella sabe que no puede ser diferente. Como individuo tal vez sí es un hombre distinto. ¿Mejor? No lo sabe. Esta vez no se va a permitir saberlo. Esta vez no va a conceder el beneficio de la duda. ¿Por qué está ahí entonces, carajo? Lo va a escuchar nadamás para terminar de convencerse. Va a prestarle la palabra para ver qué hace con ella. No. Para comprobar lo que ya sabe que va a hacer con ella. Es como mirar una película repetida. La primera vez uno se sorprende, se emociona, se enamora. La primera vez uno llora de la emoción y el corazón palpita y todo es bello y emocionante. Uno besa sin pensarlo y se siente feliz. Después ya no. Son las tres de la madrugada. El barman hace como que no escucha. La música está muy fuerte. A la derecha de la mujer de la blusa de rayas hay un hombre que toma cerveza y dobla una servilleta como si fuera lo único que hay en el mundo. Parece de una película, el que está detrás de la barra ha empezado a secar los vasos y a acomodarlos con cuidado. "Yo no soy como ellos". Ella vuelve a mirarlo detrás del humo del cigarro a su izquierda. Suspira. "Ellos no supieron quién eras tú. Yo sí". Necesita detenerlo. ¿Qué es lo que está pensando en este momento? ¿Por qué lo hace? Quiere sentirse ofendida. Quiere gritarle que no es la jugueta de él y sus amigos, por más pendejos que diga él que son ellos. Por más distinto que él pudiera ser. En lugar de ofenderse, en lugar de darle una bofetada, en lugar de decirle que con ella no se puede y mentarle la madre, sonríe amargamente. La politness inoportuna todavía no se le ha quitado. La valentía de decir las cosas tampoco. Levanta las dos cejas al tiempo que adelanta los labios y baja la vista sobre la botella verde. "Te entiendo, pero no estoy de acuerdo. Esta película ya la ví y ahora, que vuelvo a verla contigo, no me parece ya maravillosa. Sé que a tí te parece posible, deseable. También sé por qué, y no te culpo. Pero yo ya conozco el final".

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