8.19.2004

Sangüicheras

Ayer conocí a Helena. Nació en Marzo, pero apenas la conocí. Es una bebé hermosa. Es mentira eso que dicen de que todos los bebés son hermosos. Es hermosa la vida, la vida que empieza. Pero hay bebés bonitos y bebés no tan bonitos. En este caso ella es preciosa. Y tiene excelente carácter. El otro día hablábamos de bebés y pensé en todo lo que este año he aprendido y deseado y sobre todo en lo que ha sucedido...La clase de yoga me gusta cada vez más. Ayer sudé como hace mucho no sudaba. Éramos muchos, además. La maestra era otra, el estilo también. Lo que más me gusta es la capacidad que tiene el cuerpo de hacer cosas que pensamos que no puede hacer. Lo que me sorprende es cuánto esfuerzo se requiere para hacer cosas que parecen tan simples. Estar parado, con una pierna al aire, la otra estirada, el brazo siguiendo la línea de la pierna, la respiración, los músculos tensos, el sudor que no me deja mirarme en el espejo. Quería ir al cine, quería ir a despedir a M que se va a vivir a California, quería rentar otra película. Pero es una cuestión de horas. De aritmética simple. Y en las cosas del tiempo, no hay números negativos. No puedo tener actividades suficientes para 24 horas y sólo 18 horas disponibles. Y no porque me importe tanto, por decir, dormir. A estas alturas ya el sueño comoquiera me hace falta, las horas que sean. Más bien porque no puede uno andar yendo a tomar café de despedida a casas ajenas a las 10 de la noche. Más bien porque no hay películas en el cine a las 11 de la noche. Porque el Blosboster a las 12 ya cerró. Así que ni modos, a manufacturar sangüiches en la maquinita esa que me gusta pero que no es fácil de lavar. ¿Habrá sangüicheras desechables? Ya me acabé el jugo de manzana. No me duró casi nada. Hay que comprar más, y más jamón también.
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