7.31.2004

Aceitunas negras

Tiene que haber una forma más fácil de deshuesar aceitunas, sin batallar tanto. No me gusta tener que picarlas, si fuera para mí, las dejaría enteras. No es para mí. Ni la ensalada verde con varias lechugas, ni la pasta con salsa verde ni el aderezo amarillo que tan bien me sale. Son para Adriana, la van a pedir hoy y su mamá le pidió a mi mamá que le ayudara con la cena. No se suponía que lo hiciera yo, pero mi madre se ha ido al banco y yo estoy aquí. Sigo partiendo las aceitunas con cuidado de no arruinarme las uñas y me acuerdo un poquito de Adriana. Éramos vecinas cuando yo era niña y mis padres eran jóvenes. Mi madre y la suya eran de fuera y se la pasaban todo el día en la casa, haciendo de comer y quejándose del calor y la tierra de este pueblo bicicletero al que sus maridos las habían traído de Monterrey y del D.F., respectivamente. Fue mi primera amiga, no la mejor, ni la más querida, ni nada de nada, nadamás la primera de la vida. Ella estrenó mi bicicleta cuando yo todavía no sabía andar en bicicleta. Brincaba de un lado a otro y yo no. Las dos comíamos paletas de hielo en la banqueta para no ensuciarle a nuestras mamás los pisos. Tengo muchas fotos de las dos jugando en la calle, bañándonos con la manguera, intercambiando calcomanías de Kitty. Ella corría sin caerse y yo traía siempre las rodillas raspadas. Ella me pegó, estiró el pelo, hizo llorar mil veces. Después, cuando su madre la castigaba por hacerme todas esas cosas, yo volvía a llorar para que la dejaran salir a jugar hasta que me mordía o me decía "mensa" otra vez. Después de los seis años, mis recuerdos de ella son vagos y cada vez más lejanos. Nunca estuvimos en la misma escuela hasta la preparatoria, pero para entonces ya las distancias entre nosotras estaban bien establecidas. Mi primer novio "de veras", el brasileño altote aquél, resultó haber sido novio suyo antes que yo. Yo no lo supe entonces, sino hasta más tarde. Cuando él me dijo "ya no te quiero" y se fue a festejar mi cumpleaños con otra Adriana más bonita, más cool, más todo que yo y que la Adriana anterior. Eso fue lo último que compartimos, yo creo. A ambas nos hizo lo mismo. A ella le preguntó que si me conocía, que qué le parecía yo. Dos meses más tarde él y yo éramos novios y yo lo ignoraba todo. Ya no comíamos paletas juntas. Antes de que terminara el siguiente semestre yo había adelgazado tres kilos (ahí empecé, yo creo) de la tristeza de saberme engañada, abandonada por otra. No sé a dónde voy con esto. Adriana se casa en diciembre, la van a pedir hoy. Decidió hace un mes que se casaba. No está embarazada, pero de pronto,ella y su nuevo novio han decidido que no pueden vivir el uno sin el otro. Bien por ellos.

1 Comments:

Blogger Scarlett Freyre ha dicho...

uorale!!!

11:19 a.m.  

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