1.15.2004

Ayer, estrepitoso fracaso del club de vino y queso (a.k.a miercolitos). Parecía aquello un desfile de histerias profesionales de muchachias veinteañeras de provincia. De tragedias oficiniles y frustraciones variadas. Había vibra menopáusica. Definitivamente, concluímos alegremente, estamos hechas para el amor, no para la autosuficencia. Ah, dice Shamán, pero querían estudios, ¿verdad? Querían ir a la universidad y esas cosas. Pos ya ni modo. Porque ya no hay patrás. Ya no aprendieron a barrer ni a planchar ni a coser. Se friegan.