5.17.2011

puraspalabras

Algún día este blog será usado en mi contra. Lo supuse bien pronto, hace ocho años. Cuando decidí que no valía la pena que en el url estuviera mi nombre completo. No recuerdo haberlo pensado mucho. No recuerdo haber agonizado sobre el título, como sí hago estos días con los títulos ajenos. Me he convertido en una cobarde de las palabras. Ahora que son mi trabajo a tiempo completo. Ahora que me pagan por colocarlas acertadamente donde mejor deban ir. Ahora que más me hace falta el blog, más lejos me queda. Como un punto del otro lado de la ciudad cuando no tienes auto. Como un pantalón de una talla lejana en el fondo del armario. Así me está quedando hace rato el blog. Pero sobre todo, las palabras. Y tener tantas cosas que contar, y encontrar tan pocas maneras de hacerlo. Antes tenía ojo. Atestiguaba algo y lo convertía en escena. Espiaba un diálogo y se volvía parábola. Me tropezaba en la escalera y me salía una teoría. Estos días nada. Escribo instrucciones, disculpas, obediencias. Me obsesiona pensar que he dejado de sonar como yo. Así que hago click click en mayo de 2003. Después click click mayo de 2004. Otro par de clicks y estamos en la primavera niuyorkquina. Y desamores y autos descompuestos y todas las bodas posibles del mundo. Y reencuentros e ilusiones. Y un montón de libros y un montón de alumnos y muchos zapatos nuevos y seis muertes y tres departamentos y cuatro ciudades y tres países y un montón de aviones y una tonelada de revistas. Y yo que voy y vengo entre unos y otros y esquivo un balazo para tal vez ahora sí, dejarme de puras palabras.

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