4.23.2011

atardecer

Hay un edificio, un cierto rascacielos que estalla a las seis de la tarde. A esa hora, cuando el cuello empieza a quejarse y echo la nuca para atrás, y estiro los brazos sobre el teclado, lo descubro. Una suerte de espejo del mar que a lo lejos me recuerda que tictoc es un día menos frente a la playa. Hago una pausa. Me levanto. Camino a la ventana. Nunca antes tuve una ventana así. Un tríptico de vidrio que prolonga la vista desde la sala hasta la habitación. Estoy encerrada pero domino la cuadra y un cachito del barrio. Esta mañana estaba todo en silencio. Vivir en un país católico. Un país que se duerme una siesta de tres días mientras Cristo en la cruz pasa del sepulcro a la vida. Las mañanas en paz. Sin taladros ni grúas ni cláxons. El día entero para borrar, teclear, borrar. Una palabra, dos, tres. La indecisión y la duda.

1 Comments:

Blogger Serge Anton ha dicho...

te leo desde hace tiempo y en realidad me gusta y disfruto hacerlo.. me agrada tu estilo intimo y al mismo tiempo universal :)
saludos

12:34 a.m.  

Publicar un comentario

<< Home