3.31.2010

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La muerte. Desde pequeños nos la cuentan. Nos la señalan. "Allá está, lejos", nos mienten. Y crecemos pensando que nos es ajena y extraña y distante. Sucede que la muerte vive con nosotros. Que se asoma por la ventana mientras dormimos. Que nos saluda con la mano cada vez que nos subimos al coche. Que nos acompaña todos los días. Vamos aprendiendo a ignorarla. Abordamos caminos que nos alejan de tener que pensar en ella. Y un día, la muy zorra nos dice fíjate que no. Y extiende los dedos con las uñas pintadas y arrebata. Nos damos cuenta entonces que la muerte está siempre ahí, aquí. Que no tenemos de otra que mirarla a los ojos y aprendernos de memoria su voz. Porque vamos a tener que seguir tratando con ella.