2.13.2010

D&J

Los quiero. En partes iguales pero con forma diferente. Los quiero con el cerebro pero también con el corazón. Los quiero como si nos hubiéramos visto muchas veces, no las tres o cuatro de estos cinco años, que son todos los que tenemos de conocernos. Los quiero porque puden pasar meses o años y de pronto una llamada breve le pone fin a la distancia y quedamos en algo. Y ese algo resulta ser una noche larga de risas y platos y vino.

Compartir una cocina, picar tres pimientos, enjuagar un plato, rebanar dos berenjenas, intentar un plato de arroz, hornear, chismear, fumar, acabar con dos botellas de vino.

Qué rico es comer con alguien a quien le gusta comer tanto como a nosotros, dijeron. Reímos y devoramos y susurramos confidencias y nos abrazamos y después por fin, nos separamos.

Hasta quién sabe cuándo.

Que sea pronto.

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