8.10.2009

margaritas

Quedamos que haríamos una despedida de soltera mona para V, que se casa próximamente. Que sería en mi casa y que compraríamos algunas charolas de sushi y tomaríamos cocktails un sábado por la tarde-noche. Sólo niñas. Así que compré flores, prendí velas, limpié la casa y me puse vestido, tacones y collar de cuentas de vidrio. Excepto que tocaron la puerta y trajeron una máquina para hacer margaritas. Una máquina in-dus-trial. A la que le cabían treinta litros de licor. Licor de mango y chamoy que habrían de ser consumidos o embarrados en el suelo (o en los invitados) en las siguientes nueve horas.

Luego les cuento.

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