7.17.2009

bebé y delorean

Anoche, mientras le robaban a mi mamá su camioneta, soñé que yo tenía un bebé. Un bebé de piel suave y olor a leche. No me gusta la leche, pero me gustaba el olor de el bebé, de mi bebé. Y dale con el cliché sicoanalítico del reloj biológico. Pero no, porque más adelante en el sueño, después de que me había ido desfachatadamente a un congreso académico en Nueva York con el bebé metido en un cangurito, era otra vez sólo yo. Y el Delorean de VC, que me regaña cada que puede. Que me estira la conciencia y me hace que le enumere mis prioridades y después dictamina, categórico, que sólo en inciso tal importa. Que hay que sacar la ambición y ponerse a escribir. Estaba VC con su Delorean y su espalda grande y los hombros macizos y el auto que venía del futuro. O tal vez haya sido del pasado. No lo sé. Pero hablábamos con urgencia en el patio central de una casa antigua, lleno de macetas de geranios alrededor de unas mecedoras despintadas, muy realmaravilloso todo, a excepción del Delorean, que es más bien popcienciaficcioso. Después vino mi mamá, en la víspera de su cumpleaños a decirme al oído que mientras yo tenía un hijo y planeaba un viaje en el Delorean le habían robado su camioneta.

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