11.19.2007

domingo

De pronto te cansaste de la marabunta y la gente y esta que no es tu casa de verdad y te pusiste cualquier cosa. Cualquier cosa, el pinche cuerpo como quiera no es el que te gustarí y los jeans hoy terminaron de romperse y son el tercer par este año y comprar unos nuevos si no tienes dinero para esas cosas. Ir a un concierto. Sola. Pasaste todo el día entre la computadora y la estufa, haciendo hotcakes primero y deseando que el domestic bliss de fresas y café y jugo no fueran tus primos sino él. Él que como sea no siente nada especial por los hotcakes aflojonados de domingo y qué horror el tocino. Mientras asabas la berenjena y qué rico olor decían todos hasta que revelabas berenjena y fruncían la nariz dijiste, voy a ir, qué chingados. Y te pusiste la tishirt de los colores de su equipo y los zapatos más cómodos que encontraste y si te vuelves a mirar al espejo vas a terminar por no ir, que te valga. Juntaste moneditas aquí y allá y una de las tantas niuyorquers que pueblan tus espacios, medio leídas todas, y enfilaste al metro. El metro que te llevaría al fórum a ver un concierto que se te antojaba pero nadie dijo nada y quién si al final nunca ves a nadie enigüei. Subes las escaleras y qué pesadez, para qué salías. Te sientas a esperar. La estación está unusually (qué sabes tú) dark y te quiere dar miedo pero ya es tarde. Te aferras a tu rollito de intelectualidad gringa y esperas. Viene lleno, qué pereza. Te subes, te cuelgas del tubo sin mirar a nadie. Ojalá puedas ver también al Gran Silencio, pero con quién vas a chuntarear, ojalá no tencuentres a nadie. Sin poner atención te bajas una antes, porque la estación así se llama, pero si sabes de antemanon que la otra te deja más cerca, noimporta. Un hippy con un niño venden aretitos y cuentitas bajo el puente. Qué se sentirá ser hijo de hippy y andar con tu papá tendiendo una sábana todos los domingos, acomodando pulseritas, mirando otros niños que van de la mano de sus papás al juego o al concierto o a caminar al parque. Quién sabe quién diseñó este paso petaonal del ancho de una persona gorda, la gente se alenta, hormigas que cruzan la avenida to and fro el gran parque centro arena que congrega a toda esta muchedumbre. Lleve la camiseta de los tigres, treinta pesos. Cigarros, chicles, cacahuaaateeeeesss. Pinche gente lenta que no sabe caminar. Tienes calor, es noviembre y tienes calor aunque no hay sol ni nada. Entras. Bienvenido al fórum, dice la señorita de la cruz roja una y otra vez, pobre señorita boteando para que cuando te atropellen vengan y te suban a lambulancia gratis. Mira mijo, el circo atayde. Quéseso má. El circo atayde. El circo qué. Un circo, un circo muy importante mijo. Pero qué es un circo. Pos el circo atayde. Qué hay en un circo amá. Pos animales y payasos y ¡el circo Rubén! ¿Vamos a ir también ahí? No, vamos a los tigres, ándale que ya van a empezar mijo. Yo camino y pienso pobre Rubén, que lo llevan como papalote a ver a los tigres, arrastrado por la madre a ver a los tigres que cantan y no a los que pasan por el arco de fuego, ¿todavía hacen esos los tigres, en el circo? Cómo saber. Aprieto el paso. Hay gente por todas partes. Por aquí no, por aquí no, pásele de aquel lado. Abra su bolsa, a ver, de acuerdo, pase. Mucha gente. Acaban dempezar los de jaguares, dice un señor de sombrero y botas. Camino, camino, camino. Muchos niños en hombros. Mucha gente. Encuentras un lugar desde el que más o menos se ve la pantalla. Ahí está Saul. Vieeento, detente muchos añoss. Uf. Qué delicia. Suspiras. Tú eres esta música, estas letras. Tú, hace diez, quince años. Tú, un sábado por la mañana, cantando en la regadera del departamento que rentan tus padres que han dejado de ser perfectos. Tú, en el auto de una amiga, dando vueltas y vueltas y hablando y diciendo y soñando. El futuro está tan lejos. Tú, el corazón que te late fuerte fuerte cada vez que escuchas ta ta ta ta ra ta ta ta ta ra ta ta ta ra taaannn y corres a la pantalla y está ahí, en MTv, el ring y afueeeera tú no existes sólo adentro. La gente se entromete entre este momento y tú. La gente que empuja y pisa y pinche gente, para qué vienen. Para qué existen. No te gusta la gente. Te gusta la música y te asomas y abrazas tu bolsa que se aferra a tu cadera. Tu cadera, que ha dejado de gustarte. Estás lejos. Lejos de tu ser caifanero. Lejos de tu cuerpo amado. Lejos de tí. Sola, qué cliché, en medio de toda esta muchedumbre que corea. Los treintones que traen a sus hijitos en carreola y el muchacho aquel con una niña de no más de seis años de la mano, le explica, la niña aplaude, corea ¡corea¡ Qué chido tener una hijita que levante el puño en un concierto de la música con la que creciste. Creciste. Ellos crecieron. Tú a veces no estás segura. Tú te convertiste en otra. Otra, otra, otra, la banda corea. ¿Y si mejor te vas? No, falta la negra tomasa. Tú eres esa negra linda, que me tiene loco. ¿Será que lo tienes loco? ¿y que lo comes, poquito a poco? Son las nueve. Ahorita esta raza sombreruda se va a poner picuda, dice el muchacho de atrás. Mejor nos vamos, no? Van a emepezar los trompos. JaJa. Se ríen. Tú no te puedes reír. Sola no. Otra vez te apachurran. La banda caifanera sale al mismo tiempo que la banda tigresdelnorte entra. Corre. Sal. Huye. Camina, camina, camina. Monedas al señor de la cruz roja, no vaya ser, te atropellen a la salida. Subes, subes, caminas, esquivas, insertas, subes, subes, sientas, esperas. Esperas.

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1 Comments:

Anonymous Anónimo ha dicho...

eh, maz, no hemos cambiado tanto!
.

7:49 a.m.  

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