12.29.2005

par extra de jeans

Visité Monterrey. Con el pretexto de ver a los amigos, fui a hospedarme a la casa de mis abuelos, esa donde alguna vez viví. Los encontré viejos y felices. Difícil explicarles por ejemplo, qué siembran allá, qué estudio, para qué sirve lo que estoy aprendiendo, cómo es el departamento donde vivo y cómo puede ser posible que no conozco a la señora dueña del edificio (que por alguna razón debe ser una señora) donde vivo. Qué se sentirá ver a la propia sangre y encontrarla tan ajena, tan extraña y sin embargo mirar con los ojos del amor, ofrecer otro poquito más durante el almuerzo, decir no te vayas, ¿vas a quedarte allá? ¿Qué se sentirá tener noventa años y preguntarle a la nieta mayor si tiene pensado volver algún día? Decirles sí, voy a volver con el mismo tono que les digo a mis padres para que se tranquilicen y sorprenderme de que del otro lado de los lentes la mirada sea distinta. Ellos hoy me dieron permiso de quedarme allá. Si la niña está contenta, por qué va a regresarse, si allá le puede ir bien, qué bueno, que vaya, que se quede. Ellos deliberan mientras yo pelo una naranja despacito, mientras los oigo reconciliarse con la sangre viajera que han engendrado, mientras yo siento nostalgia por una ciudad que hace un año no era mía y pienso en escribir un post sobre Nueva York que me hace un poquito de falta y sobre los encuentros y rencuentros con la gente querida de este lado del río y los peces que quién sabe si sobrevivirán y el güero que quedó planito, como sello en el pasaporte, y M edificando matrimonio y publicando artículos y entre una cosa y otra llevándome entre los cerros y Á ensayando vidas anteriores y G abrièndome las puertas de su casa y mis padres que quieren saber cuándo voy a terminar mi visita relámpago a Monterrey si en Reynosa hay tantas cosas qué hacer. Un gajo. Veintiocho grados centígrados. Son las doce del mediodía y llegué apenas anoche en camión con un par extra de jeans porque quería saludar a mis amigos, pero es mentira me doy cuenta. Era todo un pretexto. Éste es el texto. Yo y mis abuelos, almorzando a tres voces. Avena, naranja, taco de chicharrón. Café, jugo de piña, licuado proteínico. No hay nadie más. Afuera hace calor. Estoy descalza. Sólo traje un par de jeans extras porque vine brevemente a saludar.

1 Comments:

Blogger Jody Dito ha dicho...

La Maz......qué bonito!!
Qué Spanglish más bien hecho, como esos tacos y cosas de Mexico de las que hablas.
La Maz....,otra vez, Qué bonito!!

11:20 a.m.  

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